Revista Viajero N° 66 - Junio 2012

 

















Cómo dejar


Imposible dejar de mirarte.
Eres la exponente de lo perfecto.
Argumentos sobran para no dejar de mirarte,
refleja tu figura la armonía, 
y a tu andar acompasado, el deleite inmensurable.
Imposible ignorar, tu frondoso, negro y extenso cabello,
que trasluce y contrasta en tu blanca piel.
Es tu mirada limpia, radiante, y oscura como el tizón,
si sonríes no evito transformación.
Visualizar tus labios me deleita,
y al expresarse, cual lejos estén, anhelo llegar y
ostentoso, mostrarme oteando tu imagen, la cual
toma posesión de mis virtudes y defectos
ansiando pertrechar con caricias tu piel 
a pertenencia y en perpetuidad.

Luis 528















Fantasía


.. Si pensarte, diera lugar a una esperanza,
si imaginarte cerca ... fuera abrazarte
No saldría de mi mente para poder tenerte.
....En mi mundo fantástico,
son míos tus ojos, son míos tus labios....
Es mi sueño diamante ...
No tener que imaginarte.

Marina P. Aguirre
















Caminos


Desandar los caminos recorridos es imposible de lograr,
pero dejar lo triste recorrido
es muy posible lograr
con la paciencia
y la paz 
todo se puede alcanzar,
el amor y la esperanza
ya nunca se perderá
llevar como estandarte
el amor y la verdad
y todo será más fácil
para poder avanzar.
Desandar los caminos recorridos
nunca se podrá borrar.

Tita
















Manifiesto


¿Para qué buscar mi lecho en los deshechos del olvido,
si en algún fuerte destello pude brotar de color?
Ya no serán pupilas las ventanas ni la puerta ya mi dios.

¿Para qué intentar desafiar la desazón
si basta con levantar la mirada y ser?

Ser certeza andante de fulminante ardor, 
fuerza de siniestra ambivalencia.
Ser ojos que, bien ojos, se desmayen ante el sol.

Cada abrazo será promesa
de todo un cielo por llenar.
Cada palabra será ingenua
en su estrategia de enchastrar.

Bailaré aquella otra danza
para que de a tumbos de esperanza
se me tiña el corazón.
(juego bien simple, razones evidentes:
destruir el odio y el dolor)

Ya no ataré mis brazos con ausencias
y seré así un fuerte viento en lugar de suave brisa
Tomar nota: 
“No insinuar mas agónicas sonrisas
Ni esconder la roja efervescencia”

Seré sensato al gozar 
del agrio elixir de una lágrima.
Podré dejar reinar sus humos en mi pálida alegría
y dejar crujir mis labios bien suaves en su risa.

Quizás pierda mi tiempo,
o pierda el tiempo con eso del tiempo perdido…
remota y atemporal ilusión 
hija de los que escriben su destino.

Gody
















escribir un poema | un único poema
elemental y simple como una piedra

y después trepar las escaleras | salir al balcón
ser como ese pájaro que bebe la luna.


                                                            a jorge ricardo aulicino


Miguel Angel Morelli
















En las costas del Caribe


Capítulo I

Todo comenzó allá en el Puerto de Londres, un 22 de abril de 1635. Un barco de la Marina Británica zarpaba hacia América, dispuesto a acarrear una carga de metales preciosos. El capitán John Clevell era un viejo lobo de mar, que cumplía 40 años sirviendo a su patria y éste era su último viaje oficial. Llevaba consigo a su hijo Sam, aventurero como él, quien se iniciaba en las travesías marítimas pero que había aprendido mucho de escuchar sus relatos.
Los Clevell eran una familia de posición económica media, formada en valores morales y espirituales. El Rey Carlos I le tenía especial confianza para las misiones más específicas y delicadas como ésta que ahora se presentaba, aunque John estuviera en desacuerdo con más de una de sus actitudes.
Acompañaban a padre e hijo en este viaje: Edward Mist, a cargo de los aparejos, Simon Cromm, el timonel con más experiencia de toda la marina real, George Frapper, jefe de artillería, y varios marineros más. Juntos, emprendieron el camino, a las 9 de la mañana, hacia las tierras descubiertas por Cristóbal Colón dos siglos atrás.

Continúa en la próxima edición

Vicky
(13 años)


































Lágrimas internas


Ellas no quieren ser testigos
ni ahondar caminos en tu rostro.
La brisa engulle tu llanto
y hace temblar tu faringe hecha nudo.
Tus labios buscantes no se rinden
esperando saborear lágrimas transparentes
que desborden tu dolor interno.
Y en una noche sempiterna
de tus ojos cayó una gota fundida
despertando a una rosa roja
en tu seno perdida.

Elizabeth Francken
“Los años ámbar”
















Sombra


en busca de los nocheros
la calle solitaria, muda
camino entre sombras, caigo
aliento a  vino retengo.
Al acercarme a un umbral
me asusto de un pordiosero
debajo de sus harapos.
Pienso en el futuro y tiemblo
deshago el camino andado
alguien me sigue, lo presiento.
Si camino ella camina
si me paro no la veo,
recorro las pocas cuadras.
Al llegar cansada a casa
entra conmigo en silencio
me sigue paso tras paso.
Llego a la cama cansada
ella me cubre muy suave
acariciando los sueños

Beatriz Guano de Scalisi