Revista Viajero Nro. 22 - Diciembre 2007





Mis consejos

No sabes que encierro en mi interior pero te aseguro que no es grande. Cuando te cuente no vas a entender, vas a pensar que soy tonto, pero no. El día se aproxima y es tan lejano a este momento, porque mañana sé que va a pasar, ahora los dedos se mueven solos y sin rumbo. Que voy a escribir, ni mi cabeza lo sabe, eso es lo interesante eso es lo grandioso como se mueven mis ideas, quien las pone en mi cabeza, para decir lo que digo y para callar tantas otras.
 El cerebro humano es un  mundo tan distinto al cotidiano, que es difícil entender como se ha creado éste tan simple y vacío por la mano del hombre. Dentro de nosotros hay infinitos sentidos, no se porque el exterior puede ser tan concreto y racional, matemático como una pared de cemento. Los valores humanos son postergados por la codicia, el dinero, las guerras, la tierra, el poder, trivialidades si uno las compara con lo hermoso y vital que es el corazón humano. El amor nos da el poder de ser feliz, eso vale mas que papelitos verdes que cuantos más tengas más van a ser tus problemas.
En la simplicidad veo el futuro de la sociedad, no es necesario dar muchas vueltas, la calesita es divertida pero no lleva a ninguna parte. Vale seguir tus sentimientos, luchar por tus valores, alcanzar lo que buscas. Ojo por ahí te equivocas y buscas lo que no hay que buscar, ahí esta el problema, volcate a la libertad, sé un libre pensador para buscar en tu interior esa verdad que todavía no encontraste, esta ahí para ser descubierta solo falta abrir los ojos de tu alma para ver con claridad tu vida, plantearte lo hecho y lo que harás para llegar a ser voz, para sentirte mejor como ser humano, ahí esta tu felicidad. Yo no sé que buscas, hoy te digo Paz, Amor, Tranquilidad, Honestidad y muchos otros sentimientos buenos que tenemos todos los seres humanos. Muchas veces tapados por la mierda que nos meten en la cabeza, que nosotros dejamos que se nos meta. Sé que a veces resulta difícil, solo hay que ser uno mismo, dejar que las cosas se vallan dando, no hay que dar vueltas, hay que proponerlo y hacerlo.
El torno que taladra nuestra mente es solo imaginario, nosotros lo inventamos para automutilarnos, no seamos bobos pensemos claro, expresarse y hablar, escribir y cantar, decir lo que esta pasando. No es tan grave, es como lo miras lo que importa. Una mente tranquila es una mente clara.
Estos son mis consejos, un humilde ser pensante.  

Leandro O. Szilvay















Me gusta imaginarte



En la frontera verde de la tarde
Los pájaros se beben el ocaso,
filtra en las hojas una mirada de humo,
            medita el horizonte
            El sol de octubre gime
encendiendo siluetas en las ramas.

Jadean las palabras del poeta:
“Transitar la vida sin imaginación
es andar ciegos... caminar a oscuras”.

Por eso...
            cuando los pájaros se beben el ocaso
me gusta imaginarte al borde del camino
como en aquella tarde luminosa,
           con un pequeño bolso
           y un atado de sueños.

No sé cómo es amarte
y casi sin quererlo,
          obstinado,
          contra viento y marea,
          obediente al mandato,
          me he vuelto caminante.

¿Puede negar el pájaro su idilio con el viento?
            Y en esta tarde blanca
          imagino tus ojos,
          tu sonrisa,
oigo la voz que ordena 
seguir siempre adelante,
mientras crece en el alma
la hermosa sensación de estar volviendo.

Eterno peregrino,
avanzo...  siempre avanzo,
me empuja la esperanza de encontrarte
           al borde del camino
           con tu pequeño bolso
           y un atado de sueños.

Pedro Soto















Te necesito


Necesito tus ojos hablándome suavemente
Necesito tus labios tocándome el alma
Te necesito cuando mis manos ansían besar
o cuando el recuerdo de tu fragancia me duele

Necesito tu cuerpo entibiando mi corazón
Necesito tu piel rozando mis deseos
Te necesito cuando mis huesos sufren el hastío
o cuando un jacarandá deja caer sus flores

Necesito cada mañana ver tu resplandor,
imaginarme tus sueños mientras duermes.
Necesito despertarme con tu sonrisa

Necesito tus dedos, tus manos, tu pelo
tu cara, tu risa, tus enojos, tu pelo.
Necesito tu ombligo, tu pancita,
tus hombros, tu cuello, tu alma, tu voz.

Necesito tu esencia, existencia, tu presencia
tus caricias, besos, y abrazos.

Necesito en fin,
mucho menos de lo que me das
Necesito tu amor
tu amor y tu amar
Siempre…

Jonatan













Símbolo del hogar


La mesa de mi hogar,
¡Cuantas cosas simboliza!...
años de un pan amado,
miguitas sobre el mantel
que pájaros del jardín,
recibieron con dulzura
y aire de mucho amor.

Rayones que en el tiempo
de aprendizaje, mis niños
lastimaron sin querer,
quizás...para no olvidar
un camino a defender.

¡Cuantas tazas derramaron!
con leche del desayuno
o el chocolate a la tarde
con tostadas y manteca,
vainillas y mermelada.

Muchas veces sus manitas
se apoyaban en el asa
y al descuido se rompían,
repitiendo el alimento
que enriquecía su vuelo.

Mesa que cobijó a una familia
tan plena de maravillas,
que soportó despedidas
y comprendí las heridas.
También vio crecer boquitas
que fueron soplando velas
y hoy recibe los retoños
de aquellos niños de antaño.

Mesa que sos mi aliada,
junto al lápiz y al papel
para escribir cada verso,
con lágrimas de nostalgia,
por el amor que se fue.

Mesa, ¡Te quiero tanto!
sos una gran compañera,
contemplas mi vida entera.
El árbol que fue tu padre
me impulsa a seguir andando
al ver las ramas crecer
sin olvidar el ayer.

Nilda Deluca













Carta para Gisela


Te extraño mucho. Si no te hubiera conocido ¿qué estaría haciendo ahora? No estaría mirando una computadora, o quizás sí, pero mi vida no sería la misma, eso seguro. No tendría un poster de star wars, pero vos tampoco. Eso es raro. Estaba esperando la oportunidad de volver a escribir; la necesidad y el momento. A veces, últimamente, me siento mal cuando no estás. Quiero que todo tenga sentido, lo que estamos haciendo, pero parece que es muy difícil. El mundo está mal y no lo podemos arreglar. Vos me ayudás a vivir, me enseñás sin explicar, me metés en la vida, directamente. Hacés que deje de observarla objetivamente y la viva. Por eso te necesito siempre conmigo. ¿Qué hago en este momento? Todo es para lograr algo, al final. Lo que me gusta hacer es entender las cosas, pero llega un momento en que eso no te alcanza. Me encierro y me seco, no quiero hacer nada, porque nada se puede hacer si no es un fin en sí mismo. Siempre queda un para qué, una pregunta. Escribir tiene sentido (¡lo digo yo que siempre odié las palabras, por superfluas, por imperfectas!). No se explica nada, al final, pero ¿qué hay que explicar?. Por lo menos en algún momento está la posibilidad de la belleza, expresión del amor que no encuentra objeto último, o algo así. Puedo escribir por lo menos, gracias a vos y a esta vida que elegimos juntos. Por lo menos tengo tiempo para estar (en el tiempo) para sentirme estar, un rato. Es lo más parecido a estar juntos: mirarte y preguntarme algo vago, un cómo... y sentirme real, aunque duela. Aunque esté todo bien, duele, porque nacemos heridos. Nacer es herirte de muerte, enfermarte de entrada, caer. ¿Qué diferencia hay entre decir “pecado original” o “estar arrojado”? La hay, pero ahora no importa. La separación es lo que duele, del ser, de Dios; no ser, morir, es lo mismo. Empezamos muertos, pero vivos, no tenemos paz. El cansancio y el hastío de no poder estar quieto, no poder apoyar la cabeza un rato. Lo que no termina nunca, el círculo, la mala eternidad que nos toca, no es feliz, es insoportable. No sufro la pesadez del aburrimiento, todo lo contrario, no puedo dormir; es estar con los ojos abiertos todo el tiempo, sin descanso. Pero con vos pesa menos. Es como si viviera lo que tengo en vez de faltarme algo. Es como si pudiera entrar en contacto con lo que falta. Es la promesa de lo que no está. En tus ojos está Dios.

Nicolás














Perdón naturaleza

     
     
   El hombre, que destruye
cual feroz asesino,
las bellezas terrenas
que de Dios recibió,
se  encontrará algún día
en medio de un desierto,
pues con sus propias  manos
su legado mató.

  Contamina vertientes,
ríos, lagos y mares,
ensucia lo que toca,
todo, sin compasión,
cambia causes a gusto
tan solo por dinero
y de sed muere un día
sólo por ambición.

    Se dará  cuenta entonces,                          
en medio de los restos
de la fauna y  la flora
que en vano pisoteó,
que la naturaleza
es un don tan preciado,
que no hay mayor tesoro,
que un trino o una flor.

Isabel CORRAO SANTOS    

Revista Viajero Nro. 21 - Noviembre 2007





*


Inmediatez.
El horizonte al alcance
de la mano.
Plumas levísimas
del instante necesario
para recorrer
la distancia
que casi no existe.

 

*


En sueños
se combinan cielos claros
con casas a oscuras,
como los pintó Magritte.
Un
paisaje
paradojal.
La contradicción se suspende,
al peregrinar
por la finura cromática
de la realización
del deseo.

Marcelo Valenti













Poema de La Jaula


Tanta oscuridad podría revelar las imágenes
 que oculto detrás de mis parpados
Ana Maria Shua.
Cayeron a tus pies como pájaros,
entre sombras siniestras que te envolvieron en hielo.
Sus voces pesan como hambre y destierro
Sólo estas tú entre las negras serpientes.

Un coro de cuervos te llenan en silencios,
vacías los ojos de fantasmas negros
y sólo oyes niños hambrientos,
hierro y encierro.
Nacen desde ti sus bocas, sus huesos.

Viejos y niños se desarman y gozan en su jaula.
Nace desde ti su carne.
Deseo.

Las borras de la taza revelan tu destino,
las figuras se desgajan de la película muda
y te aferras a un niño,
entre llamas que te inundan en tu perversa alegría.

Entonces, me desprendo de tu cuerpo
Y no veo sombra.

Ayelen Illanes














Arte


Realmente no pertenezco a ninguno de los mundos que me rodean ni de los que me hago participe. Algunos están demasiados preocupados en hacer dinero, para poder escapar de esa insulsa rutina que te provee esta apática remuneración. No se si alguien ve lo que yo siento, pero trato de expresarlo, o no me ves con el micrófono en la mano. Si algo te toca, si algo te llega de lo que trato de decir, es muy probable que comprendas lo que menos sentimientos posee.
No se si vale la palabra del autor, ni de las criticas, quiero creer que cada pensamiento, cada idea tiene infinitas interpretaciones, sin reglas ni barreras. Solo existe la libertad para contemplar el arte, un concepto, un hecho, un desecho de nuestras frustraciones. Tal ves todo encierre en su esencia una capacidad artística, solo lo sabrá el que escucha, el que presta atención, el que ve un ciego y trata de meterse en su cabeza, el que trata de sentir cada vez mas, para el que los obstáculos son solo experiencias vitales, necesarias para su propia existencia y creación.
No comprendo al ser que dice no apreciar el arte, tal vez crean que es complicado entenderlo, y es ahí donde se equivocan, el arte no tiene lógica, es un impulso, una energía soltada al aire. Uno nunca sabe de donde vino, ni a donde se dirige, solo fluye de algún tonto corazón, no es algo serio. Más bien cómico es darse cuenta de que uno posee la habilidad de crear, un alimento para el alma, lo que ningún placer puede dar, lo que el dinero no puede alcanzar, algo que realmente es propio, donde nada, ni nadie se interpone.

Leandro O. Szilvay














En silencio...


Como las hojas en el viento
en un meneo, seduciéndome
y cubriéndome en un calor tibio
tu mirada junto a la mía.
Nos cobijamos los dos mutuamente
de los residuos del pasado.
Divagando entre sintonías
de un presente nuevo
aceleradamente en un vaivén
un sentimiento que crece...
Como mariposas vivimos este momento
en un paisaje de la vida.
Nuestros corazones se aceleran
al pensarnos mutuamente,
amándonos en silencio...
Resguardándonos entre líneas
que no tienen fin.
Tu alma y la mía
incondicionalmente ceñan un pacto.
Esperando cada segundo de intimidad
en un murmullo constante
en diferentes idiomas
me dices lo que yo quiero oir,
rozándome las manos
en una plegaria los te amo...
de tus labios son el susurro
más bello que yo puedo escuchar!!!

Angelross
Alba Rosa Retondo














En camino


Luces danzantes me empujan efusivas
Horas sin besos se apagan al fin
corre mi alma y mi cuerpo no la alcanza
saltan mis brazos como delfines en el mar
todos mis sentidos se embriagan de tu nombre
Mi pelo vuela al ansiar tus caricias
Mi boca no piensa que decir porque todo lo ha dicho
pasan lo minutos, pasan los lugares
y voy sobre ruedas a donde más anhelo
Serena mi taquicardia, mi más suave ansiedad
y cuando descubro el porque…
descubro que mi punto de partida de cada día
es mi punto de llegada… tu compañía.
Y entonces todo comienza a girarnos alrededor
caricias, palabras, besos; anécdotas, sueños,
deseos; amor, intolerancia, amor;
diversión, sonrisas y enojos;
la luna, el mar, el bosque;
la tierra, el cielo… Él…
Un macrocosmos de locura y paz
de berrinches y felicidad
de heterogéneos sentimientos que nos abarcan
Y nos incluye un solo concepto: Amor.

Liliana Araya














La niña perdida


Había una vez una niña llamada Vida que salió a pasear con su pequeño perrito.
En el camino, se encontraron con un río en el que había un pez. Escucharon algo parecido a la voz de su papá y a la de un tigre. ¿Sería un tigre atacando a su papá?...
Mientras la nena escuchaba, el perrito corría a un gato.
Vida se sentía sola y angustiada, se asustó mucho, entonces lo llevó a su casa para que el doctor lo pudiera curar.
En el camino, Vida se acordó que habían dejado al perrito que se llamaba Gaturro y volvieron a buscarlo al bosque sin pisar las ramas para no tropezarse. En el bosque había flores, árboles, plantas carnívoras, una playa y muchos mosquitos!! Y justo atrás de un árbol, apareció el gatito negro, que estaba jugando con el perrito, muy contentos los dos.
Vida les dio de comer, porque estaban hambrientos y los llevó a su casa y todos vivieron juntos, se hicieron amigos y Vida los cuido para siempre!!!
Y colorín colorado…

Alunmos de  K 3 “S”
San Jorge
Chicos entre 5 y 6 años














Amada Sara:


Amada Sara:

Aquí estoy mi amor, detrás de la ventana. Mirando sin ver hacia fuera.
Sentado en silencio junto a tu mecedora de terciopelo marrón, que ahora, reposará eternamente. Ha suspendido el vaivén  de la vida, pero sigue allí,  en la callada quietud del living.
Tal vez espero verte regresar, desandando un camino, que ya no puede volver a ser transitado.
Estoy aquí sentado, esperando escuchar tus llaves en la puerta. Soñando con verte aparecer detrás de ella, con tu loca sonrisa, y tu manía de poner siempre la llave equivocada.
Podría quedarme aquí para siempre, y esperarte por siempre. Tal vez así, lograría mantener viva, la esperanza de verte.
Recorro con mis ojos cada rincón de la casa, no te veo,  pero estás aquí.
Tu ropa está como te gustaba guardarla, toda desordenada. Así se quedará, porque es tuya  y ella también te espera.
El silencio se ha hecho dueño y señor del hogar. No me importa haberlo dejado ganar, aunque no me deje ni decir mis pensamientos en voz alta. No me importa.
El jardín es el más triste, parece que está en otoño, aunque sabe perfectamente, que está en medio del verano.
Las hortensias perdieron sus flores, los jazmines olvidaron su perfume en algún lugar y no pueden encontrarlo.
Yo tampoco los ayudo a buscarlo.
 Las rosas color té, perdieron sus hojas antes de abrirse; y las violetas... ya no están, se extinguieron. No puedo hacer nada, yo también estoy en otoño.
Por las noches me despierto y salgo a buscarte, por cada rincón. No sé por qué no puedo encontrarte, aunque te juro que te busco bien.
Te extraño, Sara, mi dulce Sara. No puedo cumplir la promesa que te hice, porque no sé cómo hacerlo, te olvidaste de explicármelo.
Por eso voy a quedarme aquí en la ventana, hasta que vuelvas para decirme, cómo se vive sin vos.
Te estaré esperando, hasta que la espera  se canse de esperar que te olvide.

Tu eterno enamorado

Liliana Rita Alvarez














Soneto apagado


Si mañana escapan las vidas
y ayer brilló aquella madrugada apagando siglos,
entre tristeza y un amor lejano que era nada y era todo;
cuando la risa perdía las vocales azules,
o un río de cenizas cayo al cielo.

Y si el silencio que esconde cicatriz,
se muere en labios tímidos dorados y amantes de canciones
por no leer mis huesos que lloran,
como llora una piedra bajo el mar.

El cruel sonido del alma,
rompe los soles que viven frente al mar;
y aquel horizonte blanco,
atrapa el viento áspero que dejó mi espalda roja en tus almohadas,
aquellas que escapan las vidas del mañana.

Danilo












Poema revelado


Mi primera revelación contra las palabras encontró mares de poesía;
fuegos tácitos destruyeron el odio y el amor.

Estoy libre ante la majestad opresora de las letras,
para mezclarlas con fiebre limpia del entierro.

Me encuentro junto a su mirada de lince adormecido en la miel del verso.

Ya muerto es más afín a la vida que dormido, así sueña
con el primer paso del horrible gusano, sueña
y cree en su prosa que dibuja el rayado y despintado sol,
Que con látigos golpea y ataca cegando el horizonte.

Me enseñó esa misma estrofa, que aquella tinta puede cantar como llorar;
y que dibujando rimas doraras algún dolor sonríe bajo tierra.

Lleno de paz trazo mi vida despojando tristes soledades;
y guardo la cara alegre de los enamorados.

Entonces escribo estrella y lleno el cielo de música y luz;
y bailan las nubes e imitan suaves notas pintados con besos lunares.

Mi primera revelación es la poesía, así como la última
será mi más preciosa declaración de vida
en versos satisfechos.

Jonatan

Revista Viajero Nro. 20 - Octubre 2007





Zapatitos  de  ángel


-  Te pido disculpas por la demora –le dijo el joven vendedor mientras la acompañaba hasta la caja.
-  No es nada un poco de espera.  Estoy recompensada porque que me llevo los zapatos que quería. Además yo nunca me enojo, siempre tengo buen humor.
-  ¿En serio?... mirá que aquí le tomamos  la palabra a los clientes!...
-   Creéme, siempre estoy de buen humor.
-  Te haría una apuesta para comprobarlo –desafió el muchacho.
-  No hace falta, es cierto, siempre tengo buen humor,  inclusive cuando me hacen bromas pesadas. –respondió la jovencita con aplomo.
-  Es una ventaja saber con qué clase de persona uno trata, porque a este negocio viene cada clienta con cada carácter, que te la regalo –decía él mientras le entregaba la compra.
-  ¡Qué liviano! – dijo ella al recibir la bolsita con la caja.
-  ¡Es porque los zapatitos de ángeles tienen que ser livianitos, por si la dueña quiere volar! –respondió galante.
-  ¡Ay, muchas gracias… y buenos días!
-  ¡Hasta luego!... –respondió él con picardía, acompañándola con la mirada.

Cuando la clienta se retiró del local, otra de las vendedoras se acercó a decirle:
-  Estabas tan embobado con tu clientita que le dijiste: ¡Hasta luego!
-  Le dije así porque estoy seguro que va a volver a buscarme, y muy pronto.
-  ¡Ay… miren chicas, Narciso Bello, dice que la clienta que atendió recién va a volver a buscarlo.
-  ¡Estoy seguro!... apuesto una docena de facturas a que en menos de 24 horas vuelve a buscarme.
-  ¡Dale!… si vuelve, entre todas pagamos la factura y si no viene pagás vos.
-  ¡Trato hecho!... pueden ir preparando el café.

Otro de los compañeros se acercó a preguntarle con aires de cómplice:
-  ¿La embrujaste loco, que estás tan seguro?
-  No digas nada y preparate para cuando venga de buen humor: ¡le puse un solo zapato en la caja!... acá arriba guardo el otro.

Pedro Soto
sotopedro99@hotmail.com

Dejo caer mi pluma.

Silencio...
Trovador de mis sentimientos ocultos,
dejo mi pluma caer sobre un papel
donde se mojan mis letras por mis lágrimas,
que añorando un amor eterno
se ve en mi un final sin esperanzas.

Soñadora del amor?
esquivo las flechas  
que caen sobre mi.
Como luciérnagas
en la noche pasan rozándome
esquivando las esquirlas
cubriéndome de rosas
trato de reponerme
de un manto...

… Majestuoso y genuino de un ángel
translucido como el agua de un manantial
descubro un don....
Mis letras sin razón de ser
las escribo en memorias
biblia del pentecostes
pasarán  a ser,
dónde notas olvidadas
contarán su historia.

Silencio...
afortunado sin razón de ser,
añoro las esperanzas
que un día me dejaste ver...
y lloro en silencio dejando
caer mis lagrimas rojas
sobre un papel...
 
Angelross
Alba Rosa Retondo













La Partida


Envueltas por la fría bruma,
abandonadas, desaparecen
aquellas tierras. Ensueños,
recuerdos que atrás quedan
como un camino de espuma;
mientras con afán busca
un navío su último destino.
El viento desolador golpea
su rostro, sus húmedos ojos
en la lejanía perdidos;
se agitan, se estremecen,
en una tristeza muda
enloquecen, prisioneros
del dolor de un desterrado;
en cuya atormentada alma
se desata con furor,
una implacable batalla
que le arrebatará la vida.
                                                                            
Claudia Mercatante                 
Escritora y Artista Plástica














Teniendo un cambio


Tengo lágrimas corriendo por mi mejilla
y quiero venderlas antes de desaparecer.

Tengo sonrisas al frente de mi cara
y quiero comprarlas para hacerte reír.

Tengo manos cansadas de sostenerme
y quiero regalarle caricias de tu rostro.

Tengo piernas agitadas de correr
y quiero prestarles una calle donde puedas caminar.

Tengo ojos borrosos y tímidos
y quiero mostrarles un espejo transparente.

Tengo el alma, confusa y distraída
y quiero conseguirle una vida a tu lado.

Tengo por último una boca reseca
y quiero para ella algo único...
            el beso que nunca me diste.

Lautaro Dure








Pestañitas


En el río Pasará, que cruza la selva americana, vivía una cálida y tierna  familia de yacarés; ¡Sí, chicos, yacarés! No se asombren si les digo que eran cálidos y tiernos, pues ellos también lo son, el problema es que no los conocemos.

Don yacaré y señora, vivían felices junto a sus tres hijos y la vida pasaba siempre igual, día tras día, sin novedad. Pero una vez, después de una larga espera, nació un nuevo integrante en esta familia. Era tan lindo que sus papás tuvieron que pensar muchos nombres, hasta que se les ocurrió uno especial: PESTAÑITAS. Y sí, no podría llamarse de otro modo pues, eso justamente,  era lo más llamativo del pequeño bebé ¡Sus pestañas! Eran  hermosas y cada vez que cerraba y abría los ojos, las movía con mucha rapidez, por eso, ese era el nombre ideal para el pequeñín.
Así, fue creciendo bajo el cuidado de su familia. Sus hermanos eran los encargados de pasearlo por la orilla del río y de enseñarle todos los trucos necesarios para poder sobrevivir en un lugar tan peligroso como la selva.
El principal consejo de sus papás fue siempre: “Tener cuidado con los extraños”. Pestañitas era  obediente, aunque un poco travieso. Por ejemplo, se paraba sobre una piedra y después de dar una increíble vuelta en el aire, se tiraba al agua haciendo un  gran splash  para asustar a los peces, que salían nadando  por todos lados.
Pero él no lo hacía por maldad, porque era tan pero tan bueno que ni siquiera atrapaba peces para alimentarse. Amaba a los animales, jamás dañaría a uno. Es por eso que para comer, le alcanzaba con prepararse una rica ensalada, esa era su comida preferida.
Esa comida tan saludable, hacía que se viera un poco extraño ante los demás yacarés.
Muchas veces sus amigos lo invitaban a jugar en el río y le decían: -Vamos  Pestañitas, no olvides tu ensalada.
A él le molestaba un poco cada vez que se lo decían, pero se sentía tan feliz que al instante se olvidaba de todo y salía a jugar con ellos.
Un día, en medio de una gran tormenta, el río comenzó a crecer y a agitar sus aguas. Muy pronto éstas se enfurecieron, salieron de su camino y comenzaron a inundar todas las orillas. Subieron y lo invadieron  todo.
Pronto, todos los animales  escucharon el aviso de peligro. Todos menos Pestañitas que estaba dormido sobre una gran piedra, y allí se quedó, hasta que una  ola lo envolvió y por más que trató de luchar contra ella, se lo llevó lejos, muy lejos.
Mientras tanto en su hogar, pasada la catástrofe, las familias se reencontraban y se abrazaban felices por estar vivos. Pero esa felicidad desapareció, como desaparece la luz de una estrella, en cuanto aparece el primer rayo de sol. ¡Faltaba Pestañitas!
Rápidamente se organizó una búsqueda y al final del día, la respuesta era una sola: se había ahogado.
Para su adiós se reunieron todos frente al río y tiraron flores multicolores al agua, mientras se escuchaban caer una a una,  las lágrimas de los que lo quisieron. Hasta sus amigos, que tanto lo cargaban, tiraron hojas de lechuga, ese  hubiera sido su  último deseo.

Mientras tanto, en una orilla muy lejana, Pestañitas, despertaba abrazado a una rama, todo mojado, lleno de barro, con hojas pegadas en su cara.
 Con una pata se limpió los ojos para poder ver. No entendía qué había pasado, ni en dónde estaba. Lo que sí podía entender era que esa no era su casa; el lugar se veía distinto.
Lo primero que hizo fue llamar a sus papás: - ¡Mamá, papá!!!!!!  Nadie contestaba su llamado.
Se quedó quieto, en silencio, llorando lágrimas de verdad, que mojaban y todo.
En medio de ese silencio escuchó ruidos en un árbol, miró hacia arriba, no se veía nada especial; pero después de insistir con la mirada, logró encontrar, en medio de las ramas, un montón de plumas y entre ellas unos ojos grandes que lo miraban.
Cuando sus miradas se encontraron se escuchó un solo grito: ¡AAAAAHHHHH!
Los dos gritaron desesperados; el bicho emplumado se tapó con una gran hoja verde y el yacaré con un yuyo seco, que fue lo primero que encontró.
Después silencio, y diez minutos después, silencio también.
Finalmente, Pestañitas se atrevió a decir:
-Hola.
Silencio.
-Yo también tengo miedo, pero estoy solo y perdido, por qué no nos presentamos.
-Una voz le dijo: - No te ves muy confiable, eres muy grande y yo muy pequeño, pero valiente.
-Quiero verte.
-Negativo.
Silencio.
-Hagamos una cosa, contamos hasta tres y los dos damos un paso hacia delante, así podremos vernos bien.
Después de unos minutos se escuchó un: - Bueno, pero sin trucos.
-¿Estás listo?  Preguntó Pestañitas.
-Sí.
Y los dos contaron: - Uno, dos y tres.
Pestañitas avanzó un paso, el bicho también; con tanta mala suerte que se olvidó de que estaba parado en una rama y cayó tantos metros como tenía el árbol.
Quedó desmayado a los pies de Pestañitas. Este se asustó mucho, trató de despertarlo pero no pudo. Le mojó la cara con agua del río, pero tampoco reaccionaba.
Rápidamente preparó una cama con hojas, lo acostó en ella, y se quedó a su lado, dándole agua fresca, mojando su cara y sus plumas, controlando que respirara.
Pasaron tres días. Finalmente el bicho abrió los ojos, se asustó al principio, pero pronto recordó lo sucedido y cuando se tranquilizó dijo: - Pomponia
e donde emprendería su viaje de regreso, siguiendo el camino del norte.
Parados en la orilla del río, se dieron un dificultoso pero cálido abrazo de despedida. Pomponia le regaló una pluma que se sacó de un ala, y Pestañitas le dio una de sus maravillosas pestañas.
El viaje solitario por la orilla del río, lo hacía extrañar cada vez más a su familia y por eso caminaba sin parar, paso tras paso, descansando por las noches para reponerse.
Una mañana tuvo un despertar más que sobresaltado. Cuando abrió los ojos vio frente a sí una imagen muy extraña, una cosa de altura considerable, con dos ojos lo estaba mirando.
Dos piernas flacas, metidas en unas botas muy altas, que le llegaban hasta las rodillas, un cuerpo delgado, vestido con colores de la selva, un par de brazos huesudos que sostenían algo negro de hierro, que sin saber por qué a él le dio miedo, y una mirada muy fuerte, sin expresión.
Era muy serio, y tenía unos bigotes enroscados hacia arriba, como los de su vecino Anselmo.
Miedo, eso es lo que sentía al mirarlo.
Por eso decidió quedarse quieto, para ver qué pasaba.
El  cazador apenas lo vio se dio cuenta de que era un yacaré muy especial.
“No lo mataré todavía, es pequeño y su piel alcanzaría sólo para un cinturón,  será mejor esperar, tener paciencia y poder hacer una gran cartera”.Pensaba mientras se acercaba y se presentaba diciendo:  -Yo soy admirador de los animales de la selva, los protejo, los mimo, los alimento, y tú quién eres?
-Pestañitas, señor.
- ¿Qué haces solo en un lugar tan peligroso?
- Yo vivía feliz con mi familia hasta que el río creció y me separó de ella. Ahora estoy solo- dijo mientras se secaba una lagrimita que se le escapaba. Estoy intentando encontrar el camino que me lleve a mi casa.
- No te preocupes, yo puedo cuidarte.
- Pero señor, mi mamá dice que no confíe en extraños.
- Yo ya no soy un extraño, acabo de presentarme, y podría ayudarte a encontrar más rápido tu hogar.
Pestañitas sentía un poco de miedo, pero la idea de llegar más rápido con su familia, pudo más; por eso decidió aceptar la ayuda.
Juntos empezaron una larga caminata. Después de varias horas, el cazador le dijo que entrarían al pueblo para descansar un poco en su casa, porque pronto llegaría la noche.
Esto no le gustó mucho, pero después de todo por qué sospechar, si hasta ahora no le había hecho nada y lo había tratado bien  Pensó Pestañitas. 
Así, fue con el cazador hasta su casa. Al entrar, éste le dijo que tenía una cómoda cama para él y lo invitó a entrar en una habitación, un poco extraña, pero por lo menos allí podría  pasar la noche más seguro que a la orilla del río.
Al amanecer, cuando el primer rayo de sol entró y lo despertó, descubrió con gran tristeza, que no estaba en una habitación, sino en una jaula de la que no podía salir.
Solo y más triste que nunca, pensaba en su mamá, y escuchaba su voz  dándole consejos sobre no confiar en extraños. Ahora entendía lo que le había querido decir.
A partir de allí, su amigo “el extraño”, ya no le hablaba, sólo se acercaba para traerle comida.
Con desesperación comprobó que no era el único, y pronto comenzó a hablar con todos los yacarés encerrados como él. Estos le contaron que no había salida y que serían convertidos en carteras y zapatos.
Pestañitas  no  lo  creyó y  no estaba dispuesto  a  darse  por  vencido. Es así como esperó la próxima noche. Como era muy pequeño, logró deslizarse entre los barrotes, y después de abrir las jaulas de sus compañeros, huyó.
Corrió por las calles, donde todo era extraño para él, y una vez que se alejó lo suficiente, se detuvo frente a una zapatería. Con gran asombro vio que había en la vidriera muchos familiares suyos, y aunque tenían formas raras, decidió llevárselos. Entró corriendo en el negocio y cargó todos los zapatos, carteras y cinturones que pudo y les dijo: - Muchachos no teman, ya están a salvo.
Durante los días siguientes, caminó y caminó por la orilla del río, cargando a sus amigos, con el deseo de encontrar a su familia.
El deseo se hizo realidad y una brillante mañana llegó al lugar, lo encontró, era su casa.
Allí estaba su mami, que salió corriendo a recibirlo y lo llenó de besos (como lo hacen las mamis).
 Pestañitas contó su historia y les presentó a los parientes que había encontrado: dos pares de zapatos, cuatro cinturones y tres carteras..
Sus papás tuvieron la difícil tarea de explicarle, que esos objetos ya no tenían vida.
Hubo un gran silencio...
Muy pronto, Pestañitas entendió todo, con razón esos parientes no quisieron comer nada durante el viaje: ¡No tenían vida!
Con gran pena, acompañado de su familia, colocó los objetos en una canasta y los puso en el río; mientras los veía irse, tiraba flores al agua, en señal de despedida.
Con el tiempo recuperó todo lo que había perdido, su familia, sus amigos, los paseos por el río.
Eso era todo lo que necesitaba para ser feliz; aunque extrañaba a su amiga Pomponia, de la que tenía el mejor de los recuerdos y una linda y suave pluma que guardaba cerquita de su corazón.

Liliana Rita Álvarez











Los poetas

 
Desarman las luces de las paredes ajadas
Giran en orbitas sus sombras
Y se escurren y se espejan
en la luna cómplice y ardiente
Es noche de velas.
Y se estremecen y tiemblan
Y escuchan y se detienen.
Y pronto se inundan
En el más diáfano de los misterios:
 
Y cesaron los gritos del quebrado silencio.
Noches distantes y crudas asoman temerosas
sobre salvajes vestigios que reunió la bestia:
allí donde los soles reposan ya sin sueño,
y cientos de espectros de fantasmas bailan
una música: sin nombre, sin grillos ni linternas.
Aun más arriba, sobre los capiteles dormidos,
las nubes se abren ante una pasarela de estrellas,
desfilando encantadas ante las recelosas miradas.
Braman desde el cielo las trompetas
y desde irrisorias colmenas mueren las sombras,
donde las aguas callaban el tiempo.
El mar es sombra y anochece.
Cientos de Ejércitos corrompidos por hilos
sobre los cuales caminan tambaleantes,
simulados reyes convertidos ya en ceniza
reposan en el lecho denunciando su desnudez impura.
Poco más atrás, el reloj, metáfora del tiempo,
cobija con cendales de lágrimas
otra pintura, no muy distante.
 
Agitados, se desgajan de las tierras
Y son aire.
Ajenos al destino y al tiempo,
incomprensibles del silencio.
Giran en orbitas sus sombras
Y se escurren y se espejan
en la luna cómplice y ardiente,
no entienden la celebración,
hunden sus alas en el naufragio de cielos
y espejos.
Sólo son pájaros.


Ayelen Illanes

 







Yo no sabía


Yo no sabía…
que aquellas caricias
que en mi niñez
Madre, tú me dabas.

Yo no sabía…
que un día llegaría,
del dolor amargo
de tu ausencia, Madre…
Yo no sabía…
si mi andar
en el mundo, añorara
tanto, tu presencia Madre…
No sabía,
que los años, corrían… corrían
que nos separaban,
día a día, Madre…
Yo no sabía…
que te ibas, despacio…
lentamente, acariciando,
con tu amor, de Madre…

Tita Acuña Gauna
Profesora Nacional de Artes Plásticas

Revista Viajero Nro. 19 - Agosto 2007




Última función


Fue cuando las campanas
prescindieron del escenario
para escoger su pulso celestial,
cuando ya no recibieron
el níveo impulso
que las ataba al mismo
golpe de luz, de inquieta luz.
Comenzó la última función
y la brisa congeló
las espadas del universo,
la silueta del ocaso vertió
su blancura sobre
el telón ensangrentado
y, apartando de sí
las impurezas del laberinto,
advirtió su galope terminal.

Juan Garibaldi

 








 

Las ideas


Allá voy
viajando por mi cuarto y por el mundo
la calle cada vez más lejana
pero más adentro.

Los ojos del barrio se apoderaron de mi,
los ojos de la gente son mi alma
y sus lágrimas inundan
todo el piso de mi casa,
de mi pequeña casa.

luchar es una palabra sagrada,
pero el respeto es un árbol herido
el respeto por uno mismo.

detrás del bosque de lamentos
también se asoman ciudades, corazones
aquí dentro de mis sueños

una tormenta que ya pasó hace años
despeja recién a sus nubes...

y allí afuera los viajantes miran y miran
como sus risas ya no ríen
por eso anuncio una batalla contra la infelicidad
la misma que pretenden todos,
los niños, los grandes, los abuelos,
anuncio y no queda en el viento lo que amo

detrás de todo esto se asoma una idea
y las ideas son la esperanza más refrescante...

mañana volveremos a hablar,
y mis ojos y tus ojos
se mirarán con sinceridad...

Esteban











La tejedora multicolor


La casa era vieja, vieja como la abuela de mi amigo Pablo, y creo que más vieja. Era alta, tan alta como el tío Luis, y tal vez un poco más, porque cuando el tío Luis se paraba, le faltaba mucho para llegar al techo.
Esa era la casa de Soledad, fría, húmeda, con las paredes de muchos colores, uno por cada año en que fue pintada. Los pisos hacían, cruic, cruic, y de vez en cuando algún cruaj, según el tamaño de quién lo pisara.
Ahí vivían mi tío Luis y sus abuelos. Para él la casa tenía algo especial que lo atrapaba, pero para mi, lo único que te atrapaba era el olor a humedad, y las telas de araña que eran más que muchas.
Esa casa era uno de esos lugares, a los que nadie quería ir de visita, ni por medio ratito, porque daba miedo, miedo del de verdad, de ese que te agarra a la noche, cuando el perchero de tu pieza se convierte en monstruo de ocho brazos, miedo al fin.
Soledad era la habitante más solitaria del lugar, porque a pesar de tener amigos, su pasatiempo era tejer, tarea que le había enseñado su mamá. Tejía y tejía todo el día, pero preferentemente de noche, cuando todos se iban a dormir.
Más que tejedora, era una artista del hilado, porque usaba hilos de seda de todos los colores, y con ellos solía hacer redes inmensas, como las que se lanzan al mar.
El tiempo pasó por todos lados, y también por la casa de tío Luis; por eso, cuando sus abuelos dejaron este mundo, él decidió cambiar su vida, y empezó por vender la vieja casona. Así que, cuando lo hizo, cargó sus valijas, una mesa, cuatro sillas y una cama en su camioneta, y cerrando la puerta dejó atrás todo, hasta a Soledad, que se quedó tejiendo, como siempre en un rincón.
Una tarde de abril, mientras ella dormía la siesta, bajo el abrigo de un tímido rayito de sol que entraba por la ventana, sintió un ruido de llaves, y el rechinar de la puerta de entrada, que hacía mucho que no escuchaba, luego un gran silencio, acto seguido, un griterío que la asustó y la hizo acurrucarse más todavía.
 Tenía tanto miedo que estaba con todos los ojos cerrados, bien apretados; pero escuchaba, escuchaba pasos que se acercaban hacia ella, hasta que se detuvieron. Espió con un ojo y vio que un ser de cabellos rubios y vestido rosa, la observaba.
Se quedó quieta,  más quieta que la estatua de la plaza San Martín, adonde me lleva la tía Marisa. Cuando se animó espió con otro y  sucedió lo inevitable. La cosa extraña la miró, abrió la bocaza llena de dientes, tantos como nunca había visto; y comenzó a gritar, tan fuerte que Soledad cayó al piso. No tardó en llegar una señora con los pies muy grandes; esto lo descubrió cuando la mujer se sacó el zapato y comenzó a correrla mientras se lo revoleaba por la cabeza. Corrió, corrió y corrió un poco más, hasta que se metió en un hueco que había en la pared.
Pensó que estaba a salvo, porque ya no se oían gritos ni corridas. Repentinamente escuchó un shhhhh y una nube tóxica ingresó por el pequeño agujero.
Empezó a toser y se vio obligada a salir; ahí nuevamente la oleada de zapatazos. Logró escapar por la puerta de entrada y mezclarse entre las viejas y resecas plantas del jardín. Estaba asustada, tanto como vos cuando te ponen una vacuna.
Se quedó sentadita bajo una rama, pensando qué había pasado; después de todo no importaba lo que pasaba, lo que quedaba claro era que los nuevos habitantes de la casa no la querían. Tenía que esperar la noche para hacer algo, mientras tanto dormiría un ratito.
Cuando el sol se escondió y la blanca luna apareció sonriendo entre cientos de brillantes diamantes, decidió ver cómo estaban las cosas.
Se acercó con cuidado a la ventana y se pegó contra el vidrio; pudo ver que esa gente se había apoderado de la casa de Luis, de su casa. Pronto entendió que tenía que irse, más aún cuando escuchó que se referían a ella como: “la cosa fea y peluda que encontraron en un rincón”.
¡Qué clase de persona podría hablar así, con tanto desprecio, con tanto desamor!
Así, Soledad, esperó a que se hicieran las doce de la noche, momento en el que su amigo Cucú saldría a dar la última hora; él era de buen corazón, seguro que la ayudaría. Así fue, cuando Cucú salió dio la hora y se bajó del viejo reloj; recorrió rápidamente las habitaciones, y al comprobar que todos dormían se dirigió a la puerta permitiendo que Sole pudiera entrar. Se dieron un abrazo cortito, Sole fue a su rincón; en una mochila color violeta cargó sus pocas pertenencias: cepillo de dientes, ocho anillos, una bufanda multicolor (tejida por ella misma), un gorrito con pompón y todas sus agujas y ovillos de hilo, tantos como pudo cargar.
Dio un vistazo final a la casa, y al dirigirse a la puerta encontró allí a sus vecinos que se habían convocado para despedirla. Don bicho bolita, enroscado de la pena, Pedro el caracol, que lloraba adentro de su casita; Rosa la lombriz, que se disculpaba por no tener brazos para darle un gran abrazo, Rogelio, el ciempiés, que saludaba a más no poder, y por último, con las plumas mojadas por las lágrimas, su amigo Cucú.
Soledad les agradeció la despedida, y a pesar de que le insistieron para que cambie de idea, no lograron hacerlo y con un “no voy a pedir por favor que me quieran”, salió a la vereda y se fue caminando sola, sin mirar atrás, mientras la luna, con su gran linterna, le iluminaba el camino que la llevaría quién sabe a qué lugar.
Caminó hasta que su cuerpo dijo basta, fue entonces cuando se acomodó entre las hojas de un rosal que encontró en un jardín, y decidió pasar lo que quedaba de la noche allí, por lo menos las espinas del rosal la mantendrían a salvo de cualquier enemigo ( esto lo había aprendido del programa de cable: “plantas y mascotas” ).
En realidad no estaba a salvo de todo, porque en cuanto se hizo de día, una señora, con unas grandes tijeras plateadas, empezó a cortar rosas, lo que la obligó a bajarse de la planta y salir corriendo, para no ser descubierta.
Seguía caminando, y el sol la estaba matando, por eso su corazón sonrió al escuchar un ruido agradable: era agua.
Caminó un poco más y allí estaba, un gran río de aguas frescas. Dejó sus pertenencias en la orilla y se tiró de cabeza. Nadó panza arriba, panza abajo y hasta hizo la plancha.
Al salir, buscó algunas cosas para comer, y se acostó a descansar bajo un trébol de cuatro hojas, al que se le había caído una; así bañada y con la panza llena se durmió.
Cuando despertó, con gran tristeza se encontró con que estaba encerrada en un frasco de vidrio, y dos ojos amenazantes, la miraban fijamente. Ahora sí estaba perdida para siempre.
No sabe cuántos días permaneció allí, pero se horrorizó cuando escuchó que el joven que la había atrapado y la mantenía prisionera decía, mirándola: -Mañana será el gran día, ustedes traigan el alcohol que yo tengo los fósforos, lo haremos en el patio.
No hacía falta ser muy inteligente para entender lo que pasaría, mañana por la tarde sería ejecutada por esos tres salvajes. Tenía que hacer algo.
Pensó en varios planes, pero se quedó con el último, tejió una soga tan rápido como pudo, le hizo un lazo en la punta, y trepando hasta la tapa del frasco la lanzó por un agujerito de ésta, hacia un lápiz que estaba parado en un lapicero, cerca de su frasco. Lo hizo varias veces y fracasó, no podía alcanzarlo; entonces se dejó caer hasta el fondo; si su destino era ese, no podría escapar.
Cuando ya estaba entregada a esperar el final, entró una señora al cuarto, con un plumero y comenzó a limpiar el escritorio. Al llegar a ella la miró con compasión y dijo: -Otra pobre víctima que ha caído en manos de esos desalmados, no tengas miedo. -Llevó el frasco al jardín, abrió la tapa y le dijo: -Vamos, pequeña, busca tu libertad.
Soledad sólo mostró su mejor sonrisa y se fue corriendo a más no poder.
Cuando se sintió a salvo, se sentó a descansar y se puso a llorar; ella no sabía que en el mundo existía tanta maldad; o tal vez ese no era su mundo, tendría que buscar uno a su medida.
Buscar un mundo a su medida no era tarea fácil; no tenía idea ni por dónde empezar. Mientras pensaba en lo triste que era no tener un lugar en el mundo, se acordaba de Luis, de sus vecinos y amigos, de su rincón de paz, tan lejano... Repentinamente, una música invadió la calle de tierra, y tras una nube de polvo apareció un camión multicolor, con un cartel lateral lleno de luces que prendían y apagaban, mientras una grabación salía por un altavoz diciendo: “La escuela de danzas de Pomponia presenta: Pomponia y su exclusivo número artístico a cargo de veinte bailarines; con la actuación estelar de la bailarina Roberta Páez. No te lo pierdas...bla ...bla ..bla”.
El camión clavó los frenos y salieron volando por el aire dos cotorras, una ardilla y una cucaracha, con sombrero de flores rosadas que gritaba: - Así no se trata a una estrella, voy a quejarme con el sindicato de actores...
Sacando la cabeza por la ventanilla una lechuza le dijo: - Hola hermosa, ¿ Te podemos llevar?
-No tengo lugar a dónde ir.
-Entonces será fácil llevarte a ningún lugar. Sube, ya encontraremos en dónde dejarte.
Como no tenía qué perder, se trepó al camión, se acomodó en un rinconcito, y allá se fue con un grupo de locos que bailaban, cantaban, se maquillaban, y reían, por sobre todas las cosas reían.
Cuando llegaron al teatro municipal de Loma Escondida, comenzaron los ensayos, y la invitaron para que se quede a verlos.
Así se acomodó en una butaca; todo era maravilloso, hasta que a Roberta Páez (La cucaracha bailarina), se le ocurrió una idea:
-¿Por qué no bailas con nosotros?
-¿Yo? Jamás he movido una pata en mi vida. No sé bailar.
Todos juntos dijeron a coro: -TODOS  PODEMOS HACERLO, TIENES QUE ESCUCHAR LA MÚSICA CON EL ALMA Y DEJARTE LLEVAR.
Pomponia sonreía porque esas eran sus palabras.
-Con tantas patas serías una gran estrella de tap, yo podría enseñarte - dijo Poli el ciempiés, bailarín de tap por excelencia.
-No, yo no quiero, bai...
Para cuando terminó la frase, ya le habían puesto ocho zapatos rojos, y la habían subido al escenario.
Poli le decía: - Es sencillo, copia mis sonidos  Y moviendo sus pies sonaba: tipiti, tipiti, tap...
Soledad lo intentaba pero sonaba: tapa, tapa, pon... tapita, tapita, trombón... salame con salchichón, cualquier cosa menos tipiti, tipiti, tap.
Era un fracaso artístico, ya antes de su debut.
Mientras todos le insistían en dejarse llevar por la música, en relajarse...etc… etc, unos gritos interrumpieron la escena. Era Roberta Páez que gritaba: - Es el fin de mi carrera, es el fin de mi carrera... Se me han roto mis medias de red... este es el fin...
Todos hicieron: ohhh!, Porque sabían que Roberta Páez nunca saldría al escenario sin sus medias de red.
El silencio y la desesperación se apoderaron de ellos; la única que reaccionó fue Soledad que se quitó los zapatos de baile, buscó sus hilos de colores y comenzó a tejer a toda velocidad.
En cuestión de segundos y para asombro de todos, Sole, había tejido las más maravillosas medias de red que jamás habían visto.
Todos querían medias de baile, y Soledad tejía y tejía complaciendo los pedidos.
Aquella noche fue la mejor función de la temporada, porque los bailarines lucían espectaculares con las nuevas medias de colores.
Para cuando el sol se levantó, Soledad ya había firmado un contrato, como vestuarista, que la unía a la compañía de baile.
Así,  Sole encontró su lugar en el mundo, mejor dicho en el camión de la escuela de danzas, que la llevó por muchos caminos, recorriendo la vida, aprendiendo muchas cosas, pero por sobre todo a agarrarse fuerte cada vez que Pomponia clavaba los frenos.
EN EL MUNDO HAY UN LUGAR PARA VOS.

Liliana Rita Álvarez
lili-rita@hotmail.com

 

 






Atrévete


Atrévete a soñar...
entrecierra los ojos,
hecha tu imaginación a volar...
Intenta alcanzarla,
imagina la luna iluminando ...
una noche especial,
en una playa desierta.
Atrévete a imaginar...
mis cabellos...rubios trigales...
como sutiles hilos dorados
acariciados por el viento,
mi cuerpo... como arcilla maleable
que se funde al calor de tu piel...
mis ojos en tus ojos...
mi boca buscando la tuya
en un beso que corta el aliento...
el contacto de mis labios
que saben a sal y miel...
que se abren suavemente desbordados de pasión...
atrévete...
en el silencio de la noche hasta...
podrás escuchar el latido de mi corazón...
¡sólo atrévete!..

Rosenna
www.rosenna.com

 

 







Mirame atentamente


Mirame atentamente; tu mirada se pierde fácilmente.
No te encuentro, no me buscas, ¿qué hacer? Podría cambiarte pero no quiero, ya no serias el mismo a quien querer.
Nunca use esa palabra, "QUERER", que rara me suena; eres privilegiado en eso, igual no te das cuenta.
Ves lo que te es fácil percibir, lo sé, lo intuyo. De ese modo, el dolor va a ser mayor.
Sentimientos, sentimientos; a veces hay que dejarlos de lado, ¿no te parece?... ¡no!, no te parece; justo a ti pregunto ¿cuando usarlo? Tú que expones tus sentimientos en cada cosa que haces; hablar, escribir, dibujar. Cada acción es un sentir. Parece estar bien pero soy tan distinta a ti, que me duele. ¿Cómo pedirte que me busques, que me mires, cuando digo esto?; pero es la verdad y no la puedo callar más.
 ¡Te quiero lo sé!, pero querer es exigir y, prefiero perder ese sentimiento ¡ahora!, a dártelo todo mañana. Porque ahora es querer pero mañana será amar; y ese sentimiento no se puede olvidar.

Tatiana Rey

 








La escuela vacía

Una escuela vacía
es un árbol sin hojas,
un rosal cuando tiene
deshojadas sus rosas,
un pájaro sin trinos,
también un mar sin olas.

Pues si no tiene risas
ni el murmullo de niños,
si no hay cantos ni juegos
en sus patios vacíos,
es como un corazón
que no tiene latidos.

Cuando llegan, se llena
de cantos y silbidos,
de voces y susurros,
de dulzura de niños,
y el amor siempre dulce
Del maestro argentino.

Isabel Corrao Santos



Sabor casero

Las semillas en la profundidad de la tierra,
sonrieron esperando la lluvia.

Él sol, vio que estallaban las raíces esparcidas
dando, fuerza a la vid.

Sus troncos trepaban encadenándose a las hojas
como lazos de amor.

Él fruto comenzó a versen en racimos de colores,
esperando madurez.

La cosecha llegó, manos voladoras con esmero besaron
el bello resultado del trabajo.

Los toneles ayudaron impacientes, sus maderas
respondieron dando sabor y aroma al licor casero.

Él vino hoy está en copas para el brindis, compartiendo
en rondas de amigos un gran festejo.

Nilda Deluca












Le canto a la vida


Canto a la vida que me ha dado tanto,
canto a los seres que yo quiero tanto
que me rodean de ternura y besos
y que me enseñaron a amar lo que tengo
Canto porque Dios ilumine mis sueños
que guíe mis pasos por senderos buenos.
Que nunca las mentiras envenenen mi sangre.
Que de mi corazón brote la comprensión.
Que de mi alegría y mi devoción,
sea para todos bendita oración.
Y cantaré a aquellos a quienes Dios se ha llevado,
porque desde el cielo me ayuden en mis rezos.
Para que a mis temores los pueda entender.

A veces despierto en medio de la noche
sintiendo el vacío percibiendo la nada
apostando a la vida apostando al amor.
Cantaré porque mi tristeza no se vuelva llanto,
y cantaré a aquellos a quienes quiero tanto.

Baby