Revista Viajero Nro. 91 - Febrero de 2015




Las "benditas" foráneas influencias


El intercambio y la fusión de culturas que protagonizaron las etnias locales con los europeos desde épocas anteriores a la Emancipación, conforman la génesis de la música local cuyo proceso - como toda expresión artística - está siempre en movimiento, es dinámico y esto lleva a que hoy la Argentina cuente como país cosmopolita con un manantial de aportes foráneos que no hacen pecaminosa su realidad musical, todo lo contrario, la nutren. En mi opinión, cualquier cultura, por pura o autosuficiente que se proclame, siempre le debe algo a alguien, siempre debe a otro una inyección de novedad, siempre le debe a un “jardinero de afuera” el riego de una contribución extranjera que la robustecerá con el tiempo.
Las raíces de la música argentina se remontan al Siglo XVI a partir de dos corrientes fundamentales de influencia: la hispánica y la nativa americana; de la primera tenemos la corriente que ingresa por el Río de la Plata con los españoles (que luego se expande por el Virreinato); de la segunda, el legado cultural étnico; el aporte de las misiones jesuíticas en los siglos XVI y XVII, y el de los Incas en el Norte - con sus ritmos, melodías y aerófonos como la quena, antara y pincullo – son algunos de los principales ejemplos. Aunque existen otras fuentes de influencia de las numerosas comunidades étnicas que poblaban el territorio, la intervención española fue clave para el mestizaje cultural del que proviene gran parte de la producción artística de este país.
Claro que, no siempre los aportes foráneos se instalan en un marco de común acuerdo para sentar las bases de un intercambio, a veces son impuestos a la fuerza y con violencia. Lamentablemente, la historia se forja así. Y en lo que refiere a penetraciones culturales agresivas, con el tiempo se borra con el codo del olvido lo que se ha escrito con sangre.
Pero no seamos extremistas. El intercambio cultural entre los pueblos, en ocasiones, se desarrolla con pasividad, e incluso, con manifiesta necesidad de oxigenación. Es el caso de muchos países de Europa (Alemania es un claro ejemplo) que tras la segunda guerra mundial debieron airearse de flagelos como la xenofobia y el nazismo. Hoy en día, en cualquiera de las grandes ciudades europeas, se ve transitar por sus calles a gente de las más variadas etnias y culturas, y lo hacen no como meros turistas o pasajeros de un naufragio, sino haciendo gala de su identidad cultural, con sus atavíos, costumbres, lenguaje gestual y…. ¡su música! Esto habla de una integración (con miras a una influencia futura) que en otras décadas era impensada.

Continuará...

Insaurralde, Alejandro.
Las “benditas” foráneas influencias. Literarte [en línea]. 2010.











a pesar de las diferencias entre las ideas desteñidas
y los árboles que no dan flores
esa distancia en un viento
que cantando los mira desde abajo
le rompe el cántaro.
pero que pasa?
Dónde me lleva?
Se quedó confundida.

Lucía Tyburczy 










Sueños


La muerte sigue sentada
junto al río, purifica el silencio
sentada coquetea 
con su traje rojo
espera el arpa
para acompañar miedos,
desganado el corazón
se pinta con abstractos
aquel mundo subterráneo
donde ve como lánguida sombra
adormeciéndose el alma
dentro de los sueños

Beatriz Guano de Scalisi
en “Es Otoño y Amanece” 









El señor de los cuentos


Resulta que a este señor, que alguna vez niño, al parecer tramposo, retorcido;
Le gustaba matar el tiempo imparable, ¡que atrevimiento!.
No por eso asesino de horas, ni mucho menos.
El terror de los minutos… el pensaba.
Solo desgastaba los relojes contando cuentos nunca contados
De obra y vida, de sueños montados en nubes perplejas.
Estos saltarines colmados de colores, brotando en esencias cuasi infantiles,
Apuraban manecillas sin que ellas lo noten una y otra vez.
Ya que en  cada situación recreaba escenas como vividos recuerdos
Así volaba en vez de caminar, así suspiraba en vez de respirar,
Para contarlas al viento o simplemente para sí, mirando hacia los niños.
Inclusive mientras se bañaba en palanganas de lata 
o subía de apuros a algún colectivo en traqueteo,
Dando largas zancadas con los brazos alzados,
Extendiendo índice y pulgar,
Silbando letras de composiciones que se perdían 
Entre el anonimato y la gente sin imaginación.
Entre el tic-tac de los pulsos y los antojos de los dulces.
El señor de un cuento que tituló… su vida,
Dándole lugar a la reflexión a su edad mediana
No encontró lugar para historias entre las nubes de realidad y el trajín de/ 
Hábitos diarios
Ni siquiera en el mundo adulto, colmado de desventuras
Aquel señor que llamaban loco, no dejo jamás su más preciado arte
Nunca se marchó, ni conoció la resignación.
Sus huellas…
Su tesoro inentendido compartido,
Malinterpretado como cualquier descomunal.
Se dice que murió silbando a las estrellas,
A un lucero de astros resplandecientes.
 Dicen que ya habían venido a buscarlo en interminables ocasiones
Y cada vez había una historia que atrapaba a su captor sombrío
Que por clemencia o diversión lo dejaba en esta tierra
Hasta que la voz se fue apagando de tanto matar el tiempo
Fueron pasando así años….
El señor del cuento llegaba a su desenlace
Silbando al viento y a la parca, ya su amiga.
Una noche de abril de ojos cerrados,
Ese día el arco iris perdió un color en un segundo muerto.
Un Colorín colorado.

Luciano Calzada










Soga


Al lado suyo
y que un abrazo
sea un milagro
un beso un triunfo
de una luchadora incansable
esta mediocridad
estas migajas confortables
esta nada con sentido
es desconsolante.
Caen en el reloj
los últimos
granos de arena
Olvidé decirle que aún no se
si me quedaré aquí.

Marina P. Aguirre










30 minutos no es amor


Siete días dura el dolor,
y media hora el amor;
Pero... que media hora señor.
Ardiente y fugaz, como una
estrella al pasar.

Dejas tu estela en mi cuerpo,
y a mis ojos no dejas ver más allá.
Siete días te espero
y en media hora te vas.

Tu ardiente compañero;
haces que valga la pena esperar.
Media hora contigo
y siete días de soledad.

No extraño tu cuerpo,
ni tu ardiente pasión.
Extraño verte a los ojos 
y navegar en tu interior.
Siete días dura la espera;
y media hora el amor.

Héctor Daniel Carpio










Oda a su aroma


Me abraza, la respiro, me llena 
y me pierdo.
Toda ella es aroma. Huele a infancia, 
a ternura.
Huele a esa frescura que desearíamos respirar eternamente.
Aliento, aroma, sabe a primavera.
Piel, camino de algodón.
Acaricio su piel... y los dedos 
atesoran recuerdos y suavidad.
Me recuesto a su lado, respiro, como se respiran esos años que se escapan entre los días.
Aroma a despertar, de un tesoro, ¡como desearía que fuera eterno!.
Huele a lo suave, a lo que no tiene palabras
Respiro, retengo su aliento en mi alma... 
No, no te vayas, no vueles al devenir, 
aroma a bebe, déjame respirarte un instante más.

Liliana Araya
Enero/15