Revista Viajero Nro. 152 - Mayo 2020

 


Se fue


Se fue y quedaron sueños.
Se fue y quedaron proyectos.
Se fue y quedaron truncas muchas cosas.
Se fue y se extraña.
Al recuerdo triste de tu sonrisa,
al recuerdo amable de tus abrazos,
al recuerdo inconfundible de tu enojo.
A esos no le ganarás jamás.
Tan débil es un instante.
Tan sordo el silencio.
Tan desesperados los besos
y tan frío el verano.
Cómo no es un mal sueño.
Cómo seguir. Cómo.
Solo vi tu foto y no queda
más que escribir y llorar.


Jonatan














La espera


Los alumnos estaban inquietos, el profesor no llegaba, hacía ya un año que había tomado esa cátedra y siempre llegaba tarde, pero ese día no tenían noticias de él, no había avisado como era su costumbre.
   Guillermo Palacios era profesor de historia y daba clases en un colegio secundario de Pehuajó, Pcia de Buenos Aires. Él siempre acudía tarde a sus clases provocando las molestias de sus alumnos, compañeros, y autoridades del colegio, no podía solucionarlo, se había hecho una costumbre. Todo se atrasaba, y muchas veces se tenían que quedar después de hora para cumplir con la clase, pues los otros profesores adelantaban las horas y la de historia pasaba para el final de la jornada.
   Nadie sabía por qué Guillermo llegaba tarde, sin embargo, lo esperaban igual, sus clases eran admirables, sus explicaciones llevaban a sus alumnos a otras épocas, a lugares lejanos y creaban un clima como si realmente estuvieran viviendo las situaciones que escuchaban.
   Ya eran las 12hs y nada, habían pasado toda la mañana inquietos y casi sin escuchar a los otros profesores que parecían no preocuparse por lo que estaba pasando.
   Alicia, una de las alumnas del curso, tomó la palabra __Chicos! qué pasa, nos vamos a quedar sin hacer nada? El profesor Palacios no llegó, algo tiene que haber pasado.  __Silencio! exclamó el profesor de matemática, esto no es asunto de ustedes, sigan con los ejercicios. __Pero profesor, replicó Alicia, esto ya nos está alarmando, en un año el profesor Palacios nunca faltó. __Bueno, contestó el profesor de matemática, alguna vez puede ser la primera. Y siguió con la clase.
   Suena el timbre, eran las 13hs, hora de salida. Todos comenzaron a retirarse, menos Alicia. __Qué pasa? le preguntó Fernando, te vas a quedar? __Si, contestó Alicia, yo lo voy a esperar. __Bueno, te acompaño, dijo Fernando.
   Y ahí se quedaron los dos chicos, sentados en sus bancos, pasaron las horas, llegó otro curso a ocupar el salón, ni se dieron cuenta que ellos estaban allí, la indiferencia era total.
   Pasó la tarde, se retiraron todos, Alicia y Fernando, firmes esperando a su profesor. Comenzó a oscurecer, cerraron el colegio y nada pasaba, nadie revisó las aulas, todo quedó en silencio.
   Y ahora? preguntó Fernando, qué hacemos? __Nada, dijo Alicia, seguir esperando.   De pronto el sueño los venció y se quedaron dormidos. Pasó una hora  y un fuerte portazo los despertó. Sorprendidos levantaron la cabeza y vieron al profesor Palacios corriendo hacia el escritorio y acomodar sus cosas. __Pero profesor, dijo Alicia, qué hace a esta hora?, son las 12 de la noche. __Hola chicos! contestó el profesor se me hizo muy tarde hoy, empezamos? __Estamos nosotros solos! exclamó Fernando y... no hay clases de madrugada. __Y cuál es el problema?, a mi me desalojaron, estuve todo el día buscando un lugar donde vivir, por suerte lo encontré y vengo a cumplir con mi trabajo. Gracias por esperarme. Gracias por preocuparse, fueron los únicos, en honor a eso les daré mi clase, y aunque siga llegando tarde sé que ustedes me van a esperar __Y así sin más palabras comenzó con el tema del día.















Con aire de París


Y es así, no todo lo que brilla es de marfil
Y podrás decir, que la luna solo te hará reír
Pero al fin, tus ojos ciegos dormirán en un infierno ruin
Y que serán cristal disfrazado de rubí. 

Y buscaras allí...
en los brazos de algún burgués Rasputín
la alquimia de ser feliz, 
pero será quien te dará besos de copetín 
y corazón de aserrín, en las noches serás
“dame de compagnie” y “bon appétit”.
Cuando la tormenta asome, será el primero en huir.

Carnavales jocosos y fiebre de budín
Pasatiempos mimosos signo de comodín
El fuego quema todo y el sabor de mentir,
que ayer eras su tesoro más valioso y febril
Pero sos el juguete del ático que nunca se jugó por ti

Bocas de ceamse y lenguas de samurai
Hiriente de buenos modales como frío de bisturí
Te pintarán paraísos deliciosos, de un triste film,
al decirte: no es caballo galopante para ti
Mientras seguirás aseando boñigas de un rocín Pastoril

Cuando empieces a ver el ocaso morir
y el agua del río fluya cada cual su caudal, ahí...
Comprenderás cual es la causa de vivir
y sentir, el sabor amargo de sufrir.

Y muchas abejas azotarán la colmena -oid-
El zumbido de la tristeza y el tiempo fluir
obnubilada percibiendo un día gris
Mares de aguas Salinas caerá de tu ventana sin fin
Al decir: cuál fue el pecado que cometí?

Y quien acorazonado ha de velar por ti,
sin premio alguno, pero muchos sueños por compartir.

Victor Salinas
Fb: Víctor Salinas
Ig: poeta.paranoico














La figura


Esperaba el colectivo, en la misma parada, con el mismo deseo de desaparecer bajo el algodón de las sábanas. Había mucha niebla y los cristales de mis lentes no tardaban en empañarse. Todo lo que podía ver eran siluetas en el desamparo de aquel otoño en decadencia. En cada rectángulo, que se aproximaba (que crecía y se volvía más diáfano hasta conseguir la forma definitiva), radicaba toda la esperanza. Estiraba el brazo y cada dedo en el intento de dar con la figura correcta. Así pasaron camiones, combis y otros vehículos portentosos, cuyos habitantes me miraban con una mofa fugaz al dejarme atrás, tan desamparado como el resto del paisaje.
Durante más de media hora permanecí clavado en las entrañas de aquella niebla, que se volvía más gruesa y profunda, que se parecía cada vez más al mar. Sin embargo, no era una criatura del mar la figura que se acercaba desde la esquina. En un principio era una silueta tan difusa como cualquier otra. Al pasar los segundos, se percibía un movimiento elegante e hipnótico. Ya no cabía dudas, fuera lo que fuera, se aproximaba. Con la distancia bastante disminuida, se podía apreciar una radical transformación; parecía pelaje, se distinguía un lomo, una pata tras otra, orejas en punta, un mayor tamaño, el vapor del jadeo y la firme decisión de avanzar hacia mí. Retrocedí apenas, disimulando, observando el entorno con la esperanza de encontrar otra figura humana. Me fui alejando de la parada, cada vez más rápido, sin importar que estuviera haciendo el ridículo y que esa criatura inconclusa no fuera otra cosa que una mala interpretación. A pesar de que ya estaba corriendo a todo pulmón, la distancia no hacía más que acortarse, y lo hizo lo suficiente como para ya casi no tener dudas acerca de lo que era; un tigre de bengala. A los pocos metros me encontraría con la avenida más activa de la ciudad. Corrí y crucé la calle, corrí y no pensé en el aliento agitado que me perseguía.Ya lo sentía sobre mí, lo podía imaginar; yo, intentando escapar hacia los primeros rayos directos del sol, que empezaban a demoler las estructuras de la niebla, y él tirando todo su peso sobre mí espalda, dejándome sin aire para gritar. Por suerte la avenida se abrió ante mí y varias figuras humanas se componían doradas por la benevolencia de la luz solar. Seguí corriendo y llegué a la siguiente parada casi al mismo tiempo que lo hizo el colectivo que tanto había esperado. Desde la ventanilla lo pude ver; estaba quieto en la esquina, parecía desconsolado, cada vez menos tigre, menos figura, una masa indefinida. Aquella pareidolia felina se disipaba en el aire.















Un anillo de oro puro


Silbaba su partida el tren
en la vieja estación del pueblo,
sembrando de adioses el andén
bajo una nube de pañuelos.

Con el corazón oprimido
se despedía un joven viajero,
ante el trémulo brillo
de un par de ojos negros.

-Adiós amor. Volveré.
Me voy buscando un futuro.
Te prometo regresar. Te traeré
un anillo de oro puro.

-Adiós amor. Te esperaré,
pero no tardes demasiado.
Vuelve con el anillo o sin él,
pero regresa a mi lado.

Desnudó el invierno varias veces
a los árboles en las aceras,
y los vistió con ropas verdes
otras tantas la primavera.

Poco cambió en el pueblo
con su paz provinciana,
parió una torre el templo
con un llanto de campanas.

Los niños se hicieron hombres,
los hombres se volvieron viejos,
a las lunas siguieron soles,
a las muertes nacimientos.

Y un día en el mismo tren
volvió rico nuestro viajero,
en busca de aquella mujer
a la que prometió el regreso.

Al golpear la antigua aldaba
de aquel añoso caserón
sentía que se le desbocaba
como un potro el corazón.

-¡Ay mi niña!- le dijo al llorar
la encorvada criada vieja.
-Dicen que murió de enfermedad…
¡Yo sé que murió de tristeza!

Sergio Garione














Detrás de las ventanas


Vemos pasar el mundo detrás de las ventanas. Detrás de la máscara, de los anteojos. El mundo real habita detrás de…Y no lo podemos tocar, así literalmente. Nos lleva a pensar cuántas veces nos la pasamos mirando vidrieras en la vida, ¿no? Mirando la vidriera de la vida del otro, creyendo que la abundancia de la vida era para él y para nosotros solo quedaba la “ñata contra el vidrio”. Mirando, añorando y postergando lo que nos gustaría hacer cuando llegue “ese día” y resulta que… ese día no llegaba nunca. Quizás no nos sorprenda tanto este momento en que tenemos que mirar el mundo a través de la ventana, los afectos detrás de la pantalla del celular. Tal vez, hace mucho que ya veníamos en cuarentena, mirando la vida por la ventana por miedo a vivir. A lo mejor, este “distanciamiento” acorte la distancia que media entre el deseo y la acción y nos despierte ¿no?...
























Y hoy aquí, ya miro las paredes con desgano, 
pero salgo a mi patio y el sol me abriga y el espanto se apaga al mirar mis plantas. 
Los días hoy se escapan, entre una gran incertidumbre y un gran desasosiego....
Y somos casi un camino y no vemos el final....
Sólo deseamos el abrazo, que ahora se detiene a mirarnos desde un rincón....
Sólo deseamos no hablar de muerte....
Sólo esperamos un día más....
Sólo tenemos el arma del encierro, y un silencio tramposo que nos asusta, que nos descoloca, que nos aterra, y la impotencia de no encontrar la lucha que nos libre de este mal, es lo más doloroso.
Hay un rezo que se oculta en las entrañas pero es lo único que parece darnos un poco de paz. 
Hoy amigo, amiga, yo te digo, por favor no vayas a aflojar!!!!

Inés Massari
10-4-20 














A ti


Yazco en un páramo inhóspito y desierto
pero tu mirada me hace florecer

Languidezco en un intrincado y recóndito laberinto
pero tu boca me susurra la salida

Perezco en un bosque oscuro y enmarañado
pero de tus dedos nace la luz que me ilumina

Porque de ti emanan hacia mí:
las risas, los pájaros, las sutiles fragancias,
el verano, la poesía, las flores y la luz

Porque tú alejas de mí:
la angustia, el miedo, los cuervos, las pesadillas, 
la oscuridad, la soledad y las lágrimas de noche

Marta Oliver Santolaya
Madrid, España















Corazón de luna


A esa luna bonita 
trasnochada 
blanca 
que vaga confundida 
por el cielo azul 
de la mañana ... 
¿Alguien le dijo que la noche negra 
ya se puso 
su camisón de estrellas 
y misterios 
y se ha ido a dormir 
con sus amantes ? 
¡Ay luna bonita 
enamorada 
tu corazón y el mío 
desbocados 
cosas de locos hacen 
por su amado! 
Cobijame en tu vientre 
humo plateado 
y llevame hasta el sur 
de cerro y lago.

Marta Emilia Guerra














El Ángel de Alicia


Será una triste Navidad sin papá, murmuró Alicia, abatida, mientras su hermana Nélida la peinaba.
Lo sé, Alicia, pero nuestra madre ha dicho que la guerra terminará muy pronto y papá estará de regreso.
Nélida deseaba que sus palabras no fuesen solo una excusa para tranquilizar a su pequeña hermana, pues sabía que la realidad era muy diferente.
Llevaban tres años en guerra y las cosas no parecían mejorar. Además el invierno era muy crudo y apenas les alcanzaba el dinero que su madre ganaba como lavandera.
Sin dudas no sería una feliz Navidad, pero al menos se tenían las unas a las otras.
Alicia, pensativa dijo:
Antes de partir, papá me ha dicho que todos los niños tenemos un ángel de la guarda, un ángel que nos protege y nos concede peticiones. Yo le pediré que lo traiga de regreso.
Pues eso es lo que debes hacer y ya verás que cuando menos lo esperes, todo volverá a ser como antes.
Una sonrisa feliz se dibujó en el rostro de Alicia y ya más animada le pidió permiso a su hermana para ir a dar un paseo. Al menos ese día no había nevado y el sol brillaba regalando su calor y esplendor.
Nélida asintió con la condición de que no se demorase demasiado, ya que en un par de horas su madre estaría de regreso para celebrar la Nochebuena.
Alicia tomó su abrigo y salió a caminar, pensando en lo que había hablado con su hermana. 
Su padre también le había contado que los ángeles vivían en las nubes y que cuando nacía un niño, Dios elegía a uno de esos angelitos y asignándole la protección de ese niño, lo hacía bajar a la tierra. 
Alicia sabía que tenía un ángel de la guarda, pero jamás lo había visto ni hablado con él. Se preguntó donde se escondería.
De pronto, observó que un niño, de aproximadamente su misma edad, se encontraba sentado en los pies de un árbol, tiritando de frío. 
Vestía harapos y su rostro estaba muy sucio. Alicia se acercó a él.
Hola, mi nombre es Alicia ¿Y el tuyo?
El niño levantó sus grandes ojos azules, muy sorprendido, ya que no estaba acostumbrado a que nadie se acercase a hablarle.
Hola Alicia, mi nombre es Ángel.
Bonito nombre. Dime, ¿qué haces en este lugar, sin abrigo y tan desaliñado?
Adopté los pies de este árbol como mi hogar, sus enormes ramas me protegen un poco de la nieve. No tengo otro lugar donde ir, ni una familia que cuide de mí.
Alicia conmovida ante el relato del niño, le dijo:
Si quieres, puedes venir a pasar la Nochebuena en mi casa. Vivo con mi madre y mi hermana, mi padre se encuentra en estos momentos luchando en la guerra. No encontrarás grandes manjares, pero sí un hogar lleno de amor, en el cual serás bien recibido siempre.
Ángel esbozó una amplia y hermosa sonrisa, tal vez la sonrisa más bonita que jamás haya visto Alicia, pues estaba llena de gratitud.
Eres la primera persona que se preocupa por mí y me gustaría ir a tu hogar, pero no deseo ocasionarte ningún inconveniente con tu familia.
Alicia sabía que su madre no se enfadaría por la invitación, ya que ella y su padre fueron los primeros en enseñarle que siempre se debe ayudar al prójimo. Y así se lo hizo saber a Ángel.
Tal como lo imaginó, una vez en su casa, su hermana y su madre recibieron a Ángel con gran hospitalidad y afecto.
Le hicieron tomar un baño y le dieron ropa limpia.
Como agradecimiento ante tanta gentileza, Ángel les ayudó a poner la mesa, y luego de una agradable cena, las deleitó cantando canciones navideñas con su melodiosa voz.
El reloj marcó las doce de la noche, ya era Navidad, y a falta de obsequios para repartir, se regalaron besos y abrazos.
Antes de ir a dormir, Alicia y su nuevo amigo se quedaron conversando  frente al calor de la chimenea.
El niño le preguntó:
Alicia, ¿cuál sería el mejor regalo navideño que podrían hacerte?
Y Alicia no tuvo que pensar demasiado, su mejor regalo sería tener de regreso a su padre y que la paz volviese a reinar en su país y en el mundo.
Luego Alicia le devolvió la pregunta:
 ¿Y para ti, Ángel, cuál sería tu mejor regalo?
A lo que el niño respondió:
Gracias a ti y a tu familia ya tuve mi mejor regalo, el poder celebrar la Navidad en un hogar con amor.
Alicia, emocionada por la respuesta de Ángel, lo abrazó y le prometió ser su amiga por siempre.
Luego ambos niños fueron a dormir.
Alicia fue la primera en despertarse en la fría mañana de Navidad.
Miró por la ventana y observó que la nieve caía copiosamente.
Luego, sin hacer ruido, fue hacia la sala a encender la chimenea.
Cuando se disponía a preparar el desayuno, sintió que unas suaves manos se posaron sobre su hombro. Pensando que se trataba de Ángel giró sonriente, pero se topó con un hombre mucho más alto que su nuevo amigo, con varios años más que él y con unos ojos que reflejaban cansancio y felicidad a la vez.
En un primer momento, Alicia pensó que se trataba de un espejismo o de un sueño, hasta que el hombre que estaba frente a ella la abrazó y al igual que cuando era pequeña, la alzó y la hizo girar tantas veces que Alicia ya no tuvo mas dudas de que estaba sucediendo realmente ¡Su padre estaba de regreso!  
Al sentir las risas, su madre y su hermana también se levantaron y a partir de ahí, sonrisas, lágrimas de felicidad, abrazos, besos y un sin fin de palabras afectuosas invadieron el humilde hogar.
Una vez calmados, Alicia recordó que Ángel se encontraba durmiendo en la habitación que en otros tiempos había pertenecido a su abuela.
Golpeó suavemente la puerta, pero al no obtener respuesta entró al cuarto.
La cama estaba vacía y no había señales del niño en toda la habitación, solo vio una nota descansando en la almohada.
Alicia la tomó y leyó:
Alicia:
Me ofreciste tu amistad, tu hogar y tu corazón desinteresadamente, demostrando así tu extrema bondad, sin saber, que en realidad te encontrabas ayudando a tu Ángel de la guarda. Como respuesta a tu noble acción, te recompensaré haciendo realidad tu deseo, trayendo a tu padre de regreso y paz en el mundo.
Ahora me marcho, para continuar con mi misión en esta tierra, la de proteger a los niños que requieran de mí.
Si me necesitas, solo debes buscarme dentro de tu corazón.
Con cariño.
Tu Ángel guardián.
Alicia, con lágrimas en los ojos, terminó de leer la carta. 
Sin saberlo, había ayudado a su Ángel de la guarda y él la había ayudado a ella. 
De alguna forma ella también había actuado como Ángel, de su propio Ángel.
La guerra había terminado y su padre estaba de regreso, Alicia no cabía en sí de tanta felicidad. 
Además había aprendido una importante lección, no es Ángel quien posee alas, sino quien te cuida, brinda amor, equilibrio y felicidad, pero también debemos merecerlo, actuando de igual forma,  por lo tanto hay que estar muy atentos, pues uno nunca sabe cuando puede encontrarse con su propio Ángel de la guarda.





















Mate


Mientras terminaba de redactar el último punto del trabajo que tocaba entregar al día siguiente, un ruido extraño proveniente de mi interior llegó hasta mis oídos. Un sonido vibrante que movilizaba mis entrañas y me instaba a ingerir alimento. 
Haciéndole caso a la orden de mi estómago me levanté y caminé hasta la pequeña cocina. Que escrito así parece un paseo por el parque pero en la realidad no fueron más de tres pasos. 
Dejé llenando una vieja pava mientras encendía dos hornallas, una para calentar el agua y la otra como un intento de subir la temperatura dentro del frío monoambiente en el que me encontraba.
Mientras el calor se apoderaba del agua, un recipiente que cabía en mis manos ahuecadas era llenado casi hasta sus terceras partes con hierbas especiales. Siguiendo la costumbre que dicta mi pueblo y en específico la de mi familia, tapé la entrada del recipiente y lo agité, dejando un círculo de polvo verde en mi mano, que sacudí chocando ambas manos repetidas veces. 
Al terminar, usé un repasador para agarrar la pava, y dejar caer agua de a pequeños intervalos.
Lo último para colocar fue la bombilla tapándola con un dedo, con lo cual el ritual quedó finalizado y mi voluntad por terminar el trabajo, renovada.
Tanto el mate como la pava viajaron acompañándome al lugar donde tenía la computadora encendida, expectante luego de varias horas por la finalización del trabajo.















Mírame amor mío


Mírame amor mío,
desde lo profundo de tu mirada
y verás lo que siento por ti,
es demasiado para caber en mí.
Mírame amor mío
y verás que no hay mentiras en mi sentir,
Solo verás la gran ilusión,
de que algún día sientas lo mismo que yo.
Mírame amor mío,
verás en el fondo de mis pupilas
que se dilatan constantemente,
cuando veo tu figura delante de mí.
Mírame amor mío
y verás que no puedo vivir sin tí.
No me avergüenzo rogar que me mires,
porque hoy logré ser correspondida,
por fin nuestras miradas se unieron,
donde en ella te digo cuánto te quiero
y lo que veo en la tuya me pone feliz,
ya que vislumbro un futuro que anhelo.















El profesor


Hacía mucho tiempo que venía pensando en ir a una Academia de costura, entonces invité a mi hermana a que fueramos juntas, así de esa manera nos podíamos consultar y ayudar entre las dos en lo que fuéramos aprendiendo. El curso era acelerado, para coser ropa de niños y para toda la familia.
El profesor era una persona muy agradable, aparentaba ser un honesto padre de familia, pero en realidad no era así en su vida cotidiana. Solamente lo aparentaba delante de sus alumnos. Los alumnos habíamos empezado a sospechar, al escuchar los terribles diálogos que tenía con sus seres queridos, sin entrar nunca en razones para cambiar su forma de vida.
Él estaba involucrado en cosas muy oscuras y tenebrosas, de sus pecados, el deberá pagarlos, cuando la muerte lo separe de este mundo y su familia.

Marta María Nastaly














El café del teatro


Si usted se llega al lugar 
apenas abre la puerta 
lo dejará boquiabierta 
un retrato singular.
Que es muy digno de admirar 
es de la madre Teresa 
fue su vida una proeza 
siempre al humilde ayudaba 
y su amor ella entregaba 
tan pequeña y qué grandeza

En la pared del costado
varios cuadros de famosos
Troilo, Goyeneche y otros
artistas bien preparados. 
Qué bien han representado
nuestra danza popular 
y también podrá encontrar
 todo lo que se ha hecho 
y unas arañas de techo 
para alumbrar el lugar.

Varias mesitas cuadradas 
para cada comensal 
y de forma consensual 
con manteles adornadas.
Se desprende en la jornada 
el perfume de un cortado 
también un sándwich tostado 
quizás un rico guisito 
pastafrola, alfajorcitos 
que lo dejará asombrado.

Aquí lo están esperando 
una pareja preciosa 
es Javier junto a su esposa 
que al teatro la está mandando. 
Viviana va suspirando 
para observar una obra 
mientras en la caja, él cobra 
y recauda lo del día 
que los llena de alegría 
ya no viven con zozobra.

Olga Antognoli de Gaffoglio 
Julio de 2015