Revista Viajero Nro. 33 - Abril 2009





Un espacio oscuro


En un espacio oscuro, más allá del alcance de la luz de dioses
miente, herido y trastornado por los restos de una amor traicionero.
La inocencia de un niño es comprada y vendida en el nombre del maldito,
pues al rabia de los ángeles se marcho en un silencio frío.

No voy a pedir perdón porque conozco lo que hago,
como voy a retener este dolor tan verdadero.

Dime cuando el beso del amor se convirtió en mentira.
esto lleva la cicatriz de tu pecado muy profundo,
no me ocultare detrás de este miedo hacia ti
por favor llevate tu haz de luz falsa, de este espacio oscuro.

Todos los momentos malos han sido puestos a descansar otra vez,
la sonrisa del alba, trae lujuria y felicidad nuevamente.
Se puede ahora enfrentar los días sin ser traicionado por la confianza,
las horas pasan y salvo la vida sacudiendo el polvo de tus marcas.

La tormenta golpeo el barco que giro hasta hundirse,
y aunque caí al mar sigo nadando hacia al orilla.


No me ocultare detrás de este miedo hacia ti
por favor llevate tu haz de luz falsa, de este espacio oscuro.

Leonel Hernan Ortiz















Llovizna de gotas


Gotas caen sobre otras entre un nublado espejismo espectral. Suaves, diátonas ensimisman la planimetría que cede sin cadencias, sin fulgores de timbre solar ritmando. Gotas que han compuesto lagos son lágrimas cuando no se llora, sino cuando se calla.
Si entre cada una viera la amplitud que las diferencia, no volvería a ver los charcos. Vería entre cada gota un espejismo fantasmagórico y pronto a deshacerse. Reuniría, sobre los vientos del rugir, una por una para poder componer lagos que volasen hasta diezmar los vacíos que separan Tierra y Cielo. Tentado, buscaría entre ellas a la menor, a la más pequeña para decirle que no se acobarde, que ya la composición está definiendo su nota sobre los planos de un hogar agua.
Que yuyos la acompañarán; que insectos revelarán su impaciente estridencia, serán compañías contra tanta soledad ya ante su cercano exilio. Quizá ella note comprensión, una soledad compartida al menos con mi decir. Pero jamás tolerará –por el bien de su raciocinio- que haya sido expulsada de la nube; atrio donde nunca incomprensión alguna se hubiera desatado si no fuese por aquel relámpago anunciante.
Está cayendo. La veo plenamente resignada a habitar sobre la vereda que se extiende siendo el arribo, la ruta de aterrizaje que no había premeditado. Y cae. Un baldío es sede de cuantas lágrimas se han desprendido de la garganta celeste, de ese llanto incontenible y necesario para permitirme verla. Sí. Porque si no hubiera habido llanto, nada podría haber sido visto; y ni siquiera podría haberse sospechado que también sienten las alturas, ternura, descomponerse para relacionarse. Es que su ascetismo no es tan extremo como para impedir que se transfigure su imperancia en lloviznas de voces pentagramadas.
Pero aún así debo confesarte, gota, mi arrepentimiento. Es que no verás más que figuras reflejándose a tu alrededor. No verás a nadie que sepa cuál es tu ansia, tu clamor solitario. Verás, gota, que sólo vos seguirás lagrimeando. Tales aguaceros se te figurarán como desiertos de fantasmas que rozan la superficie del charco. Y en donde junto a otras esa distancia por mí vista, mientras caías, persistirá.
Llovizna, nunca dejarás de ser gota. Nunca las partes que te componen podrán quedar olvidadas aunque no sean vistas, porque sino nada serás.
Llovizna, temo decirte que tu tragedia es falsa, que descompone toda auténtica angustia.
Llovizna, no te digas furiosa cuando las gotas son genuino desprendimiento hacia la soledad.

Federico Laureanzana
















Reverso


dedico a muchos de esos hombres que en el 
momento de las definiciones, 
se van en espuma.

tener un rasgo, saltar como un resorte,
reaccionar como un hombre verdadero,
que no prevee, ni el porvenir le importa,
es un mérito indudable y justiciero.

que es capaz de sostener con un rival,
que le sale al encuentro, un altercado,
es un gusto de valor muy singular,
que merece dejar significado.

pero si luego después de tal desplante,
donde se vierten insultos a patadas,
se arreglan y quedan como antes,
con la excusa de que no ha pasado nada.

es que ninguno de los dos tuvo coraje,
que hicieron de la riña un juego vano,
volviendo al recíproco homenaje,
a darse como amigos las dos manos.

no digo que resulte la porfía,
ni mejor el que mantiene su criterio,
pero cree que no puede en pocos días,
echarse al olvido los dicterios.

la frase lesiva es mucha afrenta,
la amenaza y los denuestos otro tanto,
que después reconciliados no se menta,
y siguen la emoción del nuevo encanto.

eso es lo malo, tiene olor nauseabundo
achicarse es un resabio de torveza,
es verdad que los más en este mundo,
van reptando agachando la cabeza.

por lo que cabe proclamar plena falsía,
pacto ruinoso de dos mentes temerosas,
que degradan su honor con porquerías,
capaces de llegar a cualquier cosa.



Domingo L. Lopito












La del barrio


Hoy me salio una murguita
y para el barrio va'ser
historia de pago chico
que fue creciendo después
Colon y Brown es la esquina
casi que me vio nacer
empedrado, heladeria, piberio, el almacen
y alli nomas la placita de futbol y barrilete
donde soñamos la vida
ganando tiempo tal vez.
Los Otrowski, Gantzer, Ferri,
Mancieri, Corin, Szilvay, Cacho, Jesus, la Titina
Susana y Coco alli estan
en la memoria del barrio
como tantos  otros mas.
Ojalä que los que escuchen
esta simple evocación
hayan sentido en el alma
a su barrio como yo.

Roberto Corin  
















Contempla los girasoles,
en su esencia nace su nombre.
Fieles a su instinto,
que los guía cuando claman su brillo.
Son protagonistas en la obra del día,
probemos asumir sus roles.
Son acróbatas del tiempo, brillemos,
busquemos nuestros propios soles.
Contempla los árboles,
como ríen cuando los acaricia el viento,
la fortaleza de su interior.
Como abrazan al suelo sus raíces,
y cobijan al sol sus ramas.
En ellos no existe temor,
su misión es brindar,
regar el paisaje de armonía.
Ellos son nuestros maestros auténticos,
la energía del universo nos une,
a todo, vibra en cada ser,
da vida a una única esencia.


Natalia S. Bozzo
noeliabozzo@hotmail.com















Corazones heridos


Cómo lograr calmar mi sed de amarte
si en mi estás presente a cada instante.
Cómo dejar de lado tu mirada,
si tus ojos penetran en mí,
aún cuando te alejaste.

No lograré consolar mi angustia,
mientras en mi, tu estas presente;
y hoy imploro que por fin partas,
aunque el miedo de estar sin ti
haga sentir que me ata.

Grace













En la marea


Salí a buscar una tormenta que terminara con la vida a la que nunca fui capaz de destruir. Salí a buscar una tempestad lo suficientemente compasiva que no me dejara escapar de su naturaleza furiosa; busqué cosa tal, y aunque aún no la haya encontrado, sin duda la encontraré.
   Mirar a lo lejos y no ver más que agua lo hace a uno sentirse lejos del mundo, lo hace a uno fácilmente olvidar el hecho de que el océano es parte del mismo; estando acá no tengo tantas ganas de morir, sin embargo no puedo quedarme acá para siempre, ya que esta soledad por compasiva que sea termina también lastimando; la soledad duele, pero la de un paisaje despoblado no es la peor, la peor es la suburbana, aquella en la que se ve el bienestar ajeno cual recuerdo constante de una propia felicidad siempre inalcanzable.
   Todo esto se va a acabar muy pronto para mí, ya que puedo ver a lo lejos a relámpagos sobresalir con su luminosidad de entre lo oscuro del horizonte; la tormenta eléctrica se me acerca, y desde lo tranquilo de la distancia que de ella me separa, puedo sentir como la adrenalina empieza a fluir en mis venas cada vez más rápido.
   Las nubes empiezan a cubrirme y el agua cae primero suavemente, pero su fuerza aumenta vertiginosamente; el agua empieza a agitarse y el miedo primario a perder la vida es algo que siento profundamente.
   Cierro los ojos y tomo con fuerza la escalera que conduce a la parte superior del barco; quiero morir, sin embargo el instinto de conservación me impide contribuir completamente con mi propia muerte, por lo que contribuyo con ella solo parcialmente.
   El viento es fuerte y hace al barco tambalearse de manera tan extrema, que tengo que usar toda la fuerza que tengo para no caer al agua; varias veces creí que caería, pero no lo hice. Soporté los embates del viento durante varias horas, pero finalmente mi fuerza empieza a escasear y caigo al agua; lo frío de la misma no me afecta tanto, ya que el enorme esfuerzo que hice insensibilizó todo mi cuerpo. Nado hacia el barco y casi lo alcanzo un par de veces, pero se aleja de mí como teniendo compasión de mi sufriente existencia; sigo nadando entre lo agresivo del oleaje y finalmente lo alcanzo. Trepo su escalera y finalmente caigo exhausto.
   La tormenta pasó y no solamente perdió ella en su intento de terminar conmigo, perdí yo también al sobrevivir a su ataque.
   El cielo vuelve a despejarse y espero ansiosamente la siguiente tormenta.
   Pienso en las cosas que dejé atrás y me doy cuenta de que no son muchas, son más aquellas que querría haber dejado, pero para hacerlo tendría que haberlas tenido en primer lugar, y nunca fue así.
   Pienso en ella; no puedo siquiera nombrarla, ya que su nombre es uno al cual desconozco. No la nombro pero si la recuerdo y aprecio: querría alejarla de todo recuerdo sufriente, de toda memoria hiriente, pero no puedo.
   Yo no te puedo hacer daño, la lejanía de mi presencia me impide lastimarte, pero también cuidarte, sin embargo vos sí me lastimás a mí con tu simple ignorancia de mi existencia; Yo no soy nadie para vos... vos si sos alguien para mí, pero yo para vos no existo siquiera en tus pensamientos.
   La compasión es muy peligrosa; yo considero positivo el sentir el dolor de los demás cuando se tiene la capacidad de reducirlo, pero no cuando se es falto de ella; yo siento el dolor de los demás muchas veces, pero no soy capaz de reducirlo, por lo que se trata de una compasión absolutamente inútil.
   Cuando uno es incapaz de sentirse bien y tiene compasión, intenta buscar el bienestar de los demás, pero cuando uno es también incapaz de ayudar a otros, solo quiere morir. Este es mi caso, yo no solo no soy capaz de sentirme bien, sino que además soy incapaz de hacer sentir bien a los demás, por lo que quiero mi muerte.
   Querría estar con vos y ayudarte, pero no puedo, por lo que quiero olvidarte.


                                Daría lo que fuera por cerca de mí tenerte,
                                Y hacerte cuanto antes de tu sufrir inconsciente.

                                Tu dolor tan sentido llegó a conmoverme,
                                De tu expresión lastimosa no pude deshacerme.

   No pretendo decir que entiendo lo que sentís; sin duda tu dolor es más grande que el mío, pero si te digo que lo comparto en parte, ya que sé perfectamente como es ser acosado por recuerdos hirientes de los que uno no puede deshacerse.
   El sentir que se es poseedor de una existencia inútil, es desesperante, pero la conciencia de que la misma está a punto de llegar a su fin, es algo que sin duda tranquiliza.
   Los días pasan y la escasa comida que intencionalmente consumí, me hace llegar débil a la tormenta tan por mí deseada; no voy a cometer otra vez el error de ser más fuerte que la tempestad, esta vez la misma me encontrará fácilmente eliminable.
   Las nubes negras y la electricidad relampagueante del no tan lejano firmamento, me hacen sentir que mi objetivo está a punto de cumplirse.
   Me viene a la mente un último y sentido deseo en forma de palabras.
   
Martín X