Revista Viajero N° 74 - Junio 2013


La noche


Cuando llega la noche
te envuelve el silencio
tu alma desnuda
tu corazón se acongoja
tu mirada se entristece
De tus ojos, unas lágrimas
resbalan suavemente
sobre tus mejillas
cuando llega la noche
cómplice compañera
de tus amores pasados
amores perdidos por el tiempo
Cuando llega la noche a tu vida
cuando llega el otoño gris
cuando caigan las hojas secas
cuando no te miren a los ojos
ni te den un beso tierno
ni te digan te amo
Tu corazón se rompe en pedazos
gruesas lágrimas mojan tus mejillas
caminas lentamente
el sendero del tiempo sin retorno
recordando tus amores pasados
cobijados por tu cómplice
y compañera ... la noche.

Marta Maria Nastaly
Ganadora en  SADE LANUS 
1°Mención, 2011









Romance


El agua vino a la tierra,
la empapaba, transparente.
La tierra sedienta estaba:
se humedeció de repente,
se vino en torrente suave,
después en gotas se vino.
La tierra no se hizo turbia,
de alegría se hizo trigo
que enamoradas se abrazan,
pasiones de primavera.
El agua, belleza fresca,
la tierra que la desea,
la posee tiernamente.
El agua se hunde en ella
¿Quién querría separar
a los amantes que sueñan?
El agua abraza la tierra.
La tierra se duerme, tersa,
y fecundan los espacios,
con su amor lleno de abrazos.

Silencio! silencio todos!
incluyendo las estrellas!

Cris Tallon
Abril 2013
rontal@hotmail.cl









Me gustaría empezar por el principio, pero como no tiene o no lo recuerdo, voy a empezar por donde estoy. Un poco más atrás. 
Hoy llegué a casa, después de haber sorteado algunos peligros cotidianos sin importancia, y parecía que alguien había estado aquí justo un minuto antes de que yo llegara. La televisión estaba prendida y mi película favorita estaba dando vueltas en el reproductor de dvd, sonando a todo volumen por los parlantes del home theater. 
La película es Lost Highway de David Lynch, una cinta retorcida, sin claridad, parece sacada de la mente de un psicótico y probablemente sea así. 
La verdad es que tuve un poco de temor en encontrarme con alguien en el living de mi casa, sentado en el sillón, disfrutando de un cine tan peculiar. Ahora mientras escribo, me lo imagino, a este hombre, sentado, fumando un paquete de camel, con botas texanas, ropa negra como la noche, ciego de un ojo, pelo largo y enrulado, con una remera desgastada de alguna banda de los 90´s de hard rock.
Levanto la vista y ahí está sentado, mirándome con un solo ojo, fumando, esperando que me siente a su lado para ver nuestra película, la que yo le había prestado sin querer, junto con la casa, el sillón y mi televisor.
La película gira y gira, como una rueda interminable y él sigue ahí mirándome fijamente con ese ojo celeste por la ceguera, el otro vivo es negro como su alma. 
De repente oigo pasos arriba, no estaba solo. Tacones, agujas que se clavan en mi mente. Una mujer se paseaba tranquilamente en la parte superior de mi residencia, cada paso, lento y pausado retumbaba con fuerza en toda la casa. 
No tenía la necesidad de subir las escaleras para saber quien estaba arriba. Tocaba mis cosas, acomodaba o desacomodaba mi desorden. Doblaba mi ropa, la archivaba, por prenda, por color, por tamaño y olor. 
El hombre se levanta y deambula por el living, toca unas teclas del piano armando una melodía tétrica que repite una y otra vez. Con los pasos de arriba constantes, lentos y a tempo, se armó música, una extraña e hipnotizante música. Al escucharla sentí un sopor indescriptible, un sueño irreal se aproximaba, yo sin querer combatirlo deje que se apoderara de mi ser por completo.

Leandro Szilvay









Sueños


Que difícil fue programar el sueño de ayer. Hablamos con una amiga, y le contábamos que veníamos haciendo un trabajo sobre los sueños. Hace mucho tiempo. Cuando nos vamos a dormir, cerramos los ojos contentos, dispuestos a delirar la vigilia. Se apagan las luces de la razón, y se enciende tibiamente una nueva concepción de la vida. Aparece Pedro volando sobre un cielo de colores y arte. Cambia los rostros como un avión. Despliega las alas y corre sobre su caballo al galope, como un Caballero. Nos costó mucho llegar a soñar ese tipo de galope, tan parecido a los reales. Juan Moreira, sobre un desierto de indios salvajes. Conquista el mundo, y comienza a soñar, el también, pero con su Madre. Allí aparece Martha Rosa, y queremos hacerle el mejor regalo que un hijo puede hacerle a una madre. Pintamos el cielo de colores y se lo ofrecemos como una Rosa. Ella dice que se llama Martha, pero nosotros solo tenemos la rosa. Con eso es suficiente, para ella, que la recibe a corazón abierto.
Nos despertamos a las 5 de la mañana, y todavía seguíamos siendo Pedro. Gracias a nuestra amiga que lo imagino despierto, contemplando el amanecer que ingresaba por su ventana, en una habitación húmeda y sucia, con libros apilados, y colillas de cigarrillos a medio terminar. La habitación ahora es el living, que mira el amanecer oscuro y nublado, sangrando toda la lluvia del otoño naciente. Tomamos unos mates con burrito, y soñamos con llenar el balcón con plantas aromáticas, para darle vida a Pedro cuando sueña: solo pensamos en nuestro hijo. Son productos literarios que viven a la par de todos los amaneceres que nos han descubierto soñando sentados en el cordón de la vereda. Pasa la hinchada de central, con su bandera gigante y con Miguelito a la cabeza. Pasa el Andrés, dando órdenes a todos. Es nuestro Jefe, y respondemos con alegría. Es increíble despertarse con esa realidad frente a nuestras narices. Soñamos que creábamos esculturas de barro gigantes en un cielo de tormenta. Soñamos que las pintamos, y somos felices al hacerlo. Soñamos literatura y nos despertamos con más ánimo de escribir. Ya no hay casi diferencia entre el sueño y la vigilia, Pedro es el puente que une ambos mundos. Y cuando soñamos somos conscientes de que estamos soñando. Es raro, porque es un momento en el que se destapan cuestiones que anidan en una profundidad más bien inconsciente. Pero es que a veces estamos medio dormidos y medios despiertos, cada vez ajustamos más nuestra sensibilidad para darnos cuenta cuan dormidos y cuan despierto estamos. Nos damos cuenta en algunos sueños, en los que estamos demasiado dormidos, que la realidad es solo una posibilidad entre tantas otras, y que nosotros estamos creando realidades. Somos conscientes, mientras soñamos, que estamos haciendo arte. Queremos llegar a describir mejor nuestros sueños, hay una riqueza que la literatura no alcanza a reflejar. Queremos que la literatura llegue a esas profundidades. Quisiéramos poder levantarnos sonámbulos y escribir.....

Mauro Paradiso
mauritania75@yahoo.com.ar










Disfraz


Las palabras son prisioneras de mi boca...
mirándote a los ojos.
Pero sí reflejan el alma los míos...
que casi delata mi corazón
....
¡Y si vieras cuanto hay en mí de vos!
¡Si vieras cuanto ocupas!
No se que harías...
por eso callo.

Marina P. Aguirre
anira90@hotmail.com










Te Pondría un nombre, alegría


Alegría, sí alegría. Desde que te recuerdo siempre te vi sonriendo, riendo; desde que era niña hasta hoy.
Así estás en todas las fotos, con inmensas sonrisas.
Susi, siempre alentando a todos. Tu bella madre, alegre, quizás de ella heredaste ese carácter tan bonito. Un día ella se fue y seguiste sonriendo, tal vez con dolor en tu corazón. Nunca dejaste de sonreír, siempre me llamó la atención tu actitud positiva ante la vida. A tu lado, prima querida, tenías un hombre maravilloso que nunca se apartó de ti, solo cuando partiste.

Ine
26/11/2012

Tía Ana


Tan pequeña por fuera y tan grande por dentro. Te pregunté tu nombre, es tan bello. Antes y ahora se usan apodos y siempre te conocí por la tía Poli. Te pregunté porqué te decían así: cuando eras niña, eras bajita y te decían polilla, te quedó Poli. Me cuesta decirte Ana, pero me encanta tu nombre. No solo tu nombre, sino, tu perseverancia en la vida, tus ganas de vivir, tu lucha que es digna de admirar.
En el día de tu cumple, dos años a trás, antes de irme te dije: en ti veo a mi madre. Siempre me aconsejás, me abrís los ojos a la vida; en ti encontré una gran consejera.
¿Que me dijiste? lo mismo que la Madre Teresa de Calcuta: “cuando no puedas con el bastón, usarás el andador y luego la silla de ruedas”, hiciste tuyas sus palabras. ¿Que me quisiste decir tía Ana?: Que NUNCA te vas a entregar, ni rendir como dice la frase "RETROCEDER NUNCA, RENDIRSE JAMÁS", por eso te admiro, tienes valores y principios intactos y te amo con todo mi corazón.
Mil Gracias, por escucharme y por ser así, sencilla y llena de amor.
GRACIAS.                                     

Ine
23/11/2012
sanmateo11.28@hotmail.com