Revista Viajero Nro. 147 - Diciembre de 2019



Las Fiestas se aproximan. Época en que todos hacemos un ejercicio de reflexión, no me gusta hablar de "balance", mirando los días para atrás al tratar de recordar hechos, situaciones, horas pasadas. Es que el tiempo es irreversible. Hay que recoger el crédito que a cada uno nos da la vida ahora. En esta época los lazos humanos están divididos en diferentes encuentros, las identidades en máscaras que uno lleva sucesivamente y nuestra historia, en episodios que solo duran en la memoria.

Jorge Omar Alonso
jorgeomar_alonso@yahoo.com.ar
La plata








Otra nueva navidad


José y María van camino a Belén
montada en su burrito, en busca de un establo
cargada de nueva vida en su vientre
donde el Niño Dios nacerá, cobijado y calentito
en su humilde cunita, de suave paja amarilla
con todo el amor, derramado por María
junto a la fortaleza de José, el viene a este mundo
a traernos amor, paz, a todos los hombres
esparciendo su fragancia, en todos los hogares
donde quiera que esté Él, llenando de luz
al mundo, para Bendecirnos en esta
Navidad, a todos por igual en esta
Noche Buena, junto al amor del Señor
Niño Dios cobíjanos con tu luz y amor
no dejes que perdamos la inocencia
de tu amor hacia nosotros, enciende
en todos los corazones, la llama que
nunca debe apagarse. Amén.

Marta Maria Nastaly
nastalymartamaria@hotmail.com








Se aprende a admirar la belleza,
a no querer poseer
su alma, corazón y cuerpo.
Educamos el deseo,
podemos besar en sueños,
acariciar su rostro.
Sentir su piel, perfume
y hasta imaginar un instante
en qué conectan nuestras miradas.
Y contamos este secreto,
todo lo podemos en la fantasía
y ponemos ese amor
con consciencia de perpetuar
este sentir en algo platónico:
Solo miedo ...
A no ser correspondido.

Marina Aguirre
anira90@hotmail.com








Pánico y locura en la colmena


La libertad tiene un alto precio.
Nada es gratis. Compras, compras y compras...
Consumes, consumes y consumes...
Todos esquivan la mirada.
Nadie quiere ver.
¡La abeja reina ha abandonado la colmena!
Ahora la sociedad se desmorona...
Sin un ser superior que los guíe todo se viene abajo...
Su mundo espiritual queda reducido a cenizas...
Su motivo de vida está pendiendo de un hilo muy delgado...
Las abejas siguieron trabajando. ¡Algunas pararon y otras se preguntaron que hacer!

- ¡la reina no está! ¿por qué seguimos trabajando? Otras dijeron: - y ¿qué deberíamos hacer? Estamos tan acostumbrados a nuestras cadenas que se nos es imposible asimilar la libertad. Además... ¡no sabríamos que hacer con tanto tiempo libre!

¡En ese momento la colmena entró en pánico! y la locura se apoderó de sus habitantes.
¡Algunos empezaron a azotarse a si mismos! para sentirse amos.
¡Otros comenzaron a someter violentamente a sus compañeros! para suplir la necesidad de opresión.
¡Enseguida hubo reinas, reyes y caciques por doquier! Todos eran amos, todos eran tiranos.
¡El poder los volvió locos! ¡Los volvió despreciables! ¡Solo acumulan miel! ¡miel! y miel...
La colmena ya no volvió a ser la misma...
¿Dios donde estás...?

Brian Lavedova
nirvano_24@hotmail.com








Natal


El peregrino acudió a la ciudad de los doscientos,
su pensamiento asentó,
caminó, pataleó.

Supo dónde estaba,
conoció qué pisaba,
necesito noción,
abdico decepcionado.

Deambuló malintencionado,
asistió enojado
al templo de la compasión:
fui aquel viajante.

Pedí aliento,
necesité impulso,
supliqué,
te vi.

Acompañada con quién sabe
tus pasos seguí,
guiaste, conduje
hacia mi Ser.

Serguei Nahuel Nasgho
snahuelgomez@gmail.com








El amor de la familia


Se acercaba la Navidad y como siempre los mellizos estaban ansiosos. La llegada de Papá Noel era un acontecimiento esperado con ansias por los pequeños, que siempre en las últimas semanas de diciembre hacían caso a los papás y ayudaban en las tareas hogareñas. Y todo para que Papá Noel los viera trabajar duro y portarse muy bien.
Este año no había sido bueno para Leandro y Alicia. El  campo no había rendido los frutos esperados porque el vaivén entre los períodos de sequía y las fuertes lluvias  estropearon las cosechas que se habían perdido por lo menos en un cincuenta por ciento.
La cena de Navidad sería más sencilla este año. Solo vendrían los abuelos de la ciudad que siempre colaboraban con algún plato especial.
Pero el problema principal eran los regalos para los niños, que habían escrito sus cartitas y esperaban ansiosos por lo menos algo de la larga lista que habían pedido.
Pero cada una de esas cosas excedían con creces las posibilidades económicas que tenían este año.
Sin embargo los papás no querían que los mellizos se sintieran defraudados y recurrieron a los remedios caseros. Revisando la larga lista de cada uno de ellos encontraron algunas posibilidades. Debían apurarse porque faltaban pocos días para el 24 y el trabajo sería arduo.
Leandro hizo gala de sus habilidades con la madera y construyó un tren con máquina, cinco vagones con ventanitas y pequeños escalones para subir. Alicia abrió la máquina de coser y a la noche, mientras los niños dormían dió vida a una Pepona de patas largas casi tal alta como Juanita.
Ya era el 24 y después de la cena Alicia, los abuelos y los niños salieron a mirar el cielo buscando la figura de Papá Noel y sus renos. Y para la felicidad de todos, los pudieron ver en el cielo estrellado entre las copas de los altos árboles.
Los niños corrieron hacia el pino navideño. Y allí encontraron dos grandes paquetes .
Los ojitos les brillaban como nunca. 
Y otra vez se hizo el milagro; la felicidad y el nacimiento del niño Jesús bendijo a la familia tan solo por amar y creer.

Susana Stazzone
susariv@gmail.com








Oh, si supieras despertar el alma
dormida en cada célula
acunada de penas y mentiras
Si supieras entrar en ese chiquito lugar
donde mi inocencia era cierta y permitida
arropada de cantos en lunas llenas
Si supieras
como ahonda en cada átomo vacío
una historia, otra historia y otra más
¡Tu me dices no! ¡no es! nunca ES
Pero Si supieras...
mirar dentro de mi segundo incierto
mi intuición sin rumbo
mi extrañar inquieto abandonado....
cambiarías
Si supieras entender
mi cada día añoso y desprevenido
doliente de un amor vacío
un decir callado y un grito que no fue
Si pudieras
aún hoy hablarías
porque la verdad siempre fue Mía
Tu mentira no la quiero
Mi camino empieza hoy
Porque recién he nacido
sin nombre ni apellido

Lirey







Es inevitable tu amor,
es inevitable tu dolor.
Es inevitable tenerte siempre
encendido, como una pequeña
llama incandescente.
Me das alegría, me das placer
No sé qué hacer sin vos
Si algún día te dejara,
sería imposible, no volver a tenerte
¡No puedo! ¡no puedo! ¡fuera de mi
vida, por favor!
Aunque sea, hasta mi último día.

Patricia Batiluschi