Revista Viajero Nro. 12 - Agosto 2006



¿Qué es el tiempo para el amor?


Se aclaran las noches y duermen mis miedos
te voy conteniendo como un tesoro entre mis dedos
se encienden miradas que queman al viento
y los suspiros corren lentamente detrás de un mañana cada día mas despierto

Te tocan mis labios sin sentir más que tu alma
se derriten mis ternuras mas fuertes ante tu voz
Te siento tan mío, sin tener mas razones que tus manos en mi mejilla
te llevo tan escondido en mi pies como va mi alma en tu sonrisa.

Me maravillo del amor, inexplicablemente dador de felicidad…
de su camino sinuoso que solo los valientes pueden caminar
Todo parece iluminado cuando pienso en tu humilde manera de amar
comprendo las noches de soledad y las heridas que ardían
como si todo fuese sabiduría de un mensaje que Dios escribe en mi andar.

La divinidad que me instruye y me acompaña me ha permitido a tu lado
y me ha proporcionado la extraordinaria tarea de hacerte feliz sin tramarlo
no tengo estrategias mi dulce cielo, solo te ofrezco vida y corazón
solo doy gracias sin cansancio por conocer cara a cara al amor.

Que bello rostro tiene!  no tiene explicación..
son mil gaviotas volando en un cielo anaranjado de pasión
multitudes de luceros iluminando los labios brillantes de dulzura
es sueño… es verdad… es paz… es alegría… es aprender a dar

¿El tiempo?¿que es el tiempo mas que un simple factor?
si los latidos marcan los días, las carcajadas las horas y al final…
solo son agujas de nuestro reloj tus dedos, cuando pasean en mi nariz
y el deseo de un eterno día a día, que viene suave desde cielo,
se nos da para cuidar, respetar y fructificar hoy en nuestras almas
mañana en nuevas vidas creadas, y siempre en el tiempo eterno.

Liliana Araya














El invitado


La noche era fría y tenebrosa, perfecta para la ocasión. Los invitados comenza­rían a llegar pronto.
La sala se hallaba arreglada para la gran fiesta. Pequeños fantasmas de papel y típicas calabacitas colgaban de las lámparas, se repartían por todas las paredes de la casa y flotaban en las manijas de las puertas y ventanas.
Todo indicaba que la reunión sería perfecta. La anfitriona había planificado hasta el más mínimo detalle; nunca nada se escapaba de sus pensamientos ni de su domi­nio. Ahora, esperaba ansiosa el sonido que le indicaría la llegada de los invitados y sobre todo, de aquel tan especial.
Habían transcurrido meses desde la última vez que se habían visto y ya no podía esperar más tiempo. Necesitaba sentirlo cerca nuevamente, palparlo, asegurarse de que no era un espejismo ni otro de sus sueños. Sí, allí estaba ella, planificando, con su mente dándole vueltas al asunto. Siempre sería igual. Estaba repensando otra vez lo que ya había pensado en anteriores ocasiones, no quería que las cosas salie­ran mal y por ello, intentaba prevenir cualquier posible error, cualquier paso en falso que pudiera dar. Tenía calculado hasta lo que él diría y lo que ella misma le respondería.
¡Pero qué furia sentía cuando las cosas salían al revés! Él nunca respondía lo que ella planeaba yeso le causaba demasiada ira. A él también le irritaba su manía de pensar y pensar, de ordenar todo, de no dejar nada para el destino, de querer tener el control del universo, era imposible y ella lo sabía ¿Por qué, entonces, no dejaba los sucesos al azar? Ninguno de los dos lo tenía claro.

La hora pasaba y nadie llegaba ¿Cómo vendrían vestidos? ¿De qué se disfrazarían? ¿Qué se pondría su amado? Esperaba que el atuendo de su pareja concordara con el suyo, al menos que tuviera alguna relación puesto que ella ya se había encarga­do de avisarle cuál sería su disfraz y de proponerle uno acorde. ¡Ojalá él se hubie­ra vestido de pirata accediendo a lo solicitado!
El tiempo continuó su paso, arrastrando consigo a la noche. Los invitados ya esta­ban disfrutando de la maravillosa fiesta. Comían, bebían, bailaban, reían. Todos, menos la anfitriona. Los había citado a las once porque sabía que vendrían a las doce, pero él no estaba. Su amado no había llegado todavía y ya eran las tres de la mañana.
Subió a su habitación sumamente enfadada y se recostó en la cama. La perfecta velada había sido arruinada, una vez más, por él. "¡Maldita costumbre suya!", pensó. Se quedó dormida.
De pronto, un sonido conocido la despertó. El enmascarado subía la escalera. Sus pasos retumbaban en la noche: toc, toc, toe, toco La puerta de la habitación se abrió y la ilusión y el entusiasmo invadieron su alma. Al instante sintió un dolor intenso en su pecho. Algo punzante le lastimaba el corazón. Antes de cerrar sus ojos, alcan­zó a ver al enmascarado cerrando nuevamente la puerta y lo reconoció... sabía que llegaría tarde y también sabía que se pondría otro disfraz.

Natalia Soledad Rotelo













Hacia el olvido


Locas jadean proyecciones
en mi mente fantasma supremo

Querer agarrarlo
todo
Querer decirlo
todo

Pecesitos resbaladizos eluden mi red

II

Y sin más
Los años y los siglos
se suceden como estaciones,
sigilosos, arcanos.
Cubriendo de polvo oscuro
existencias calientes, de sangre que corrió
y quizás estalló, quizás ardió y fosforeció ...
para llegar a ser
Sólo una piedra más
en el pozo impostergable.

Sebastián Humberto













La Sigla


Se siente un ruido, se ve la luz, y cada día hay en el colegio un pato menos embalsamado.
Saben que está allí, saben que las persigue, saben que las vigila, saben...
Desde que la vieron, se les hizo y se les grabó una imagen no muy confiable; pero sabían que algo quería, y comenzaron a tomar nota, sobre cosas raras y espantosas que les surgía, solo a ellas. Comenzaron una investigación que les llevó a develar:
LA SIGLA, una sigla que conocían solo ellas y ella; sospechaban de aulas y salo­nes, y las fotos comenzaron a traumarlas. Pero siempre es mejor comenzar por el principio.
Así fue como ocurrió: un día de estudio, un día como todos, se convirtió en el día en que se develaría el secreto del colegio. El miedo y misterio las empezó a rode­ar desde que escucharon, solo ellas, el ruido. Un ruido en la capilla del colegio, eran voces, que les decía: "hoy es el día, llega el día, llega, llega... " pero de pronto acabó y no se oyó nada más.
Luego otro día, se vio la luz, radiante, sobresaliente, blanca, brillante, pero... rara, sí muy rara, y fue otro nuevo dato para estas jóvenes.
Pero para completar la sigla, falta un último dato: los patos, los patos que ya des­cansaban hace tiempo en la repisa del gimnasio, embalsamados; pero tan reales como esa niña de aquel salón, de aquel día, inolvidable.
La sigla se formó a partir de las iniciales de estos acontecimientos, Ruidos, Luz, y Patos, y fue R.L.P.
Luego, disfrutando del tiempo libre de clase, los recreos, encontraron un machete, en un papel desteñido, pisoteado; en el lado trasero de esta hoja, se encontraba escrita la misteriosa sigla. Les llamó la atención que alguien más esté involucrado en esto, y para poder avanzar con la investigación, buscaron una palabra de algún objeto o cosa, que contenga estas tres letras.
Ese mismo día, en la clase de gimnasia, aprovecharon para observar todo minuciosamente. De repente, dirigen la mirada a la pileta y descubren que aquel viejo tram­polín, donde en una infancia más lejana, disfrutaban los veranos sin miedos ni mis­terios, éste, contenía las tres letras, ese viejo pedazo de madera, las señalaba, para adelante, fijo, como una flecha, hacia una pared del colegio, que se conectaba directamente con ese salón, en el que la vieron; pero lo más importante es que tenía un par de ventanas, de las cuales una de ellas estaba abierta, y desde allí, desde esa mínima ventana, se vio otro dato, una mano de adulto, tirando libremente plumas, plumas de patos, y así mientras estas caían sobre el agua de la pileta, las alumnas se acercaban de a poco a la verdad de este colegio.
Las alumnas participaban en actividades extra del colegio, un día en la clase de tea­tro, mientras ensayaban una obra infantil, se oyeron tres golpes en la puerta, al abrir no había nadie, o por lo menos eso creyeron. Se repitieron varias veces más, luego una niña más chiquita interrumpió la clase para ir al baño, y volvió llorando de espanto, lo único que pudo contar fue que le golpearon la puerta, y sintió voces, un dato que no podía escapar.
Otro día, llegó el dato de la sombra, del hombre. En el recreo de la clase de coro, las pequeñas adolescentes, se pusieron a jugar, un juego de siempre, de todos, la escondida. Mientras una de ellas se escondía en el segundo piso del colegio, las demás veían que cerca de ella había un hombre, posado, apoyado sobre el balcón, mirando hacia el horizonte, sin cara ni forma, solo una sombra, una silueta, de un hombre. Los gritos de las demás acabaron con el juego, y volviendo a clase, vieron esta misma figura, detrás de la puerta de un aula, la sombra, y lo demás era luz, una luz anaranjada, brillando solo sobre las pupilas de estas alumnas que ya no aguan­taban más de espanto, y rápido volvieron a clase.
Luego la niña, o sea lo que sea, pero era algo o alguien, que las miraba fijo, como aquella sombra, pero esta era blanca, transparente, casi se podría decir que era un ángel, pero tampoco, porque también era transparente al mismo tiempo, y lo que impactó, fue lo que tenía en sus manos, lo que devela gran parte del secreto; tenía una cámara de video, y miraba fijo a las alumnas, pero sin querer mirarlas, así que la segunda vez que la vieron, miró al costado derecho, y no volvió a voltear la cabe­za.
Les llamó la atención que no era normal, carecía de buen estado, y se notaba un poco desnutrida y pálida, era algo que no se había visto ni imaginado, ninguna de ellas.
Un día, la señora que limpia el colegio, que ya lleva varios años allí y lo conoce muy bien, les contó, que hace más o menos 100 años, funcionada en un saloncito del colegio una librería, y en el salón de al lado un kiosquito, en él ahora hay un televisor y una video, ambos objetos apoyados sobre una mesita, vieja, rara, si rara como todo lo que veían. La señora no sabía para que era ese salón con aquellos objetos, porque nunca nadie entraba allí, solo la pequeña ventana enrejada dejaba ver esto; y en ese momento recordando todas las pistas de una vez, se les apareció un flash, y luego otro, y otro. Ya les había parecido ver estos flash, y nunca lo ano­taron, pero esta vez fue distinto, fueron como terremotos en sus mentes que dura­ron apenas un instante, reflejados en una luz blanca, como la de aquel día, en que descubrieron la segunda pista, en ese momento develaron casi todo el secreto "la niña todos los días de clases, las filmaba y les sacaba fotos, luego veía todo esto en el televisor de aquel saloncito, e intentaba decirles cada día su mensaje, ella lo enviaba por las pistas y los flash de todos los días", pero que quería decir, eso se supo más tarde, un día de lluvia intensa.
Ese día indescriptible, el día que sufrieron realmente de miedo, pero que supieron que hacían el bien por alguien, al escuchar la verdad. Luego de tantos días de mis­terio y sospechas, la niña decidió decir el secreto, frente a ellas, lentamente, comen­zó a contar lo que le pasaba, y que era lo que había necesitado. Dijo: "un día de lluvia como este, mi padre inauguró la escuela, y con ella, la pileta de verano. Yo esta­ba feliz, así que decidí llevar a todos mis patitos a la pileta conmigo y disfrutar, pero la lluvia comenzó a tomar fuerza, yo no le di importancia, pero ahora se que si, que lo tendría que haber hecho; porque fue impresionante y horrible ver como ese apagón de LUZ brillante se acercaba a mí, y sentía un RUIDO, acompañado de las voces de Dios que me decían; "hoy es el día, llega el día, llega, llega ... " y ver volando las plumas de los PATOS por toda la pileta, desesperados, mientras mi papá me veía por aquella ventanita, y yo veía la sombra de Dios, sin cara ni forma, solo una figura, una silueta de un hombre.
Mientras me elevaba supe que este colegio tenía una maldición, y pude decir mis últimas palabras, me fui con una condición, que fue: "cuando se cumplan 100 años de mi desaparición hacia los cielos, quiero que alguien más sepa mi historia, el des­tino conducirá a las personas que tengan que saberlo (esas personas son ustedes), y dejaré como primer pista lo que vi al morirme, la LUZ del rayo, sentí el RUIDO acompañado de las voces de Dios, y vi las plumas de mis PATOS, en ese momen­to comenzó a existir LA SIGLA.

Luciana Ourracariet


















Quiero


Quiero volar hasta bajo tierra; y ascender a las estrellas;
para así, juntos, por siempre soñar arco iris.
Quiero decirte que te amo, sin preguntas, sin excusas.

Solo te amo porque las mariposas vuelan alegres;
te amo porque fluyen las aguas, porque vuela el viento;
porque nadan los peces y ríen las flores.

Quiero llenarme de tu alma y llenarte de la mía;
desplomarme en tus labios y tus oídos;
abrazarme a tu espalda y arrancarte mil caricias.

Quiero que mi amor te mueva y te haga soñar;
que sea tu amor un mar donde anclar primaveras,
donde floten tus tristezas y fantasías.
Quiero que me quieras sin permiso y sin razón.

Mi todo es tuyo y mis ilusiones también,
sin miedos, sin nada más que amor.

Sin miedos, sin nada más que amor,
te quiero porque te quiero.

Jonatan













Tu regalo


Cómo podré olvidarte
si me diste todo al encontrarte,
si descubrí esos regalos empaquetados
que estaban sin dueño hasta que llegaste.
Cómo podré olvidarte.

Colocaste la primera mirada hacia el mar,
un caballo de Troya contra la amargura,
el olor a primavera de los niños
y un barco a punto de encallar.

Derramaste la sinceridad del hombre cuando nace,
la tinta indeleble de buenos momentos,
el color rojizo de mejillas sonrientes
y un par de algas que se hamacan sin parar.

Abriste la llave de gas de esta habitación,
el altillo de algunos sentimientos,
los regalos que se compra uno mismo
y la canilla que desbordó este río.

Cómo podré olvidarte
si me abriste para darte.
Los envoltorios se encuentran rotos
y mis regalos ya son tuyos.
Cómo querer olvidarte.

Ariel Gattelli
Inspirado en Cecilia  Calzada














Hechizo

Cuando no sabemos que decir,
porque la inmensidad del mundo nos aplasta.
Cuando no sabemos que oler,
pues la variedades de fragancias tienen un solo nombre.
Cuando no sabemos que tocar,
ya que todo lo tangible se resume a tu rostro.
Cuando sucede esto que es como dos planetas unidos,
entonces te miro, solo te miro.

Cuando te miro las tormentas pasan;
y abundas los botes rescatando corazones.
Cuando te miro sos lo único que miro;
y miro porque no tengo ojos.
Cuando te miro una rosa se desarma de envidia,
porque no sabemos que decir pero los ojos sí.

Tan valiente es jugar por mañana,
que hasta el pasado sufre desconcierto.
Tan suave la mañana que soñamos,
que hasta las nubes cantan admiración.

Cuando mi castillo se levanta:
estas vos y te miro.

Danilo













No te veo


No te veo,
apenas tu sombra quebrándose
en la esquina de la habitación.

Me encantaba
ver cómo tus labios tocaban
el borde de la taza.

Tu alegría era un hechizo.

Me permitías reflejarme
en tu frente.

Me encantaba verte pasar
desprevenida
como si un animal.

Y cuando soplabas las burbujas.

Y cuando te quedabas dormida con la boca abierta
y yo trataba de mirar por ella
para saber qué estabas soñando.

Ni bien te despertabas
ponías la equis en el calendario
que yo no lograba despejar
hasta que no empezara un nuevo día.

Eran tus cabellos que de tan largos
barrían del suelo los ojos de mariposa.

Eras más bella cuando te equivocabas
porque te equivocabas también de rostro.

Eras cuando cosechabas el enigma azul.

Y cuando te emborrachabas
y terminabas tomando del pico
y en mis brazos.

Y cuando te maquillabas
y yo te decía que no te hacía falta
y que me hacías falta.

Y cuando cantabas
y las ventanas se abrían solas
para que se quejaran luego los vecinos.


Me fascinaba que me amenazaras.
con volverte invisible.

Ahora no te veo,
apenas tu sombra quebrándose
en la esquina de la habitación.

Gastón
Mediados del 2004