Revista Viajero Nro. 135 - Diciembre 2018



La tía Lucía

Ya lo sé, muchacho, ya lo sé. El aburrimiento no se soporta, miles de canales, miles de videojuegos, YouTube, series en Netflix, nada en estos tiempos modernos es suficiente. Nada. Entiendo que los juegos son un proceso absolutamente íntimo, secreto, distinto. Yo lo sé. Y por eso afirmo que nada se compara con luchar cuerpo a cuerpo con un pirata. ¿Un pirata? Sí, un pirata.
Lo mejor del verano eran las vacaciones en Orense, en el campo de la tía Lucía. De la Lucía grande, porque mi prima también se llamaba Lucía, la chica. Ahhhh, momentos de paz… Qué días, sin obligaciones, sin apuro y, dentro de la vagancia y del ocio de la niñez, la lectura ocupaba lo más alto del podio. 
Levantarse en la vetusta habitación y elegir uno de los infinitos libros amarillos de la colección Robin Hood era un desafío. Era abrir un mundo de colores y de olores para que entraran por la ventana matutina, era un placer que no tenía comparación con ningún otro placer que hubiera registrado en mis primeros nueve años de vida. Era un ritual que se haría eterno, a pesar de que ni el campo ni la tía Lucía estarían para siempre…
Recomendable mantener la cábala: suspirar, antes de olfatear la historia elegida, antes de empezar a organizarse mentalmente. Si quieren situar su fantasía en: Los caballeros del rey Arturo o en Las mil y una noches, vaya y proceda. Lo dejo a su criterio. Pero la magia es cosa seria…
El dedo aquella vez se detuvo con sabiduría sobre un lomo agrietado firmado por Emilio Salgari. Un clásico varonil: Los tigres de la malasia. Aventuras ideales para un pequeño, que como hijo único extrañaba a sus amigos, al fútbol caluroso de las tardes, a las ruidosas carreras en bicicleta y a los autitos con el tanque lleno de masilla. Cosas que capaz no entienda mi joven amigo, pero puede googlearlo…
Ahora, sin costo alguno, y si me permite, paso a dar directivas básicas para que el experimento sea un éxito: prepare su embarcación, las velas, los cañones y las espadas. Elija bien donde sitúa las defensas, junto a la almohada, en general, es el mejor lugar. Algo importante que hasta ahora no le dije. Necesitamos un cuchillo filoso en la cintura, por si le arrebatan la espada. Eso sí. Lo necesitamos. No, no, no agarre el Tramontina del cajón de los cubiertos, tampoco uno de plástico. Algo intermedio, ni tanto ni tan poco. 
Rápido, amaneció. Las sombras ya están largas, ya es hora, afuera está Sandokán, el pirata, pero la batalla solo empezará cuando usted quiera abrir la ventana, mi amigo. No le garantizo que gane la guerra. Ojalá que así sea. Y si no fuera así, paciencia… 
De todos modos, me sentiré responsable del experimento. Por eso voy a permitirme hacerle una sugerencia antes de que sea demasiado tarde, y aunque la experiencia sea dura, los enigmas indescifrables o la magia demasiado para su varita: nunca abandone la lectura. Con el tiempo me lo agradecerá…

Oscar Enrique Falcão
De la antología: «Te venimos con cuentos»
ing_oefalcao@yahoo.com.ar







A veces mi cabello se vuelve azul

Cuando es invierno y hace mucho frío,
cuando siento que la baja temperatura
me recorre la espalda,
A VECES MI CABELLO SE VUELVE AZUL.

Cuando abro la puerta
y entra una ventisca de locos,
cuando se cuela por las rendijas
de la habitación el viento congelado,
A VECES MI CABELLO SE VUELVE AZUL.

Cuando es medianoche
y nos levantamos como para empezar el día
y en realidad empezamos la noche
y el fresco cala tan profundo
que ni unos mates
Pueden sacarnos el frío que sentimos,
A VECES MI CABELLO SE VUELVE AZUL.

Cuando es de madrugada
y aún estamos sin dormir,
cuando llegó la mañana
y todavía no dormimos nada,
A VECES MI CABELLO SE VUELVE AZUL.

Ayer cuando te miraba
y teníamos tanto sueño,
y yo te acariciaba la barba y el pelo
pude observar de cerca
que A VECES TAMBIÉN TU CABELLO SE VUELVE AZUL.

Y en algunas oportunidades
Cuando de pronto hay quietud en la noche,
cuando llega la calma y hay tranquilidad,
y es como si el techo desapareciera o lo traspasara
y me sumerjo en el ESPACIO INFINITO
viajando por las PROFUNDIDADES DEL COSMOS,
buscándote hasta encontrarte,
¡DIVINO CREADOR!
me doy cuenta que
A VECES MI CABELLO SE VUELVE AZUL PROFUNDO,
cuando se mimetiza
con la NOCHE LUMINOSAMENTE CONSTELADA
hasta llegar a TU CORAZÓN.

Erika Luz de Dios
erkabd2008@hotmail.com








Una araña en la pared

Era tierna, de patas largas infinitas
la cuidé, la alimenté con cada insecto
día y noche. Dejé que con sus dulces
movimientos, tejiera y tejiera su
amplia tela, su hogar.
Era triste verla sufrir por no poder
tener descendientes.
Allí estaba ella. Sola, angustiada.
Vivía y no daba marcha atrás.
La dejé sola por un largo tiempo
y no la vi. No se si se fue, en
realidad, nunca supe donde
estaba tras esos sombríos rincones.
Tal vez estaba triste, tal vez estaba
sola. Pero nunca
         Lo sabré. Tal vez tan solo se fue
                                 ella

Patricia Batiluschi








Tema de conciencia

Verano en una zona boscosa del sur argentino.
Un hombre joven y de buena presencia, se adentraba en lo profundo del bosque. Era ya pasado el mediodía. Tenía en su bolsillo la vieja brújula de su padre y la consultaba constantemente. Apretaba la brújula en su mano como si fuera la mano de su padre que lo estuviera acompañando en esos momentos. Pero su padre nunca colaboraría con una acción fuera de la ley.
Es así como llegó al bolso azul que le había dejado su cómplice unas horas antes.
Este iba a ser su primer delito; estaba atiborrado de deudas de juego, su padre ya cansado de sus falsas promesas, le había soltado la mano, y las malas compañías aprovecharon su desesperación y lo hicieron partícipe del delito que habían programado y del cual él sería el ejecutor.
Con reticencia abrió el bolso y encontró la ropa. Se cambió y enfiló hacia la ruta como policía de zona boscosa.
Se suponía que el robo sería muy sencillo; ya tenían la combinación de la caja fuerte del chalet que estaría desocupado en la tarde y la imagen policial le daría un toque de seriedad a la situación, en caso de ser interceptado por alguien de la zona.
Cuando llegó a la ruta se topó con un par de vecinos del lugar que al confundirlo con la ley, lo hicieron partícipe del macabro hallazgo. Mientras cazaban, encontraron en el fondo de uno de los barrancos de la finca “Las camelias”, ahí cerquita, a menos de un 1 km de donde estaba ahora, el cuerpo desnudo de una mujer.
El fingido policía se encontró acorralado por las circunstancias; no se podía negar a colaborar sin delatarse y fue llevado por los vecinos al lugar donde yacía la desafortunada mujer.
Amedrentado por la imagen del cadáver que ya estaba en los comienzos de su descomposición, sólo pudo prometer ir en búsqueda de ayuda mientras los hombres quedaban como custodios del lugar. Y así lo haría. Se cambió nuevamente con sus ropas que estaban dentro del bolso azul y salió presuroso hacia el pueblo maldiciendo que en esas zonas no había señal y tener o no tener el teléfono celular era lo mismo. Había que ir personalmente.
En pocos minutos volvió a ser un hombre en paz con su conciencia, pues el objetivo del robo quedó en el olvido. Atrás quedaron las deudas, los cómplices y la plata fácil que solucionaría sus problemas.
Todo empequeñeció frente a la realidad de la muerte de esa desconocida que esperaba justicia en el fondo del barranco.

Susana Stazzone
susariv@gmail.com








Extraña Pareja

Era una pareja muy joven y muy extraña. Atlético él; muy bonita ella, parecía una modelo, más bien reservados pero muy simpáticos y serviciales fuera de su casa, de la cual salía siempre un olor como de caño de escape, a la que nunca nadie fue invitado.
Ese día de marzo de 1940 flotaba en el ambiente la sensación de que algo no estaba bien, la casa de la joven pareja estaba abierta y el olor característico había desaparecido. Curiosos y a la vez preocupados se fueron reuniendo los vecinos mientras se acercaban a la casa hasta que alguien un poco más decidido que el resto, entró encontrando el triste espectáculo de ambos jóvenes, desnudos en su cama, muertos en un póstumo abrazo.
De la investigación policial surgió que el deceso se había producido por asfixia a raíz una avería intencional en una tubería de gas dentro de la casa, sin poderse determinar el origen de la misma, sin embargo y al tenor de la nota hallada en la habitación del hecho, se decidió caratular la causa como suicidio.
El texto de la nota agradecía a los vecinos las atenciones y afecto recibidos pidiendo como último deseo de ambos, “ser inhumados bajo la madre tierra, sin féretro, desnudos y abrazados como fueron hallados. Los gastos originados serían solventados con el valor de la casa”.
El último deseo de los suicidas se cumplió al pie de la letra y durante mucho tiempo se comentaron estos hechos en el pueblo como una de las tantas rarezas ocurridas en el pasado.
No es este el final de la historia, en realidad hubo un testigo que sí conoció el fin de la misma y para poder leerlo ir sin temor a: https://la-vida-en-pocas-palabras.blogspot.com/p/cuento.html

Juan A. Ruffinelli


Este y otros cuentos, además de eventos y actividades que dentro del ámbito literario y de la plástica se realicen, encontrálos en: https://la-vida-en-pocas-palabras.blogspot.com/