Revista Viajero N° 85 - Julio 2014

 

El vuelo del águila


Siembra cálices de agua
en sitios urgentes de piedad cautiva sonrisas en rostros tristes
y elige siempre la luz a las tinieblas.
Ve hacia lo dulce
olvida la letanía infame que inunda los rincones vacíos.
Espera viviendo cada momento, con el bien y con el mal.
Mas elige el bien
los abrazos
las eternas noches cubiertas de rocío,
pues (alguien escribió una vez y con mucha razón)
"quien se entrega a la tristeza
se priva de la plenitud de la vida".

Elizabeth Francken
“Los años ambar”
















Jugamos


Las posiciones que vamos defender
son insostenibles sin el balance de los dos, pero, 
como en el carrusel, vos sos eje, eje que cambia de eje
sin que se venga todo abajo.
Y si nos caemos, nos reimos.
Jugamos a que jugamos, claro
con risitas, ruiditos, y toda la pirotecnia
a veces 
a veces solo amagos de fueguitos de artificio
porque jugamos a lo que nos gusta, cómo y cuándo nos gusta.

















Teky


     Aquella mañana como todos los días caminé por la vereda hacia mi trabajo, cuando de pronto me llamó la atención un montoncito oscuro que adornaba la rueda desinflada de una camioneta abandonada. Miré y seguí caminando porque ya estaba con el horario justo para no llegar tarde. De regreso a mi hogar, luego de una jornada más de trabajo, encuentro otra vez, a aquel montoncito oscuro, pero ya incorporada en sus patas mirando a ver si alguien se interesaba por ella. Pregunté a mi vecino de quién era esa pequeñita negra azabache, con algunas manchitas rubias en sus patas y su pecho. Me contestó que no sabía cómo había llegado allí, y que amaneció ahí pero que no tenía ni idea de quien la había traído. Dijo que la vecina de enfrente y él  le estaban dando comida y agua, estaba muy temerosa y cuando nos queríamos acercar huía despavorida  emitiendo un ladridito que no asustaba ni a una mosca. 
     Quizás mi alma y mi corazón me decían que la debía cuidar porque sino quién?. Ese día y los días que siguieron no pude apartar la vista del lugar elegido por ella para sobrevivir. Sentía mucha angustia de saber si se le ocurría  bajar el cordón de la vereda, miedo de que la lastimaran los perros. Su cuerpito estaba tan maltratado por la falta de alimento que se le notaban los huesitos pegados en la piel; lo único que mostraba era un hambre excesivo.
     Algo me dice que Dios mira estas cosas que se nos presentan a diario a todos y que tiene una recompensa para quienes nos apiadamos de estos animalitos: que por cierto no son culpables de estar vivos. 
     Apenas escuchaba el ruido del mosquitero del comedor de mi casa, se asomaba tímidamente pegando la carita al portón. Sus ojitos tristes por el abandono y por la realidad desgraciada que le tocaban ver, se alegraban cuando me veían que iba a convidarle un poco del balanceado de mis mascotas. Me daba mucha pena saber que su único refugio era la rueda desinflada de aquella camioneta; por momentos sentía ganas de llorar,  me costaba aceptar el desamparo de tantos inocentes, que como ella sólo buscan cariño y comprensión de parte de los que somos seres pensantes y dueños de la "razón". 
     De a poco la mimaba y dejaba que confiara en mi. La miraban con dulzura,se reían porque decían que cuando me veía se ponía como loca de contenta. Yo la quería acariciar pero era imposible porque retrocedía y quería escapar (esto me daba la pauta de que no había recibido en su cortita vida un gramo de afecto). Comencé a conversar con mis vecinos, para ver si alguien se quería hacer cargo, fue todo en vano porque algunos ya tenían mascotas. Le pregunté a Miguel (que justamente en esa semana su perro Lobo, había muerto) me respondió que estaba esperando que el hijo le trajera uno para esos días. Otra vecina de enfrente me dijo que no, porque como le gustaba irse de vacaciones no tenía quien la cuidara, y etc., etc., etc.
     Desconozco cuáles son los motivos que llevan a las personas a proceder de esta manera, pero estoy convencida de que si pensaran por unos instantes nada más el daño que ocasionan, tal vez se arrepentirían y tratarían de enmendar su error. 
     Así pasó una semana, había que decidir algo para protegerla de los posibles peligros, entonces se me pasó por la cabeza el recuerdo de la Negrita, una mascota que había sido rescatada de la calle, y amparada en la biblioteca. Hablé para ver si me permitían refugiarla allí, tuve suerte ya que  me respondieron afirmativamente. Pero como a veces todas las cosas no pueden salir color de rosa, (y por más buena voluntad que se demostró) me di cuenta que haberla llevado fue un error, porque desde el momento que terminaba el horario de atención al público, quedaba encerrada muchas horas y esto ocasionaba algunos inconvenientes sobre todo por el tema de la higiene, ya que al día siguiente había que hacer una limpieza profunda porque a las nueve en punto se reabrían las puertas de la institución al público.

Continuará en la próxima edición

Elinor Alfonzo
















Paisaje de Buenos Aires


Paisaje de Buenos Aires 
estás en mis recuerdos
desde el día que de tierras lejanas
mas allá de los mares, siendo un bebé,
en brazos de mi madre y mi padre llegamos.
En mi alma te adentraste, de amistad
es el encuentro contigo. Yendo desde
Quilmes, mi ciudad adoptiva, en tranvía
hasta tus callecitas empedradas
y angostas de la mano de mis padres.
Te recorrimos embelesados de tus 
magníficos edificios, el obelisco
oyendo a lo lejos al cantor de tus nostalgias
Carlos Gardel, la voz de tu ciudad y de la 
calle Corrientes. Cada esquina es sabor 
a tango de tus callecitas empedradas
faroles encendidos iluminando
tus noches y a los bailarines del 2 x 4
el perfume, el aire  de clavel y
la rosa mientras cruzo el Riachuelo
hacia tu encuentro. Voy acompañada
de una ilusión, de una luna llena
sin igual recorriendo tus callecitas
tomados de las manos:
el amor yo encontré.

















       Eduardo Munsters
y el ojo rojo de Ksorten Hárri

 
Continúa de la edición anterior

Casi no escribiré noticias que no se hayan oído, pero no pienso convencerme ciegamente por los artículos de la prensa, ni las decenas de libros, ni los cientos de documentales que hacen conocido a Ksorten Hárri en el mundo. Además, yo fui testigo. Todavía no se han encontrado ningún caparazón, huesos, dientes, ni evidencias suficientes: redes gigantes, cámaras fotográficas subacuáticas y sonares, han fallado en la búsqueda. Hasta mi partida, la ilustración más sincera que se conocía era una usada para publicitar una famosa cerveza.
Yo pensaba: si Ksorten Hárri existe, es innegablemente una criatura evasiva.
 
De joven creía que las historias fantásticas de la Tierra del Fuego eran leyendas populares creadas por la imaginación aturdida de los conquistadores. Más tarde, buscadores de oro, aventureros, piratas y peritos confirmaron lo que me figuraba: era simplemente un lugar solitario y frío.
Viajé de Londres a Malvinas y de Malvinas al Cabo San Pablo, y me instalé cerca del camino que atraviesa los Andes, comunicando Ushuaia con Río Grande. Al llegar a la isla, el 17 de Enero de 1953, descubrí un paraíso de montañas con nieve eterna y árboles deformados por el viento.
Si Julio Verne hubiera conocido el lago Kami, su geografía sería parte de la república fantástica de alguna novela.
Mi cabaña es vecina del Kami, en un valle donde podía ver las montañas, el lago sereno y diversos animales mansos. Vivía en una paz continua que solamente era estropeada por ciertos ruidos escandalosos en el agua, seguidos por flujos de caballos salvajes galopando asustados entre los árboles y repentinos cielos ennegrecidos por cóndores y caranchos.
Es importante destacar que la cantidad de peces que produce el Lago Kami es suficiente para alimentar a un ser con un hambre diaria de cientos de kilos de carne.
 
                Se encuentran testimonios parecidos, pero de menor importancia, en más de trescientos lagos alrededor del mundo. Hay un patrón común en este rompecabezas: todos los sistemas de estos lagos se encontraban o se encuentran conectados con el mar. En todos los casos, los lagos son profundos y fríos. Ninguno, a diferencia del Kami, es de profundidad desconocida (incapaz de ser medida por la tecnología más avanzada). Esta teoría fomentó la idea de una criatura atávica con forma de ballena primitiva.
 
Ksorten Hárri es uno de los monstruos más avistados del mundo. Los testimonios muchas veces se contradicen, y en otros casos se complementan. Hablan de un monstruo marrón claro que nada agitando su largo cuello en las aguas azules del Kami. Los testigos afirman que es un ser con cola y cabeza de serpiente; otros profundizan y describen una pequeña boca roja, o antenas o cuernos rojos que brillan en la tapa de la cabeza de la criatura. Las teorías de los testigos asocian a Ksorten Hárri con un ser mitad serpiente mitad ballena, con una anguila gorda y descomunal, con moluscos corpulentos, con una nutria afectada por la radiación, con entidades parapsicológicas, con reptiles extintos con aletas diamantadas, con espejismos y pájaros gigantes que se zambullen.
Todas las fotos hasta ahora sólo muestran su estela en el agua.
Yo estaba convencido, en ese momento, que debía ser un mamífero marino porque un ser de sangre fría no toleraría lo helado de esas aguas. Actualmente mis convicciones cambiaron.

Continuará en la próxima edición

Federico Rodriguez

















Sentir


Si no escriben palabras  mis manos
Si nada inspira plasmar en papel pensamientos
Si esta noche no puedo crear un verso ...
que exprese un pesar, una ilusión, un deseo.

Si no transmito mis sentimientos con letras
Si no hay motivo para mostrar el alma
Si no existe el impulso de sentir en la tinta...
la sangre que irriga mi corazón.  

Si no cristalizo páginas con trazos azules 
Si lo único que quiero deletrear es tu nombre
Si esta noche solo hay estrofas para vos ...
es porque tus palabras transformaron las mías. 

Marina Aguirre