Revista Viajero Nro. 1 - Julio 2004



Renacer (primeros pasos)

En una noche mágica,
la luna iluminó tu rostro,
para entre tinieblas hallarte
y dejarte desprovista, desnuda
ante el sol y ante mi.
Nos emborrachamos,
nos amamos, nos besamos,
hasta llegar a la más grande
de las locuras.
Fue pasión, fue placer,
instantes de sumo ardor;
mixtura entre el bien y el mal.
Pero se involucró el corazón,
y lloró como nunca,
y murió tres veces:
dolor, abandono, dolor.
Se cayó gritando,
no dijo nada,
se apagó en la luz,
dibujó flechas rotas
una y mil veces,
pensó el suicidio,
rompió rosas,
pegó pétalos a las margaritas
como queriendo no haberlas deshojado,
se tatuó un no,
dijo sí al demonio,
se ahogó en penas
desbordando mares con su llanto,
flotó en las miserias
que escondía su alma,
y subió al cielo
para descargar su furia
en las nubes.
Y cuando el dolor y el rencor
del corazón pasaron,
me tomó de la mano,
se incrustó en mi pecho vacío;
y empezaríamos de nuevo,
los dos,
en busca del amor sincero:
de cuerpo y alma,
de fuego y aguas mansas,
de verdad y sin misterios;
para poder al fin unirnos,
alcanzar la felicidad
y dejar atrás todo el mal,
que hace tiempo pasé.


Jonatan



















Hipermercado del sur

 

La vio borrosa en el hiper detrás de la góndola de productos de jardinería. Debo continuar se dijo, y apuró el paso poniendo la proa del changuito en dirección de los lácteos.
Se demoró con los quesos y prosiguió hacia el sector de las verduras. Ella volvió a aparecer por el sector opuesto de las frutas, le sonrió seductoramente sin dar muestra de conocerlo y se detuvo ante una exuberante montaña de cerezas, tomó una con un movimiento gracioso y la mordió apenas con ese gesto sensual que le resultó primero familiar y, luego, inconfundiblemente irresistible. El sacó sus lentes para mirar de lejos y la observó conteniendo la respiración. Es ella, se confirmó a si mismo y sintió un galope en el pecho. Ella se deslizaba con su andar gracioso y decidido entre los papeles higiénicos y las servilletas de papel rumbo a la caja de 10 unidades. No la puedo dejar ir nuevamente, se reprochó, mientras dudaba, porque había venido por una super oferta de 3 packs de pomarola, su pensamiento se atascó en una brevísima duda ¿perder la promoción del día o perder el rastro de esa mujer que hacia 20 años que no veía y de la cual había perdido toda señal? Razonó velozmente y decidió ir por ella, pero no sin pasar antes, de un pique, por la góndola de los tomates en lata, el pillo se sentía muy
hábil para aprovechar ofertas.
Cuando llegó a la caja ella terminaba de pagar y se alejaba hacia la calle.
_ Señor (le desvió la atención la cajera sonriendo) usted ha ganado con esta compra un descuento extra, ha sumado $200 con las compras del mes, espere un momento por favor que llamo a la supervisora para que lo verifique.
Él se impacientó imperceptiblemente, carraspeó como era su costumbre cuando algo lo irritaba, la veía alejarse cruzando la calle, estaba atascado en esa caja por el ahora maldito descuento del 10 % ... Cuando terminó de pagar embolsó todo y salió. No la vio, había desaparecido como hacía 20 años, cuando partió con sus padres rumbo a España en la época del proceso.
Llegó triste, desolado al departamento, pero se fue sobreponiendo...
Hay que vivir el presente, se consoló ¿quién se resiste a las promociones de fin de semana?

 Andaluz




















El Ángel Caído

 

Proty se despertó temprano y desactivó el llamador antes que comenzara con la metálica perorata de siempre: - Protheus... es hora Protheus... vamos, que en las inmediaciones es un día despejado, con una temperatura promedio en urbanidades de ... bla, bla, bla ... -. No le importaba nada de eso, para él bastaba con que fuera sábado, y con mal o buen tiempo la pasaría holgazaneando, tal vez con amigos, tal vez solo. Aunque la segunda posibilidad no estaba en los planes que por más de una semana venía lucubrando.
Todos los sábados su madre le dejaba el desayuno listo para prepararse, y al pasar apurado rumbo al baño gritó: - ¡cocción pendiente! - sin detenerse. Le hubiera gustado tener padres que trabajaran de martes a jueves como la mayoría, pero bueno, alguien tenía que dedicarse a vender lo que otros fabricaban.
Llevó la bandeja humeante a la mesa, y antes de meterse en la boca el dedo con dulce, dijo: - Pantalla, 2D -, y se dedicó a saborear mientras miraba embelesado a su serie predilecta. Tema prohibido activar el sistema 3D cuando comía, ya había causado algunos problemas por enredarse entre sus héroes durante el desayuno, además, los médicos recomendaban utilizar esta modalidad con precaución, y sus padres siempre seguían al pie de la letra todas las recomendaciones y ordenanzas.
Llegó al parque montado en el sidi flamante que había estrenado el miércoles, pero los chicos ni se enteraron de su arribo, y esto lo desilusionó, frustrándose las expectativas de dejarlos boquiabiertos cuando se presentara ante ellos con su sistema inteligente de desplazamiento interurbano, rojo metalizado y cargado de innovadores sistemas y accesorios.
Desalentado, pero no vencido, estacionó el sidi al costado de la vereda y probó la alarma varias veces, haciendo como si no estuviera familiarizado con los controles sólo para captar la atención de sus amigos, aunque ellos seguían apiñados mirando la base del monumento. < ¿Qué puede tener la estúpida estatua mejor que mi sidi último modelo? > se preguntó enfurecido, en ese momento uno de los chicos lo vio, agitando el brazo con frenesí a modo de saludo, lo llamó con urgencia: - ¡vení! ... ¡corré, Proty! -.
Proty caminó hacia ellos refunfuñando con las manos en los bolsillos, - ¡hey, tengo sidi nuevo! -, les dijo odiándose por quebrar la sorpresa, y nadie pareció escucharlo.
Cuando llegó por fin al tumulto, debió abrirse paso hasta el centro. Digamos que más de uno recibió un golpe demasiado fuerte como para simplemente lograr que se apartara, los codazos y empujones tenían mucho que ver con el fracaso de la presentación en sociedad del vehículo, y poco con abrir camino. De todos modos, en el momento en que estuvo en primera fila, ni el mismo Proty se acordó de que tenía un sidi nuevo.
Acurrucado sobre el plítrex, se encontraba el niño, (¿o niña?), más hermoso que jamás hubiera visto, su piel era la prótesis perfecta, tersa y suave, excepto que los pómulos rosados parecían la única porción de tejido vivo que le quedaba. El cabello, rubio y rizado, se mecía con la brisa como si se tratara de plasma sobreexitado, y la túnica, que evidentemente era lo único que llevaba por ropa, estaba hecha de un extraño material, como el que Proty había visto en el museo, y pensándolo bien, el modelo lucía como el de las recreaciones virtuales de las antiguas civilizaciones. Y aquí no acababa todo, la punta de cada pie de aquel ser poseía cinco largos dedos, resultaba horripilante ver aquellos cinco gusanos rechonchos y acorazados en cada pie, no quedaban dudas de que debía tratarse de una bestia... o una momia en excelente estado de conservación. Pero todo lo visto era nada importante comparado con el detalle máximo, el niño/niña, el androide, o lo que fuera, tenía alas. ¡Sí!, a - ele - a - ese, ¡alas!, como los pájaros de las Tierras Madre.
¿Qué era?, ¿estaba vivo?, ¿se los comería de un solo tarascón cuando despertara o se activara?, todos estos interrogantes se confundían con el asombro y la intriga en la mente de Proty, y de seguro en la de los demás, pues tanto ellos como él, estaban petrificados observando atónitos a la criatura. De pronto, lo tan temido ocurrió. La cosa abrió los ojos, y extendió su mano hacia los niños mientras balbuceaba frases inteligibles.
Todos se hicieron desesperadamente hacia atrás en un embrollo de apretujones y corridas, la alarma del césped se activó, y con ella volvieron las corridas hasta que los chicos alcanzaron el plítrex antes de que llegaran los cuidadores.
El ente, con una cálida sonrisa que parecía brillar en su rostro, los observó sentado desde la base del monumento, - niños... - expresó visiblemente conmovido - ... gracias, mi Dios... son niños -
El espanto se percibía en cada par de ojos, que abiertos tanto como podían, observaban al ser, trocando paulatinamente su pánico por algo que, por fortuna, ni en ese siglo ni en ninguna era, faltará en la mirada de un pequeño: la curiosidad.
De a poco y sin tomar coraje (se les había esfumado) los chicos volvieron a acercarse con cautela y se compactaron alrededor de la cosa otra vez. Proty no era más valiente que el resto, pero su incipiente carrera de mitólogo preplanetario, lo convertía en el experto del grupo para abordar el contacto, honor que los demás le cedieron con alivio en forma tácita.
- ¿Eres un... ?, ¿cómo se llamaba ... ? - tenía la palabra en la punta de la lengua, pero no le salía, pues lo único en que pensaba era: < ojalá sea un androide, así le paso el barullo a Electra >. Electra era, por supuesto, la novicia en biomecanismos.
- Un ángel... - el ente completó la frase, y Proty escuchó a Electra respirar aliviada tras de sí.
- No puedes ser un ángel, digo... un ángel de verdad, de carne y hueso - porfió en un intento por que el ángel confesara que estaba hecho de puros servomecanismos.
- No, no soy de carne y hueso como ustedes, pero tampoco soy un muñeco si a eso te refieres... soy un ángel, un verdadero, auténtico y... - suspiró acongojado - ... espero que no, quizá el último ángel que ha caído -
Proty se lamentó por haber dejado el interdata en el departamento, ¡¿cómo rayos iba a saber que lo necesitaría un sábado en el parque?! se suponía que estaba allí para deslumbrar a sus amigos con el sidi nuevo y no para repasar lecciones de historia.
- Un ángel... - masculló - ... fetiches de comienzos de milenio, creo... -
- ¡Fetiches!, ¡¿dijiste fetiches?! - respondió la criatura ofendida, pero con tan poca fuerza que apenas intimidó con la queja, y luego recapacitó - sí que fueron buenos años aquellos ... buenos en el sentido que se nos reconocía, la gente nos buscaba, nos rezaban y pedían deseos felices -
- ¿Éso fue antes o después del armagedón? - preguntó Zenith, el niño con dientes de cuatro milímetros de largo.
Proty se molestó ante tanta ignorancia, - antes, pedazo de trifo - le dijo sin quitarle la vista al ángel, - entonces, ¿podemos pedirte un deseo? -
- No - contestó el ángel.
- y ¿por qué no? -
- Pues, porque no soy tu ángel - respondió con amargura, trató de acomodarse y a duras penas mejoró la postura de las alas, de sus ojos brotaron lágrimas redondas y perladas, rodaron, y rebotaron sobre el plítrex.
- ¡Seremos ricos, miren, llora silicio! - dijo sorprendido un chico.
- ¡Oh, Dios! - exclamó el ángel, y su llanto creció - ¡¿es que para ustedes todo es silicio, chips y microondas?! -los niños lo miraban sin comprender - ¿saben... saben por qué no pueden formularle un deseo a sus ángeles?, ¡porque están muertos! - y pese a las lágrimas, su rostro se endureció ­¡ustedes los mataron!, así como yo moriré porque alguien nunca tuvo un deseo feliz - los niños lo miraban sin comprender - Hubo una época ... ¡sí, Proty!, cuando tú crees que éramos fetiches, en que había guerras, enfermedades y hambre en este mundo, pero ¿saben qué?, también había esperanzas, sueños, anhelos, ideales ... - el ángel suspiró con lo último de sus fuerzas y hundió el rostro en el pecho - ... y deseos felices - concluyó, y los niños lo miraban sin comprender.
- ¿Qué es un chip? - preguntó Zenith, como si fuera lo único importante que había oído.
- Mi abuelo una vez me mostró uno, que era de su abuelo... - dijo Electra - ... es de antes de los tetraprats, incluso de mucho antes que los prats -
- Oh... - dijo Zenith, no muy seguro de haber entendido.
- Váyanse, por favor - suplicó el ángel - déjenme morir en paz... debí volar directo hasta la aurora, como los otros. Fui un tonto al tratar de decirles adiós a mis amados humanos, a mis niños... vamos, márchense ya –
Y los chicos se marcharon cuchicheando y riendo. Uno de ellos juntó las lágrimas del ángel, y descubrió que al ponerlas en su bolsillo, en realidad estaba guardando un puñado de agua. - ¡¿De quién es ese sidi?! - exclamó Pániel, y todos corrieron a ver y tocar el espectacular vehículo rojo metalizado. Todos menos Proty, que volvió sobre sus pasos y se agachó para mirar al ángel frente a frente.
- ¿Dios morirá también? - preguntó Proty.
El ángel tenía las mejillas tan pálidas como el resto de su piel, ahora, lo único rosado que le quedaba en el rostro eran los ojos, que miraban a la nada mientras meditaba - ¿podrá la obra trascender a su creador? ... - se cuestionó haciendo caso omiso de la presencia de Proty - ... en tu mundo sí puede... ¿puede el hombre vivir sin ángeles? - sonrió débilmente y continuó - claro que puede, pero... sí, ésa es la cuestión. Si el soplo de la vida ya fue dado hace miles de milenios y es inagotable, autosustentable, ¿podrá entonces la obra trascender a su creador...? - el ángel miró a Proty y le contestó: - yo estoy muriendo, y Dios sufre la enfermedad del olvidado. Tal vez segundos antes que se acabe tu mundo, lo verás morir; y tal vez, sólo tal vez... nunca te enterarás cuando fue que murió... - dijo el ángel en un susurro, bajó sus ojos, y exhaló su último y triste suspiro.

Daniel Gonzalez