Revista Viajero Nro. 10 - Abril 2006




Es por ti

Si te amas, quítate la máscara
No para que te vean,
sino para sentir el sol,
la lluvia, el calor, el frío,
un beso, un abrazo,
el roce de una pluma sobre tu mejilla;
para ver mejor el sol
y los ojos de tus hijos,
y el “te amo” que se dibuja en los labios del que está a tu lado.
Si te amas, no odies,
No por que el otro se lo merezca,
sino por que tú te lo mereces.
Si te han herido, no son dignos para que le dediques los minutos de tu vida que usas para odiarlo.
Ellos deben recibir algo peor: que no existan para ti.
El odio te hace esclavo de los peores sentimientos:
la venganza, la traición, la envidia, la intolerancia.
Si te amas, suéltate el cabello
o aflójate la corbata.
Deja las cosas de todos los días  para ver lo que ocurre sólo una vez,
Ese pájaro volará allí sólo esa vez:
el sol iluminará las flores de esa manera sólo por esta vez;
esa mano tendrá esa tibieza sólo por hoy;
esa idea genial sólo surgirá ese día.
TU TE MERECES VIVIRLO.
Porque sólo podemos tener lo que hemos vivido.
Y si sólo hemos cumplido con las obligaciones,
estaremos vacíos a la hora de irnos.
Si sólo hemos odiado, negras sensaciones nos habrán colmado.
Si hemos sentido el amor, la pasión, el dolor, la risa,
¡entonces estaremos llenos!
No te pierdas a ti mismo.
Por que te amas.

María Claudia Machelett












Sin permiso

"Para un amor que cambio mi vida..."

Lentamente vas guardando secretos en mi corazón,
sin pedir permiso vas entrando sutilmente en mis sueños.
Te robas los suspiros que mis latidos desatan
y sin saberlo perfilas mis sonrisas cada mañana.

Relato dichas por el regalo jamás soñado,
y doy gracias de haber esperado tanto en la soledad,
porque hoy tengo tu risa baña mis horas de felicidad
y varias copas de la ternura de tus manos.

No comprendo el tiempo, la carrera de los días.
No termino de conocer las carcajadas de un sentimiento que llega a la vida.
Desconocía tantas maravillas que hoy me regala tu mirada
que a mis miedos ya les cuesta vivir cuando tus ojos me atrapan.

Me brotan sentires sin nombre y sin números.
Mis silencios piensan buscando una explicación.
Todos mis gritos se quedan mudos…
Y el corazón habla… sin palabras… sin respuestas…

Voy aceptando mi realidad mas real, mas mía…
y pisando con mas eco para escuchar mi presencia en tus días.
He dejado de preguntar al cielo por tu nombre,
Hoy solo endulzo mis oídos con tu voz.

Valientemente vas conquistando colonias rendidas,
algunas abandonadas a la nostalgia y al desamor…,
y vas rescatando confianzas desterradas,
que temerosamente regresan a cantarle al amor.

Liliana Araya













Opresión


Libertad, tu nombre es tan inmenso que a veces inalcanzable estás.
¿Qué se sentirá estar en tu cúspide? Desde aquí abajo se siente todo comprimido, la opresión te deja casi sin respiro, aunque a veces lográs rescatar algo de aire que trae el Viento.
- ¡¡ LIBERTAD!! - Grito tu nombre en vano, nunca escucharás mi dolor y si acaso lo haces ¿Es posible que logres ver lo miserable que me siento en este espacio?
- Destino, dame una señal para poder encontrar el camino hacia ella.
Veces y risas escucho provenientes de la cima, algunas queriendo aconsejarme; solo que el guardián (me observa atentamente deseoso de ver mi sufrimiento) cie­rra las puertas impidiéndome poder oírlas.
LIBERTAD ¿Cuántas guerras tendremos que atravesar para poder conseguir tu gloria?
Meditaré un plan, una estrategia para poder escapar del encierro en el que vivo y así emprender hacia ese lugar que anhelo.

El tiempo


Dicen que el tiempo lo dice todo, que el tiempo pasa volando, que el tiempo apa­cigua las aguas, que el tiempo borra 1as heridas, etc...
Cuanto significado que tiene el tiempo en nuestras vidas, ¿qué tan importante y tan insignificante puede ser en momentos?
Para mí, es un tiempo importante para hacer cambios. No cambiar, ser la misma pero con un toque de valentía y confianza en mí misma.
Para otras personas quizás es tiempo de animarse, tiempo de concretar aquello inconcreto, tiempo de estar más unido a las personas que descuidan tanto, tiempo de darse cuenta quien es más importante, de tomar decisiones, de no dar vueltas, de dejar de ser tan sensible, de demostrar lo que lleva adentro sin sentirse menos y de demostrarse a sí mismo cuanto puede valer.
Estas son las cosas más importantes que puede lograr el tiempo. Cambios que vie­nen de adentro y siempre para bien. Y es insignificante cuando perdés el tiempo en explicarle estos cambios a las personas que son muy obstinadas, que están encerra­das en su mundo y no quieren mejorar.

Carolina Villalba












El Visitante

Serían las doce y cuatro de la noche. El viento había cesado. Nada más se oían unos grillos en las afueras. Yo estaba acostado en la cama durmiendo al lado de Beatriz. Me desperté al oir unos pasos en el techo, me exalté; sentí un impulso en el corazón. Cerré los ojos, pero seguía con los sentidos en alerta. Abrazé a Beatriz que dormía profundamente, le recitaba versos sin que me oiga. Y otra vez los pasos ya más firmes y contundentes; pero provenían ahora del living. Noté que caminaba nada más. Busqué en el ropero la linterna y el bat de béisbol y con cautela salí en busca del intruso. Entreabrí la puerta del dormitorio y a un tiempo escuché un  gruñido de gato o pantera. Fue entonces que encendí la luz sujetando fuerte el palo y ví hechado a un gato negro enorme. El animal me miró y gruñó. Nos mirábamos los dos como conociéndonos. Era bastante grande y su pelaje brillaba reverberando en lãs paredes. Me acerqué hacia él y traté de espantarlo pero no tuve suerte: el gato en su postura felina no se hacía a un lado siquiera. Sus ojos cumplían una impresión casi mágica; sus uñas eran tan grandes que se podrían confundir con las de un trigre de bengala.
Habían pasado como cinco o diez minutos  y el maldito gato seguía mirándome. Ya
para  fastidiarme y en cuanto alcé el palo para darle en la cabeza dijo unas palabras: "- Nemo me impune lacessit."  Sentí un acto de descubrimiento.
Beatriz seguía durmiendo y la llamé: repetí su nombre unas cuantas veces. No me oía. La situación era única y relacioné con tanta facilidad la imagen de "Plutón". Pero no entendía que tenía que ver yo con el gato.
El animal se erigió completamente y formuló otras palabras: "- This suspicion is, actually, awful...! But, what is still more awful is the sentence!." No comprendí su idioma nuevamente, pero resolví que él conocía mi idioma  y hablamos un poco en castellano. Le pedí que se alejara, que tenía que seguir durmiendo; que este sueño se había cumplido y se hacía
demasiado extenso y tedioso el encuentro para ser realmente un sueño. Esta invención mía cumplía su fin. Pero el gato en su postura cuadrúpeda parecía burlarse y mi estado invulnerable se tornaba irrascible. Un odio por el pecho corría dentro mío. Fuí hacia la cocina y alcé el hacha que estaba al lado; me dirigí al dormitorio donde se encontraba mi mujer; mis manos apretaban fuertemente el mango. Mi propósito era asesinarla.
Entré a la habitación  y no encendí la luz, ella dormía plácidamente; el brillo de la luna la divisaba infinitamente. Me acerqué con cautela; levanté los brazos sujetando el hacha, fijé el destino que darían mis manos. Cerré los ojos y al cerrarlos un temblor en mi pecho hizo que soltara el arma. Abrí los ojos y Poe me miraba con el gato negro echado sobre su pecho. Toda esa imagen junta representaba un acto sublime. Poe se levantó alzando al animal y me dijo que la historia había fracasado; pero declaró que el relato estaría inconcluso por ahora.
Pasó al costado mío; posó su mano sobre mi hombro y me miró de reojo. Abrió la puerta del dormitorio y cerró muy bien al irse; escuché sus pasos enormes, alejándose.

Cristian Navarro













            Slade

El mercenario profesor


Slade, el hábil hechicero de magia blanca, tenía la piel curtida por causa de los hechizos de sus adversarios, las garras de una gárgola, la maldad del Lechi y un maleficio malvado que él mismo se lanzó (por venganza a la gárgola que mató a su amigo, y no por locura). De su nuca caía una larga  cabellera blanca.  Llevaba una túnica negra y de tela de jade mágico, que caía arrastrándose por el suelo.
Nuestro héroe se disponía ahora a vivir otra aventura, pues recibió nuevamente una encomienda: la de vencer al Pazuzu, una deidad babilónica cuyo cuerpo delgado  tenía una cabeza monstruosa, cuernos de cabra en la frente, cuatro alas y patas de ave rapaz.
Esta bestia habitaba en el castillo de Valencia, una ciudad hermosa y pacífica,  que anteriormente había sido habitada por el famoso Cid Campeador. Allí, según rumoraban  los magos,  el Pazuzu le trajo desgracias al Cid y su esposa, llamada Doña Jimena Díaz.
Una vez en Valencia, Slade se introdujo en una escuela de magos llamada “La princesa druida” donde, no solo se hospedó allí para pasar  las noches, sino que también le permitieron dar clases.
El primer día de maestro, Slade entró a una sala recubierta de mármoles negros, con numerosas jaulas mágicas. En el interior había un olor como a huevos podridos, sudor, madera rancia y quemada y otro olor muy diferente, como de jazmines. El hedor era tanto, que Slade lanzó un hechizo para eliminarlo. Las mesas del salón estaban un tanto chamuscadas por las pociones ácidas que allí se fabricaban, una de ellas, ubicada en la zona más oscura,  tenía un tajo que la atravesaba por el medio.
Entonces, la puerta se abrió  con un chirrido y  por ella  entraron  como  una quincena de muchachos, que, al ver a Slade, empezaron a gritar cosas como “¡Blade el negro!” u “¡oh por dios! ¡Es Slade!”.
Ya restablecida la calma, el gran mago se pasó toda la tarde enseñando hechizos como el Gigitfili o el Armagedon (usado para convocar al Vagadonnaego, Dios infernal al que se invoca para que se cumplan los acuerdos y promesas).
Mientras estaba tomando lección, uno de sus alumnos le nombró un hechizo maligno para conjurar cualquier deidad demoníaca poderosa. Slade se preguntó para que podría servirle un Hechizo  como ese. Luego de eso se encaminó al castillo del Cid, donde habitaba el Pazuzu, dispuesto a acabar con las amenazas que causaba.
Al entrar en el humilde hogar del Cid Campeador, encontró un pasillo muy largo que conducía a una escalera, Slade la subió hasta que oyó un crujido detrás de él. Cuando volteó su rostro, se encontró cara a cara con el Pazuzu, entonces, Slade intentó derribarlo con un rayo violeta, pero este atravesó al Pazuzu como si fuera una nube de humo. Volvió a intentarlo, esta vez con una llama de fuego azul, pero ocurrió lo mismo que con el rayo.
—No puedes hacerme daño —decía—. Yo soy el Pazuzu, hijo de Anu, el  rey de los espíritus malignos del aire, que descienden huracanadamente desde las montañas causando estragos como un tornado a la montaña de naipes creada por la tranquilidad de la humanidad.
—Yo no, pero si podría...—decía Slade mientras conjuraba un Hechizo—. ¡Tu padre, Anu! —terminó Slade lanzando el Hechizo de conjuración.
Entonces, una nube de humo apareció, y todo el suelo se estremeció. Los candelabros se encendieron y unos volcanes grandes como estalagmitas brotaron del suelo. Entonces, de la gran nube de humo salió una figura monstruosa, muy similar a la del Pazuzu, pero mucho mas grande... era Anu, el padre del Pazuzu.
— ¡Es el colmo! —le gritó Anu a su hijo.- ¡Has torturado y maltratado al dios Ra, al Cernunnos (dios de la mitología celta), al Ilia (dios de mitología Rusa), al Ahura-Mazda ( Dios mas importante en la mitología Persa) ... y como si fuera poco  ¡ Y ahora me encuentro que molestas también a los mortales! ¡Se acabó! ¡Ahora mismo vendrás conmigo y te enseñaré  algo para que aprendas a meterte en tus propios asuntos...! Una vez dicho esto, padre e hijo se esfumaron en una nube de humo.
Aquí se presenta otro efecto del Serpenta Mentí: aprender a usar las armas del enemigo, porque, tal vez no lo hayan notado, pero Slade usó el hechizo maléfico que le enseñó su alumno para conjurar al dios Anu.

Nahuel Melis
10 años













El lado de adentro de mis ojos


La casa está en silencio
dentro de mi alma
que la alberga,
pero el silencio es ruido
en mis recuerdos,
futuros recuerdos ...

Los años que pasan
proyectan una película
en el lado de adentro
de mis ojos,
y entre tanta escenografía
yo me escurro en la noche,
como si fuese la última.

Si pudiera decir basta
creo que tampoco lo diría,
a veces soy la nostalgia que me enreda,
a veces, solo el dolor
es quien me esculpe,
y entre tantas formas
que refleja la luna,
se esconde mi soledad.

Por qué todo es tan frágil,
el mar es un cristal líquido
y yo soy la espuma que lo acompaña,
y entre tanta desintegración
puede que empiece a comprender
algo de lo que me pasa,
lo que le pasa al tiempo,
y a sus cambios, la vida.

A donde iré cuando ya no recuerde
quien soy, en que creía esta noche
como espejo del transcurrir,
mientras todo pasa al lado mío
y mi corazón mira e imagina,
que serán de mis mañanas
cuando deje de recordar,
que será de mi vida,
cuando deje de sentir...

Esteban












Mis pupilas de barro y sangre


Ojos ven
o bien
saben:
Cómo arrancarlos
de allí donde el vacío
esgrime horrores
ateridos
frustraciones
muertes sin sentido.

Oscuros ellos-
Soles negros me circundan
Mi luz es oscura
mis pupilas
de barro y sangre.

Prisión;
Hablo de mis cinco
puertas de percepción.


Sebastián Humberto González














El oro de la tarde

                                                                                  A Cristian Navarro

   El oro de la tarde
cifrado en aires de fuego
lejano, reluciente, infinito,
denota la transparencia
en tus ojos reflejada.

   Delirios de hielo y fuego
vuelan sobre mi alma
como hojas de un otoño
olvidado, desecho.

   Cuando tu ausencia
apaga el brillo de tus ojos,
mi ser colmado de tristeza
se delira en las reminiscencias
de tu perfume impregnado a mi cuerpo.

   La presencia circular del tiempo
reitera cada instante,
y destaca lo elemental de cada jornada:
            lumbre de tu existencia
derramada sobre mi alma.

Roxana Contreras

 







Sintiendo tu nombre


Si desdibujas mi alma saltan los colores,
se pintan las ventanas de estrellas.
Si desdibujas mi alma es para caminar traslúcida,
casi transparente y llena de arco iris.

Si desbordas mis manos de caricias y sabores,
desaparece el mundo en tu figura.
Si desbordas mis manos es para abrigar,
para acariciar como las nubes al cielo.

Tu risa convoca aplausos y silencios:
carcajadas pidiendo otra risa,
ojos silentes que se enamoran de ella;
y ella, contagiosa, canta esperanzas.

Esperando tu boca abrazo tu pecho,
abrazando tu ombligo me siento el mundo.
Tu pecho estalla y se mezclan los colores,
y el mundo colapsa simplemente alcanzando tu risa.

Este poema camina a tu lado sigiloso,
para con cuidado amar sin pausa.
Este poema te quiere a su lado,
porque su sombra no convida tu frescura
y porque sus letras nombran tu nombre.

Jonatan