Revista Viajero Nro. 34 - Junio 2009





Mi mundo


Bajo la tibia penumbra del ocaso de tu mirada busco mas luz..
Busco recorrerte...  conocer tu horizonte.
Hiriente invierno me atraviesas indiferente cuando brego 
quemarme en tu rojo incandescente.
la bruma mortal me cubre.. el frío de lo "no tu" me hace inerte
por no tenerte.
Levantas tus párpados y la luz me vuelve y me siento nacido
en el verde miel de tu  mirada astral.
Tu indiferencia solo "atardece".. mas jamas oscurece si estas
conmigo.. Presente.
La aurora se quiebra y tu sonrisa roja me vuelve a encender
en llamas.
Me quemo.. muero.. toco el cielo y en tus mejillas desciendo 
entumecido por tanto.. tanto que no puedo entenderlo.
Aquella planicie perfecta se eleva a la altura de tus caderas 
y allí el sol puede que jamas muera... mientras me veas.
Y es que mi mundo... todo mi mundo en ti se hace tierra..
agua.. cielo y aire que solo me quitas cuando me besas.

Maximiliano G. Snieg















Solo mio


En algún lugar privado de tus pensamientos, estoy yo, lo sé,
en algún sitio de tu corazón, esta el mío, lo sé.
Pero también sé que mientras tus pensamientos
y tu corazón son solo míos, tus besos son de alguien más,
tus noches son para alguien más.
Entonces, me detengo, y pienso…
Si no tengo tus besos y no poseo las noches de tus días,
prefiero amarte en silencio y esperarte paciente a que algún día
seas, solo mío.

Karina C.














Comentario sobre el cuento: “El traje nuevo del emperador” de Andersen.



  He comprobado al tener que escribir mi comentario sobre este cuento, que la escritura es un acto de coraje. Hay que tenerlo para escribir vestido y ofrecerse a ser desvestido por tus eventuales lectores.
  Ese emperador que se animó a aparecer desnudo frente a su pueblo, para que nadie pensara que era tonto. Ese, que aceptó la  hipocresía de los que lo rodeaban, fingiendo ver lo que no existía, sólo para no parecer faltos de inteligencia, es un emblema de lo que cada uno puede llegar a hacer( o parecer) para conseguir la aprobación de los demás.
  Hasta que la voz de la inocencia, la de un niño, claro, desnudó la conciencia de todos.
   Y el emperador siguió adelante desfilando, desnudo”….  

¿Me animaré a que mis lectores desabotonen el traje de mi escritura, para despertar el placer de ser leída?
 Es todo un desafío.  Da vértigo. Y un poco de vergüenza …Todavía….

Beatriz  Felippo















Fotografías

I



Ellos me observan silenciosamente desde diferentes puntos de la habitación. Están quietos, bamboleándose en una oscilación suave. Mudos, proliferando graves frases que se clavan como espinas en los tímpanos, en la piel que erizan, en las paredes. Y rebotan y se incrustan en la espalda, ardiendo en un lugar remoto, ya no físico. Espectadores omniscientes inquebrantables que, sin poder influir en la acción, desparraman su magnificencia, envolviendo todo como un manto de humo que hace carraspear la garganta.
Ahí están: antiquísimos, cubiertos de meses, en fotografías ocre, en lomos de libros, en la máquina de coser oxidada, en cortinas bordadas en casa —el título terciario colgando por algún lado, su superficie bramando polvo—, y qué miradas acechantes, premonición, recordatorio sacrílego, se arremolinan en sus vientres, tanta es la realidad que emanan desde el estatismo puro donde están sumergidos.
¡Quien pueda notarlo, quien pueda sentirlo al menos una vez! Quien osase hacerlo, ¡qué terror lo devoraría, qué inquietud nerviosa carcomería su espíritu bullicioso!

II

Los dos tienen algo de inquietos, de la inmutabilidad de una realidad ya caduca y muda. Aún así, la impaciencia se dibuja entre las líneas de los rostros —ya ajadas, llenas de surcos o, peor aún, corroídas, sin color—, fijos como piedra, ostentando inmortalidad.
Claman encasillados en bordes de papel, se chocan contra él y regresan al centro como niños en penitencia, en un vaivén que marea y se traduce al ambiente con un estatismo apenas perceptible.
Yo la miraba embelesado, sin poder abarcarla íntegra, descubriendo en ella matices nuevos conforme el sol iba cayendo y las diferentes luces se animaban a anidarse como olas mansas por la superficie.
Y su presencia se hizo mía hasta fundirse con mis recuerdos, tanto que a veces olvido que ese no soy yo.
 
Agustina














Mi paso por La Vida

“Dedicado para los míos 
que me esperan en el cielo.”
    Eloisa Lillo (87 años)
En el instante preciso 
en que mi alma se despedía
cerré mis ojos… y vi La Vida.
Vi un camino, un desconocido túnel
vi luz… mucha luz… y un tata…
vi una puerta que no era  la de mi casa
pero era tan bella o mas que aquella
y adentro mucha gente… feliz…
Solo podía mirar… no tenía palabras
allí todo era hermoso… no había penas
nada del cuerpo dolía… y la gente…
había gente feliz… muy contenta…
y me estaban esperando…
especialmente un hombre…mi amado…
De repente me encontré de la mano del tata Dios
y me llevó a dar un paseo
por un lugar muy lindo… y todo era amor… paz
Pero no era cualquier amor…
era un amor limpio… sano… puro.
Estaba por pasar el túnel
y el tata Dios me estaba esperando
pero no fui… porque todavía no era…
todavía tenía algunos desórdenes que arreglar
y desperté… y vi 10 ángeles alrededor de mi cama rezando…
y yo desconcertada por mi paseo
me puse a rezar con ellos.

Nos acompañamos por varios días, y cuando llegó la hora señalada me fui feliz... 
porque les dejé mi vida en cada enseñanza...
y los amé a todos hasta el fin.

Liliana Araya Pacheco Lillo
¡¡Siempre estarás presente Wely!!
TODOS TE AMAMOS













Volar


Desde pequeña su imaginación siempre fue muy grande, sobre todo cuando no tenia control sobre ella, o sea en sus sueños, en los cuales todo podía suceder, pero hubo uno que la persiguió por toda la infancia hasta su madurez hasta llegar a ser el único, en el principio una diversión propia de una niña, después como una pequeña obsesión, una distracción de los problemas cotidianos.
Su único sueños era volar, pero su sueño no era igual a los que tal vez tenían los niños de su época, o por lo menos así lo pensaba ella. No soñaba con ser aviadora, recorrer los cielos en alas plateadas a velocidades increíbles, tampoco soñaba con ser la primera astronauta sin temor a lo desconocido, cruzando nuevas fronteras espaciales.
Lo único que quería era volar, flotar por el aire y hacer piruetas como solía hacer Peter Pan en los cuentos que leía en su niñez. su sueño era único como puede llegar a ser un sueño y le pertenecía de modo que jamás se atrevió a contárselo a nadie.
Tal vez algún psicólogo, psicoanalista o cualquier psico que se precie de serlo lo habría denominado evasión a la realidad.
A ella no le importaban las definiciones, en cierto modo era su secreto de la felicidad, pues cada mañana después de hacer su recorrido por distintos cielos, se levantaba con una renovada alegría sin preocuparse, o tratando, de las adversidades.
Así fue que creció, entre realidad y fantasía, agobiada vivía sus días, tratando de no ahogarse en los problemas cotidianos, tratando de sobrevivir en un mundo hostil, viviendo su realidad mortal, ansiosa porque llegue la noche para escapar a un mundo solo conocido por ella, para surcarlo con nuevas piruetas y sentirse feliz por estar ahí lejos de todo, y así vivir su vida inmortal de sueño como todas las noches.
pero llegó un momento de su vida en que la realidad le demostró que la vida no es solo sueños, muchas cosas suceden y la mayoría no son tan felices ni alegres como ellos, que con solo la fantasía de volar no se podía ir a ningún lugar, compendio que los problemas no se iban tan lejos como para perderse infinitamente.
De pronto comprendió que su sueño podía hacerse verdad, su tan anhelado sueño de volar y que no tendría temor ni vacilaría llegado el momento, se iría por los cielos de su niñez.
A la mañana siguiente de la revelación, un transeúnte, cualquiera, de esos que les gusta caminar con las primeras luces del día, sería sorprendido por el cadáver de una mujer a la que le gustaba soñar, en un mundo donde no esta permitido volar.

Lola Ghiglione














Soy el mio


Egoísta sigo parado al pie de la linea
miro y espero comprarme el tiempo
con cada aliento que se va
solo poseo mi mente.

El norte es tan Sur que el reloj ya no es tiempo
del este al oeste todo es cielo e infierno
en el medio del mundo esta todo lo mio
soy el mio.

Y los sentimientos, me han olvidado
toda la inocencia perdida en el tiempo
no hay significado detrás de mis ojos
sin la necesidad de ocultarme,estoy a salvo esta noche.

El océano esta lleno pero cada lagrima que llore
como la luna llena busca estrellas, posesivo busco amigos
el dolor aparece cuando solo soy negado
solo conozco mi mente, solo se que soy mio.

Y los significados, me han olvidado
toda la inocencia perdida en el tiempo
no hay sentimientos detrás de mis ojos
sin la necesidad de ocultarme,estoy a salvo esta noche.

Leonel Hernan Ortiz














Hipnótico


Sus circulares vértigos se indefinían en el centro plural. Su micro silueta convergía en un macro universo infinito donde a cada instante más ondas recaían para desprenderse.
Espiral que ni había menoscabado tras sones de un pendular minutero, se hacía constante, persuasiva por arrear más líneas hacia sí. Era una imagen móvil. Era una incisiva ronda de brotes curvilíneos sólo para atraerlo. Pues el hombre no había dejado de observarla, de mimetizarse ni siquiera cuando se agotaba y prescindía pestañear.
Nadie se lo había impuesto. La espiral había estado encerrada bajo un cuaderno, bajo unos bosquejos de ordenamientos precisos. Al él ya tantos le habían sugerido que no la viera, que no se acordara, que esto fue estímulo tenaz para buscarla.
Se había sentado en un parque, junto a personas que se dispersaban, junto a desordenados imprevistos. Ahí había llevado a la silueta, pues no creía necesitar alejarse de ningún sitio. Es que, aunque le habían dicho que no habría de tolerar movimiento y sonido alguno cuando ante ella se viera, jamás advirtió sensatez en ello.
Cuando había desplegado a la espiral, ya no podía ver ni oír sensación alguna. Ya estaba, sin predisponérselo, inmerso en aquél orbe de tiranía curva. Y así había pasado sus segundos.
Cuando la imagen lo había librado, ya todo le resultaba similar comparándolo con los momentos previos de esta experiencia, como si nada hubiera ocurrido.
Guardaba el disco y volvía del parque. Volvía para guardarlo sabiendo que las suposiciones del elemento hipnotizador habían sido mal hechas, mal decididas. Aún las de menor riesgo, pues nada en él se había modificado.
Aunque de vez en cuando notara que la figura movediza se intercalaba ante sí, no le prestaba atención. Es que se lo atribuía a su memoria. Y estos saltos de su percepción para nada incomodaban su estar. Pues tanto veía a la espiral como al entorno, a la imagen unívoca como a las apariciones inesperadas de la calle. Había llegado a ver todo –ambos cosmos- a la misma vez, sin dejar de caminar ni de preocuparse.
Él ya creía que la hipnosis le había abierto un mundo, en vez de cerrárselo, que ahora era capaz de contemplar una silueta antes ignorada.
Hasta que el hombre comenzó a ovalarse.
Sus brazos se encerraban hacia un centro simple. Así, su micro cuerpo se extralimitaba y fundía en un macro núcleo sidérico, donde a cada instante más de sí se desprendía.
Se hacía arremolinado, aunque con orden. Se hacía circular, curvo, y en perpetuo movimiento.
Sin más ilusión ni esperanza de volver a ser hombre, espiral ya era. Sin más quietud ni dispersión dada a expandirse quedó hipnótico. 

Federico Laureanzana














Relax


Una noche cálida, una canción de
amor, unas palabras claras y
en frente te tengo a vos; una
sonrisa tierna, una caricia suave:
que lindas que son las noches
cuando se siente amor.
tengo alegría constante y mi
cuerpo enloquece, quiero mirarte
a los ojos, puedo hacerlo una y
mil veces.
Si extrañarte es quererte,
y por quererte te extraño tanto;
ven a verme pronto, y sácame
de este quebranto.

Héctor D. Carpio