Es por ti
Si te amas, quítate la máscara
No para que te vean,
sino para sentir el sol,
la lluvia, el calor, el frío,
un beso, un abrazo,
el roce de una pluma sobre tu mejilla;
para ver mejor el sol
y los ojos de tus hijos,
y el “te amo” que se dibuja en los labios del
que está a tu lado.
Si te amas, no odies,
No por que el otro se lo merezca,
sino por que tú te lo mereces.
Si te han herido, no son dignos para que le
dediques los minutos de tu vida que usas para odiarlo.
Ellos deben recibir algo peor: que no existan
para ti.
El odio te hace esclavo de los peores
sentimientos:
la venganza, la traición, la envidia, la
intolerancia.
Si te amas, suéltate el cabello
o aflójate la corbata.
Deja las cosas de todos los días para ver lo que ocurre sólo una vez,
Ese pájaro volará allí sólo esa vez:
el sol iluminará las flores de esa manera sólo
por esta vez;
esa mano tendrá esa tibieza sólo por hoy;
esa idea genial sólo surgirá ese día.
TU TE MERECES VIVIRLO.
Porque sólo podemos tener lo que hemos vivido.
Y si sólo hemos cumplido con las obligaciones,
estaremos vacíos a la hora de irnos.
Si sólo hemos odiado, negras sensaciones nos
habrán colmado.
Si hemos sentido el amor, la pasión, el dolor,
la risa,
¡entonces estaremos llenos!
No te pierdas a ti mismo.
Por que te amas.
María Claudia
Machelett
Sin permiso
"Para un amor que cambio mi vida..."
Lentamente
vas guardando secretos en mi corazón,
sin
pedir permiso vas entrando sutilmente en mis sueños.
Te
robas los suspiros que mis latidos desatan
y
sin saberlo perfilas mis sonrisas cada mañana.
Relato
dichas por el regalo jamás soñado,
y
doy gracias de haber esperado tanto en la soledad,
porque
hoy tengo tu risa baña mis horas de felicidad
y
varias copas de la ternura de tus manos.
No
comprendo el tiempo, la carrera de los días.
No
termino de conocer las carcajadas de un sentimiento que llega a la vida.
Desconocía
tantas maravillas que hoy me regala tu mirada
que
a mis miedos ya les cuesta vivir cuando tus ojos me atrapan.
Me
brotan sentires sin nombre y sin números.
Mis
silencios piensan buscando una explicación.
Todos
mis gritos se quedan mudos…
Y
el corazón habla… sin palabras… sin respuestas…
Voy
aceptando mi realidad mas real, mas mía…
y
pisando con mas eco para escuchar mi presencia en tus días.
He
dejado de preguntar al cielo por tu nombre,
Hoy
solo endulzo mis oídos con tu voz.
Valientemente
vas conquistando colonias rendidas,
algunas
abandonadas a la nostalgia y al desamor…,
y
vas rescatando confianzas desterradas,
que
temerosamente regresan a cantarle al amor.
Liliana
Araya
Opresión
Libertad, tu nombre es
tan inmenso que a veces inalcanzable estás.
¿Qué se sentirá estar
en tu cúspide? Desde aquí abajo se siente todo comprimido, la opresión te deja
casi sin respiro, aunque a veces lográs rescatar algo de aire que trae el
Viento.
- ¡¡ LIBERTAD!! -
Grito tu nombre en vano, nunca escucharás mi dolor y si acaso lo haces ¿Es
posible que logres ver lo miserable que me siento en este espacio?
- Destino, dame una
señal para poder encontrar el camino hacia ella.
Veces y risas escucho
provenientes de la cima, algunas queriendo aconsejarme; solo que el guardián
(me observa atentamente deseoso de ver mi sufrimiento) cierra las puertas
impidiéndome poder oírlas.
LIBERTAD ¿Cuántas
guerras tendremos que atravesar para poder conseguir tu gloria?
Meditaré un plan, una
estrategia para poder escapar del encierro en el que vivo y así emprender hacia
ese lugar que anhelo.
El tiempo
Dicen que el tiempo lo
dice todo, que el tiempo pasa volando, que el tiempo apacigua las aguas, que
el tiempo borra 1as heridas, etc...
Cuanto significado que
tiene el tiempo en nuestras vidas, ¿qué tan importante y tan insignificante
puede ser en momentos?
Para mí, es un tiempo
importante para hacer cambios. No cambiar, ser la misma pero con un toque de
valentía y confianza en mí misma.
Para otras personas
quizás es tiempo de animarse, tiempo de concretar aquello inconcreto, tiempo de
estar más unido a las personas que descuidan tanto, tiempo de darse cuenta
quien es más importante, de tomar decisiones, de no dar vueltas, de dejar de
ser tan sensible, de demostrar lo que lleva adentro sin sentirse menos y de
demostrarse a sí mismo cuanto puede valer.
Estas son las cosas
más importantes que puede lograr el tiempo. Cambios que vienen de adentro y
siempre para bien. Y es insignificante cuando perdés el tiempo en explicarle
estos cambios a las personas que son muy obstinadas, que están encerradas en
su mundo y no quieren mejorar.
Carolina Villalba
El Visitante
Serían las doce y cuatro de la noche. El
viento había cesado. Nada más se oían unos grillos en las afueras. Yo estaba
acostado en la cama durmiendo al lado de Beatriz. Me desperté al oir unos pasos
en el techo, me exalté; sentí un impulso en el corazón. Cerré los ojos, pero
seguía con los sentidos en alerta. Abrazé a Beatriz que dormía profundamente,
le recitaba versos sin que me oiga. Y otra vez los pasos ya más firmes y
contundentes; pero provenían ahora del living. Noté que caminaba nada más.
Busqué en el ropero la linterna y el bat de béisbol y con cautela salí en busca
del intruso. Entreabrí la puerta del dormitorio y a un tiempo escuché un
gruñido de gato o pantera. Fue entonces que encendí la luz sujetando fuerte el
palo y ví hechado a un gato negro enorme. El animal me miró y gruñó. Nos
mirábamos los dos como conociéndonos. Era bastante grande y su pelaje brillaba
reverberando en lãs paredes. Me acerqué hacia él y traté de espantarlo pero no
tuve suerte: el gato en su postura felina no se hacía a un lado siquiera. Sus
ojos cumplían una impresión casi mágica; sus uñas eran tan grandes que se
podrían confundir con las de un trigre de bengala.
Habían pasado como
cinco o diez minutos y el maldito gato seguía mirándome. Ya
para
fastidiarme y en cuanto alcé el palo para darle en la cabeza dijo unas
palabras: "- Nemo me impune lacessit." Sentí un acto de
descubrimiento.
Beatriz seguía
durmiendo y la llamé: repetí su nombre unas cuantas veces. No me oía. La
situación era única y relacioné con tanta facilidad la imagen de
"Plutón". Pero no entendía que tenía que ver yo con el gato.
El animal se
erigió completamente y formuló otras palabras: "- This suspicion is,
actually, awful...! But, what is still more awful is the sentence!."
No comprendí su idioma nuevamente, pero resolví que él conocía mi idioma
y hablamos un poco en castellano. Le pedí que se alejara, que tenía que seguir
durmiendo; que este sueño se había cumplido y se hacía
demasiado extenso
y tedioso el encuentro para ser realmente un sueño. Esta invención mía cumplía
su fin. Pero el gato en su postura cuadrúpeda parecía burlarse y mi estado
invulnerable se tornaba irrascible. Un odio por el pecho corría dentro mío. Fuí
hacia la cocina y alcé el hacha que estaba al lado; me dirigí al dormitorio
donde se encontraba mi mujer; mis manos apretaban fuertemente el mango. Mi
propósito era asesinarla.
Entré a la
habitación y no encendí la luz, ella dormía plácidamente; el brillo de la
luna la divisaba infinitamente. Me acerqué con cautela; levanté los brazos
sujetando el hacha, fijé el destino que darían mis manos. Cerré los ojos y al
cerrarlos un temblor en mi pecho hizo que soltara el arma. Abrí los ojos y Poe me
miraba con el gato negro echado sobre su pecho. Toda esa imagen junta
representaba un acto sublime. Poe se levantó alzando al animal y me dijo que la
historia había fracasado; pero declaró que el relato estaría inconcluso por
ahora.
Pasó al costado
mío; posó su mano sobre mi hombro y me miró de reojo. Abrió la puerta del
dormitorio y cerró muy bien al irse; escuché sus pasos enormes, alejándose.
Cristian Navarro
Slade
El mercenario profesor
Slade, el hábil
hechicero de magia blanca, tenía la piel curtida por causa de los hechizos de
sus adversarios, las garras de una gárgola, la maldad del Lechi y un maleficio
malvado que él mismo se lanzó (por venganza a la gárgola que mató a su amigo, y
no por locura). De su nuca caía una larga
cabellera blanca. Llevaba una
túnica negra y de tela de jade mágico, que caía arrastrándose por el suelo.
Nuestro héroe se
disponía ahora a vivir otra aventura, pues recibió nuevamente una encomienda:
la de vencer al Pazuzu, una deidad babilónica cuyo cuerpo delgado tenía una cabeza monstruosa, cuernos de cabra
en la frente, cuatro alas y patas de ave rapaz.
Esta bestia
habitaba en el castillo de Valencia, una ciudad hermosa y pacífica, que anteriormente había sido habitada por el
famoso Cid Campeador. Allí, según rumoraban
los magos, el Pazuzu le trajo
desgracias al Cid y su esposa, llamada Doña Jimena Díaz.
Una vez en
Valencia, Slade se introdujo en una escuela de magos llamada “La princesa
druida” donde, no solo se hospedó allí para pasar las noches, sino que también le permitieron
dar clases.
El primer día de
maestro, Slade entró a una sala recubierta de mármoles negros, con numerosas
jaulas mágicas. En el interior había un olor como a huevos podridos, sudor,
madera rancia y quemada y otro olor muy diferente, como de jazmines. El hedor
era tanto, que Slade lanzó un hechizo para eliminarlo. Las mesas del salón
estaban un tanto chamuscadas por las pociones ácidas que allí se fabricaban,
una de ellas, ubicada en la zona más oscura,
tenía un tajo que la atravesaba por el medio.
Entonces, la puerta
se abrió con un chirrido y por ella
entraron como una quincena de muchachos, que, al ver a
Slade, empezaron a gritar cosas como “¡Blade el negro!” u “¡oh por dios! ¡Es
Slade!”.
Ya restablecida la
calma, el gran mago se pasó toda la tarde enseñando hechizos como el Gigitfili
o el Armagedon (usado para convocar al Vagadonnaego, Dios infernal al que se invoca para que se cumplan los
acuerdos y promesas).
Mientras estaba tomando lección, uno de sus alumnos
le nombró un hechizo maligno para conjurar cualquier deidad demoníaca poderosa.
Slade se preguntó para que podría servirle un Hechizo como ese. Luego de eso se encaminó al
castillo del Cid, donde habitaba el Pazuzu, dispuesto a acabar con las amenazas
que causaba.
Al entrar en el humilde hogar del Cid Campeador,
encontró un pasillo muy largo que conducía a una escalera, Slade la subió hasta
que oyó un crujido detrás de él. Cuando volteó su rostro, se encontró cara a
cara con el Pazuzu, entonces, Slade intentó
derribarlo con un rayo violeta, pero este atravesó al Pazuzu como si fuera una
nube de humo. Volvió a intentarlo, esta vez con una llama de fuego azul, pero
ocurrió lo mismo que con el rayo.
—No puedes hacerme daño —decía—. Yo soy el Pazuzu, hijo de Anu, el rey de los espíritus malignos del aire, que
descienden huracanadamente desde las montañas causando estragos como un tornado
a la montaña de naipes creada por la tranquilidad de la humanidad.
—Yo no, pero si
podría...—decía Slade mientras conjuraba un Hechizo—. ¡Tu padre, Anu! —terminó
Slade lanzando el Hechizo de conjuración.
Entonces, una nube
de humo apareció, y todo el suelo se estremeció. Los candelabros se encendieron
y unos volcanes grandes como estalagmitas brotaron del suelo. Entonces, de la
gran nube de humo salió una figura monstruosa, muy similar a la del Pazuzu,
pero mucho mas grande... era Anu, el padre del Pazuzu.
— ¡Es el colmo! —le gritó Anu a su hijo.- ¡Has torturado y maltratado
al dios Ra, al Cernunnos (dios de la mitología celta), al Ilia (dios de
mitología Rusa), al Ahura-Mazda ( Dios mas importante
en la mitología Persa) ... y como si fuera poco
¡ Y ahora me encuentro que molestas también a los mortales! ¡Se acabó!
¡Ahora mismo vendrás conmigo y te enseñaré
algo para que aprendas a meterte en tus propios asuntos...! —Una vez dicho esto, padre e hijo se esfumaron en una nube
de humo.
Aquí
se presenta otro efecto del Serpenta Mentí: aprender a usar las armas del enemigo,
porque, tal vez no lo hayan notado, pero Slade usó el hechizo maléfico que le
enseñó su alumno para conjurar al dios Anu.
Nahuel Melis
10 años
El lado de adentro de mis ojos
La casa está en silencio
dentro de mi alma
que la alberga,
pero el silencio es ruido
en mis recuerdos,
futuros recuerdos ...
Los años que pasan
proyectan una película
en el lado de adentro
de mis ojos,
y entre tanta escenografía
yo me escurro en la noche,
como si fuese la última.
Si pudiera decir basta
creo que tampoco lo diría,
a veces soy la nostalgia que me enreda,
a veces, solo el dolor
es quien me esculpe,
y entre tantas formas
que refleja la luna,
se esconde mi soledad.
Por qué todo es tan frágil,
el mar es un cristal líquido
y yo soy la espuma que lo acompaña,
y entre tanta desintegración
puede que empiece a comprender
algo de lo que me pasa,
lo que le pasa al tiempo,
y a sus cambios, la vida.
A donde iré cuando ya no recuerde
quien soy, en que creía esta noche
como espejo del transcurrir,
mientras todo pasa al lado mío
y mi corazón mira e imagina,
que serán de mis mañanas
cuando deje de recordar,
que será de mi vida,
cuando deje de sentir...
Esteban
Mis pupilas de barro y sangre
Ojos ven
o bien
saben:
Cómo arrancarlos
de allí donde el vacío
esgrime horrores
ateridos
frustraciones
muertes sin sentido.
Oscuros ellos-
Soles negros me circundan
Mi luz es oscura
mis pupilas
de barro y sangre.
Prisión;
Hablo de mis cinco
puertas de percepción.
Sebastián Humberto González
El oro de la tarde
El oro de la tarde
cifrado en
aires de fuego
lejano,
reluciente, infinito,
denota la
transparencia
en tus ojos
reflejada.
Delirios de hielo y fuego
vuelan
sobre mi alma
como hojas
de un otoño
olvidado,
desecho.
Cuando tu ausencia
apaga el brillo
de tus ojos,
mi ser
colmado de tristeza
se delira
en las reminiscencias
de tu
perfume impregnado a mi cuerpo.
La presencia circular del tiempo
reitera
cada instante,
y destaca
lo elemental de cada jornada:
lumbre de tu existencia
derramada sobre mi alma.
Roxana
Contreras
Sintiendo
tu nombre
Si desdibujas mi alma saltan los colores,
se pintan las ventanas de estrellas.
Si desdibujas mi alma es para caminar
traslúcida,
casi transparente y llena de arco iris.
Si desbordas mis manos de caricias y sabores,
desaparece el mundo en tu figura.
Si desbordas mis manos es para abrigar,
para acariciar como las nubes al cielo.
Tu risa convoca aplausos y silencios:
carcajadas pidiendo otra risa,
ojos silentes que se enamoran de ella;
y ella, contagiosa, canta esperanzas.
Esperando tu boca abrazo tu pecho,
abrazando tu ombligo me siento el mundo.
Tu pecho estalla y se mezclan los colores,
y el mundo colapsa simplemente alcanzando tu
risa.
Este poema camina a tu lado sigiloso,
para con cuidado amar sin pausa.
Este poema te quiere a su lado,
porque su sombra no convida tu frescura
y porque sus letras nombran tu nombre.
Jonatan