Revista Viajero N° 55 - Mayo 2011

 



Volverte a ver


Volver a vivir tu amor una vez,
volver a sentir tu carne en mi piel,
y todos tus besos y todo tu cuerpo
que aplaca mi sangre y aquieta mi ser.
Volver, cuanto yo quisiera volver,
mirarme en tus ojos, buscar el placer
aquel que tus manos de tantas profanas
caricias sagradas me hacían arder.

Volver a vernos nuevamente
será tal vez una locura
el tiempo que pasó dejó sus huellas
que entonces no nos daba la aventura.
Volver a vernos tan distintos
será mejor que no lo hagamos
en el recuerdo del pasado
se vive a solas aun esos años.

Volver a mirarnos de nuevo otra vez
me asusta el momento, me eriza la piel
no tenemos nada de aquello que entonces
felices nos daban tu ser y mi ser.
Volver para qué, si es herir tal vez
a este frío intenso al que me adapté
Ya ves, los momentos se los lleva el tiempo
y solo nos deja dormido con él.

Marí Bacot















a julieta y agustina

¿es la arena un pretexto del desierto?
¿son las huellas un invento del camino?
si todo es conjetura | lo será también mi fuga | 
y sin embargo | es de tanto cruzar el desierto esta fatiga | 
de fuego | la sed que me devora la garganta

Miguel Angel Morelli
de “Despojos”















Lo cotidiano


En la impronta del empeño, confío en el Señor
estoy proyectada, claramente en el infinito,
desconfío, de mi propia inteligencia finita.
Renazco, en la frecuencia de celestial latitud.

Habilita Dios, todos mis proyectos y caminos,
en los felices, en las angustias y en los silencios,
tengo la certeza, que el Ojo del universo
allanará mis sendas, a espacios transparentes.-

Quiero despojarme de todo y escuchar lo Divino
la voz de la verdad, atizando anhelos;
Y recibir el privilegio de la sublime belleza,
en la calma, de una conducta de Fe; inquebrantable.

Del error viene la arrogancia, del alma vacía.-
Al estar en el torbellino de lo cotidiano, ruego y
busco, la firmeza de la virtud, de alas intangibles,
y la Fe en Dios, sin una gota de duda ¡Felicidad!.-

Rosa Dolabjian















Aplausos


Construir sobre cenizas es inclinarse en el suelo
y tomar entre los dedos
el pasado
la vida
el dolor.
Es dejar caer la nostalgia en el vacío
y volcarla hacia la esperanza de lo nuevo
para levantarse
en medio de la desolación.
Y gritar que estamos vivos
que necesitamos y nos necesitan
que amamos aún entre las cenizas
y que hay un Dios que aplaude
la fuerza que resurge en nuestro ser.

Elizabeth Francken
en “Los años ámbar”















El baile


María estaba sentada en su escritorio, con una pila de papeles delante suyo, listos para que los revise y los archive.
Era lunes, primera hora de la mañana, era lunes pero podría haber sido martes, miércoles cualquier día de la semana, la pila no variaba, su trabajo tampoco.
 Tenía el mismo trabajo desde hace más de quince años, sabía muy bien lo que tenía que hacer y lo que esperaban de ella, y ella no iba a dar ni una pizca de más de lo que esperaban.
Poco le importaba las tareas de la oficina, tenía en su cabeza otra cosa, mucho más importante: la noche del sábado, qué usaría, qué se pondría….eso era mucho más vital que una pila de papeles para archivar.
María no era una de las bellezas de la oficina, eso nunca podría decirse de ella, no era infartante ni te dejaba sin aliento si se cruzaba en tu camino. Tampoco se podría decir que estaba en la primavera de su vida, María tenía esa edad indefinida en que te dicen señora por más que no estés casada, y que aún no eras tan vieja como para ser abuela, si es que tenías hijos que te hicieran abuela, María no tenía hijos, ni sobrinos, No estaba casada y nadie, ninguno de sus compañeros supo o le conoció novio alguno en ninguna reunión o fiesta laboral, el estado sentimental de María era un enigma para toda la oficina. 
Era miércoles por la tarde, estaba en plena reunión donde estaban explicando los lineamientos generales del trimestre corporativo, mas ella tenía otra cosa en la cabeza; el vestido que iba a usar el Sábado, era simplemente fabuloso, con un escote profundo y su espalda al descubierto estaba convencida de que tendría un éxito rotundo en la noche del sábado, todos los hombres caerían rendidos ante sus encantos, todos debidamente mostrados por el vestido que realzaba cada uno de ellos de manera impactante. De la reunión poco y nada retuvo, luego de tantos años ahí dentro ya se sabía de memoria todos los lineamientos posibles para aumentar la productividad y aumentar las ganancias. Poco retuvo de la reunión pero ya tenía en claro qué zapatos combinarían divinos con el color del vestido y la cartera que hacía juego con ellos, los había visto en el escaparate de una tienda de diseño, estaban un poco fuera de su presupuesto, pero la noche del sábado lo ameritaba, ¿total, qué le hacía comer arroz durante un mes?, lo había hecho tantas veces que una vez más no le iba a implicar tanto.
Ya el viernes no le salía ni trabajar, siempre le pasaba los nervios de la cercanía del sábado no le permitían hacer su trabajo correctamente, lo único que le quedaba era tratar de pasarlo disimuladamente y rogar que su jefe no la llamara por nada en particular.
Ya tenía cita para el peluquero, el manicurista, y la depiladora para el sábado a la mañana, la tarde la tenía reservada para una siesta reparadora y así no estar con ojeras de cansancio a la noche.
Y Llegó el sábado, tan largo y ansiosamente esperado, vestida, perfumada, peinada se dirige a la milonga del barrio, el vestido le queda pintado; si bien hace rato que ya pasaron sus quince años, ella se siente una quinceañera tontamente emocionada, pensando en que bailará y reirá toda la noche y que la rodearán caballeros de toda la ciudad, caballeros de traje y bombim, fumando exóticos habanos. A ella no le gusta el olor a humo, pero sabe que fumar habanos es de otro estatus, uno al que a ella no le molestaría entrar.
Y aguantó todo lo que pudo, movió el pie al ritmo de la música toda la noche, sólo se atrevió a tomar agua sin gas para que el alcohol no le hiciera perder compostura. Toda la noche estuvo sentada obediente en su silla esperando que algún señor, de esos con habanos y sombrero, la sacara a bailar una pieza. Pero no hubo caso, su vestido tan largamente pensado, su peinado, nada logró esa noche.
Abatida en las primeras horas de la madrugada, con la tristeza que empaña su vista, toma el taxi que la devolverá a su casa, un departamento de dos ambientes chicos y oscuros, en barrancas, donde la única vista que tiene es una gran pared manchada de humedad del edificio de enfrente.
Ya en su casa mientras se prepara un café con leche, como todos los domingos a la mañana, se saca su vestido y lo cuelga primoroso en la percha que le designó a tal modelo, se cepilla con parsimonia cien veces su larga cabellera y se quita con pequeños algodones el maquillaje restante. Cuando el café está listo, ella también, prende la televisión para mirar el canal del noticiero y de a sorbos va bebiéndolo, no presta mucha atención a las noticias que se van sucediendo una tras otra a través de la pantalla, ya tiene en mente otra cosa mucho más importante que todas, la noche del sábado próximo. 

Lola Ghiglione















De quién sabe qué (Tango)


Tu noción inconsciente
de mis sentimientos
genera delirios
en mi parecer.
Se invierten los colores
cuando las luces se tornan sombras
y frente a mí, tu presencia se impone
por el solo hecho de ser…
… tu destino.
Los pensamientos que ocultan
desgarrados sentimientos
sólo son la muestra
de la unión en la individualidad…
Con un vacío lleno de soledad
ya he decidido por mí,
pero si me voy es para encontrar
la esencia propia que perdí,
busco la memoria de los recuerdos
de todo aquello que fue
y que por haberse ido
ya jamás volverá.

Roxana Contreras















Esperanza


Me costó encontrarte, estabas en otra frecuencia,
en otro habitat, en algún lugar lejano.
Hallarte no fue fácil, 
desearte no fue difícil
y no pensar en ti es imposible,
te doy gracias por estar tan presente en mi.

Te corresponde decir, si anhelas 
que alguna de mis sonrisas
de las muchas que he guardado para vos,
te ofrendara.

Necesito saber si de tu agrado sería
que alguna mirada de las tantas que por ti y para ti deseo, 
desearías ver.
Si al mirar mis manos llenas de caricias 
necesitas apropiarte de algunas,
házmelo saber,
pues todas absolutamente tuyas son.

Tengo mucho amor todavía que vos afloraste,
cuando pensaba que ya todo había sido así.
Gris hasta el final.

Luis 528