Revista Viajero Nro. 114 - Marzo de 2017



Somos una diminuta partícula

Somos una diminuta partícula
en este enorme UNIVERSO EN EXPANSIÓN.

Somos una diminuta partícula,
sin rumbo ni orientación.

Somos una diminuta partícula
y perdidos estamos sin tu AMOR.

Y aunque nos creemos importantes,
solos, sin VOS, somos insignificantes.

Somos una diminuta partícula,
que UN DÍA DESPERTÓ.

Somos una diminuta partícula,
en PROFUNDO CAMBIO y TRANSFORMACIÓN.

Somos una diminuta partícula,
QUE SE DIO CUENTA DE TU AMOR.

Somos una diminuta partícula
y estamos en COMUNIÓN,
sabiendo que si estamos UNIDOS
¡SOMOS INMENSAMENTE GRANDES                                            SIENDO UNO CON VOS!

Erika Luz de Dios





Creando
Basado en la obra de la tapa

Aunque se subestime un poco nuestra labor, imaginarán que no es tarea fácil ser paleta de un artista plástico. Si bien vivir en un atelier es un trabajo, diría, mágico, y estar vestida de mil creativos colores tiene su encanto, los olores que emanan de las pinturas, como perfume, no son muy recomendables. El óleo es decididamente insoportable porque la trementina que se usa para diluirlo destila un aroma que ahuyenta todo pretendiente que se me acerque. Los recupero cuando mi dueño pinta con acrílico que es mucho más noble y, encima, como se mezcla con agua, en los días calurosos calma mi sed. Cuando pretendo estar limpia, me ensucia. Cuando estoy vestida de entrecasa, me ignora. Pero en términos generales nos llevamos muy bien. Otra, por ahora y mientras no me cambie, no nos queda…
                Demás está decir el orgullo que me provocan algunas obras en las que he participado decididamente; por supuesto que no todas. En ciertas charlas que he presenciado ha confesado que es imposible sentirse identificado plenamene con la totalidad de sus obras, pero no reniega de ellas y son parte inevitable del crecimiento. Hay veces que no vemos la misma realidad. Tiene otros ojos, indudablemente. En general, cuando atraviesa su pulgar mi ombligo no tiene ni idea adónde quiere llegar. Qué quiere transmitir. Se deja llevar y espera a que alguna musa lo visite y le ordene su mente y sus sentimientos. Como le dice a sus alumnos, el tema es siempre bautizar la tela. Manchar y salir de la blancura a estrenar, tan temida y desafiante como la hoja en blanco de los escritores.
                Reconozco que de vez en cuando delira un poco. Pierde el equilibrio, el mismo que persigue en sus obras, casi obsesivamente. Mil imágenes y pensamientos pasan vertiginosa-mente; algunas le provocan sonrisas y otras lo hacen poner muy serio. Lo visitan unas especies de chispas, creativas, que viven fracciones de segundo. Alguna toma y otras descarta (por lo menos para esa obra); aprueba y desaprueba constantemente. Y después de un paciente ejercicio se queda con ella, con la que mejor lo representa. A la que, tal vez, ha seguido durante un largo tiempo y por fin fue atrapada definitivamente. Con la que más cómodo se siente. Y coquetean. Y se entrega. Y se enamoran. Sucede cuando ella, la idea, es lo más parecida a él. Juntos emprenden un largo viaje. Trabajoso. Sufrido, por momentos; muy feliz, por otros, pero de una entrega notable, absoluta. Y se juran fidelidad. Ella, promete que jamás saltará a la mente de otro artista, que será absolutamente de él. Y el pintor, que le dará vida con el alma, sin guardarse nada. Unidos, inseparables, se los identificará siempre así. Ignorados, ovacionados o criticados pero siempre juntos, casi sin saber quién creó a quién.
                Transcurren días enteros sin tocarme. Sospechosamente me ignora como si hubiera cambiado de profesión. Cuando retoma, agita desenfrenadamente los colores de un lado a otro, como poniéndose al día. Tiene una especie de brote, que festeja excitado. En su ambiente, para no llamarlo así, suelen denominarlo inspiración. Como en una danza frenética sus manos gesticulan y tratan de captar lo etéreo y dibuja la obra, primero en el aire con su inquieto pincel antes de arrimarlo a la tela. En realidad, la obra ya está pintada, en su mente, y sólo hay que plasmarla para compartirla. Parirla, para usar palabras de él mismo. Ponerle nombre y hablar de ella con cierto orgullo, como si se tratase de un hijo. Que lo es. Por eso también, sobre todo en público, trata de ocultar sus defectos y reivindica sólo sus virtudes. Pero yo, desde mi modesta ubicación, veo todo. Y lo entiendo. Y haría lo mismo…
                En plena inspiración, opina mi dueño, hay una especie de hilo invisible que une tres protagonistas esenciales de las grandes obras artísticas. Los sentimientos, la inteligencia y una mano ejecutora que la plasme. Si están juntos es muy probable que los resultados sean óptimos. Si la obra pierde uno de estos elementos se pondría en riesgo. Un indeseado cortocircuito le haría perder parte de su presencia y calidad.
                Veamos (digo yo -que dice él-), una pintura (o escultura) muy bien ejecutada y la idea plasmada es muy creativa pero carece de sentimientos, puede fracasar. Por no conmover, por no movilizar. Al igual que una obra a la que le sobra inteligencia y emoción pero, a la hora de de ser llevada a cabo, la mano no está a la altura requerida por no tener la capacidad ni la experiencia suficiente; correría serios riesgos de no ser comprendida por falta de claridad. Y por último, una obra muy sentida, puro sentimiento, acompañada de una mano ejecutora muy bien dotada pero que plasma un concepto pobre. Quiere decir pero no dice. No transmite una idea, el sentido. Cuando los tres elementos hablan el mismo idioma, igual lenguaje, la obra difícilmente no brille. Y esa armonía, inevitablemente plasmada, será percibida. Esto es una pequeña teoría que hilvanó a través de los años. No es la verdad absoluta. Es, apenas, su verdad. La nuestra, diría esta paleta convencida.
                Me consta cómo le fastidia que artistas copien a otros autores. Dice que allí no hay mérito. Que por mejor que esté elaborada, la virtud está en la obra original y que no se puede copiar la felicidad ajena. Copiar al que fue feliz creando nos otorga felicidad? Sarcásticamente reivindica la más chiquita de las creaciones y la ubica por encima de la más lograda de las copias. Hace una salvedad, la copia como medio o como fin. Esta última le produce más rechazo porque se anula todo intento de creación propia. Y si es estimulado desde un docente es más grave aún, suele opinar. Es, tácitamente, decirle a un alumno: “Naciste para copiar”, “Copiá esta imagen así no te complicás”, “Jamás se te caerá una idea”, “No insistas con tu creatividad, dejala de lado”. En cambio, como medio para descubrir determinados recursos, para ilustrarse, para aprender acerca de efectos de luces y sombras, el método de la copia le resulta medianamente aceptable, siempre y cuando dure un lapso de tiempo prudencial. Extendido, es decididamente nocivo, suele aconsejar. Y agrega, si podemos conocer la personalidad de un artista a través de su obra es inmejorable la posibilidad de mirar hacia adentro y ser uno. Y dejar testimonio de ello plasmándolo en un lienzo.
                Si observan que empiezo a apurar este monólogo es porque intuyo que puede aparecer en cualquier momento. No creo que le disguste que yo ande revelando secretitos internos pero, por las dudas, no quisiera terminar en un cesto ni en manos de alguien, por ejemplo, que pinte imágenes que provoquen angustia o sufrimiento. Ya bastante tenemos con esta fastidiosa realidad. Lo cotidiano ya es denso por naturaleza y a pesar nuestro; repetirlo y recordarlo expresamente en un hecho artístico hace la vida doblemente complicada. Prefiero, estéticamente, caminos más llevaderos, más agradable a los ojos. Aunque se plasmen ideas espesas y bien realistas, se puede provocar en el alma de esos ojos observadores cierta complacencia y gozo. Bienestar por un instante mientras se observa un hecho artístico. De todos modos si es auténtico, bienvenido. Lo genuino sale a la luz. Y perdura.
                Si me escucha seguramente agregaría que una obra al repetirse pierde eficacia porque la hace previsible. Y si no hay sorpresa se pierde uno de los condimentos esenciales, tal vez el más preciado en el mundo del Arte. “Hay que pintar en serio, no en serie”, alecciona mi amigo, tratando que el alumno se exija y busque más allá, que no se conforme con lo primero que le viene a la cabeza y sobre todo si es muy similar a lo que alguna vez pintó. En algunas muestras ver un cuadro es ver todos. Lo reiterativo es inversamente proporcional al fervor y a la adrenalina que genera la creación. No siempre el artista está iluminado y lo suficientemente lúcido como para crear obras innovadoras. Hay momentos más fructíferos que otros pero hay que intentarlo, decididamente. De todos modos, suscribimos lo que por allí se dice: “El Arte es, ante todo, incuestionable; simplemente es”.
Suele afirmar que Plástica es una de las materias que más entusiasmo provoca y una de las que menos detractores tiene. Junto a la otra materia artística, Música. Incomparables con la mala prensa de Matemáticas o Geografía, a las que el alumnado teme y ofrece resistencia. Indudablemente, concluye, se debe a la libertad que ellas nos brindan. Sin embargo, si coincidimos con esta premisa, deberíamos indagar por qué no hay tantos artistas. Si bien conforman una buena cantidad (y calidad) cree que es desproporcionada al entusiasmo que provocan en los niños y adolescentes. En cuanto a Plástica, y tras un par de décadas en la búsqueda de respuestas, urdió una teoría relacionada con Van Gogh y su muerte por suicidio. Cree que la nublada vida de este emblemático artista holandés, indudablemente único, ha impregnado el inconsciente colectivo asociando el infortunio y el sufrimiento con el Arte. No es el único caso de desgracia personal, pues muchos de los grandes artistas (Amedeo Modigliani, Henri de Toulouse-Lautrec, Rembrandt, Caravaggio… por citar algunos) tuvieron una vida no muy llevadera. Algunos alcanzaron la fama después de muertos, y fueron marginados e  incomprendidos por su decadencia económica y social. Muchos, marcados por una mezcla de pobreza, alcohol, drogas y locura. El extraordinario talento reconocido, pero, tardíamente. Este mito de la errante bohemia encarnado en la sociedad atenta contra la proliferación de artistas, se atreve, casi, a asegurar.
Si analizamos lo expuesto, vidas tan pintorescas como dramáticas, en países desarrollados y con ricas culturas y tradiciones artísticas, no es desatinado pensar que los padres, en este recóndito lugar del planeta, desanimen a sus hijos con cierta vocación plástica. Apenas coquetean con estudiar una carrera artística, los inducen, a veces sutilmente y otras no (sobre todo en décadas pasadas) a otras socialmente más respetadas y, por supuesto, decididamente más rentables y seguras. Menos riesgosas. Por eso abundan abogados, contadores, arquitectos, psicólogos… donde, se supone, se está al margen de todo sufrimiento, dolor y, básicamente, de la temida desocupación.
Y la vocación?, pregunta mi artista cuando está en presencia de un caso con estas características. Dónde descansará durante décadas? En qué lugar de la mente se alojará, mientras se desarrolla ocho o diez horas diarias una profesión que a veces no colma plenamente? Es justo trasladar una frustración de padre e impulsar a un hijo a estudiar una carrera, desoyendo su auténtica vocación? Siempre se ha cuestionado dónde adormecen cincuenta, doscientas o quinientas obras no pintados y que jamás verán la luz? Si la existencia de aquellos auténticos exponentes del Arte, no reconocidos en vida, se la denomina fracaso, qué término habría que utilizar cuando no se defiende con coraje y esfuerzo una verdadera vocación,  decididamente enraizada? Estos interrogantes lejos están de ser respondidos por una humilde paleta. 
Escuché ruidos… hoy tenía una inauguración. Expondrá y se expondrá, como suele afirmar. Sé que volverá tarde pero por prudencia voy contándoles algunas experiencias más, que tal vez te sirvan, fundamentalmente, si tu futuro transitará caminos artísticos. Sé que estaría orgulloso si me escucha por transmitir su pensamiento. Trataré de ser breve… 
Cada vez que se reúnen entre colegas discuten un tema álgido, controvertido y generador de polémicas. Me refiero al mercado, a la venta de las obras y al momento clave del desprendimiento de una producción. Según él, lograr el equilibrio entre producción y mercado es muy difícil pero vital, sobre todo si se pretende vivir de la pintura. Hay que pulir el arte de Vivir del Arte, como un arte paralelo, muy difícil de aprender, suele recomendar. Se nace con un don, una cierta inclinación natural por lo artístico, pero comercializar la propia obra es un sendero que nadie te enseña a transitar, donde aprender lleva años y resulta francamente muy duro.
Asegura que pintar, pintar y pintar y acumular obras y descuidar el mercado es tan nocivo como vender, vender y vender y descuidar la calidad de la obra. Es indispensable mejorar y perfeccionar la obra, crecer artísticamente y esperar que, naturalmente, y a la par, el posicionamiento en el mercado también crezca. Inevitablemente, tarde o temprano, lo hará. En cuanto al desprendimiento de la obra, opina siempre con cierta nostalgia, es indispensable para seguir produciendo. Es el precio que debe pagarse. Acumular obra, no venderla y trabajar en otra actividad no le parece ni justo ni inteligente. Hablando de trabajar, suele ironizar con esta palabra que está vinculada directamente con el esfuerzo y el disgusto. Él, cuando pinta, está trabajando pero jamás el verbo usado es éste. Simplemente pinta. Jamás, me consta, tiene pereza para hacerlo. A la hora que sea está dispuesto. Y siempre feliz.
Ahora sí me voy. Descansaré porque mañana empezamos una obra bastante ambiciosa cuyo boceto ya compartí cuando lo coloreamos. Mañana es día de sueños. De vuelos. Transitaré lugares soñados. Cuando su imaginación vuele yo no detendré mi marcha, desplegaré mis ilusorias alas buscando altura. Recorreremos, siempre juntos, el mejor camino. Captaremos una idea en pleno aleteo. Yo, como una de las sutiles herramientas del artista me niego a permanecer en la realidad, por cierto rígida. Prefiero el mundo mágico que él propone. Me exilio en las nubes demandando respuestas. Explorando, las encuentro. Y el artista, nuevamente, se encuentra. 


Alejandro Costas




Instantes

Instantes, solo instantes
de los recuerdos encapsulados
en el vientre del universo, 
años luz de aquel segundo.
Brotan de mi piel lágrimas  
contenidas allá lejos 
en este presente sin sentido.
Corro de prisa como agua 
de manantial en libertad, 
cristalina de río caudaloso.
Sostengo en mis manos
los restos del pasado,
como cristales rotos
caen de entre mis dedos,
se dispersan por el viento,        
como torrente tumultuoso,
en instantes, solo en instantes,
la nada.

Marta María Nastaly




Rosas Rojas...

Rosas rojas dejas en mis huellas
en mi calle estás
bajo mis pasos...

En el contestador de mis mañanas.
Suenan en sintonía de mi refugio
donde nos cobijamos con amor.

Como un ángel llegaste a mi
dedicándome tu espacio
en cada paso una noticia
bajo un poema de amor.

Donde la música son los ángeles
que coronan el alma...

Rosas rojas me entregaste
en un embalaje especial
para que perdurara su aroma
cuando tu no estás...

Mas mi alma que estaba dormida
La iluminaste con tu andar
en un son de campanadas
son el sonido palpitante.

que me sumergen en tus melodías
que desprenden cada noche...

Rosas rojas son el secreto
en cada pétalo una señal
que se encandilan con las estrellas
en el prodigio mágico de la llama
donde profesas que me amas.

Las rosas rojas huelen frescas
Cuando las desojas bajo mi vertiente
y con el primor de la excelencia.
En un susurro proclamas
el privilegio de este amor latente...

Angelroos




La joven del camisón blanco

Los fantasmas son ideas de la mente. Loops que se repiten. El mes pasado, por ejemplo, al abrir la puerta del living vi un fantasma. Era una mujer joven. Llevaba un camisón blanco, ensangrentado. Su cara era muy bonita y pensé que decir algo hubiese sido adecuado pero solo contuve la respiración y ella levantó la mirada y me vió y pareció asustarse o algo y desapareció. No me parece raro que los fantasmas se asusten de los vivos. No quiero decir que los fantasmas sean espíritus de los muertos.
                Ellos son imágenes de nuestra conciencia. Reales, por supuesto. Pueden decir que es energía residual, como algo que queda en una batería para dar su último impulso. Al menos eso es lo que me dijo mi profesor de piano. Él es un hombre raro. Muchas veces habla de fantasmas y de cosas paranormales y me dice lo que existe y lo que no. Pero yo no sé qué creer. Solo tomo las partituras y ejecuto lo que él me dice lo mejor que puedo. Luego conduzco hasta mi departamento y me quedó allí hasta que me da sueño y me voy a dormir y al día siguiente me levanto temprano para ir a la fábrica de automóviles y nadie quiere hablar allí de fantasmas o de cosas así y preferimos discutir si el jefe nos está estafando con las horas extras que debemos hacer o si los hijos de alguien han participado de un acto escolar.
                Tenemos miedo a quedar en ridículo o a tener razón. También a estar equivocados. Mi profesor de piano se queda callado mucho tiempo y cierra los ojos y escucha lo que toco como si estuviera en otro lado. No sé por qué tomo clases, es algo que se me ocurrió un día y las tardes de los jueves las tengo libres y pensé que era una buena forma de ocupar el tiempo.
                Cuando mi profesor de piano abre los ojos dice algunas cosas que no tienen nada que ver con Chopin o con lo que sea que esté tocando y habla un rato corto. Luego se calla y me mira unos instantes. Yo le digo que tiene razón o simplemente asiento con la cabeza y luego guardo las partituras y mientras conduzco hasta mi casa recuerdo lo que pasó, pero ahora que he visto a la joven me cuesta pensar en otra cosa que no sea ella y me quedo estacionado en la banquina, viendo los automóviles pasar y tarareando en mi cabeza una melodía que se repite una y otra vez y que nunca logro recordar quién la compuso.

Alejandro Bentivoglio




Incierto

Complicado me hallo. 
En el incierto no logro hilvanar mis ideas.
Transitando deambulan, 
ilusos mensajes de gloria y poder.
Trastocando realidades a las cuales
inevitablemente no puedo eludir.
Mi meta es tan lejana como deseada.  
Insalvables obstáculos se oponen a mi llegada.
Y así resignado, mi cuerpo pide olvidar
y alejarme de ti.
Olvidar que si nada es mío 
y alejarme de que si nada tengo.

Luis 528