Revista Viajero Nro. 88 - Octubre de 2014





Dos palabras


Dos palabras
que encierran el mundo
liberaron mi pecho un instante
esclavizado nuevamente
por tu mirada oculta en la penumbra.
Solo dos palabras
escaparon de mi boca
se arrastraron entre mis dientes
saltaron de mi lengua.
Tanto las encerré en mi mente
las deje prisioneras en el alma
y cuando al fin resonaron
te reíste de ellas
y tu silencio  las volvió a esconder.

Marina P. Aguirre
amira90@hotmail.com











Hermoso recuerdo


A pesar de la ausencia
yo siempre te recuerdo,
pues nuestro amor frustrado
en mi alma quedó,
porque siempre me diste
esa inmensa ternura,
que a pesar de los años
está en mi corazón.
Espero que haya sido
muy feliz tu futuro,
porque a pesar de todo
también lo siento yo,
de haber sido querida
y haber amado a alguien
guardando ese recuerdo
en mis versos de hoy.

Isabel Corrao Santos
i_co_san@yahoo.com











Del río al puente


En los paseos rutinarios que hacían por esos días, para reconocer el lugar, el momento en que llegaban al puente era realmente crítico. En ese instante ella no pensaba, solo sentía un dolor muy fuerte, allá en lo profundo de su ser que la empujaba violentamente sobre la baranda de ese puente roto, viejo e inseguro y todo lo que ella quería, como si su instinto lo pidiese, era lanzarse al río. ¿Y si mando todo al carajo? ¡Esa también es una opción! ¿Cómo se llama ese estado del alma en que ya ni el odio te cabe, mucho menos el amor, ni la felicidad, ni el rencor? Esto ella no lo demostraba, nunca se lo dijo a nadie. Nadie puede ayudarte a llorar lo que te falta por llorar. Los que la rodeaban no notaban nada extraño. Cuando ella se acercaba al puente, su actitud, al menos en apariencia, no era distinta de la de otros.
Sin embargo cada vez que ella ponía sus manos sobre esa baranda herrumbrada, escuchaba la voz de su hermana que la invitaba a buscar o a hacer cualquier cosa lejos de ahí. Eran los días en que se veía inmersa en un mundo en el que no pidió estar, pero que la arrastraba y la llevaba aunque no quisiera. Entonces una vez más, cuando su hermana le decía: “Ven, mira esto, seguro te va a gustar” o “Ayúdame con aquello.” “¿En dónde crees que quedarán mejor tus girasoles?”  Ella, sumisa pero sin pensarlo, iba a su encuentro y no por decisión propia se quedaba en este mundo un día más, un tiempo más, sin saber hasta cuándo.
Pero ese día todo fue distinto, sus pensamientos la estaban dejando sorda, el mundo había amanecido de otro modo y cuando su hermana la llamó, en el mismo momento en que su ser se llenaba del viento frío que soplaba sobre el puente, cuando estaba aspirando el aroma fino de la tierra mojada y toda ella sucumbía a la pasión del río, se volteó enojada, porque quería negarse a ser salvada en esa ocasión. A pesar de todo lo que sentía, caminó hasta el centro mismo del puente sintiendo el bamboleo de las tablas que crujían a cada paso suyo y mirando a su hermana de frente le pidió, mientras extendía los brazos: “Ven, ven a llevarme tú, que sola yo no llego”. Ahora pensaba que el pasadizo era estrecho y largo, que solo podía seguir como única alternativa y pensó también en el amor, porque volver significa morir y no amar ni ser amada, también.
- ¡Volviste! Volviste de allá lejos, ¡qué hermoso es mirarte a los ojos y saber que has vuelto!
- Nunca te lo agradecí, empecemos por decir lo que no se dijo…
…y te acercaste, entre resignada y molesta, para llevarme de la mano, una vez que estuvimos en tierra firme, te miré directo a los ojasos negros y hermosos y quise confesarte que siempre estuve a punto de caer por voluntad propia desde el puente y que fuiste tú la que lo impidió sin saberlo…
Y ahí fue cuando la hermana con todo la calma que nunca tuvo, le dijo: 
- Sí, lo sabía, siempre supe lo que estabas a punto de hacer, eran lo que tus ojos me decían.

Indira Córdoba Alberca
cafediro@gmail.com











Nostalgia


Me han robado el sosiego.
Ya van tres noches
amada mía,
que el sueño me ha abandonado
de tanto pensar en ti.
Esta soledad me está matando,
y no sé por qué sigo así.
Fantasmas acuden a mi mente.
Estoy solo, pero siempre estoy solo,
es lo único cierto.
El amor era un huésped
la soledad es siempre la compañera.
En silencio te estoy llorando
amada mía, noche tras noche
mi mente me tortura,
con los ojos abiertos
la vida detenida,
me sorprende la mañana
amada mía sin dormir
sólo pensando en ti.
Toda mi sangre
es un temor inmenso.

David Eugenio Calcia











Querida amiga


Las estrellas simularon
esconder la pena,
de no poder encontrarte
amiga, amiga buena.

Las palabras se durmieron
esperando tu vos serena
cuando tu también dormiste
aquella noche en tu Magdalena.

El llanto ahogó
las sonrisas plenas,
no hay más alegría,
sólo dolor…
dolor que quema.

De ternura y amistad,
de bondad y sinceridad
hablaron tus poemas
tal como era tu esencia,
amiga, amiga buena.

Elinor Alfonzo
bulaytob@yahoo.com.ar











Un día oscuro en el campo


Hace muchos años en un campo alejado de la ciudad, en un día normal y soleado, un hombre iba caminando a buscar su caballo preferido al establo donde estaba, le puso los frenos, la silla de montar y se fue trotando a un nuevo día de trabajo. Tenía que separar unos novillos para vender a otro campo.
Cuando llegó, los separó tranquilamente. Cuando terminó se volvió y escucho un incendio en el monte, el hombre miró en el monte y parecía un incendio causado por un relámpago, pero el cielo estaba totalmente despejado, el fuego se esparció velozmente: En unas horas, medio monte y 18 hectáreas de cultivos eran cenizas. No se podía ver a donde ibas, ya que el cielo era negro, había cenizas volando, era un día horrible y no se sabía quién lo había ocasionado. Los bomberos siguieron echando agua por si el fuego empezaba devuelta. Al otro día todo parecía mejor, pero el misterio de qué ocasionó el incendio o de dónde apareció el relámpago sigue sin descubrirse.

Facundo Tomas Lucero
11 Años











Hombre


A ti, hombre amante, amigo.
A ti, de anchas espaldas, brazos fuertes,
manos rudas, caricias suaves, besos dulces.
A ti, abrigo de noches frías,
entibias mi corazón dormido,
con tu abrazo tierno, generoso.
Suaves caricias recorren mi cuerpo
besos de fuego, arrancas de mi boca en flor.

A ti, hombre, te pido, no te vayas todavía,
la noche es larga, fría.
La lluvia, rompe el silencio nocturno.
El viento, no cesa de galopar,
y estas tú.
Yo mujer, remanso de tu descanso,
hilando sueños contigo
atracas en mi marea rebelde
apaciguas mis entrañas dormidas.

Tus brazos fuertes, me envuelven en el espacio,
se entrelazan nuestras almas, aquietadas en el nocturnal.
A ti, te pido, no te vayas todavía,
aun no amanece y la noche,
es eterna contigo.

Marta Maria Nastaly
nastalymartamaria@hotmail.com











La angustia


llega sin avisarme, no deja que diga nada
aprieta mi garganta, me habla palabras pálidas
cuando se va, vuelvo al presente, y se ilumina mi alma

Quisiera que no me visites, pero entiendo tu llegada.
vení, entra a mi pecho,dejo que entristezcas mi cara
que apagues mi  sol entero, tu otoño me acompaña
Quisiera que no vengas nunca pero entiendo tu llegada
tu frió que abraza todo, abraza también mi casa
cuando te vas vuelvo al presente, vuelve la luz y la calma
quisiera que no vengas nunca pero entiendo tu llegada.

Matias Gonzalez
matgab2009@hotmail.com











El cartero


El ser humano al que nos referimos, tratase de un noble hombre, tan ignorado por nosotros en reiteradas ocasiones, recordándolo tan solo cuando tenemos la constancia del mensaje que nos llegará.
Sí, es el cartero de quién hablamos Él que montado en su bicicleta cargando en su portaequipaje, su bolso de lona o cuero, en el que transporta mediante un sobre, sueños, alegrías, y por qué no decirlo, también tristezas.
Aún bajo inminentes grandes tormentas o cayendo lluvia torrencial, él no denota signos de advertirla, continúa invulnerable al tiempo como a la temperatura.
En el asfalto resquebrajado y húmedo, incluso en tierra barrosa o caminos resbaladizos, no impide para sí, en absoluto, el cumplimiento de su ardua tarea, además de otros accesos de difíciles logros.
Llama con premura en residencias lujosas, o casas de gente muy humilde.
Luego de haber constatado que en su bolso no queda ya correspondencia que entregar, parte velozmente, pedaleando vigorosamente hacia la base del correo, para la que está empleado, conforme íntimamente con el deber cumplido encomendado, para quién desempeña su trabajo habitual.
En Navidad, Año Nuevo y Reyes, el fiel cartero es el primero en ofrecer su cordial saludo como sincero augurio.
-¡Qué tenga usted en compañía de sus familiares y amigos un sinfín de felicidad, con salud y progreso futuro!
Casi sin esperar respuesta, nuestra retribución, de igual modo sus amistosos saludos, nos entrega ese rectángulo blanco o de color rasgado con grandes letras, que arriba tal vez de lejanos países, hoy, en los cuales pernoctan familiares y amigos, a los que extrañamos de todo corazón, pudiendo ser también de parientes cercanos que viven en nuestra misma ciudad, o vecinos que nos aprecian.
Seguidamente de entregarnos el sobre, vemos su despedida acompañada de una sonrisa alegre y simpática.
El cartero, se aleja raudamente en su bicicleta, dejando en nuestro ánimo, la total magnitud y comprensión de lo relevante de su misión.

Eve Berar











Ansiedad de ti


El día es interminable, mis oídos quieren escuchar tu voz. Mis manos quieren tocar tu piel y mi pecho sentir amor. 
Desde lo lejos te siento, me sumerjo en el eter y a mi lado te tengo; y tu, con inmensa sonrisa me dices te quiero. 
Muchas noches me despierto y entre sueños te veo, vuelvo a dormirme, con la paz que caen las plumas del cielo.
Esas imágenes fluyen, cuando voy a tu encuentro, es tanto el amor q siento que quiero gritarlo a los cuatro vientos.
Esperame mi amor, yo por amarte muero. El día es interminable pero a mi lado te tengo. Y tu, con tu inmensa sonrisa me dices te quiero.

Héctor Daniel Carpio
hectordca61@hotmail.com