Revista Viajero Nro. 151 - Abril de 2020


Sembrando unidad


Y sucedió. Por fin sucedió.
Aquel viejo anhelo de la mayoría se concretó finalmente. Sueños y una justificada esperanza, hoy una realidad tangible.
Límites que se esfuman y la unión de destinos sin fronteras. La utopía, como una fruta que tardó milenios en madurar, cae del árbol y nos visita. Y la utopía deja de ser.
...
Reflexivas banderas que, enlazadas, abandonan luchas históricas. Enfrentamientos estériles.
Guerras, por nada. Sangre, por todo.
Por poseer más. Por no ser menos.
Por la ambición de ser el más poderoso. Insaciablemente ambicioso. Hasta aplastar al otro. Dominarlo. Esclavizarlo, de ser posible.
Así, desde siempre. Pasos, siempre fallidos y muchos de ellos, avergonzantes.
Mientras el hombre sigue su tarea autodestructiva, un puñado de seres indispensables sembró semillas de amistad.
Seres que se aliaron a la armonía y buscaron suelo fértil para que prospere la idea.
Y aunando fuerzas torcieron el rumbo ahuyentando el inevitable destino: el abismo....
Y las semillas germinaron.
Y los frutos se sucedieron.
Y los poderosos se pusieron en la piel de los débiles.
Y los débiles se dieron cuenta que unidos eran poderosos, pero ya no había necesidad de usar la fuerza.
...
Y le quitaron las telarañas a la sensatez, a la razón.
Espantados, espantaron el dolor.
Aterrados, se alejaron del terror.
De desalmados a desarmados.
De desesperarse a desperezarse.
Y al remover la tierra del desdén, nuestra maltratada gran aldea se vistió de un manto multicolor. Que cubrió a todos por igual; sin diferencias. Sin indiferencias.
...
Una inmensa granja con fatigados labradores que crearon surcos de paz, parcelas de ilusión.
Semillas frágiles que demandan unidad.
Embanderan el campo.
Lo tapizan con esperanza.
Izan una sola bandera: La de todos, la de la vida.
Y apuestan a ella.
Enaltecen valores.
Los reivindican.
...
Y creen en un fruto posible: el futuro.
Y la cosecha jamás fue tan fructífera.

Alejandro Costas
Ig: ale_costas1









Bosquejo de un encuentro


_Cuánta ansiedad me produce pensar en que pronto te habré de ver, para así en tus orillas mis nostalgias más grandes verter; disfrutándote, como en los viejos tiempos que posando en tus bordes habrán de volver.
_Sos magia, encanto y el hechizo que me hace contener, en la vasija de mis sensaciones la alegría más soberana que no puedo esconder.
_Te pienso y te sueño en la lejanía, esa que me quita el poder, que me hace fuerte para dejar de extrañar lo que no puedo tener: el abrigo cálido del sol que en tus parajes sale en cada amanecer.
_Cuento los días del año que habrán de nacer,  para partir con las valijas repletas de poesías que te habré de leer... porque han sido muchas que he tenido la fortuna de poder componer.
_Es el encuentro más efusivo que con anticipación me pongo a tejer; esperando que por todas las puertas de tus riberas pueda  acceder.
_Habrás de darme lo que ningún otro firmamento lo podrá hacer: "los recuerdos aquellos" que en el baúl de tus latidos los guardás con placer.

Claudia Ortiz
formosita1983@gmail.com









Un mundo pequeño


El mundo se hizo más pequeño,
se redujo a los confines de tu casa,
te confronta con las limitaciones del cuerpo,
está cada vez más cerca de tu espíritu,
pretende hacernos tomar conciencia de que
no somos tan "eternos", ni tan grandes, ni tan superiores, ...
Tomó el control de nuestras vidas a través de una
de sus más pequeñas creaciones.
¡Qué imbéciles los acumuladores de poder y riqueza,
los soberbios, etc!
¡Qué pequeños todos!
¡Velando por vivir un momento qué, además de prestado,
ya se acabó, sin que nos demos cuenta!

Dojo









El perro milagroso de la calle Moyano


Corría el año 1985 en Río Grande.
Los chicos del barrio nos dedicábamos al fútbol y a las bicicletas.
En ese tiempo, casi en la esquina de Moyano y Brown, se mudó una familia chaqueña. El matrimonio tenía dos hijos: uno de nuestra edad (más o menos seis años) y un bebé de brazos. Con ellos vivía también la abuela, que era muy anciana. La madre de los chicos era una morocha muy simpática, y el padre era policía.
En la misma semana que ellos se mudaron, apareció por las calles del barrio, un perro grandote, totalmente negro y con el pelo corto, huraño con los adultos y cariñoso con los niños. Obviamente fue bautizado como el negro.
Todos los chicos del barrio le llevábamos comida a escondidas. Las madres no querían que nos acercáramos a él por su feroz aspecto.
El chaqueño estaba poco en su casa y cuando estaba, no estaba sobrio.
El muchacho se sumó a nuestros partidos de fútbol y demostró tener mucha habilidad para diseñar las casitas que hacíamos con pallets y otras basuras de las fábricas. Rápidamente se ganó la amistad de todo el barrio.
Cuando la abuela se dejaba ver, siempre con un rosario entre las manos, toda la familia se apuraba a meterla nuevamente en la casa porque se notaba que tenía el cráneo un poco demente.
Una tarde ventosa de verano, mientras el matrimonio discutía acaloradamente en la vereda, vimos que el negro olfateó algo, cambió la expresión de su rostro, y como un tiro saltó rompiendo una ventana para meterse en el interior de la casa. El padre, desesperado, salió atrás del perro. Al llegar a la habitación del más pequeño, vio al canino con el hocico lleno de sangre y espuma, respirando con furia sobre la cuna del bebé. No sabemos si llegó a imaginar los pequeños miembros del infante despedazados o el rostro arrancado por los colmillos. Sacó el revólver y le disparó en la cabeza.
En ese momento ya todos habíamos entrado en la casa y el aire se congeló cuando escuchamos el llanto del bebé que se había despertado por la detonación. Al mirar la cuna vimos al pequeño sano y salvo, y a su costado, una enorme rata destripada por nuestro buen amigo. El padre se agarró los pocos pelos que le quedaban y dejó el arma en el suelo cuando se percató del error.
Los esposos, para estar seguros, decidieron llevar al bebé al hospital, por si era necesario vacunarlo o tomar ciertas precauciones en caso de que la rata lo hubiera mordido.
En el apuro se olvidaron de la abuela o no les importó. Ella salió de la casa y volvió, a la media hora, con una botella de agua bendita, unas hostias y una especie de mantel (luego supimos que lo había robado del altar de la Capilla Virgen del Carmen). Nos pidió ayuda y envolvió al perro con el mantel como si fuera una mortaja, lo bautizó y le colocó en la boca ¨el cuerpo de Cristo¨. Para ese momento, por el estruendo del disparo, ya hacía un rato largo que varias madres se habían acercado a la casilla, pero ninguna pudo disuadir a la anciana de que abandone la extraña ceremonia.
Guiados por la vieja, entre cuatro muchachos lo cargamos para llevarlo al patio. Al llegar, comenzamos a cavar un pozo para darle cristiana sepultura a los restos del héroe.
Unos meses después, la madre murió de cáncer y la abuela terminó en un hogar de ancianos, totalmente ida. Al padre lo despidieron de la policía por corrupto, y se volvió con sus hijos al Chaco.
Sobre la tumba del perro crecieron flores y durante años fue un lugar que visitaron madres desesperadas con sus hijos enfermos. Varios chicos, después de que los acostaron sobre la tierra que tapaba los restos del perro, se curaron.
Muchos inviernos después, construyeron una casa sobre la tumba y hoy casi nadie se acuerda de la historia del perro.
A veces, cuando salgo de los bares pateando piedras y camino por Moyano, escucho los aullidos y sé que está bien, que el negro sigue ahí, para cuidar a los más indefensos.

Fede Rodríguez
Publicado en el portal El Rompehielos, 2018










La amante


Marguerite Duras nació el 4 de abril de 1914 en Indochina.
En 1932 se trasladó a París, para estudiar derecho, matemáticas y ciencias políticas.
A su primera obra, “La impudicia”, le siguieron más de veinte novelas, guiones cinematográficos y otros textos dramáticos.  Entre ellos,  “Moderato cantábile”,  “El vicecónsul”,  “Los ojos azules pelo negro”,  “Los caballitos de Tarquinia”,  “El amor”,  “Destruir, dice” y “Un dique contra el Pacífico”.
Tras una profunda crisis psíquica marcada por el alcoholismo, escribió tres obras fundamentales, “El hombre sentado en el pasillo”, “El mal de la muerte” y “El amante”, célebre novela con la que obtuvo el Premio Goncourt,  y llegó al cine para convertirse en éxito mundial.

Ella dijo: 
“No sé qué es un libro. Nadie lo sabe. Pero cuando hay uno, lo sabemos.”

La lectura de su obra nos permite comprender esta sentencia, advertir el concepto de libro.
Marguerite es una escritora de historias extrañas.   Secretos y demás distorsiones. 
Sin explicarnos nada, impone el suspenso necesario para que ignoremos qué será capaz de escribir acto seguido.
Nos enseñó a respirar con la ligereza de sus oraciones, donde el silencio pesa tanto como la palabra.
Marguerite Duras hizo estallar secuencias para morir un 3 de marzo.  Ocurrió en 1996.  En París.  A sus 81 años.

Edité un libro que cierra con una cita suya:

“la muerte, también bautiza”











Ten paciencia


Mañana, solo mañana
Encontraras la dicha
y encontraras la calma
cuando los tuyos comprendan
que los amas con el alma
mas necesitas apoyo 
y necesitas palabras.
Muchos abrazos y besos
Que no comparas con nada 
un ratito de sus tiempos
para escuchar sus andadas.
De una mesa bien completa
donde ninguno faltara,
que el tiempo allí se detenga,
el reloj no caminara, 
que cada uno contara
sus sueños, sus esperanzas,
sus metas, aun tan lejanas,
ni siquiera es importante que las 
Cambiaran mañana,
porque el hoy también existe
y vos también te escucharan
porque estas llena de sueños
de metas y de esperanzas,
ellos crecen, aun no escuchan
ten paciencia.
Mañana, solo mañana.

Stella Maris López










Preludio 


Estoy en el trabajo
con sueño,
no puedo agarrar un legajo
porque quiero escribirte:
dedicarte versos,
describirte con tinta,
ahogarme en estrofas.
Tuyas

Me resisto a quedar muda,
nula, estática
para regalarte un soneto,
reinventarte en un terceto,
reclamarte besos en una cuarteta.
“Ya que voy a reclamar".

Abandóname una tarde
y que surja una oda
o una décima quizás.
Tal vez durante la noche
errante en la soledad,
no logre contener al lápiz

y verás que mi prosa te convierte en deidad.

Marina Aguirre










Existencia


Hacía mucho tiempo que me sentía apenado.
No recuerdo cuándo, ni dónde sucedió, solo confirmo que mi alma buscaba sentimientos, emoción. Una mañana la vi y mis latidos, aquellos que provienen de estar vivo, sonaban como campanadas.
 Ella era estudiante, la conocí al salir de la universidad.
Se pasaba horas en la biblioteca del Congreso o charlando sobre las clases con sus compañeras en la plaza. Fui testigo de cada recorrido, en el ferrocarril y colectivo, hasta en el subte.
Cierto día ella estaba sentada en el muelle, angustiada; de eso sabía porque antes de conocerla había invadido todo mi Ser.
Intenté levantarle el ánimo, quise detener sus lágrimas. Recordé el pañuelo de mi abuelo, estaba en el bolsillo derecho, no pude sacarlo.
 Le dije tantas cosas, busqué su mirada sin éxito. Somos seres humanos, sentimos la energía por ser biológicos. Comprendió, se levantó dando un salto de felicidad, de superación. A lo lejos venían caminando una madre con su niño (tomados de la mano), el nene saludo, devolví la amabilidad. En cuando pasaron al lado mío el pequeño dijo “chau”. Pude observar el rostro aterrorizado de la mujer, preguntó -¿Con quién hablas?

Nahuel Nasgho Gómez










El amor en tiempos de coronavirus.


Él no dejaba de pensar en el último día que se vieron. Volvía una y otra vez a recordar cuando se despidieron en aquella calle cortada. Sin embargo, ahora que reflexionaba, aquella levedad del beso algo le indicaba que estaba acorde con lo que pasaba en estos tiempos de contagios. Claro, era así. Más tarde ella no expresó muy crudamente. De todos modos, él ya lo tenía decidido: era el momento de recluirse por vaya a saberse cuanto tiempo. Y era mejor así, porque aunque hubieran optado por verse, se hubiesen visto ridículos saludándose con los codos y distanciados a un metros el uno del otro; cuando cada encuentro llevaba una carga emocional que hacia apretados los abrazos e intensos los besos. No, era mejor no encontrarse. Solo largas charlas a través del audio, y besos y abrazos "virtuales", hasta que pasen estos tiempos del coronavirus.

Jorge Omar Alonso
La Plata










¿Sueño o realidad?


Eran las nueve de la noche y Malu se estaba acostando. Muy temprano para lo que ella acostumbraba, pero al mediodía siguiente jugaría un partido de hockey en Barra al Viento, una localidad bastante alejada.
Esta era la primera vez que Malu jugaba un partido por el campeonato regional; el entrenador, que era un tipo muy duro y exigente, confió en ella y la designó titular.
De tan emocionada que estaba, Malu no podía dormir, daba vueltas y vueltas en la cama pensando en partido.
Finalmente el cansancio la venció y los sueños se sucedieron unos a otros en una rara mezcla que a la mañana no pudo comprender. Solamente recordaba una larga cabellera rubia envolviéndola y transportándola a través del espacio.
El domingo amaneció lluvioso. El equipo completo de las “Camisetas Rojas”se bajó del bus en el club de Barra al Viento; se cambiaron rapidito, tomaron los palos y salieron al campo, que estaba muy mojado aunque había dejado de llover.
El pequeño estadio estaba lleno de familia y amigos de los 2 bandos; las banderas abundaban y Malu vió una pancarta con su nombre. La sostenían sus compañeros de colegio que al mismo tiempo le gritaban:
¡¡¡¡Vamos Malu!!!!!, y ella emocionada, levantó el brazo para saludarlos.
Comenzó el partido y entre corrida y corrida, golpe y golpe y muchos resbalones ,Malu cortó dos avances del contrario y asistió a una compañera que la metió en el arco.
El primer tiempo termino 1 a 0 , ganando las Camisetas Rojas.
Ya desde el comienzo de la segunda etapa, las rivales empezaron a pegar fuerte porque se veían superadas. Voló un palazo dado con saña y Malu cayó al suelo. No podía levantarse, estaba mareada por el dolor. Pero entonces apareció una hermosa mujer de larga cabellera rubia y alas desplegadas que la envolvió, igual que en su sueño. Se le acercó y con una voz muy dulce le dijo : - Vamos Malu, vos podés hacerlo…..Tomá mi mano y levántate. Y la rozó con su mano muy delicadamente,entonces, un inmenso calor se apoderó del cuerpo de Malu que se puso de pié y le hizo al entrenador  la seña de que continuaba.
Y en la jugada final, le llegó la bocha y de un golpe la metió en el arco.
¡¡Estaban 2 a 0 y eran visitantes!!. La tribuna aplaudía a rabiar y sus compañeras de equipo la abrazaban….
Así terminó el partido. En el vestuario de las Camisetas Rojas todo era alegría. Las chicas no paraban de hablar, algunas reían y otras lloraban de felicidad.
Malu abrió su bolso para guardar el conjunto rojo que había usado durante el partido, y allí vio la cara de la hermosa mujer que le había tendido la mano en el campo de juego. La miraba sonriendo desde lo profundo del bolso y la escuchó diciéndole, como en un sueño nuevamente, que estaría acompañándola en todos los partidos.
Malu estaba segura que se había ganado el puesto de titular y que de ahora en más tendría un hada madrina junto a ella.

Susana Stazzone










Porque sos el amor de mi vida


Porque sos el amor de mi vida
En ella siempre tendrás cabida
Porque nunca te daré salida

Porque sos el amor de mi vida
Te seduciré de por vida
Porque sé que lo nuestro se selló con la simpatía

Porque te elegí para toda la vida
Quiero que nuestra vida perviva
Porque si acaba, lo nuestro termina

Daría mi vida por la tuya
Porque al no darla
Seria perder la mía

Porque sos el amor de mi vida
Te elegí como si no hubiera nadie a quien elegir, la única opción
Como si fueras la única en esta vida

Porque sos el amor de mi vida
Soy uno con vos
Porque siendo dos
Soy un puro desahucio

Porque sos el amor de mi vida
Tu expresión amorosa embalsamaría
Para que perdure y sirva de ejemplo
Hasta el final de los días

Porque sos el amor de mi vida 
Cuantas cosas, amada mía…











Un domingo en el río


Espero con ansiedad llegue el domingo, así como casi todos los domingos en verano, nos íbamos con mi papá, mi mamá y mi hermanita Elena a pasar todo el día en el río, escapando  un poco de los terribles calores, íbamos  en bicicleta, mi  papá muy cargado, mi  mamá llevaba a mi hermanita y yo en otra bicicleta, tomábamos  por el camino blanco, rumbo al río, el camino era de tierra. A medida que pasaban los camiones, camionetas, motos, que pasaban raudamente, terrible polvareda nos iba cubriendo el cuerpo, todos iban a pasar el día al río.
Íbamos muy cargados, con todo para la ensalada ya limpia y lista para condimentar, fruta, pan, agua, lonas para tirarse en el piso, todo para el mate, infaltable, mi papá tenía un calentadorcito a alcohol, en cuanto llegáramos era lo primero que hacía, calentar el agua para el mate que yo le cebaría, por supuesto el me enseño a cebarle mate,una pequeña carpita,como el era maestro Boy Scout tenía varias para cuando se iba de campamento con el grupo de los  chicos, la parrilla, carbón.            
Al llegar íbamos al fondo, o sea pasando El Pejerrey Club, pasando el murallón, muy cerca de lo Sabaleros, acomodábamos todo con mi mamá, mientras yo le cebaba unos mates a mi papá, no se serian muy buenos, pero hacia lo posible para que fueran los mejores mates, luego de haberle cebado muchos mates a mi papá, mi mamá, mi hermanita y yo nos metíamos al agua, cuando todavía se podía, no estaba tan contaminada el agua como ahora, mientras mi papá iba más al fondo, a comprar un sábalo para hacerlo asado a la parrilla, el lugar era con muchos yuyales, casi un bañado, donde viven los pescadores o le dicen también Los Sabaleros, un lugar casi desconocido para la mayoría de las personas, a media mañana ya habían regresado de pescar, sábalos, surubíes, luego de haber estado desde la madrugada pescando, con todos los riesgos que corrían río adentro, por las tormentas y las crecidas, si los llegaba a encontrar un poco desprevenidos, era su pelea diaria para ganarse la vida, el pan para su familia, normalmente muy numerosa, vivían muy precariamente en esa zona del rió, con mucha dignidad y luchadores.
La barca en que salían todos los días cargadas con las redes para pescar, no siempre estaban en buenas condiciones, las mantenían arregladas por ellos mismos como podían, al volver por la mañana con su preciosa pesca, iban en los carros tirados por caballos, para vender los pescados por los barrios, al regresar se dedicaban a poner en condiciones sus redes y sus barcas para el día siguiente, así es la vida de los Sabaleros.
Al regresar mi papa con el pescado ya limpio, lo rociaba con el jugo de varios limones, le ponía sal gruesa dejándolo reposar un buen rato para suavizar su sabor y luego lo colgaba con un gancho de un sauce para que se escurriera un poco, y ya quedaba listo para ponerlo en la parrilla, que se iría asando lentamente, mientras tanto, preparaba la salsa para ponerle al darlo vuelta, con tomate, cebolla, perejil, todo picado chiquito sal, aceite, vinagre, bien mezclado y cuando le ponía encima la salsa se sentía un aroma exquisito, cuando lo hacía en mi casa, no salía ese aroma tan rico tal vez sería por el aire del río y el entorno de la vegetación, y ya se nos habría el apetito a todos, mientras mi mama condimentaba la ensalada   y a comer, así pasábamos el domingo, comiendo, tomando sol, yendo al agua, tomando mate con bizcochuelo que mi mama había hecho con tanto amor, al atardecer a juntar todo y volver a nuestra casa, que hermoso día habíamos pasado y con tan poco éramos felices.
A mis años todavía al recordar esos domingos en río, y mi papá cerca de la parrilla, cuidando el pescado no se quemara, me llega ese aroma tan especial, me dan muchas ganas de volver a saborearlo como entonces, junto al río, recordando esos tiempos tan hermosos, de haber compartido con mi familia en mi niñez, mientras contemplaba como llegaban los Sabaleros, a la orilla de mi río querido, con sus barcas repletas de sábalos.

Marta María Nastaly










Tercermundista…


¿Usted, se ha puesto a pensar que hubiera ocurrido, si esta “Pandemia” (de público conocimiento en el cual nos encontramos en cuarentena) no comenzaba en los países de primer mundo subdesarrollados?
La respuesta más que sencilla. 
Si hubiera sido al revés de ninguna manera estamos preparado, obviamente económicamente, científicamente, tecnológicamente, ni en el área de salud, pero algo mucho más allá de todo eso… socialmente. ¿Si a ellos los sobrepaso en todos sentidos, se imaginan a nosotros?
Como se dice en la jerga callejera: “somos cabezas de termos” y es verdad, lo somos llevando la terquedad a flor de piel. Uno no comprende porque no le paso y piensa que es inmune a todo lo que pase en las películas, pero no, no es una película de Stephen king con Tarantino, es la vida misma y corremos peligros. Somos unos unos lindos y tiernos corderitos en la boca del lobo que no se ve a simple vista, pero esta, se hace sentir.
Por eso, no se acatan las ordenes que nos impone el estado, porque jamás nos importó ni mucho menos nos gustó que nos digan lo que tenemos que hacer, y aparece en primera persona “hago lo que se me dé la gana” pero no entendés que es un riego para vos y para los que te rodean. O también el dicho popular: “aun no nació quien me mande” y lamentablemente si nació hace cientos de años y es un librito que una persona se tomó la molestia de anotar todas las leyes de orden público que receptan los principios sociales, políticos, económicos, morales y religiosos cardinales de una comunidad jurídica cuya existencia prima sobre los intereses individuales o sectoriales. Ósea, que no podés hacer lo que se te de las ganas, si te dicen quédate en tu casa… tienes que cumplirlo.
Ahora bien, muchos más de una vez cometimos errores, a quien no se le quemo alguna vez las tostadas o tomo la última botella de agua de la heladera y no la lleno, o se le hirvió el agua para el mate. Eso son factores vulgares de que no estamos preparados como sociedad y somos las verdaderas pestes, el verdadero veneno de este mundo.
Aplaudo de pie a todas aquellas personas, que si acataron las ordenes y se quedaron en sus casas, a quienes si se preocupan por la integridad humana de los demás. (deseo, que nadie mire crecer las flores desde abajo)
Y a los que vagabundean tomen conciencia, respeten y valoren. Tenemos el diario del lunes en nuestras manos, no desaprovechemos esa oportunidad que Dios nos dio. 

Quédate en casa!!











Encuentra la llave, esta en la palma de los que quieren ver
Bebí de golpe aquellos días de paz
y morí de sed
El deseo después fue simplemente desear poco
y venir otro poco a dejar de pedir
e ir yendo y yendo para dar
Así colme la sed del abismo
y descreí del hombre milagroso
Fui a buscar el bien por
sobre una balumba de sombras
Sin ganarle a ningún otro de por medio
para justificarme
Entonces, encontré una llave

             como nací desnudo
como lo tanto que tengo que hacer conmigo 
mientras tanto y animó a saber quién soy

-No te diré jamás cual es la llave, es tu trabajo-
Solo diré que no necesité distracción después de la distracción
pero sí el afán del hombre del océano
De aquel barco surcando la tormenta
del que corre por correr
del que enciende todas la luces del pensamiento
del espacio justo cuando el alma deja el cuerpo de repente
Alimenté los errores
justo porque nada es en vano
Y sentado en un café
que de esa esquina
hace un universo
usé la llave
            a mis cuarenta y tantos
Así como quien prende un pipa
de un tabaco que sabe al del abuelo
de un pan caliente que recuerda las caricias de mi madre
usé la llave sin temer a los gigantes espectros del disgusto
una osa mayor de navegante,
en curiosidad, que es a quien me debo con todo el tiempo que hay


Allí entendí
entendí lo más importante
entendí de una vez
de que se trata todo esto.

Luciano Calzada