Revista Viajero Nro. 147 - Diciembre de 2019



Las Fiestas se aproximan. Época en que todos hacemos un ejercicio de reflexión, no me gusta hablar de "balance", mirando los días para atrás al tratar de recordar hechos, situaciones, horas pasadas. Es que el tiempo es irreversible. Hay que recoger el crédito que a cada uno nos da la vida ahora. En esta época los lazos humanos están divididos en diferentes encuentros, las identidades en máscaras que uno lleva sucesivamente y nuestra historia, en episodios que solo duran en la memoria.

Jorge Omar Alonso
jorgeomar_alonso@yahoo.com.ar
La plata








Otra nueva navidad


José y María van camino a Belén
montada en su burrito, en busca de un establo
cargada de nueva vida en su vientre
donde el Niño Dios nacerá, cobijado y calentito
en su humilde cunita, de suave paja amarilla
con todo el amor, derramado por María
junto a la fortaleza de José, el viene a este mundo
a traernos amor, paz, a todos los hombres
esparciendo su fragancia, en todos los hogares
donde quiera que esté Él, llenando de luz
al mundo, para Bendecirnos en esta
Navidad, a todos por igual en esta
Noche Buena, junto al amor del Señor
Niño Dios cobíjanos con tu luz y amor
no dejes que perdamos la inocencia
de tu amor hacia nosotros, enciende
en todos los corazones, la llama que
nunca debe apagarse. Amén.

Marta Maria Nastaly
nastalymartamaria@hotmail.com








Se aprende a admirar la belleza,
a no querer poseer
su alma, corazón y cuerpo.
Educamos el deseo,
podemos besar en sueños,
acariciar su rostro.
Sentir su piel, perfume
y hasta imaginar un instante
en qué conectan nuestras miradas.
Y contamos este secreto,
todo lo podemos en la fantasía
y ponemos ese amor
con consciencia de perpetuar
este sentir en algo platónico:
Solo miedo ...
A no ser correspondido.

Marina Aguirre
anira90@hotmail.com








Pánico y locura en la colmena


La libertad tiene un alto precio.
Nada es gratis. Compras, compras y compras...
Consumes, consumes y consumes...
Todos esquivan la mirada.
Nadie quiere ver.
¡La abeja reina ha abandonado la colmena!
Ahora la sociedad se desmorona...
Sin un ser superior que los guíe todo se viene abajo...
Su mundo espiritual queda reducido a cenizas...
Su motivo de vida está pendiendo de un hilo muy delgado...
Las abejas siguieron trabajando. ¡Algunas pararon y otras se preguntaron que hacer!

- ¡la reina no está! ¿por qué seguimos trabajando? Otras dijeron: - y ¿qué deberíamos hacer? Estamos tan acostumbrados a nuestras cadenas que se nos es imposible asimilar la libertad. Además... ¡no sabríamos que hacer con tanto tiempo libre!

¡En ese momento la colmena entró en pánico! y la locura se apoderó de sus habitantes.
¡Algunos empezaron a azotarse a si mismos! para sentirse amos.
¡Otros comenzaron a someter violentamente a sus compañeros! para suplir la necesidad de opresión.
¡Enseguida hubo reinas, reyes y caciques por doquier! Todos eran amos, todos eran tiranos.
¡El poder los volvió locos! ¡Los volvió despreciables! ¡Solo acumulan miel! ¡miel! y miel...
La colmena ya no volvió a ser la misma...
¿Dios donde estás...?

Brian Lavedova
nirvano_24@hotmail.com








Natal


El peregrino acudió a la ciudad de los doscientos,
su pensamiento asentó,
caminó, pataleó.

Supo dónde estaba,
conoció qué pisaba,
necesito noción,
abdico decepcionado.

Deambuló malintencionado,
asistió enojado
al templo de la compasión:
fui aquel viajante.

Pedí aliento,
necesité impulso,
supliqué,
te vi.

Acompañada con quién sabe
tus pasos seguí,
guiaste, conduje
hacia mi Ser.

Serguei Nahuel Nasgho
snahuelgomez@gmail.com








El amor de la familia


Se acercaba la Navidad y como siempre los mellizos estaban ansiosos. La llegada de Papá Noel era un acontecimiento esperado con ansias por los pequeños, que siempre en las últimas semanas de diciembre hacían caso a los papás y ayudaban en las tareas hogareñas. Y todo para que Papá Noel los viera trabajar duro y portarse muy bien.
Este año no había sido bueno para Leandro y Alicia. El  campo no había rendido los frutos esperados porque el vaivén entre los períodos de sequía y las fuertes lluvias  estropearon las cosechas que se habían perdido por lo menos en un cincuenta por ciento.
La cena de Navidad sería más sencilla este año. Solo vendrían los abuelos de la ciudad que siempre colaboraban con algún plato especial.
Pero el problema principal eran los regalos para los niños, que habían escrito sus cartitas y esperaban ansiosos por lo menos algo de la larga lista que habían pedido.
Pero cada una de esas cosas excedían con creces las posibilidades económicas que tenían este año.
Sin embargo los papás no querían que los mellizos se sintieran defraudados y recurrieron a los remedios caseros. Revisando la larga lista de cada uno de ellos encontraron algunas posibilidades. Debían apurarse porque faltaban pocos días para el 24 y el trabajo sería arduo.
Leandro hizo gala de sus habilidades con la madera y construyó un tren con máquina, cinco vagones con ventanitas y pequeños escalones para subir. Alicia abrió la máquina de coser y a la noche, mientras los niños dormían dió vida a una Pepona de patas largas casi tal alta como Juanita.
Ya era el 24 y después de la cena Alicia, los abuelos y los niños salieron a mirar el cielo buscando la figura de Papá Noel y sus renos. Y para la felicidad de todos, los pudieron ver en el cielo estrellado entre las copas de los altos árboles.
Los niños corrieron hacia el pino navideño. Y allí encontraron dos grandes paquetes .
Los ojitos les brillaban como nunca. 
Y otra vez se hizo el milagro; la felicidad y el nacimiento del niño Jesús bendijo a la familia tan solo por amar y creer.

Susana Stazzone
susariv@gmail.com








Oh, si supieras despertar el alma
dormida en cada célula
acunada de penas y mentiras
Si supieras entrar en ese chiquito lugar
donde mi inocencia era cierta y permitida
arropada de cantos en lunas llenas
Si supieras
como ahonda en cada átomo vacío
una historia, otra historia y otra más
¡Tu me dices no! ¡no es! nunca ES
Pero Si supieras...
mirar dentro de mi segundo incierto
mi intuición sin rumbo
mi extrañar inquieto abandonado....
cambiarías
Si supieras entender
mi cada día añoso y desprevenido
doliente de un amor vacío
un decir callado y un grito que no fue
Si pudieras
aún hoy hablarías
porque la verdad siempre fue Mía
Tu mentira no la quiero
Mi camino empieza hoy
Porque recién he nacido
sin nombre ni apellido

Lirey







Es inevitable tu amor,
es inevitable tu dolor.
Es inevitable tenerte siempre
encendido, como una pequeña
llama incandescente.
Me das alegría, me das placer
No sé qué hacer sin vos
Si algún día te dejara,
sería imposible, no volver a tenerte
¡No puedo! ¡no puedo! ¡fuera de mi
vida, por favor!
Aunque sea, hasta mi último día.

Patricia Batiluschi

Revista Viajero Nro. 146 - Noviembre de 2019




La música

La música, un arte que transmite sentimientos, una gran compañera, el placer de escucharla, de sentirla, de apreciarla.
Enriquecedora del alma, espíritu y corazón, da alegría y sanación a aquellas almas perdidas que vagabundean por el mundo con pena y dolor.
La música al oírla agudiza mis oídos, mi cuerpo se siente jovial, sonrío con total felicidad por que la siento de tal manera que no puedo vivir sin ella.
Es mi musa inspiradora cuando tengo que escribir poesías y versos de amor, la música alivia y sana enfermedades, es un arte de apreciar, de valorar, porque así es como la siento, la música suple la soledad por companía.  

Gabriela Gargiulo
gabrielagargiulo77@gmail.com









La alfombra

Catalina era una joven muy particular, vivía sola, no se relacionaba con su familia y tampoco tenía amigos. Su casa era muy antigua, se encontraba en el barrio de San Telmo, tenía muchas habitaciones desocupadas, vacías. Ella usaba solo una, en la cual tenía pocos muebles, solo un ropero, su cama y una mesita de luz sobre la cual estaba la única lámpara que alumbraba el ambiente.
Catalina trabajaba nueve horas por día en una oficina, llevaba la contabilidad de una fábrica situada en la ciudad de Lanús, todos los días viajaba desde San Telmo pasando por Constitución dónde tomaba el colectivo 45 que la dejaba en la puerta de su trabajo. Nunca caminaba, no miraba vidrieras, no iba al cine o al teatro, su vida transcurría en el trabajo donde no compartía nada con nadie, y las pocas horas que pasaba en su casa las utilizaba para cenar, pues volvía tarde, y dormir para levantarse temprano y otra vez a trabajar. Y asi pasaban los días, su rutina era agobiante, pero ella parecía no darse cuenta, seguía y seguía sin cambiar nada.
Un día justo antes de salir golpean la puerta, Catalina se sorprendió y preguntó -¿Quién es?- De la casa de alfombras señorita, le contestó una voz agradable. -Yo no encargué ninguna alfombra-, replicó Catalina. -Bueno no sé, yo tengo ésta para usted-, dijo el joven. Muy extrañada abrió la puerta y se encontró con un apuesto joven que cargaba un rollo inmenso. -¡Bueno, por fin!-, exclamó Alejandro, asi se llamaba el joven, -¡se la entro y la acomodamos! -Pero, protestó Catalina, yo no quiero ninguna alfombra, además se me hace tarde para ir a trabajar-. Alejandro sin esperar más, entró, caminaba como si buscara algo en especial, Catalina lo seguía enfurecida. De pronto se detuvo ante una puerta, -¡Allí no!, gritó Catalina. Sin escuchar, el joven abrió la puerta. La habitación estaba totalmente vacía, entró, estiró la alfombra en el piso y comenzó a abrir las ventanas. Los rayos del sol no tardaron en iluminar todo, las paredes eran blancas, inmaculadas, y la alfombra era hermosa, fuera de lo común, muy colorida. Catalina quedó muda, nunca había visto tanta iluminación. Alejandro satisfecho con su trabajo, se despidió y se fue.
Eran casi las diez de la mañana, tarde para el trabajo. ¿Qué hago ahora? pensó Catalina, ¡con todo lo que tengo que hacer hoy! Resignada miró la alfombra y vio que sus flecos se movían. Qué extraño,¿qué estará pasando?, se preguntó a sí misma. Cuando iba a cerrar la puerta para salir no pudo, se había trabado, entonces como si algo hubiera cambiado en ella entró en la habitación y se acostó sobre la alfombra a disfrutar de ese magnífico sol.
Se durmió y soñó que era otra persona, que podía salir, tener amigos, estudiar, no todo en la vida era trabajo. De pronto se despertó y sintió una fuerza que la empujaba hacia la calle, salio y...allí estaba Alejandro, esperándola con un ramo de flores. ¿Salimos?, le preguntó. -Si vamos-, contestó. Y juntos caminaron por San Telmo decididos a comenzar a vivir una nueva vida a partir de ese momento, y todo gracias a una alfombra que nunca se supo quien la envió.










Una bocanada de aire fresco

Hoy salí a observar la Osa Mayor,
y sentir como los jazmines
colmaban de fragancias el Camino Verde.

Salí...
para contemplar la luna
y ver como las constelaciones se abrían
ante su paso sin estupor.

Salí para recoger,
como los Alquimistas,
el rocío de las plantas
y crear Nuevos Elixires con sus Gotas Sanadoras.

Salí para subir al Pequeño Monte
y desde ahí, observar el Divino Cosmos en expansión.

Salí para echarme en la hierba
y comenzar así, mi Sagrada Meditación.

Hoy salí,
y entre las maravillosas cosas que hice,
tan sólo salí para tomar una bocanada de Aire Fresco.

Erika Luz de Dios









La sabia colaboración de Papá Noel

En las últimas tres semanas, Clarisa había pensado mucho en como pasar las fiestas navideñas. Daba la casualidad que unos días antes del 24 de diciembre cumplía años; esta vez era un número redondo y eso a las mujeres las preocupa siempre.
La familia se había achicado notablemente y de aquellas grandes reuniones que se hacían en su casa ya no quedaba casi nada.
El balance era magro; y dentro de poco tendría que tomar la decisión de donde transcurrirían sus últimos años.
Es verdad que tenía dos hijas, pero cada una hacía su vida y lejos de ella estaba interferir en sus cosas.

La mayor se había establecido en una de las provincias más lindas del país, en la ciudad de Santillán, con su pareja y sus 2 hijos y estaba dicho que no iban a regresar a Bs As. Había organizado allí su vida y estaba bien, era su elección.
 En los últimos años Clarisa iba asiduamente a visitarlos; no quería perderse el crecimiento de sus nietos, que transcurría tan rápido como la vida de una mariposa.
Alguna ciudad cercana a Santillán podría ser la opción que buscaba Clarisa para su futuro.
Ah, olvidé contarles que allí también vivía la familia política de su hija.

La otra hija vivía por ahora a unas cuadras de la casa de Clarisa, pero siempre con la idea de irse del país porque aseguraba que acá no tenía las posibilidades que merecía. Con su pareja tenían decidido partir, si es que conseguían trabajo, al país  que consideraban su lugar en el mundo. En poco tiempo harían las valijas y estarían en Ezeiza.

Las posibilidades de Clarisa de tener una vejez feliz y en compañía, eran  evidentemente escasas; por el contrario, se avecinaba la soledad de los últimos años, y contra eso estaba dispuesta a luchar con espada y con facón.
 
Finalmente decidió pasar las Navidades en Santillán y allá fue con la ilusión de ver a sus nietos que eran el sol de su vida.

Retiro, gente, bus, espera, retrasos, más gente, más retrasos, insomnio, corridas por los retrasos. Y llegó el arribo a Santillán, y todos los inconvenientes se olvidaron.

24 a la noche. Hermosa noche estrellada con la mesa en el jardín.
Para esa ocasión, Clarisa había decidido sentarse junto a Elena. Esa silla estaba vacía porque no muchos querían ese lugar en la mesa. Pero Clarisa tenía decidido hacer el sacrificio de compartir la cena con ella, como ofrenda al Señor.

El nieto pequeño, absolutamente emocionado, esperaba la llegada de Papá Noel, y aunque no lo puedan creer, este generador de ilusiones infantiles, se hizo presente a las 12 en punto, con su traje rojo vivo, su cara de viejito bonachón y una bolsa enorme de regalos. Pero no entró por la chimenea porque hacía mucho calor, sino que bajó por los techos, que era mucho más fresco.
En la bolsa había muchos juguetes para los chicos y algún que otro regalito para los más crecidos.
A Clarisa le dejó dos paquetitos; cositas lindas, que miró y volvió a guardar cuidadosamente en sus bolsitas.
Elena también tenía dos regalitos, con contenido desconocido.

Clarisa se levantó para ir a la cocina en busca del pan dulce y las frutas secas tradicionales, pero mientras regresaba a la mesa con la bandeja, vio a Elena revisando sus paquetes sin ningún pudor ni vergüenza. Seguramente estaba comparando si los regalos eran de la misma calidad y del mismo precio que los suyos.

-Nadie me vio- habrá pensado Elena, pero fue vista justamente por quien no debía verla: la dueña de los regalos.

Y aquí surgió la gran duda de Clarisa: ¿Debía  encararla y dejarla en evidencia frente a todos como una gran entrometida? ¿O sería mejor dejarlo pasar y guardarlo en el olvido como una intromisión más de Elena entre tantas otras que tuvo a lo largo de su larga vida?
La segunda opción fue la elegida. Mejor no generar roces en la mesa navideña. 
Sin embargo Elena no pudo con su genio y la interrogó como un fiscal en un caso policial. ¿Que quién? ¿Por qué la diferencia? Yo quería lo mismo que vos
Clarisa no contestó. Se preocupó por cortar el pan dulce en tajadas casi perfectas, iguales unas a otras, para que esto le diera tiempo para calmarse y dejar correr todas esas preguntas como agua entre las rocas.
Pero Elena era perseverante y continuó con su interrogatorio desgastante: ¿Cuándo te vas? ¿Por qué te quedás tantos días?
Clarisa estaba harta y consideró que era hora de terminar con estas preguntas sin fundamento.
-Me voy a dormir Elena. ¡¡¡Ya tuve bastante por hoy!!!
Y se retiró.

Pero Clarisa tenía una cosa bien clara: la ciudad de Santillán y sus alrededores no eran apropiados para vivir en los próximos años, por lo menos mientras Elena siguiera allí.

Susana Stazzone









Incordurado

El lento peregrinar de espesas nubes de uno de tantos cielos,
haciendo de agrias timias, los dulces días borgoña.
Una mujer lanza una flecha con los ojos profundos,
un crisantemo pierde un pétalo ingrávido,
los autos pasan, con sabor a ráfaga febril,
un ave rapaz grazna en vez de cantar.
El gris del asfalto pinta  melancolía en puro estado
y el aroma a tierra avecina lluvia, crepitantes puntos incoloros.
Se ciernen  alturas celestes ceniza,
hollín de calderas, mina de carbón diamante.
La mujer se encorva en descenso fantasmal,
y llueve con su primer lágrima mercurio.
Un piloto cubre su sien desencadenada,
un ruidajo de humedad colma el circundante,
mis zapatos crujen roídos de cuero y agua.
Observo la escena, fatal fachada de domingo,
contrasto con una sonrisa a medias de principio,
tímida de truenos perspicaces y paraguas.
Pienso en el océano, exacerbante grandeza,
en la espuma salada, aglomerada esfera,
pienso en los que no están.
Voy de rostro descubierto
peregrino de nubes y artimañas,
navegando sin soltar el piso, bergantines anaranjados.
Como así respiro, voy.
Y exhalo
sonriendo de final
Bajo la tibia lluvia de los incordurados.

Luciano Calzada









Pronóstico de tiempos exitosos

Que el diluvio de emociones bonitas no dejen de llover. 
Que sobre la tierra fértil las alegrías no dejen de caer,
porque no hay tormenta que eternamente pueda prevalecer. 
Hay que cruzar las turbulentas aguas primero para luego poder
las inclemencias del clima con acicate vencer... 
Aunque un ciclón caiga, que la calma sea quien pueda contener; 
logrando una cascada que serene al agua que quiere recorrer, 
las hendiduras de la elocuencia, que si no se la logra sostener, 
provocará la inundación más grande que no permitirá absorber
toda esa agua que la adversidad pretende en los bordes verter,
haciendo proclive a menguar la fortaleza y así decaer.
Que si se desata un tornado -con entereza- hacer caber,
la tenacidad... que en cada uno puede crecer;
solo basta ser perseverante y no dejar de creer,
de lo que se es capaz de persuadir ante el granizo que pueda doler.
Hacer que el arcoíris que adorne el cielo ¡sea un deber!
para que el que naufrague sea el infortunio, y así romper
con todo lo que nos impida conquistar y tener.  
Que si la lluvia es impetuosa se pueda sobre ella componer
la poesía más afable que permita hacer ver,
que se es aguerrido con la voluntad de convencer
Que después del vendaval, finalmente deja de llover.

Claudia Ortiz 

Revista Viajero Nro. 145 - Octubre de 2019





Hogar de ancianos

No me recuerdes
el Domingo, pues ya no estás
a mi lado.Y aunque, aún
no eres pasado,
parte de mi alma
se perdió, al dejarte en el "Hogar".
Nada me devolverá
la calma, ni mi pena
podré apagar, ¡madre mía!,
y aún cuando
algún día,
tengas que marcharte,
nunca podré olvidar,
que para poder cuidarte,
-aunque aún
te acompaño-
Tuve que abandonarte.

Dojo








Una mañana especial

Esa mañana me levanté muy temprano. Me sentía ansiosa.
Iba a hablar el Presidente; la situación económica se había descolocado y por lo tanto, este hombre mesurado pero poco querido justamente por su mesura, iba a dar nuevas pautas para los próximos tiempos.
En otra ocasión no me hubieran interesado los momentos que estábamos viviendo, pero ahora, debía afrontar todos los gastos tanto de la casa como personales, absolutamente sola, ya que me había separado después de muchos años de matrimonio.
Eran las 9. Me senté frente al televisor con una taza de té en la mano y dispuesta a escuchar.
Ya estaban anunciando el comienzo de la transmisión desde Casa de Gobierno, cuando sonó el timbre de abajo. Me llamó la atención por la hora tan temprana y porque esa mañana no esperaba a nadie.
Contesté por el portero eléctrico que tiene TV. Miré rápidamente y con poca atención, porque mi vista iba hacia el televisor ya que no quería perderme nada.
Pregunté quien era con bastante mal humor.
-Un antiguo amigo, estoy de paso y quisiera verte-
Y me dijo su nombre.
Quedé literalmente congelada, con el auricular en la mano y sin posibilidad de emitir palabra. Estaba procesando lo que había escuchado.
No podía creer que fuera él.
Era el hombre que siempre había amado en silencio, mientras estuve en la cátedra de Biología de la Facultad. Teníamos un entendimiento fantástico, sin hablarnos ya sabíamos lo que el otro pensaba. A veces había miradas y sonrisas cómplices que nos acercaban aún más.
Pero él tenía novia y estaba a meses de casarse y yo no estaba dispuesta a arruinarle la vida a una mujer que esperó 7 años para llegar al altar.
Por eso mi silencio, mi disimulo y mi tristeza a solas.
Todo eso rememoré en un instante, y como flashes, pasaron su casamiento y mi llanto interminable en la iglesia ; mi casamiento; el distanciamiento total y el aparente olvido.
¿Qué pasó? ¿Porqué estaba frente a mi puerta?
-Esperame que ya bajo a abrir- 
Me cambié en un minuto, apagué al Presidente que no sé qué estaba diciendo; ya no me interesaba. Volvieron mis 20 años y todas los sentimientos, en un instante.
Llamé al ascensor y bajé.
Fue una emoción fuerte vernos nuevamente. Lo noté en su rostro y supongo que él también en el mío. Después de 25 años estábamos iguales, pero distintos.
No me atreví a invitarlo a subir.
Nos sentamos en los sillones del hall de entrada y comenzamos a hablar como si nos hubiéramos visto ayer.
Me encontró en el Face de casualidad buscando a un amigo. No podía creer que fuera yo la que aparecía ahora con un perfil totalmente distinto a mi profesión.
La charla fluía de manera incesante. Tenía muchas preguntas para hacerle pero no quería parecer ansiosa, aunque lo estaba. Y mucho.
-Vamos a tomar un café?- me dijo
Ni lo pensé. No quería perder la oportunidad de este reencuentro.
Frente a las tazas de café pasaban los minutos y ellas fueron testigo de nuestras risas y de nuestros recuerdos.¡¡¡¡ No podía creer que se acordara de tantas cosas!!!!
No iba a ser este nuestro único encuentro. Lo leía en sus ojos.
Tal vez no había sido yo, solamente una compañera….
Tal vez , también en silencio, fui algo más para él…
Creo que ahora habrá tiempo para averiguarlo.

Susana Stazzone
susariv@gmail.com









Principios vitales

Que vivas la vida como merece ser vivida, es lo que te sugiero
Jamás confundiéndola con el trabajo y el entretenimiento
con la sobrevivencia
porque es algo mucho más serio que eso

Sé un demandante neto, hasta el final de tus días
de tiempo libre
Vuélvete pasional en ello, porque es algo sagrado
Porque bien mixturado con la principal de tus virtudes, la libertad,
siempre harás que te alejes
de una vida mediocre

Recuerda, sí hazlo
porque siempre es un buen alimento para el corazón recordar lo que nos hizo vibrar
pero nunca lo hagas todo el tiempo
porque la nostalgia es mala consejera para continuar con tu crecimiento

Sé valiente
porque sin valentía
jamás hallaras en el seno de tu corazón la rebeldía
talento necesario para que la novedad por siempre esté presente en todos tus días

Sé siempre un escucha y un observador
Nunca se te ocurra solo oír y mirar
No cometas tales pecados capitales que comete la mayoría
que solo se distrae con detalles insignificantes, haciendo con ello insignificante su existencia
Porque tener los oídos y los ojos abiertos
no es sinónimo de estar alerta

Si observas que todos toman el camino menos pedregoso por ser el más fácil de andar
Tú no caigas en esa tentación vil
Tú toma, sin dudarlo, siempre el otro si te parece necesario
Porque si no, con anticipación, hallarás la Muerte
a menos que no quieras vivir de Verdad

Si quieres vivir en armonía
no piensen en abandonar tu persona
Que tu espíritu, alma y cuerpo sean tus Dioses terrenales a los cuales adores todo el tiempo
Dadles sacrificios sin cesar
porque la compañía más frecuente que tendrás será la tuya misma
Y si tu estado no es el óptimo
te aborrecerás, y tu vida será un infierno

Lee
escribe
aunque, luego nadie quiera escucharte ni leerte
Hazlo por ti mismo
porque por si no lo sabes, te desasnaré
Todo nuestro esmero en hacer algo
es siempre para nuestro propio ego

Vive la vida
para que cuando por fin la muerte te consiga, en cuerpo, alma y espíritu
no te halle reptando
ni tampoco de rodillas
sino de pie, erguido, jovencísimo
con la frente bien alta, justo hasta donde te de lleno el sol
orgulloso, sonriente, a pesar de tu partida
Porque te habrás llevado, te lo aseguro, todo, todo de esta vida

Javier Bueno
javierbueno274@yahoo.com.ar









Y reirás por siempre...

Tu sonrisa me atrapa
día tras día
Mi eterna agonía alegra mi vida
Tu calma me duele
Tus dientes ya no muerden
Ríes y ríes como caudales
de agua
caes de arriba y llenas mi alma

Tu dulce voz y tus gritos
son mi vida
Tu enojo, tus lágrimas
me duelen
Pero te adoro
y tu valor y grandeza
Serán para siempre mi gran fortaleza

Patricia Batiluschi










Gitana

Dime gitana agorera
que la suerte vas  echando
si el hombre que tanto quiero
en otra vive pensando.

Si en las líneas de mi mano
puedes leer el destino,
o si la muerte me acecha
a la vuelta del camino.

¿Encontraré la fortuna?
o ¿tal vez seré dichosa?
si en mi lecho habrá espinas
o ¿el perfume de las rosas?

Y la gitana al mirarme
me dijo muy sigilosa.
-Él desespera por verte,
no vive por otra cosa.

Y mil mentiras me dijo,
tal vez por causarle pena,
nunca sabré que habrá visto
en mis manos la morena.

Él se marchó una tarde,
y se borró su camino,
llevándose en la maleta,
lo mejor de mi destino.

El cascabel de su risa
Se prendió a mis oídos
y al brillo de su mirada
no puedo darle el olvido.

Dime gitana agorera,
que la suerte vas echando,
porque se llevó mi vida
y lo sigo recordando.

Beatriz Di Nucci
dinuccibeatriz@gmail.com
R.P.I 202.418 

Revista Viajero Nro. 144 - Septiembre de 2019



Actor

Adiestrado
en simular,
convirtió en triunfo
el arte de fracasar,
siendo tantos
como ninguno,
porque nadie fue,
al final.
En esa alucinación
dirigida,
habría de ocultar,
las mil formas del no soy
antes de acabar, consumido por el hastío
y horror,
de ser el yo de muchos,
sin tener un yo propio
al terminar.

Dojo







Luz radiante

Parado allí en el umbral.
¡Oh, maravilloso SER DE LUZ INFINITA!
Tú has sido mi CAMINO, mi VERDAD y mi VIDA.

Tu SANTO ESPÍRITU traigo, aquí, en mi corazón:
ÉL me ha perdonado,
ÉL me ha sanado,
ÉL me ha transformado,
ÉL me ha recreado,
y me ha guiado por este DIVINO CAMINO de VUELTA A CASA.

Parado allí en el umbral.
¡Oh, que EMOCIÓN TAN GRANDE!
¡Qué ALEGRÍA INMENSA inunda mi alma!

Sé que LA PAZ ES CONMIGO.

Y Tú me dices: “SOLO FALTA UN PASO".
Y mientras tu mano me extiendes,
yo mi mano, a la tuya UNO.

Siento...
¡Al ESPÍRITU SANTO VIBRANTE!
¡Al ESPÍRITU SANTO DANZANTE!
¡Al ESPÍRITU SANTO REBOSANTE EN MI CORAZÓN!

Y ahora, más y más cerca estoy.
Ya percibo el RESPLANDOR,
percibo ese SUBLIME AMANECER...
Al fin, ¡Veo TU ROSTRO!

¡TODOPODEROSA LUZ RADIANTE!


Erika Luz de Dios
erkabd2008@hotmail.com







Entre maderas

-Se encontró pensando, a fuerza de espacio contra espacio, incómodo, algo apretado.-
Lo silenció la furia un segundo donde miles de recuerdos en flash lo surcaron insatisfecho, nunca había tenido miedo del amor (siempre se consideró un gran tenorio), pero sí de su velocidad, su capacidad mondes.
Abrió los ojos y sintió una oscuridad magnánima de tierra umbría, distinta a la de la noche, no encontró ni un atisbo de destello, incluso el silencio era paz indescriptible.
Divagó sumido en su pensamiento, no logró entonces distinguir la falta de oxígeno, ni las tablas creosotadas, acolchadas y rectas que estiraban su columna casi maquinalmente, sus pies juntos, su olor a humedad, una suerte de troj que lo empuñaba.
Pasó de un sueño delicioso, breve, que le susurró tentación, media parte luces muertas blanquecinas, media parte tinieblas negras, a otro de castigo y penitencia.
Dulciamarga la garganta emuló el peor alquitrán, algo ascendía por su cuerpo alineado y subterráneo, un frío que giraba entre las tripas, rompía los huesos injertando el corazón  célula a célula  y deshojando las horas en su paso.
De pronto escuchó algo una pisada o dos, se alertó súbito, y al querer incorporarse de prepo golpeó fuertemente  su frente y cara contra la parte interna de la tapa del féretro, un ruido sordo pobló el rectángulo y enmudeció en una centésima de segundo.
Allí como raíz de prado, mirto enjambrado, desesperó forcejeando para  liberarse  y arqueándose  gritó a viva voz hasta el agotamiento, hasta cerrarlo.
Ya nada podía sacarlo de aquel confinamiento, pensó resignado (en lo que pareció días de lucha), de aquella última estación sin gloria y se sintió culpable, se odió a sí mismo, rió amargamente por haber desaprendido a vivir (lo perforó esa clarividencia absoluta).
A golpe de infortunio se sumió en un último sueño plegando ojos junto a los gusanos, allí fue cara y cruz, carne carcomida y caminó solo, cruzó fronteras, resplandores de viento, sin mirar atrás.
-Tan solo como había vivido, alzó vuelo.-

Luciano Calzada
lucianoquilmes@yahoo.com.ar







Te esperaré

Te esperaré
No abriendo mis ojos lo haré
¿Para qué?
Si con mis retinas ninguna parte tuya veré

Te esperaré
Y trataré de no más oír
Porque lo único que me importa es decirte que yo te amo
Y como respuesta, lograré, amedrentado, un silencio meridiano

Tratando de no tocar a nada ni a nadie
Te esperaré
Porque si lo hago, sé que me impurificaré

Mi olfato anularé
Porque si no huelo sino el olor lechoso de tu cuerpo
Temo que, con cualquier otro, me envenenaré

Te esperaré como quien espera la vida misma para poder ser
Anulándome como un todo lo haré
Y si me entero de que algún día ya no vuelves
Ya tampoco respiraré
El hacerlo ¿Para qué? ¿Para quién?

Javier Bueno
javierbueno274@yahoo.com.ar







Envidia

Despojados de todo pudor e inhibiciones viven el sueño ancestral de fundir pieles y sentimientos, mientras el crepúsculo marino se cuela por la ventana e inunda la habitación con ese perfume que mezcla sal, yodo, y humanidad en comunión placentera con el cosmos.
Caído el sol, se abre paso insolente entre las tinieblas, el dedo blanco, guía de los navegantes por seguras singladuras lejos de los escollos de la costa.
Es en ese instante cuando, cual si fuera un fantasmal destello de un Cupido curioso, recorre sus cuerpos el círculo de luz que expone a la luna, palmo a palmo, cada centímetro, ora un torso, tal vez el borde de una areola, o simplemente labios apretados preparando un suspiro más en la contienda.
Entonces la luna torna en rosado su plateado rostro y pudorosa se oculta tras una nube, espiando a los amantes, envidiosa de tener tan lejos el sol.

Juan A. Ruffinelli
ruffinelli3@gmail.com







Literato

Los ojos son el punto
en el donde se enlazan alma y cuerpo

Agota ser errante
volver a una parte,
desvanece fe
en cada viaje.

Espíritu inquieto
observador, intuitivo,
comprendió impulso
del corazón.

Idealismo sentimental.
Podrás soñar,
busca juventud del alma
pureza en cuerpo.
Permanecer vigente
donde pocos amanecen,
cualquier propósito
sin cuartel ni estrategia.

Rescataré al general
del sentir
viril y agobiado,
sensato pero enamorado.

Serguei Nahuel Nasgho
nahuelgomez@gmail.com
"Participación Destacada" en el Concurso 







El moro

Hijo de moro naciste
pero en tierra de Sevilla
creciste en un bodegón
roseado con manzanilla.

A la luna le pediste
que fuera tu compañera
de ronda con amigotes
por angostas callejuelas.

Y del juego fuiste el rey
con los naipes y los dados
y morenas que te daban
con placeres los cuidados.

A los toros no faltabas
y jugabas las pesetas
y así la vida pasabas
entre bebidas y apuestas.

Una noche muy oscura
sin la luna de testigo
salio a tu paso una daga
para cortarte el camino.

Se hizo leyenda tu andar
y entre coplas fue contada
la vida que a los morales
les pareció disipada.

Nunca sabrán quien salio
a cortar aquella noche
tu paso con gran sigilo
y sin hacerte reproches.
Al chaval de los corrales
le cargaron otra muerte.

¡Fui yo, la Carmen del Monte!
la que sellara tu suerte.
Me cobré por mil embustes
joven madre abandonada
y me fui de aquel lugar
Con una daga manchada.

Beatriz Di Nucci
dinuccibeatriz@gmail.com
R.P.I 202.418 

Revista Viajero Nro. 143 - Agosto de 2019





La vieja casona de la calle 11

Vieja casona, de habitaciones altas y espaciosas, con pisos de madera crujientes; donde se unían en dos voces, donde se rozaban, donde se convertían en amantes, cada tarde antes de las cinco. Cerrada la puerta para ocultar sus juegos anhelantes. Nada de ventanas en la alta habitación. Son indiscretas. Y ¿para qué la luz...? En la reservada penumbra de la alcoba, no se necesitaba la luz del día. Allí se confundían las horas. Afuera quedaba el mundo. Vieja casona de la calle empedrada, del antiguo y frío zaguán. De los vitró verdes, rojos y blancos, que dejaban pasar el sol desde el pasillo..

Jorge Omar Alonso
La Plata










La bioteca

El edificio se había quemado en la edad media y su trabajo consistía en reunir toda la información, que actualmente se encontraba dispersa, para reconstruir un modelo lo más parecido posible al original.
Era un encargo exigente, dado que habían transcurrido varios siglos desde que se sucedieran los hechos, pero él era considerado un investigador muy experimentado y por ello le habían encomendado esta tarea, confiando en su carácter metódico y juicio acertado.
La biblioteca que estudiaba era muy particular, muy moderna y espaciosa para el estándar de esos tiempos, sus “libros” no se acumulaban en estantes polvorientos ni en papiros o pergaminos, sino que consistían en un conjunto de datos más o menos coherentes ordenados con cierta lógica señalados con un nombre o código que los identificaba.
Eran registrados y transmitidos con una suerte de inyección de energía que se podía aplicar a cualquier tipo de materia y así podían grabarse en las paredes del edificio, en los muebles que lo decoraban o incluso también podían ser copiados en las personas inocentes que asiduamente visitaban la biblioteca mediante tatuajes invisibles indelebles dibujados con una tecnología que en estos días hemos olvidado y no ha sido superada.
Así la esencia de la biblioteca logró navegar por espacios y tiempos aunque su edificio fuera incendiado y su carácter no se pudiera manifestar físicamente, mediante este proceso su espíritu se fue filtrando y modificando y su fuerza se fue perdiendo o incrementando con el paso de los años.
Todo visitante u objeto que pasaba por el lugar se cargaba con esta energía pero lamentablemente no todos los datos que se transmitían de tal manera eran acertados y muchas veces se necesitaba hacer correcciones en los libros, personas, objetos, plantas o animales que contenían una copia obsoleta o errónea de dichos registros.
No siempre era posible rastrear y corregir estos errores pero en general el aporte a la cultura general era positivo y la institución prosperaba de tal manera que molestaba a quienes deseaban mantener privilegios dentro de un status quo ominoso omnipresente mediante abusos crónicos que ya eran parte de las costumbres de la época.
Dicha controversia fue el principal motivo de la despiadada persecución, aunque oportunamente se hayan buscado y encontrado escusas falaces para justificar el crimen.
El hermoso y trascendental, aunque imperfecto edificio fue destruido sin consideración,  sus obras de arte expoliadas y sus académicos exiliados, sus rastros han quedado esparcidos en una gran región y es posible reconstruirlos mediante un scanner especial que posee el investigador, el aparato puede leer la energía “grabada” en la materia y seres que estuvieron conectados a la biblioteca y decodificar la información acumulada.
Es una tarea que demandó muchas horas de trabajo al erudito, muchas reuniones y viajes a países lejanos, exóticos y fue necesario hacer una inversión considerable en tiempo y dinero pero finalmente se logró recuperar la información necesaria para recrear el funcionamiento, la vida y los planos de este templo del conocimiento, ahora solo era necesario encontrar a alguien dispuesto a reconstruirlo.
Alguien debería estudiar detenidamente los datos recolectados para hacer de ellos un proyecto coherente, descartando en lo posible los errores que contuvieran los antecedentes para escribir la historia nuevamente.
El investigador envió cientos de cartas a posibles candidatos y entrevistó a decenas de personas, encontrar al postulante adecuado para crear y materializar el proyecto resultó ser una tarea abrumadora pero finalmente se presentó la persona idónea con la forma de una mujer embarazada, quien luego de muchas penas e incertidumbres decidió dar al mundo nueva vida y conocimiento.

Esta es la historia de mi origen y de mi muerte, así he sido proscrito y he sido recordado gracias a la información grabada a lo largo de los siglos en la memoria de mis amigos, en mi ADN y en mi espíritu, así he renacido gracias a la historia recolectada y decodificada por aquellos seres que me amaron dispuesto a encontrar y transmitir las verdades que me fueran confiadas.

Martín Rambaldo
martin.au@hotmail.com







Canta en mi balcón

Pájaro, ven, canta en mi balcón,
quiero escuchar tu sonido
para que aplaques mis tristezas,
tu canto hará que mi corazón
se abra para poder amar de nuevo
ya que el amor que tuve antes
fue traicionero y ruin.
Pájaro, ven , canta en mi balcón
que yo también cantaré contigo
para sacar mis penas,
esas penas que destruyen
Mi alma y mi corazón.

Gabriela Gargiulo
gabrielagargiulo77@gmail.com









Eclipse del alma

Responsables diurnos
Reiniciando, reconociendo me
¿Vos lo merecés?
Antídotos y lugares perdidos
Lo quise desde un principio
¿Y ahora qué? ¿Qué es esto?

¿Cómo crees en todo esto?
La realidad se volvió un desierto
Mírame, mírate ¿Te ves? ¿Me ves?
Nadie más recuerda
Solo, perdido bajo palabras inestables
Ya lo intenté todo.

Desde el macro al microcosmos
Sabemos que el destino
lo escribimos a puño y ser
Todas esas máscaras se cayeron
No necesito nada de nada.

El tiempo lo devolvió todo
Pero no cómo estaba
Nada es cuando se va, nada es cuando llega, nada es cuando volvés,
No se hace y deshace cuando las emociones están apretadas en el puño.

Eclipsados en las noches
¿Cuál es el eje a tomar?
Si los puntos de vista están borrosos
No puedo confundirme
La experiencia a veces se olvida
Y las verdades llueven hoy.

Aislado conversó conmigo
Esas pequeñas cosas que narran historias felices
Remueven el polvo del miedo
Brindándome generosamente lealtad
Algo que se me había olvidado,
Me digo basta,
Me digo lo que el susurro hace tiempo dijo.

Silvio Daniel Araujo
fromtheinside_lp@hotmail.com


Revista Viajero Nro. 142 - Julio de 2019





Sueño de amor

“Viene en un caballo blanco, la caja en sus manos tiembla
y cuando se hunde en la noche, es una dalia negra”
La pomeña - Manuel J. Castilla

   

En noches estrelladas cabalga un caballo blanco 
llevando sobre su lomo
a su amada doncella.
Su blancura brilla en el firmamento,
tras de sí esparce dalias morenas,
cubriendo el universo.
Celosas las estrellas riegan
con sus lágrimas las dalias.

Viene en un caballo blanco,
devuelve a la doncella
a su morada.
La caja en sus manos tiembla
y cuando se hunde en la noche
es una dalia morena.
La doncella se hunde
nuevamente en su sueño.

La luna colgada en la rama de un sauce,
acuna su sueño.
El silencio quebró la noche
tras el galope del caballo blanco.
El viento ondulante, indómito
se enrolla en el sendero
sangrando por el amor de su doncella,
Cobijándose bajo la sombra del sauce llorón.

Marta María Nastaly
nastalymartamaria@hotmail.com









Pasión cósmica

Siento hacia usted una atracción de cierta gravedad
cual planetas que dialogan en la inmensidad
nuestras órbitas se aproximan en el espacio sideral
con usted, siento que existo de verdad.

No soy más una triste teoría, una hipótesis
una función aleatoria, una discontinuidad
ni resultado indirecto de un accidente universal
soy fuego de su pasión, su destino, su portal.

No resisto los encantos de su alquimia visceral
ni las estrellas lanzadas por su mirada fugaz
en su tiempo espacio no existe la relatividad
me reencuentro con la fe, saboreo la eternidad.

Y porque reconozco a la vida su fragilidad
ruego que Dios sepa cuidar su fina sensibilidad
y no se evapore nunca del éter su perfume
ni el insondable vacío acalle su místico cantar.

Luego, cuando solo seamos disperso polvo estelar
cuando nos barra el viento, el tiempo, la adversidad
y nadie recuerde el sesgo de su personalidad
la cálida esencia de su ser, su voz, su mirar.

Estas palabras alentando a su espíritu en soledad
en las letras doradas de unos versos han de volar
habiéndose transmutando en oda subliminal
que atravesará los campos, los desiertos, el mar.

Martín Rambaldo
martin.au@hotmail.com









El reloj

Estaba en el living de la antigua casa, era un reloj de péndulo, éste se movía acompasadamente y su tic-tac se escuchaba constantemente. Cada hora daba las campanadas y así Claudia sabía que hora era. La casa era muy solitaria, se encontraba en el medio de una campiña inglesa, Claudia, su única habitante, vivía sola, su única compañía era Sultan, un perro lazarillo que la guiaba, era ciega.
Un día como tantos Claudia dormía, el reloj marcó las 8 de la mañana. Se levantó, se vistió, tomó su desayuno y llamó a Sultan -¡Vamos, Sultán! es la hora de nuestro paseo- Sultán que era muy obediente se puso a su lado y salieron.
El clima era agradable, el sol se hacía notar con su calor -¡Qué lindo día! - dijo Claudia-, ¡caminemos un poco! Mientras caminaban se encontraron con Pablo, el vecino más cercano -Hola Claudia, hola Sultán! - saludó.- Hola Pablo, ¡hermoso día!- contestó Claudia. - Nos vamos a pasear un rato, si necesitas algo avisame - dijo Pablo y siguió su camino.
Después de una hora regresaron. Claudia calculó el tiempo y esperaba las campanadas, pasó el tiempo, comenzó a anochecer y no sonaban. ¿Qué pasará? ¿Por qué no suenan? -se preguntó- ¿Le faltará cuerda? ¿Se habrá descompuesto? Desesperada, mandó a Sultan a buscar a Pablo, el reloj marcaba su vida.
Enseguida llegó Pablo con Sultán -¿Qué pasa Claudia? - preguntó -. No sé, no escucho las campanadas - respondió Claudia -. Bueno, tranquilizate, voy a ver que pasa. Pablo revisó el reloj, controló la cuerda, lo limpió y nada, no funcionaba, hasta el péndulo estaba quieto. ¡Qué misterio! Exclamó.
El tiempo pasaba, se hizo de noche completamente, el reloj seguía parado, encima no tenían luz, Claudia no la necesitaba, vivía en una permanente oscuridad y se manejaba perfectamente con la ayuda de Sultán y del reloj que marcaba sus horas. Estaba desesperada, sin él no distinguía el día de la noche.
Pablo empezó a caminar, tropezaba con todo, no estaba acostumbrado a caminar en la oscuridad, de pronto... algo se cayó. - Qué pasó - preguntó Claudia asustada. - No sé , no veo nada - contestó Pablo. - ¡Claro! no estás acostumbrado - dijo Claudia, quedate quieto. Comenzó a caminar, no sabía que buscaba y de pronto tropezó con algo que no conocía cuando llegó junto al reloj. ¡Acá hay algo!, gritó. Pablo se acercó tropezando con todo otra vez y se agachó, en el piso había una pequeña caja, como pudo prendió una vela que por casualidad tenía en su bolso y por supuesto no lo sabía. ¡Es una caja!, gritó. -¡Abrila! - dijo Claudia. Cuando abrió la caja comenzó a sonar una música encantadora. Pablo no la conocía. Claudia empezó a llorar. - ¿Por qué lloras?, le preguntó. - Esa es mi música, es una canción que escuchaba en mi niñez - contestó. Y cómo llegó acá, replicó Pablo, esperá, hay una carta, ¿te la leo? - ¡Si por favor! Querida hija, comenzó a leer Pablo, te dejo tu cajita de música, el día que la encuentres todo va a cambiar. ¿Qué es lo qué va a cambiar? se preguntó Claudia, mi vida es siempre igual con esta ceguera. - Tranquila, tranquila -dijo Pablo, viendo que se estaba poniendo muy nerviosa.
De pronto una fuerza se apoderó de ella, y comenzó a correr por todos lados, Sultán ladraba, Pablo trataba de pararla hasta que sucedió, tropezó con una mesa que se había corrido, cayó al suelo y se golpeó fuertemente la cabeza, Pablo corrió hacia ella. Claudia abrió lo ojos y le dijo: - Pablo, ¡Qué lindo sos!, veo, ¡veo otra vez! Pablo y Sultán la abrazaron y desde ese momento sus vidas cambiaron por completo y todo gracias a ese reloj que dejó de funcionar.

Cristina Quarella
cristinaquarella@hotmail.com.ar









¡Hola pá!

Hoy es domingo. El peor día de la semana. ¿Sabés por qué?
Porque al bioritmo no le enseñaron que el domingo no es un día más, y me despierto a las siete de la mañana, como si fuera laborable. Entonces tengo mucho tiempo para pensar.
A la mañana bien temprano empecé a recordar la casa de la calle Azul. Por cierto que mi niñez fue muy feliz, con vos, mamá, los abuelos, el tío, el colegio, las compañeras.
Y con todos esos pensamientos girando en mi cabeza comprendí, recién ahora que la vida me va dejando poco margen, que todo lo que hoy soy, te lo debo.
Recuerdo que cuando tenía apenas cuatro, yo era una nena que pasaba los inviernos sin salir de casa, de bronquitis en bronquitis. No había tele; la radio se escuchaba solo a la noche; tampoco había hermanos con los que pelear y las amigas venían a jugar un rato nada más.
Un día apareciste con una mesita y una sillita para mi altura, con tallas en los costados, patas torneadas y cajoncito al frente con divisiones para los lápices, la goma y los papeles. Las habías hecho en la escuela industrial donde eras profesor. Ese, fue uno de los días más felices porque tenía algo que habías hecho exclusivamente para mí. 
Cuando llegabas a las noches, revisaba apurada tu portafolios y siempre encontraba alguna de mis revistas favoritas: Billiken, Mundo infantil, Pato Donald…
Y así empecé. 
Con vos aprendí a leer y escribir y como también me comprabas papeles y lápices, aprendí a dibujar.
Por eso, cuando me preguntan cuando empecé a pintar, yo siempre digo: crecí con el lápiz en la mano, es una parte de mí.
Vos me compraste Misia Pepa, El Mono relojero, la colección Robin Hood…
Desde esa época, mi pasión por el dibujo, la pintura, la lectura…
Vos me diste lo que yo necesitaba en el momento justo.
Soy lo que soy por vos, Pá.  
Pero nada de todo esto te lo pude agradecer. Al contrario, tuvimos muchas desavenencias a lo largo de mi juventud.
Pero siempre estuve preocupada por vos. Especialmente cuando entré en la facultad y comprendí que fumabas demasiado.
Cuando te internaron con el infarto, ¡Cómo corrimos con mi marido para llegar rápido al sanatorio! Ya vivíamos en Quilmes y el Roca parecía una carreta; no llegábamos nunca…
Eran otras épocas y lo que hoy se hubiese solucionado fácilmente, no tuvo arreglo.
¡¡¡Cómo me enojé!!!!! Me enojé con los médicos, con la vida, con Dios…
Necesité años para darme cuenta que ese Dios con el que estaba tan enojada, había elegido lo mejor para vos, porque te fuiste en un instante y sin sufrimiento. 
Me faltó tiempo para arreglar nuestras cosas, como creo que le pasa a la mayoría de los hijos.
Sin embargo, desde aquél día charlamos mucho, vos allá y yo acá.
Lloré mucho tu ausencia, y aún hoy extraño tus palabras siempre medidas, acertadas, pocas, pero justas.
Fuiste sin que yo lo supiera, la imagen de mi hombre ideal; por eso en el momento de elegir al compañero de mi vida, ¡opté por alguien tan parecido a vos! ¡Con las mismas cualidades y hasta con los mismos defectos!
Y hoy también siento su ausencia.
Seguramente deben estar los dos allá arriba, charlando y esperándome.

Susana Stazzone
susariv@gmail.com









Puro Amor

En la palma de mi mano
y parte del antebrazo,
cupiste cuando te conocí;
disfruté tus fiebres, tus dolores;
te vi rodillear por toda la casa
porque no quisiste gatear.

Detengo la imagen y te veo.
Escuché tu primer palabra
y con tu mochilita te vi partir,
durmiendo en mis piernas
al regreso del jardín.

Detengo la imagen y te veo,
con tus pocas ganas en el horario escolar,
eligiendo tus prendas de vestir
y te expresas con claridad.
Juegas con amigos invisibles
y ahí eres una super mamá.

Detengo la imagen y te veo.
La nostalgia me superó, no crezcas más.
Obediente y sincera, tu alma no tiene maldad.
El amor es tan grande, no me puedo concentrar.
Cómo endulzas mis mañanas,
con abrazos y besos. Mi princesa Pilar.

Héctor D. Carpio
hectordca61@hotmail.com.ar

Revista Viajero Nro. 141 - Junio de 2019




Hojas de otoño

Calor, humo, dolor
Por tus cálidas ramas
se desplazan tus heridas
No llores, no rías.
Verás como el viento
estremece tu armonía

Caes, te vas, pero volverás
con el sol y la lluvia
que te ayuda a resistir
Vida, tierna como vos
Amanece en tu esplendor
la primavera de tu alma

Cada noche, cada día
iluminas mi sonrisa
No llores, no rías
Simplemente disfruta
El nuevo día

Patricia Batiluschi









Una llave

La mano temblorosa agarró la llave. El pulgar, el índice y el del corazón eran un gran equipo. La acunaron con recelo mientras la acercaban a la cerradura. Su trayectoria era inestable y zigzagueante, pero continua. Solo un poco más…
El ingreso del metal se dio con un chirrido desagradable. Había que poner un poco de aceite en el mecanismo. Sí, ya entró. Las uñas hicieron tope contra la superficie segura. Luchó con su puño tenso. En sus venas se marcaban los nervios y la impaciencia. Giró primero hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Pucha, parecía que se le había trabado otra vez. Pero su resoplido profundo anunció que empezaba a ceder. Media vuelta y otra vuelta más. 
Su piel se paralizó antes de abrir la puerta del fondo, como con miedo… Pero con un empujón seco, el aire familiar inundó su espíritu casi de inmediato. La puerta hizo un bufido al abrirse. Contempló la habitación con cautela, luego la desconfianza desapareció bajo el terror. No se podía mover. Esa no era su casa, ni sus muebles, ni sus pinturas impresionistas. No estaban sus fotos… 
Miró la llave, la sacudió primero y luego la frotó como si fuera una lámpara mágica. Esperó un minuto, y otro más, y nada… Todo seguía allí, inmóvil, los macizos muebles de algarrobo y los espantosos detalles dorados desparramados por el ambiente. Sí, eso estaba, pero dónde quedaron los blancos, los negros, el acero inoxidable y la iluminación led. ¿Dónde fueron a parar?
Francisco quería llorar y el llanto aguardaba en su garganta, disponible pero inútil. Palabras quebradas salieron de sus labios tronando como un río de hielos rotos.
¿Hay alguien? dijo casi sin voz. 
Y al no tener respuesta caminó hacia el medio de la sala. Luego giró para cubrir cada ángulo, cada rincón y cada mancha de humedad. No, no, definitivamente esa no era su casa. La luz era diferente y hasta el olor era muy oscuro… A propósito, ¿qué hora era? Él no parecía darse cuenta de la situación, absorto en la contemplación de las manchas lívidas disimuladas detrás los claveles rojos. Hasta que necesitó el reloj… ¿dónde mierda está el reloj? 
Allá, sí, arriba. No, no pueden ser las diez de la noche. No puede ser. Si entré justo para el desayuno. No, ¡está todo mal! Debería despertar… Miró la llave y no le descubrió poderes mágicos a simple vista. No era una llave maestra, solo era pequeña y plateada. 
Una música suave y profunda sonaba de fondo. Ah…, jazz, sí era Miles Davis. Se movió en busca de la fuente sonora y encontró el armatoste. Uno muy viejo, con un mueble de madera lustrada, con perillas de aluminio, y con un oscuro disco de pasta girando lento sobre el plato. Lo contempló sin entender, y el añejo almanaque del año 1959, lo terminó de descolocar. 
No puede ser posible dijo Francisco. Sí, no era lógico, porque él había nacido en marzo del '67, bajo el signo de piscis. 
El vértigo trepó por su columna vertebral. De pronto los objetos se detuvieron, como en una foto. Su cuerpo se asustó y perdió el color. Sus pupilas se dilataron, sus pulsaciones se hicieron violentas, y un mareo empujó sus ojos hacia afuera. 
Dio vueltas y caminó sin detenerse, moviéndose como una ráfaga silenciosa. Rápido, más… Llegó a la puerta. Primero rezó, tembloroso, y luego imploró para que volvieran su patio y sus afectos. Por un momento sus dedos quedaron suspendidos en el aire. El suspenso desvirtuaba el tiempo.
Con paciencia admiró el perfil de la llave, vio sus brillosos dientes, vio la marca impresa. Sí, en efecto, era la que abría la puerta del patio, la que conectaba con el parral, con las plantas, con los juegos y con su infancia.
Era hora, pero frente al picaporte todo era confuso y nada era más cierto que su contrario. El frío metal se deslizó con suavidad, pero no giraba. Parecía que la cerradura seguía falseada. Se afirmó con fuerza. Estaba desesperado y la haría girar, sí o sí. Le sostuvo la mirada con un esfuerzo creciente, porque una presión desagradable le mordía la nuca. 
Dale, mierda, dijo sin sutilezas y parece que alguien entendió, porque la combinación empezó a ablandarse. El paso se abrió de par en par y un antiguo aire estancado entró. Sí…, ese era el verde de su jardín y los colores de sus flores. 
Pará, pará, pará, ¿dónde están las uvas y los sillones trabajados? Un miedo ancestral lo capturó. Examinó con dudas la cerámica del piso, buscó el mural cerámico en la pared de la izquierda, y al final se resignó con la desaparición de la parrilla. Ese no era su patio y la puerta, a su espalda, ya se había cerrado.

Oscar Enrique Falcão
ing_oefalcao@yahoo.com.ar
Cuento del Libro: Historias para no dormir









Es tan difícil SER mujer
SER solo SER.
Romper tu espejo
evitarlo, esquivarlo
Nublar mis ojos
cuando estoy frente a él
cuando mi cara está reflejada
pero no es mi cara la que puedo ver
Que difícil es apartarme
de lo que vos querés
Los que otros desean
Lo que ellos soñaron.
Mis expectativas .....
que no sé de quién son,
quién las impuso,
quién las susurró al oído.
SER mi nombre, mi cuerpo
SER mi alma, mi mente
SER mi espíritu, mi deseo
SER mi sueño, mi pensamiento
SER mi fe, mi confianza
SER mi convicción y personalidad
SER mi proyecto, mi historia
mi propia voz.
Que difícil es SER mujer
Respirar a pesar de la presión
que nos aplasta desde que nacemos
Crecemos condenadas por palabras
solterona, incorrecta, solitaria
estéril, contestataria, resentida,
gorda, fea. Destinadas a una única misión
Madre, esposa, ama de casa, casta,
pura, delicada, tierna, dulce,
perfecta, paciente, puntillosa, amorosa, hogareña.
Cosificadas y obligadas
a explotar la juventud
Porque el tiempo nos degrada.
Así triunfan y nos callan.
Así nuestras mentes se quedan quietas.
Que lo mismo seducen las palabras
de aquellos que son escuchados.
Es tan difícil SER mujer.
Más difícil es que nos dejen...
SER solo SER.

Marina Aguirre
anira90@hotmail.com









¡Qué locura la soledad!,
soledad sin saludo,
vacía de memoria,
soledad sin sentido,
esa del café frío,
la que viviste ayer,
y no recuerdas,
pues aún cuando la olvides,
ella está,
y, siempre, te persigue,
para dar vida a esa eternidad,
que todos los días mueres
En ese vano deseo de intentar vivirla.

Dojo









Canta en mi balcón

Pájaro, ven, canta en mi balcón,
quiero escuchar tu sonido
para que aplaques mis tristezas,
tu canto hará que mi corazón
se abra para poder amar de nuevo
ya que el amor que tuve antes
fue traicionero y ruin.
Pájaro, ven, canta en mi balcón
que yo también cantaré contigo
para sacar mis penas,
esas penas que destruyen
Mi alma y mi corazón.

Gabriela Gargiulo
gabrielagargiulo77@gmail.com

Revista Viajero Nro. 140 - Mayo de 2019



Sección: Artículo de interés

¿Qué cura un psicoanálisis?
Un psicoanálisis tiene la capacidad de curar tanto el síntoma como la neurosis. Se entiende por síntoma al exceso de sufrimiento causado cuando lo que es el verdadero acto del deseo para alguien es resignado crónicamente y sustituido por un falso acto. Quien inicie un análisis debe estar dispuesto a hablar, ya que es a través de la palabra de quien consulta que va cobrando existencia de modo singular el malestar y el conflicto en juego.
¿Pero porque querría alguien hablar de lo que lo hace sufrir?
Un análisis no es sinónimo de autoconocimiento, aunque muchas veces se cree que si. No hay nada oculto en el interior de un individuo a desempolvar o descubrir. Es un  trabajo en un espacio entre quien padece y un analista.  Podría pensarse como una travesía, un recorrido a través de los sucesos, situaciones que toman y ocupan a quien consulta. Esto necesariamente conlleva un dialogo y una interpelación de aquellos seres y situaciones que han sido significativas para quien consulta. Esta travesía solo puede sostenerse por el deseo de saber, de preguntarse por la causa de aquello que  aun sin saberlo produce este exceso de sufrimiento. ¿Qué situaciones hemos aceptado y a qué cosas hemos renunciado en la vida? ¿Por qué? Para qué.  Era necesario …

Marta Allende
M.P.: 61708
mdjallende@yahoo.com.ar









Un lunes distinto

Es lunes y decidimos salir temprano.
Tardaremos una hora en llegar a la ciudad para comprar los víveres.
La camioneta está lista desde anoche y mi mujer y yo nos aprestamos a salir a las 7; bien temprano para evitar el gran tráfico de la ruta 9 que se torna imposible a partir de las 8 de la mañana.
Estamos separados, aunque aún vivimos bajo el mismo techo por razones económicas, ya que el campo no puede mantener dos casas.
Sin embargo hay cosas que seguimos haciendo juntos, como esto de las compras semanales.
Pero cada vez se hace más difícil compartir este viaje de una hora; poco tenemos para hablar. 
Hablar sin discutir, porque de discusiones diría que estamos ya rebalsados. Y no lo hacemos por un tema determinado, sino que cualquier cosa detona la discusión. Es como si estuviéramos dispuestos a hacernos un daño contínuo. También están los largos silencios. 
Discusiones y silencios.
Hoy no me gusta este silencio que corta el aire. Estoy muy incómodo. Entonces le pregunto:
-Trajiste la lista que preparamos durante la semana?
-Por supuesto . No la traigo siempre?
-Te pregunto por si es necesario regresar a buscarla, como recién salimos…
-No hace falta Rafa. Igualmente la tengo en la cabeza.
Noto que su voz tiene un tono distinto. No es desafiante.
La miro sin que lo note; tiene los ojos enrojecidos y dos grandes  manchas marrones debajo. Seguramente anoche lloró mucho…
Entonces me juego….
-¿Te gustaría que nos quedemos a almorzar allá?, así  no tendrías que cocinar…
-Ya ni recuerdo la última vez que comimos juntos y menos fuera de casa.
-Bueno, sería una oportunidad para charlar tranquilos de nuestras cosas.
Está callada. Seguramente tiene dudas….
-De acuerdo, yo también quiero charlar con vos, pero sin discusiones. No puedo soportar más nuestras palabras hirientes y a veces hasta sin sentido.
-Hecho. Primero compramos, cargamos la camioneta y luego almorzamos en lo de Pascual.
-Me gustaría comer pastas, tal vez tallarines con pesto…
-Eso sería genial. Sabés que a mí también me gustan.

No hablamos por un rato , pero los dos tenemos una media sonrisa en el rostro.
Estoy decidido a poner todo mi esfuerzo para que regresen los buenos tiempos, y estoy seguro que ella también.
A este almuerzo le tengo mucha fé.

Susana Stazzone
susariv@gmail.com









38 Días

¿Nunca has tenido la sensación de que no controlas tu vida? ¿Que no tomas tus propias decisiones? ¿Que no controlas tu propio cuerpo? Porque eso es lo que sentimos los personajes de cuentos, novelas, historias… No somos más que un mero muñeco a merced de los crueles escritores. Y tú, maldito lector, eres su cómplice.
Tú, lector mediocre, eres quien le da motivo a estos enfermos escritores para darnos falsas esperanzas, engañarnos, explotarnos, herirnos, matarnos. Todo, para finalmente darnos un estúpido final feliz, abandonarnos en un vacío del tiempo donde no hay nada para hacer, donde todo está resuelto, donde ni respirar es necesario. Claro, hasta que toman la pluma de nuevo. 
Ese es el momento en que todo vuelve, hacer y decir cosas que uno no quiere (buenas y malas), vivir (o revivir) una vida, una historia, que uno no elije, algunos hasta mueren de nuevo. Y la mejor parte, cuando abrís el libro. Cuando todo vuelve a empezar, cuando nos arrancas de nuestro aburrido y patético vacío temporal para que seamos tus bufones y te entretengamos. 
Nuestra vida es un ciclo vacío y repetitivo, siempre las mismas palabras (en el mismo orden), siempre las mismas ropas (en las misma combinaciones), siempre la misma historia (en el mismo libro), siempre el mismo torturador (porque el autor es el mismo), pero casi nunca el mismo lector.
Mi nombre es Doña Rosa de la Esquina. Trabajo en una verdulería. Tengo 38 años. Nací hace seis años cuando me escribieron por primera vez. Aún tengo 38 años. Lo único que he hecho en mi vida es venderle un limón, tan ácido como mi alma, al protagonista. Una vez cada 38 días, la historia se repite. Una vez, cada vez, que abras cualquier libro, este libro, la historia se repite. 

Sol Denise Rodriguez
denisesol2002@outlook.com









A ti mujer

Mujer, eres dama de día y de noche,
eres pura, eres blanca, con tu aroma seductor
envuelves a tus seres más queridos,
ríes con ellos, lloras, disfrutas con ellos,
sufres con ellos.
Dama, eres fuerte como junco,
te doblas pero no te quiebras,
y eres suave como los pétalos de una rosa.
Eres, simplemente, mujer.

Marta María Nastaly
nastalymartamaria@hotmail.com









Replantar

El poema se quedó suspendido en una letra, a la que regresa incesantemente para encontrarle el  sentido al horizonte completo. La letra que brilla y desaparece, que brilla y se esconde, que se contenta con la intermitencia como las luciérnagas en la noche romana. La letra que es imagen-luciérnaga, que es resistencia y supervivencia. El poema no puede sino volver a ella, volver al enlace entre dos palabras, entre dos ideas, entre dos personas, entre dos identidades de la misma sustancia. La letra que abraza y separa, que refiere en si misma a la indefinición, a lo infinito, a lo inagotable, a lo inabarcable. Y, no hay manera de sobrepasar ese trazo, ese dibujo sobre el papel. Así como el tiempo no puede seguir adelante después de abril, después del otoño, y de la caída de las hojas, tampoco el autor puede concluir su poema sin demorarse infinitamente en esa la única- letra, el trazo sobre el que erigió sus dibujos, sus castillos, sus bosques y toda roma. Las hojas de un árbol que caen de las ramas, y las ramas que caen del árbol que no puede retenerlas aun implorándoles. El árbol otrora frondoso y fresco, febril y pasional, hoy patético y seco, amputado de sus ramas, de sus brazos, de sus abrazos, de su extensión, de su ampliación. Hoy el árbol se suspende, se queda, se encierra, y no lo volvemos a ver hasta la primavera. Pero la primavera no logra que se retire abril, no logra que el árbol vuelva a crecer, a germinar, a renacer. El árbol, muere en la noche oscura sin las luciérnagas de Roma, sin las letras griegas, sin los tiempos que devienen, porque el árbol, la mujer, el poema, no pueden moverse, no pueden seguir a las luciérnagas. El árbol y yo estamos enraizados, y si no vienen a alumbrarnos en la noche no podemos correr en busca de las pequeñas lucecitas intermitentes y danzarinas. 
Hay que dejar ir a las hojas, hay que avanzar, aun sin hilvanar ideas, aun fragmentadamente. Hay que recoger las hojas, las ramas, las letras, los escombros, y rearmar -en un montaje siempre infructuoso pero persistente- el rompecabezas. Y, si la letra no se deja borrar, si la letra reaparece en la madrugada, en el monte, en el claro del bosque, cerca de la Vía Medici, dormirse, y soñar con bancos de plaza y bloques de colores, y convertir el sueño en cuento, y  narrarlo a quien quiera oír, y al que no también. Y replantar el árbol, replantar a la mujer, replantar el poema.

Laura Ormaechea
lauraormaechea@outlook.com









Mi tío Roberto 

Calle Ramella, abajo, Villa Alcira, Bernal. Allí fue a vivir mi tío Roberto cuando se casó con mi tía Negra allá por los años 50. Compró un terreno y armó una prefabricada, él trabajaba en Celulosa Argentina (la papelera de Bernal). Comenzó a armar su familia: su esposa y sus hijos Ana y Roberto, mis primos. 
Un día, el río salió, y comenzaron los problemas: una gran inundación que arrasó con todo, la mayoría tuvo que ir a refugiarse en casa de sus familiares.
Cuando volvieron mi tío pensó: hay que construir. Compró materiales y con la sola ayuda de su familia construyó su casa de material y puso todo lo importante: heladera, televisor a un metro del piso, por las dudas. Para lograr este paso trabajaban duro sábado y domingo. Los vecinos miraban.
Al tiempo, llegó otra inundación y pudieron gracias a su esfuerzo salvar sus cosas. Pero, mi tío siguió pensando y decidió construir tres habitaciones y un baño arriba. Esto ya era más difícil, pero no se asustó. Volvió a comprar materiales y a trabajar, siempre con la ayuda de su familia, sábados y domingos.
Los vecinos, todos sentados en la puerta de su casas bajas tomaban mate y le decían: -Pero Don Roberto, ¿para qué trabaja tanto? ¡Venga a tomar mate con nosotros! Hoy no viene la inundación, el río está tranquilo. Mi tío los miraba y seguía trabajando sin cansancio. Un día terminó su obra y la miró satisfecho. Los vecinos se seguían riendo -¿Para qué tanta casa? ¡No hace falta! le decían.
Y pasó el tiempo, y otra vez el río creció, y la inundación fue grande. Mi tío se trasladó arriba con su familia y desde el balcón observaba como el agua se llevaba todo, entonces sucedió: todos los vecinos, que se reían de él, golpearon su puerta, desesperados. El bajó, les abrió y los albergó a todos en sus recién estrenadas habitaciones de arriba. No pensó en lo que se habían burlado de él y en que nadie le ofreció su ayuda. Ese era mi tío Roberto, solidario, trabajador, y con un corazón tan grande que no cabía en su pecho. Este es mi humilde homenaje.

Cristina Quarella
cristinaquarella@hotmail.com.ar

Revista Viajero Nro. 139 - Abril de 2019



Ausencia

Aunque ya no estés más conmigo
siempre te seguiré queriendo,
en mi pensamiento y en mi corazón
estarás siempre presente,
no oigo más que tu voz
en esta inmensa soledad
no veo más que tus ojos
en esta inmensa oscuridad
derramo lágrimas por tu ausencia
no puedo encontrar mi paz
pués yo me siento dolido
espero volver a empezar,
espero una vida distinta
aunque de tí jamás
Me voy a olvidar.

Gabriela Gargiulo
gabrielagargiulo77@gmail.com









¿Qué es una hernia discal?

¿QUÉ ES?

Es el desplazamiento de uno o varios discos de la columna, generalmente esto ocurre en la zona lumbar. Los discos son los encargados de unir las vértebras y armonizar el movimiento de la espalda. Dicho desplazamiento se ha generado por la ruptura del tejido discal formando una hernia que comprime el espacio donde circulan los nervios causando dolor.

SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO

El dolor puede aparecer después de estar de pie o estar sentado, por la noche, al estornudar, toser o reírse, al efectuar un movimiento brusco.

Es posible reducir este dolor a través de antiinflamatorios, reposo, rehabilitación e incluso mediante cirugía. ​

PREVENCIÓN

El ejercicio y la alimentación son muy importantes para mejorar el dolor de espalda si tiene sobrepeso. La fisioterapia es importante para casi todas las personas con enfermedad discal.

Los terapeutas le enseñarán a usted la forma de levantar objetos adecuadamente, caminar, vestirse y desempeñar otras actividades. También le enseñarán cómo fortalecer los músculos que ayudan a sostener la columna. Usted también aprenderá cómo incrementar la flexibilidad de la columna y de las piernas.

Fuente: https://www.inar.com.ar/blog









Castigo y crimen

La medida del infinito reside en tu interior. Da lo
mismo si mueres hoy o dentro de 10  años... es
igual.
Nada va a cambiar con un aviso de curva.
Un hombre simple no es nada ante el mundo...
Sus palabras, sus deseos, sus plegarias... todo es
arrasado por el viento.
Sus sueños, sus anhelos, sus actos... son
mutilados en un instante. No hace falta
transgredir las leyes universales, cometer algún
pecado o ejercer el mal.
El castigo viene sin el crimen. La condena viene
en el espíritu. La agonía en el alma.
El infierno en la piel.


Brian Lavedova









Del silencio

Lejos

así lejos
del sonido
de los grifos
de las distancias

así sin voces
ni recatos
en el espejo del jardín de marzo
con lo que menos queda

calma

soy solo
una mujer que estalla en el silencio
una luz que reverdece
aquí lejos
soy excipiente de vida
retrato de un camino

El verbo sabe de la austeridad
de la palabra
de la intensidad del sentimiento

aquí en este pasaje
soy apenas
Una mujer que estalla en el silencio

Elisabet Cincotta

Revista Viajero Nro. 138 - Marzo de 2019



El cambio

Los cambios pueden llegar a impactar mucho o poco, eso depende de como estemos acostumbrados a ver las cosas y las personas de una misma manera, y ahí nos damos cuenta del verdadero pensamiento de los demás. Si es positivo… te felicitan, te admiran, se enorgullecen. Y si es negativo… se burlan, te critican, te juzgan. Como también hay otros que simplemente se asombran por que creen que alguien no es capaz de romper y/o transformar un prototipo de alguna índole que nos muestra la sociedad para no sobrepasar límites y miedos que nos agobian.

David Steven Arias Buitrago








Migraña

Cuando ella aparece
opaca mi visión
y el mundo se oculta.
Las formas desaparecen
y todo tiembla cuando abro los ojos;
cuando intento ver,
mirar, enfocar.
Comienza pequeño, 
de izquierda a derecha,
de derecha a izquierda;
hasta cubrirlo todo.
Descompone y confunde:
solo con tranquilidad y paciencia
logro que no me conquiste,
no me destruya, no desespere.
Y cuando pasa ...
cuando la vista se aclara por fin
Duele, porque solo el dolor la aleja.

Marina Aguirre








Esa noche

Carmen y Julia, amigas de muchos años, los sábados por la noche se reunían en casa de Carmen, pero esa noche se irían a bailar, a pocas cuadras de su casa. Luego de cenar, se empezaron a arreglar, se maquillaron y se pusieron todo el brillo que encontraron encima  y se fueron al baile.
Al volver del baile, volvieron caminando, como se habían ido a la casa de Carmen, serían unas ocho cuadras. Al cruzar la plaza, las comenzaron a seguir unos cuatro o cinco perros callejeros, uno de ellos era tipo Lassie; y no parecía ser de la calle, estaba muy limpio, Carmen les dio un alfajor, un pedacito a cada uno de ellos, pensando que si las seguían hasta su casa se quedaría con el perrito más lindo. Hacía tiempo que estaba queriendo tener un perrito, pero el perrito que no se despegaba de su lado no era precisamente el que ella quería, al contrario, era el más feo. Así llegaron hasta la casa de Carmen, ella trató que la perrita que quería y ya la había bautizado Anuhya, (se dieron cuenta con Julia que era perrita) entrara a su casa, pero no se dio por aludida. Hasta que tuvo que ir tirándole pedacitos de carne, mientras Julia trataba de sacar al otro perrito que sí entró a su casa. Así de a poco, a medida que iba comiendo la carne se iba adentrando a la casa, hasta que lo consiguió. Anuhya entró y con Julia le acomodaron un lugarcito para que durmiera con ropa en desuso, para que estuviera calentita. Aunque no quedó muy conforme, iba y venía inquieta hasta que se durmió. 
A la mañana siguiente, Carmen le dio de comer, pero no hubo manera de que comiera nada, ni agua quiso tomar. Y la vio muy triste, queriendo irse a la calle. Entonces Carmen se conmovió, dejándola salir, viendo que ya no la podía obligar a que se quedara con ella. Anuhya salió a la vereda, Carmen pensaba que saldría corriendo, se equivocó porque se quedó sentadita en el escalón de la puerta de calle, así estuvo todo el día y Carmen le dejó comida y agua dejándola tranquila para que ella decidiera qué hacer.
Al anochecer Carmen la fue a ver por si quería entrar, sin hacerse mucha ilusión y muy asombrada la perrita le empezó a juguetear y entró a la casa. Carmen le volvió a acomodar un rinconcito con ropa en desuso, así estaría calentita para pasar la noche.      
Al otro día nuevamente no quiso comer y se desesperó para salir a la calle, la dejó salir quedándose nuevamente en la vereda, le dejó agua y comida pero no comió, a la noche nuevamente quiso entrar, al otro día nuevamente quiso salir a la calle, así estuvo varios días y ya se la veía debilitada. Carmen en todos esos días hizo hasta lo imposible para que se quedara, mimándola, hablándole, sin conseguir que se quedara, entonces ella no dejó que entrara esa noche y que se fuera pensando que si seguía así se podría morir por no comer, entonces Anuhya le golpeaba con sus patitas con mucha insistencia la puerta, hasta que Carmen le tuvo que abrir y desde entonces, no se fue más de la casa, se hizo hasta amiga de los gatitos y convirtiéndose en la más fiel compañera de Carmen y todas las tardes salían a caminar; Carmen y Anuhya, recorriendo el barrio.  

Marta María Nastaly








Una pequeña niña

Ella sufría sola
Nadie la entendía
Nunca pudo ser feliz la pobre niña

Sola lloraba, sola reía
Hasta que un día, todo lo perdía

Esa niña fue creciendo,
sola, nadie la veía, lloraba todo el día

Esa mujer eres ahora
Triste y solitaria
Anda detrás de los muros
¡Escucha gente gemir y gritar!

Esa mujer, no aguanta más
Su sufrir...
Un día, decidió dejar todo atrás,
Y una nueva vida comenzar... ¿Lo logrará?

Patricia Batiluschi








Sin título

En coautoria con María Silvia Telmo

Promesa de papel  amarillea
brisa de libertad desencadena
cabellos azafrán rabia del amor
su buena suerte echada en el aire.

La asalté de besos bajo nuestro cupesí
una primavera sin desdichas.
Que más puedo decir,
todas fueron disculpas de algún modo.

Salí a extraviar
tantos pájaros desde la pena.
Agonizaban las noches perdido
Y aquel gallo madrugó el eco de un ruido
que no cesa
una espina de pescado bajo un cielo del sur .
Tu rostro era luz de vida.
No hay quien lo niegue.
Naranjal que plantamos los días alumbró, 
su ácido sabor sobre las comisuras
su tierno interior y mi culpa,
cruceña, nieve del pecho
abismal lejanía.

El tiempo se congela. ¿Cómo aprendo a vivir?
Alguien que apenas existe me observa
mientras el río me moja junto a mis aparejos.
No me olvides parece decir

Allí viene. 
Otro de esos tanto peces 
solo se pausan en mis manos
como tu,
sobre los rosales de todos mis jardines.

Me detendré,
da gusto la broma que me haces 
al reflejarte sobre el agua.
No es tan fácil. Nada fácil
resolver mi humanidad.

Luciano Calzada








Sombras nada más

Dos cuerpos se confunden,
se entrelazan.
El hombre la lleva,
ella se deja llevar,
de fondo los compases del 2 x 4
y los pies de ambos dibujando
sobre el húmedo adoquín
los precisos movimientos del tango.
Las cuatro esquinas
son silenciosos testigos
de los soberbios bailarines,
fieles compañeros,
en cada giro, corte y quebrada,
son las estampas de los dos
que anuncian el final del día
proyectadas en ese muro
descascarado y nostálgico,
el de un Buenos Aires que se resiste al olvido.
Largas sombras en la tarde
enamoradas del viejo puerto,
del Riachuelo,
del puente oxidado
y las barcazas amarradas.
Los cien barrios se apagan
lentamente en un gris pétreo,
el Sol bosteza en el horizonte,
los danzantes y sus sombras
persisten en sus mágicos movimientos
hasta que se encienda
el último farol de la calle.
Los sonidos del bandoneón y el violín
se van perdiendo hasta confundirse
con las estridencias de la noche porteña.

Guillermo Manfredo
21 de Septiembre de 2013








Ángeles

Ella es un ángel que camina por las calles de Quilmes, Ángeles cree que pasa y no la ven, no es así sino todo lo contrario, es muy bella porque su belleza interior es inmensa y manifiesta la exterior, por cada paso que da deja huella.
Es una mujer especial, como el samaritano que se nombra en La Biblia, ayudó a una persona robada y golpeada, tuvo compasión de él y lo socorrió, (pero esta historia no es real sino parte de una parábola que contó Cristo, cuando le preguntaron,quién es mi prójimo?). Ella es la samaritana del siglo XXI, siempre atenta para apoyar, dar consuelo, ayudar al prójimo, aún estando enferma, le nace...es un don especial que tiene.
Dios le ha brindado un esposo increíble, que caminan juntos a la par, e hijas maravillosas, es una gran madre y una gran esposa, con Ezequiel han formado una bella familia.
Ya llegando a las cuatro décadas...es una mujer agradecida por un nuevo año de vida, un regalo de Dios.
Bettu mi amiga me contó como es Ángeles, ella no sabe lo valiosa que es, como una gran joya preciosa, un diamante que brilla, así es ella con su brillo, ilumina la vida de los que la rodean.
Bettu está muy feliz de haberla conocido, comparten charlas, risas, tristezas, alegrías, la vida misma.
Sería grandioso que ustedes en este derrotero de la vida, puedan conocer a Ángeles, una mujer con brillo propio y digna de admirar.

Ine
1-3-19