Revista Viajero Nro. 121 - Octubre de 2017





No hay flores en primavera...
Para los corazones solitarios.

Inoloros son los jazmines.
Y las nubes ocultan
el cielo azul de septiembre.

No hay flores en primavera...
Para los corazones solitarios.

Mudos son los pájaros.
Invisibles serán las mariposas
que vuelen frente a sus ojos.

No hay flores en primavera..
Para los corazones solitarios.

No florecen los jardines en Quilmes.
Tampoco se refleja el sol
en las hojas de los árboles.

No hay flores en primavera...
Para los corazones solitarios.

Marina Aguirre
anira90@hotmail.com







El jinete misterioso y su caballo blanco

Hace muchos muchos años en lo alto de una colina y a orillas de un inmenso mar azul, se elevaba un antiguo castillo medieval. En este castillo vivían el duque y la duquesa de Espejo Dorado. El duque se llamaba Alejandro y la duquesa Mercedes. Alejandro y Mercedes habían llegado a Espejo Dorado algún tiempo atrás, felizmente casados y con una gran novedad, estaban esperando un hijo.
     El pueblo de Espejo Dorado era muy tranquilo, cada familia tenía su granja donde cultivaban y criaban sus animales, todos trabajaban mucho y lo hacían con gran entusiasmo. La llegada del duque y la duquesa los puso muy contentos, pues ellos iban a gobernar muy bien y, principalmente iban a cuidar los intereses de cada uno de los habitantes.
     El tiempo fue pasando y un día después de nueve meses llegó por fin Alexis, el tan esperado hijo de Alejandro y Mercedes. Qué alegría recorrió todo el pueblo, se organizó una gran fiesta, todos cantaron y bailaron dos días seguidos.
     Cuando la fiesta terminó volvieron a sus casas y siguieron trabajando alegremente como siempre lo hacían.
     Alexis comenzó a crecer fuerte y sano, sus papás lo querían mucho y todos eran muy felices. Cuando cumplió los diez años su papá le hizo un gran regalo: un hermoso pony blanco, Alexis estaba tan contento que saltaba de alegría, enseguida lo montó. -Cómo lo vas a llamar? le preguntaron. -Zeus, el invencible- contestó. El caballito, al escuchar su nombre relinchó y a la orden de: Vamos! comenzó a bajar la colina. Alexis lo guiaba muy bien y juntos se internaron en el bosque que estaba a orillas del mar. Cabalgaron y cabalgaron y de repente comenzaron a escuchar una extraña y hermosa melodía que provenía del centro del bosque, siguieron el sonido hasta que se
encontraron con una humilde cabaña. Alexis se bajó, ató a Zeus a un árbol y se acercó a la puerta, golpeó, le abrieron y entró, no había nadie aparentemente, solo un violín apoyado en la pared, como si alguien se lo hubiera olvidado. Alexis tomó el violín y sin saber nada comenzó a tocar la hermosa melodía que antes habían escuchado, Zeus, afuera relinchaba y parecía que cantaba, los árboles comenzaron a moverse como si bailaran, los pajaritos volaban y sus alas parecían brazos que se agitaban al compás de lo que estaban escuchando. Todo era alegría, se vivía un clima distinto, misterioso. Alexis seguía tocando, miró por la ventana y vio el espectáculo, entonces quizo salir y algo extraño pasó, no podía moverse mientras tocaba, no sabía qué hacer, si salía se acababa la magia que estaban viviendo, si se quedaba no podía participar de ella, de pronto algo lo tocó, se dio vuelta y vio una hermosa figura vestida de blanco, todo se iluminó en la cabaña, esta hermosa aparición le hizo un gesto para que guardara silencio, tomó el violín y siguió tocando. Alexis hizo una reverencia y salió a encontrarse con su compañero, en ese momento cesó la música, todo volvió a ser como antes, el niño montó su caballito y comenzaron el viaje de regreso al castillo.
     Todos los estaban esperando ansiosos para empezar la gran fiesta de cumpleaños que le habían preparado. Alexis sopló las diez velitas, estaba muy contento pero, se sentía algo extraño, no se acordaba de nada de lo que había pasado en el bosque, Zeus por supuesto tampoco. Comenzó la gran fiesta, todos se divirtieron mucho hasta el amanecer, luego se fueron a sus casas, y al otro día nadie trabajó, el duque decretó feriado.
     Alexis se despertó a media mañana , se sentía cansado y seguía con esa sensación extraña de no saber lo que le pasaba. Después de desayunar fue a buscar a Zeus y comenzaron a baja la colina sin saber por qué hacía ese camino otra vez, de pronto sucedió, nuevamente la melodía, la hermosa melodía que les daba paz y alegría. Siguieron cabalgando y llegaron a la cabaña, todo lo que estaba alrededor de ella bailaba y cantaba. Alexis bajó de su caballito y se dirigió a la puerta, golpeó pero nadie le abrió, entonces la empujó y cuan grande fue su sorpresa cuando vio que el violín sonaba solo, nadie lo tocaba, ni siquiera aquella hermosa figura vestida de blanco. El niño no se asustó estaba embelesado con la música hasta que ésta cesó y todo volvió a la normalidad.
     Alexis tomó el violín se subió a su caballito y muy alegres regresaron al castillo.
     Todas las mañanas salía al balcón y ejecutaba en el violín la misteriosa melodía, enseguida todos los habitantes de Espejo Dorado se ponían a trabajar alegres y con mucha energía, ese era el secreto: la música los hacía vivir intensamente.

     Pasaron los años, Alexis creció, Zeus también y un día los dos juntos se dicidieron a recorrer el mundo y así fue como llegaron a Sinfonía, la ciudad de la música, lo que allí pasó ya lo sabemos, quién fue el jinete misterioso que le devolvió la vida? pues...Alexis y su caballo blanco llamado Zeus y... cómo fue que Alexis aprendió a tocar el violín, eso si que nunca nadie lo sabrá.

Cristina Quarella
cristinaquarella@hotmail.com.ar






Recuerdos encadenados
"Tragedias y penas de un amor
Soñé que escribía un poema,                                                                                         que no pudo ser."
eran verdes las líneas.
No recuerdo que decían,
tal vez me esperanzaba en éste.
Ese retoño que llevas dentro
de tus entrañas.
Luz y esperanza de lo más profundo
de nuestro ser,
alimentarás con tu esencia misma.
Siempre las mismas no conversaciones,
las mismas caras.
Si preguntas por mis sentimientos 
son verdaderos, te odio porque te amé.
Ángel, ahora es un ángel. 
Vuela entre nosotros.
Adiós no me digas que te extraño, adiós.
No me digas por qué.
Adiós, sin que sepa por qué..

Robledo, Marcos A.
robledomarcos3@gmail.com






Minuto

El que se posa, incurable limitación.
Aquel abre el tiempo sin tiempo,
al mundo detiene serenamente
sin aparente propósito.
Las orbitas se hielan de silencio entrometido,
se han de vencer todos aquellos andamios
de medidas por esta medida, como irreal por cierto.
Reposa de fin a principio.
Las mariposas, visitantes
sueñan con volar en lontananza, suspendidas.
Donde los picaflores petrifican,
en estrepitoso vuelo
en fugaz movimiento
aleteo, flor.
Se han de acariciar inmóviles, rio y mar, sal y azúcar.
Hasta Poseidón perderá su poder mitológico.
El minuto que se ancla en algún puerto, como colgado,
pausando universos.
La lluvia se contará de a gotas
tan fácilmente como lo imposible
ansiosas por cumplir su ley, agua elemental.
Se han de atrasar los ocasos y prolongar las auroras boreales,
por qué el minuto aquel,
aquel en tu cuello
- inhalo – desaparece el mundo 60, 59, 58, 57…
Con mi corazón de viejo segundero.
Se posa mesurado y muere.
Tal cual el beso en tu piel, mi boca de verdugo.
En ese breve espacio, ingrávido, atemporal
¡Cuanta belleza!
-exhalo- 3 , 2 , 1 , 0.

Luciano Calzada
lucianoquilmes@yahoo.com.ar






Mujer buena

Mujer de intenso semblante
Mujer que emana el cielo
Que pretende usted de mi?
Mujer madura
y diosa del piano
do re mi, do re mi
mujer diosa, dígame que estamos a tiempo
mujer de maquillaje perfecto y ojos color marfil
cuánto tiempo más, cuánto más tiempo.
Mujer que se revela
Mujer
Mujer que de día tiene un ánimo
de tarde, otro ánimo y
de noche…bueno de noche….
Dios dirá…
mujer …………
Mujer de múltiples modos
Mujer que naciste para ser  diosa
Mujer
Mujer que confías en mis talentos
Mujer que me esperas… siempre me
Esperas
Mujer que buscas constantemente mi bienestar
Oh si !
Mujer que aleja las incertidumbres
Tu mirada es como un láser.
Mujer perdón por ser autodestructiva.
Mujer divina
Pronto entenderé tus mensajes
Mujer lluvia de diamantes
Mujer enamorada del presente
Del presente y nada más.
Mujer
Mujer
Mujer que sos más linda que la misma suerte.
Me quedo sin palabras para describirte
Mujer me das un tremendo impacto visual
Mujer te di todo, que más querés de mi
Mujer de terreno fértil
Mujer, soy la que maneja èste barco por favor confíe en mi.
Mi vieja…mi pedestal.
Mujer que premias el coraje

Ximena Lupis
ximenalupis@outlook.com






llovió toda la noche y sigue lloviendo Izzy querido duerme patas para arriba en un arco envidiable sobre la columna en un perímetro reducido del sillón de mimbre me duele lo mismo de cada día acentuado por el estado atmosférico un video que me envió mi hermana por celular dice que los humanos nos pasamos la vida hablando del tiempo y de dolores o enfermedades decidí hacer mate abrir la notebook y empezar a deslizar los dedos en las teclas así empieza este cuento corto no tanto como aquel maravilloso de siete palabras...”cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”… siempre que lo recuerdo me remite a los ginkgo bilobas de la plaza de mi barrio esos ancestrales árboles prehistóricos con olor a dinosaurio y a los terribles cuentos de quiroga larga cadena asociativa para esta mañana pensé y empezaron a desfilar las imágenes de los dibujos de breccia …la gallina degollada… …rojo rojorojo… leí por primera vez cuentos de amor de locura y de muerte cuando tendría ocho años mi infancia giraba entre los deberes escolares del colegio de monjas una estricta educación familiar clases de pintura y flauta dulce pocos juegos ninguna amiga ninguna mascota solo una hermana tres años menor un televisor blanco y negro una bañera gigantesca en el baño familiar pizza casera y waltdisney a las 19 horas todos los domingos un ritual repetido por años casi lo había olvidado de no ser por un cuento de siete palabras entonces pensé podría escribir algo más corto mi sobrino me desafió con …el agua no cayó esa vez… seguro seis son menos que siete así que el desafío era por menos los pies se me enfriaron a pesar que era pleno verano hice una segunda ronda de mates la lluvia seguía cayendo agua de donde no cayó esa vez me pregunté mejor dicho una vocecita dentro de mi cabeza a la altura de los oídos me empezó a taladrar como la ensordecedora lluvia afuera sólo eran pensamientos que demoraban mi tarea una historia con cinco o menos entonces recordé ese aterrador relato de lispector también de siete …”Había una vez un pájaro. Dios mío”… una ráfaga de aire frío por la espalda hizo que abandonara los dedos del teclado y estirara la columna el sonido de los huesos opacó la lluvia fue cuando un gorrión atolondrado chocó su vuelo con el vidrio de la ventana Izzy que estaba muy cerca no perdió oportunidad y con una sola maniobra se comió lo que fue un pájaro

Graciela Ciampini
gracielaciampini@yahoo.com.ar






mi amor, vos necesitás a alguien
que te mienta
que te mienta mejor
y te diga que todo
va a estar bien, que todos merecemos
ser felices, que el placer nos es
posible, que todos podemos
salvarnos
y yo, los restos del hombre
que no fue,
con la sutil antropología
de creer que somos animales asustadizos
que se decantaron
por cámaras de gas
por cámaras de seguridad
antes que por lenguajes arcaicos
mucho más vitales
yo, me temo,
que no soy un buen partido.

Lautaro Colautti
leftraru.defrente@gmail.com






Amigas, compañeras y alumnas

Para empezar, les dejo mis esperanzas,
mis sueños y algún atardecer que me gustaría
haber podido compartir con ustedes, además
un puñado de colores, varios bocetos, unas
cajas de lápices gastados, pasteles rotos,
gomas con los nombres de ocasionales alumnos,
libros de arte de escritores queridos, medallas,
diplomas y muchas letras apiñadas, fotos y otras
historias que hablan de todo un tiempo dedicado
a esa aparentemente tarea de intentar crear un mundo
a fuerza de pincel.
Es todo lo que tengo, todo lo que di y me dieron.
Son mis alegrías, algunos logros, pero sin duda son
las que hicieron que mi dolor y mi soledad no sea tanto.
Todo esto es lo más parecido a la vida que pude
encontrar para dejarlos.

Liliana Bianchet