Revista Viajero N° 83 - Mayo 2014

 

A puro bicho


Cualquier músico o escritor lo sabe: es mucho más difícil componer o escribir para chicos que para adultos. En primer lugar, porque el juicio de los más pequeños resulta siempre implacable. Y luego, porque cuando se lo hace para esos locos bajitos -como dice Serrat-, se corre el riesgo de subestimarlos. Hay cientos de espectáculos infantiles que servirían para corroborarlo.

“A puro bicho”, el CD de Francisco Suárez que acaba de aparecer con once temas inéditos, es acaso la mejor prueba del esfuerzo que demanda la creación para niños cuando se los trata con el respeto que merecen. Once temas que representan un viaje por casi todos los géneros musicales de nuestro país, porque va del chamamé a la cueca, de la chacarera al candombe, del tango al malambo, y todo sin olvidar el lonkomeo, aquella “rogativa” de origen tehuelche adaptada luego por los mapuches.

Siete de esos temas le pertenecen, solo o en colaboración, al propio Francisco Suárez, que como intérprete desparrama gracia y buen gusto a lo largo de toda la producción. Apoyado siempre, además, en una excelente propuesta musical, llamativamente ajustada y pródiga en arreglos felices.

A gusto de este redactor (juicio que no necesariamente tiene por qué ser compartido por los más chicos), aún dentro de lo parejo de la producción se destacan tres canciones: “Malambo del lobizón” (pletórica de buen humor), “Chamamé de la pulga” (acaso el primer tema musical que alguien le haya dedicado a Lionel Messi) y el muy bello, bellísimo “Corre ñandú” (lonkomeo que lleva las firmas de Leo Bernstein y Julio Lacarra).

Consejo: un CD ideal para compartir con hijos, nietos o sobrinos, porque no tengo ninguna duda que “A puro bicho” tiene también la rara virtud de devolvernos por un rato a los adultos a aquellas horas de la infancia. No se lo pierdan.

MAM










Sublime


Milagrosa es tu boca 
que recorre me figura 
sembrando escalofríos.
Se apodera de suspiros 
posee mi piel 
entibiando cada poro 
despertando los sentidos 
en lugares recónditos.
Iluminadas, sabia 
graduada de susurros 
poseedora del mapa 
con los puntos cardinales 
y los hitos secretos 
en mi cuerpo... Tuyo! 

Marina Aguirre 
anira90@hotmail.com



















Feíto, hermoso


Quiero contarles  que ya hace más de un año,  que no está en el barrio porque su salud no soportó el crudo invierno pasado. Un día apareció en la calle, cerca de la Avenida, haciendo amistad con todos los vecinos. Quienes lo veían se impresionaban, primero por su aspecto  sucio y descuidado, segundo por su mirada  llena de ternura. Pancho, tal como lo habían bautizado en la cuadra, era  un mestizo, vaya uno a saber de la unión de qué razas, era grande, corpulento y peludo, las patas estaban castigadas por alguna enfermedad reumática por lo que estaban medias torcidas y gastadas de soportar tantos años; sus orejas largas  ubicadas raramente en la cabeza porque dejaban ver un espacio considerable entre una y otra. El paso del tiempo había castigado su cuerpo sin piedad, la falta de baño en su pelaje, descuidado, duro,  era el espacio perfecto para que habitaran pulgas y garrapatas; esto traía como consecuencia que el pobrecito Pancho, padeciera de algunas peladuras importantes y llegara a contraer la alergia a la saliva de la pulga.
 Cada vez que salíamos a hacer las compras nos acompañaba a todos, señoras, señores, niños, adolescentes, ancianos, él era el ángel guardián de la vereda, si algo le molestaba ladraba, como diciendo "esta cuadra es mi responsabilidad y debo velar por el cuidado de mis amigos". Contento iba al lado de quienes salían a la avenida y volvía  enseguida si veía que se alejaban muchas cuadras. Las noches y los días, él siempre estaba, las maestras que más lo protegían y le daban comida y agua en su tachito que jamás faltaba en la vereda, además  le tiraban alguna manta para que pudiera pasar la noche. 
Por lo que pude averiguar sus posibles dueños vivían a dos cuadras del lugar que él había escogido para permanecer. Una vez pasé por ahí y ví que en la vereda le habían construido una casita de cemento (desconozco si era solo  para él o para cualquier perrito que vagabundeaba); lo vi al costado de la casa profundamente dormido al sol Algunos querían adoptarlo pero él  fiel a su cometido, sólo le importaba caminar y trotar en la vereda que había adoptado como propia. .
Todos los días nuestro amiguito Pancho, fiel y compañero incondicional permanecía mirando a los que pasábamos, fijaba sus ojos en  nuestras bolsas de las compras, como diciendo "me convidás un poquito?". Era imposible mirar para otro lado,  si no lo premiábamos con un pan, o lo invitábamos con cualquier otro alimento que contenía la bolsa. 
Nunca hubiese querido ver, lo que aquella mañana. Lloré, sin poder contenerme porque ví a Panchito, tirado en la vereda con el lomo hecho pedazos de los latigazos que le habían dado con un alambre, o algún otro objeto cortante (decían que era como un machete) me enteré que había pasado un Pitbull, con su dueño y se habían peleado con Pancho, y este señor en la desesperación no tuvo mejor idea que darle una feroz paliza a nuestro cuidador causándole una cantidad de heridas importantes, heridas que cruzaban de lado a lado el lomo del pobre Pancho; nadie podía creer lo desalmado que había sido este hombre. La señora del kiosko de enfrente, no lo pensó dos veces y encerró a su perra en el fondo y lo llevo a Pancho algunos días hasta que se repusiera. Ella había escuchado el momento más cruel que le tocó vivir a nuestro Feíto, Hermoso, e incluso trató de parar con el castigo que le estaba dando; pero no pudo hacer nada porque el señor estaba enceguecido por la ira. Los días siguientes fueron muy duros para Pancho, lastimado y con riesgo de contraer una gran infección; pero el amor de los que lo amaban hizo que enseguida se lo llevara al veterinario. De a poco se recuperó y volvió a ser como antes, amigo  y compañero de todos. 
El tiempo transcurrió y los años que tenía vividos, hicieron que comenzara con los achaques  de la vejez.. Se quedó acurrucado, sin poder incorporarse en sus patas gastadas de tanto correr de un lado a otro,  en el lugar elegido para hacer su guardia todos los días, con una campera  que lo cubría esperando el momento de partir para nunca más volver.

Rosa Leonor Ferreira
















Hubo unidad
y sí, había mucho viento
cantamos emociones
Aquí está el puñal!
trozado de papeles
me gustaría tanto
entonces,
una cadena formemos
todo reunido está
dan flores en la región.

















Catálogo de fe


Creo en los sentimientos, en la nostalgia,
en los héroes anónimos / Creo en la luz
del sol y en las mareas, en la huella de
tus pasos perdidos en la arena / Creo en
el perdón y las utopías, en el sacrifico
de muchos usufructuados por pocos, en
la autentica alegría de los novios, en sus
danzas prepnuciales, y en la mirada que
expresan con un fondo de esperanza /
Creo en el pensamiento, en la sapiencia
de mi canario dormido sobre un tomo del quijote /
Creo en tristezas y melancolías, también
en la memoria, y en casualidades,
como hallar el amor de mi vida al cruzar
una calle / Creo en los niños y su candor
de palotes, en las lecciones de la historia,
en las metáforas, en los símbolos de la poesía /
Creo en las palabras y en la música,
en la inteligencia afectiva, emocional /
Creo en la lluvia golpeando mi ventana
y en la abnegación de aquellos,
que vacías llevan las manos /
Creo en la mentira piadosa y en la
cordura de los locos en el poder
transformador, de todo arte /

Creo en cuestión, que aun somos
humanos.

Marta Garcia
                                                                                              
                                                                                                  














Romance Valenciano
        Capítulo 3


Dos meses después, Mariela volvió a Valencia a llevarle una hermosa manta tejida con sus propias manos a su tía como regalo de cumpleaños. Un día, recorriendo las calles por las que jugaba con Margarita en su infancia, localizó a un grupo de bailaores acompañados de un guitarrista y un percusionista, que presentaba todos los días su pequeño espectáculo en la plaza para ayudar a los niños del barrio. En un momento donde las muchachas del grupo interpretaban una Zambra, la mirada de Mariela chocó con la de uno de los bailaores, que estaba sentado en una silla de estilo flamenco junto al guitarrista. Al terminar la danza de sus compañeras, él se le acercó y le preguntó: "¡Oye, guapa! ¿Me concedes el siguiente Fandanguillo?"
Con sus raíces españolas intactas, la joven aceptó la invitación y bailaron juntos. Fue tan perfecto como si lo hubieran ensayado, pues Mariela tenía un gran talento para el baile, pero nunca se había atrevido a demostrarlo. Durante toda la coreografía, los dos se miraron atentamente a los ojos.
Mariela fue a presenciar el espectáculo los siguientes dos días. Al terminar la función del último de ellos, el apuesto bailaor la vió, fue hacia ella y le dijo: "Oye, no he podido olvidar ese baile que compartimos". "Tampoco yo", respondió Mariela. "Por eso vine aquí todos los días".
"Aún no sé cómo te llamas".
"Mariela. ¿Y tú?"
"Felipe Castero, bailaor de alma". Los ojos marrones del joven brillaron. él y la artesana pasaron un largo rato charlando, y descubrieron que tenían muchas cosas en común, destacando el amor por su tierra, sus costumbres y en particular su música y sus fiestas. Al enterarse de que Felipe y su grupo querían visitar distintos lugares para darse a conocer, ella le ofreció pasar alguna vez por Cambridge, pues allí se valoraba mucho la cultura (y además, podrían verse de nuevo). Felipe le dijo que harían todo lo posible por ir, y de despidió de Mariela besándole la mano.
Cuando volvió a Inglaterra, Mariela se enteró de que la familia se agrandaría: le nacería un sobrino. Entonces, prometió a Margarita u equipo tejido completo: manta de invierno, ina de verano, saquito y chaleco. Tiempo más tarde, cuando iba a la casa de su hermana, la muchacha vio una cartelera escrita en inglés y español que decía:
                                              "FESTIVAL DE DANZAS ESPAÑOLAS.
      Músicos en vivo. Cuerpo de baile encabezado por Felipe Castero.                             Sábado 15 de Febrero, 8 PM, American Theatre"

"¡Es él!, exclamó, y luego se tapó la boca al darse cuenta que estaba en la vía pública. Corrió a destino, contó lo sucedido en su viaje a España el pasado año, y Margarita y Richard aceptaron ir con ella al teatro. Al volver a casa, narró la historia completa a su madre y ella también quiso acompañarla. En la tan ansiada noche, los cuatro se dirigieron al teatro vestidos muy elegantes. El American Theatre era un auditorio de forma semicircular, pequeño pero con un escenario grande. En la muestra hubo de todo: Jotas, Alegrís, Tangos, Zapateados, Boleros, composiciones icónicas como "La Vida Breve" y la "Danza del Fuego", Pasodobles y la infaltable Rapsodia Valenciana. Para el final por Sevillanas, el guitarrista tomó el micrófono e invitó a los espectadores que quisieran a subir al escenario y ser parte del cuadro. Al principio, nadie se ofrecía; hasta que Mariela, siempre valiente, se puso de pie y caminó con paso decidido al escenario. Detrás de ella, cuatro personas más fueron conducidas por dos muchachas a las bambalinas para cambiarse de ropa y lucir como verdaderos bailaores flamencos. A Mariela le pusieron un traje blanco a lunares verdes y na flor blanca en el cabello. Cuando los músicos comenzaron a tocar, los invitados salieron a escena. Felipe se acercó a la hija de María y la condujo de la mano hacia el centro del espacio, mientras le decía: "Estás guapísima, más de lo que ya eres por gracia de Dios".
Como aquella tarde en la plaza de su Valencia natal, los dos no dejaron de mirarse a los ojos mientras bailaban y sonreírse. Ya nadie podía negar que entre ellos había Amor.

















Tu amor es la invención


Tu amor es la invención
de mi cabeza corta en madurez
un amor idílico, hecho de canción
semilla y poca sensatez.

Te amé, tal vez por haber sido
el único hombre que me quiso
tus ojos fueron el hechizo
y tu solo me querías.

Si pudiera remover el tiempo
y no tener que pedir perdón
si pudiera remover las hojas
y no sentir tanto dolor

Ojalá no haya quedado dañada
tu bien amada
y que te acuerdes de mí
con tu sonrisa más humana.