Viajero N° 181 - Octubre 2022

 



Verde

Inspirado en la artista L.P

Letales son tus ojos
cuando miras disparas
poderes de los dioses;
de rodillas me tienes
a lugares nuevos me llevas. 

Letales son tus ojos, 
letal es tu mirada
como un relámpago 
que estalla en la arena.

Transforma en cristal
la sal de los mares
pues para tus ojos
no existen fronteras. 

Marina Aguirre
anira90@hotmail.com













Los Lujaneros

Voy a agradecer. ¡Prometí que si se sanaba venía! Yo vengo por un familiar. No le encuentran el diagnóstico. Vengo por trabajo y la familia. Por suerte salió el sol. Si llovía venía igual. Me dijeron que en la Reja hay voluntarios. Que te dan mate cocido, algo para comer y hay baños gratis. ¿Dónde está nuestro micro? Esos masajes me hicieron bien. Me tendría que haber traído un rompeviento por si llovía. Olvidé ponerme bronceador, no sabía que iba a haber tanto sol. ¡Hoy estreno medias! Nooo, medias nuevas no. Tenés que ponerte unas viejas para no ampollarte. Hay una cola en los baños. Se avivaron y cobran. No doy más. ¿Cuanto falta?

Traje 4 jugos energizantes (esos que tanto revuelo se hizo con Bilardo en la selección), 3 bananas y 4 turrones. ¿Para qué tanto? Compramos de camino. Olvidé traer la SUBE, por si no llegamos. No comas tan pesado, tenés muchos kilómetros por delante. Uh, tarde me avisas, me clavé dos choris. De los nervios, ayer no comí nada. Che, dicen que está Pampita caminando. Qué me importa Pampita, no veo la hora de llegar. Allá regalan agua. No aguanto más, las ampollas me están matando. Mirá aquél con ese parlante. Uh, que buena música. Esa cumbia no dá acá. Pobre ese señor con bastón, ¿lo viste? Si, pero para mí, venía bien. ¡Mirá aquella con esas calzas re clavadas! Ni dá que venga así. Es algo religioso. ¿Religioso? Yo vine para ver que onda. No soy creyente, vine a acompañar.

Metámosle que se nos viene la noche. Yo supongo que a las 9 estamos en Rogríguez. Que asco ese que escupió. Ay, ¿viste la bebita que llevaba en el cochecito? No dá que traiga un bebé acá. Qué sabés porqué la trae. Uh, esa canción de aleluya la cantaba en el cole. Yo ni me bauticé. ¿Qué hago acá? Solo quiero llegar. Voy a ver hasta donde aguanto. Dame un abrazo. Colgate de mi hombro. No pares que te enfrías y acalambrás. ¡Traje banana para eso! Me saqué las zapas, no las aguantaba. No por mucho tiempo que se hinchan los pies y después no podes ponértela. ¿La viste a la señora que iba arrodillada? ¿Vendrá a pedir o a agradecer? ¿Cuánto falta para el puente? ¡Lo logramos! ¡Dame otro abrazo! ¡Me duele todo! ¡Ya sé, pero dámelo igual!

Nunca sabés como vas a transitarlo, ni con quienes te cruzaras. Si cargan dolor o alegría. ¡La experiencia de cada uno es única! ¡El misterio de la vida!

Paola Mendizabal 
Instagram: @paola_mendizabal













A veces me gustaría teletransportarme. Teletransportarme a esos lugares, momentos o personas con los que fui feliz, por un momento, porque claro, la felicidad va de momentos, como todos los sentimientos. Te recuerdo, los recuerdo con nostalgia, pero no sé si con esa misma alegría que recuerdo haber sentido. Todo queda ahí, en ese pedacito de alma que guardo sin rencor lo que he vivido, lo que ha sido y ya no es.

Malena Ramos













Sonidos misteriosos

El barrio estaba tranquilo, las mañanas eran silenciosas y las tardes también, ¿qué pasaba? Vacaciones de verano, los chicos estaban en sus casas y muchos en la playa disfrutando del mar y el sol, pero faltaba poco, marzo estaba llegando y con él, el movimiento. La escuela abría sus puertas para recibirlos y comenzar un nuevo año en las aulas aprendiendo y sobre todo fomentando el compañerismo y la amistad.
     La escuela era el motor del barrio, todo giraba a su alrededor, la librería, el quiosco, la gente iba y venía llevando a los más chiquitos, y los grandes iban solos o en grupo.
     Llegó el día, 9 de marzo, se abrieron las puertas a las ocho en punto y ahí estaban todos, esperando ansiosos para entrar. El primer día se realizaba un acto de apertura, cantaban el Himno Nacional Argentino y escuchaban las palabras de bienvenida por parte de la directora. Luego cada curso se dirigía a su aula y la tarea comenzaba.
     La primera semana transcurrió tranquila, pero al lunes siguiente, llegaron tres chicos muy extraños, sus nombres eran Pedro, José y Luis. Cursaban el cuarto año, en ese curso estaban Gabriela y Lucio, ellos eran un poco la voz del grupo, les dieron la bienvenida, pero los tres chicos entraron, se sentaron y no miraron a nadie.
     Al principio todo parecía normal, pero una mañana cuando entró Alicia, la profesora de matemática, recibió un golpe en la cabeza, Pedro le había tirado una pelota de tenis, Alicia no dijo nada, se sentó y comenzó con su clase. Al rato José hizo explotar un petardo. Tampoco reaccionaron, todos sorprendidos esperaban hasta que Luis tiró una silla por el aire que casi hiere a Gabriela si no la esquiva. Entonces sí, Lucio no pudo más y gritó: ¿Pero, qué les pasa? ¿A dónde piensan llegar? Ellos nada, Alicia se acercó y les pidió que la acompañaran a la dirección. Al rato regresó la profesora y les explicó que los habían suspendido. Las clases siguieron sin ellos.
     Una mañana, Ernesto, vecino de la escuela, se presentó temprano y gritaba: ¡Ya no podemos dormir!, toda la noche hay un ruido espantoso, sillas que se mueven, cosas que se caen. ¡Estamos desesperados! Pasaron los días y la situación empeoraba, todos los vecinos se quejaban, pasaban las noches levantados  tratando de ver qué pasaba en la escuela, pero no encontraban la causa de tanto alboroto.
     Un día, ya cansada de todo, Gabriela se levantó de su asiento y exclamó: Chicos, esto no puede seguir así, ¡hagamos algo! Les propongo pasar una noche en la escuela para ver qué pasa. Sí, dijo Lucio, yo sospecho de Pedro, José y Luis, seguro que son ellos. ¡Sí seguro! gritaron todos.
     Esa misma noche todos los chicos se quedaron en las aulas, esperando encontrar una solución, la noche avanzaba y nada, nadie apareció.
       Al día siguiente mientras estaba en clase llegaron Pedro, José y Luis pidiendo disculpas por su conducta y prometieron portarse bien, ser buenos compañeros y estudiar mucho para cumplir sus sueños: querían ser músicos. Los chicos los recibieron y comenzaron una hermosa convivencia.
      Los sonidos misteriosos, continuaron, pero se transformaron en una música muy agradable que llenaba de felicidad al barrio. Los tres chicos rebeldes comenzaban a cumplir su sueño, dejaron de molestar con sus ruidos por las noches y componían esas hermosas melodías inspirados en el clima agradable que vivían con sus compañeros y esto les ayudó a comprender que si ellos cambiaban todo iba a ser mejor.
     Ahora, por qué lo hacían en la escuela, eso nunca nadie lo supo.

Cristina Quarella
cristinaquarella@hotmail.com.ar













Carta a una niña

Hola Inesita, cómo te decía tu madre, pienso en ti y se me hace un nudo en la garganta y  caen lágrimas, discúlpame chiquita, no quiero llorar porque sé que has llorado mucho, tantas cosas que viviste y a la vez fuiste un poquito feliz, con la tía Amelia, papi, mami, la familia. Recuerdo cuando ibas a la escuela y la tía te cocinaba lo que más te gustaba, jugabas en la escuela con tus compañeritas. Mirta tu mejor amiguita, siempre juntas; quizás lo tenías todo pero te faltaba algo, libertad. Estabas presa sin saberlo, te robaron hasta la sonrisa. Un hombre malo que parecía un corderito, pero era un lobo... hay querida, cuánto sufrimiento. Un día sin querer te ayudaron a hablar, a contar de ese lobo malo, pero seguiste presa porque la ayuda fue pequeña y llena de mentiras. A pesar del miedo, la bronca y la importancia saliste adelante, tenías un deseo y por ese deseo viviste, querías ser grande, defenderte sola y tomar tus propias decisiones. El camino fue largo pero lo lograste.

Ine













Un pesebre en vía Suecia

Entre sus brazos baldados, va el niño en pañales. Ella con un coche por burrito y un Emmanuel por San José. En su agitado paseo, esconden los últimos confites, único sustento que les ha hecho posible viajar por el desierto hasta la lejana capital santiaguina, Belén recóndito, de un Herodes de verde pañuelo. En su travesía, han acumulado ciento y un mil experiencias “a la orden” de la supervivencia; mezclada con sueños mozos que transitan silenciosamente por los vagones del metro Los Leones.

Javiera Del Campo
Chile
javieraemiliadelcampoz@gmail.com













Brindo por lo que no supe
y nunca sabré
y brindo también
para que deje de doler.
Dame alas, tiempo,
dame sueños, vida,
porque sientiendo
Como siento,
nunca moriré.

Inés Massari













 Y era mujer así 

Cómo desnudarla
si su palabra estaba desnuda 
si su poesía estaba desnuda. 

Cómo desnudarla 
si su voz de brisa estaba desnuda .
si sus negros ojos estaban desnudos.
 
Y era bella así. 
Y era mujer así.
 
Cómo desnudarla 
si su perfume estaba desnudo 
si su sueño estaba desnudo. 

Cómo desnudarla 
si su sonrisa estaba desnuda 
si su cabello estaba desnudo. 

Y era bella así. 
Y era mujer así. 

Daniel Ernesto Galvan
danielernestog5@gmail.com













Los perdedores cantamos bajito 
a veces a los gritos,
llevamos sol y luna por la sangre
conflictos de vanguardia
comedia y tragedia asegurada.
Los perdedores somos otra especie 
detestamos la fama / festejos 
el poder y sus escarchas / 
La herida / vida expuesta
Sus filtros de nylon...
Los perdedores
un poco ... nos demoramos...
Alcanzar la meta nos distrae,
mucho más aún...
cuando la humanidad
hace huelga en continuado

María M. Stanganello
meri.marta@hotmail.com.ar