A Dalí y García Lorca
Eran dos gotas de locura. Poemas de colores sobre la tarde oscura De una España partida en mil pedazos. Lienzos de onírica ternura Y versos desgarrados de guitarras huérfanas. Bordones arrancados por el dolor, Inaudito dolor de los zarpazos Que da la sinrazón de negras sombras.
A lo lejos y cada vez más cerca Resuenan metralletas que no entienden De trazos ni poetas. Cuántos muertos de uno y otro bando Se hubiera ahorrado la incomprensible España Si el odio no se hubiera enquistado entre sus huesos.
¿Maricones? ¡Personas! Ni el pincel ni la estrofa causan daño Ni el caminar en la playa de la mano. Ni hilvanar verso a verso un pensamiento Ni diseñar relojes desvaídos por el paso del tiempo Y los olvidos. Más daño hicieron, hacen, las envidias, los celos, las iras, La inquisición moral y las mentiras.
Paco Benitez-Aguilar, julio de 2009
Medina Sidonia (Cádiz), España
Tertulia de otoño
Desearía beber de tu luz
Embriagar mi inocencia
Con tu dulce juventud.
Eludiendo así, mi inquieta paciencia
Sumergirme en los mares de tu reino,
Morder el imprevisto anzuelo
Y probar la sal de la vida
Que se halla escondida
En los laberintos de tu templo
Descifro tus exóticos ritos
Cuando danzas en las sabanas de hierba
Activando mis sentidos como rocío
De los pies a la cabeza
Camino entre pétalos de espuma
Al escuchar tu cándido canto
Que invitan a yacer mansamente
Sobre tu fornida figura
La estrellada noche de otoño
Dibuja nuestro cálido palpitar en el cielo,
Emulando la romántica tertulia
En la que nos prometimos amor eterno.
Emilia Vega Hünicken
El cuarto de Lola
Debajo de su cama,
es un lugar lleno de peligros y aventuras, no te adentres de noche, pues el
Señor Pelusa te puede asustar, de día es el arca de los juguetes perdidos, todo
puedes hallar
En el cuarto de
Lola, Lola sola no está pues con ella lo comparte su mascota, una gata siamesa,
Michula es su nombre, otros ha tenido pero solo responde a ese, es el cuarto de
Lola pero es el reino de su gata, ahí siempre se hace lo que ella quiere, su
lugar preferido para dormir es a los pies de Lola, a veces cosquillas le hace
para que juegue con ella, qué de risas le provoca cuando con sus pies se
ensaña, le pasa su larga cola hasta despertarla, y mimos reclamarle.
En su armario todas
sus prendas tiene, a veces las remeras discuten con sus vestidos pues colgar un
rato quieren de las perchas, y por más que Lola las separe por colores como a
ella le gusta, ellas ni bien cerrada la puerta se vuelven a sus viejos lugares,
junto a sus prendas amigas, la remera roja le encanta estar con la azul pues
piensa que hacen linda pareja ese contraste de colores, y es una discusión ver
cual va a preferir ese día, y recuerdan entre ellas todas las veces que Lola
las ha usado y por donde han paseado cuando Lola se las ha puesto, el tema de
los suéter es otro muy importante pues la mayoría del tiempo están guardados,
serios se convirtieron y algo gruñones, siempre intentan detener el cotilleo de
las remeras en el verano pues los despiertan de su sueño, saben que hasta que
no haga frío Lola no los sacará, saben que no son los preferidos de ella y lo
aceptan , saben que ajustan y para correr mucho no sirven pero también se saben
imprescindibles, y su mayor aliada es la mamá de Lola, pues cuando hace un poco
de frío la mamá los saca, y obligarle quiere a Lola a ponérselos para que resfriarse
no pueda.
En el cuarto de
Lola mucho te puedes sorprender, solo espera a que entres y cuando ahí estés,
solo quieta deberás quedarte, para ver como comienza la magia a aparecer.
Recuerda que todo puede pasar en el cuarto de Lola.
Lola Ghiglione
Tornasol
Mezclan las tinturas un enigma
coloral. Se hallan en variedad, modificadas y hasta en plena tergiversación
cuando el tornasol quiebra su sino con intrepideces matizando. Y por esto se lo
cree inminente apertura hacia la destinturación que será otro color dentro de
cavidades influenciables.
Cada textura de mi rostro toma un
naranja, un blanco y un rojo desde paletas exactas. Los adquiere, como los ha
adquirido para ser visto contra la invisibilidad de tonos huidizos; invisibles
como un retrato sin remitente. Y los observo –mirándome, a su vez- sobre un
espejo siendo amuleto leal que jamás pondrá imágenes hechiceras.
Pero las cinceladas, aquellas
unciones de color en mi tez empleadas, se habían descompuesto; habían mudado
hasta desatinar impecables y genuinos márgenes de una realidad antes certera.
Es que lo reflejado mediante ese espejo no habían sido más que violetas y
púrpuras. Y aunque hayan estado dentro de cada contorno, ya no los creía míos.
Cada mixtura vierte sus tránsitos
para no removerse jamás. Para no perecer ni detener continuidades de místicos
sobresaltos haciéndome objeto de inspiraciones que con pincel y lápiz desde una
paleta tornasolada emergen. Se escapa cualquier intento de permanencia, y
estatismo. Hasta la sabia certeza de mi silueta parece querer desamoldarse para
librar las locuacidades de tanto tornasol inculcado.
Y observo, miro, porque viéndome
contemplo visiones arremolinadas.
Y ocurrió, ha huido la cara del
cuerpo más allá de sospechables direcciones. Se han deshecho, sino extendido,
las amplitudes de cuanto gesto, mueca o infranqueable tez hubiera podido tener.
Por las velocidades de variaciones
entre un naranja y un lila sin mediantez habida ni tenue lapso apreciado, en el
pleno tornasol caía. No discernía paletas ni pinceles, ni colores estáticos:
nada se detenía enfrente de la variabilidad imperenne.
Nada podía mirar más que
descoloraciones haciéndose coloración impersuasible tras continua y brusca
tornasolidad.
Federico Laureanzana
Mil sueños
Ayer me recosté en mi jardín
y arribaron mil barcos,
mil sueños, mil viajes.
Vuelven a mi constantes, presentes.
Cadenas de aguas que abrazan desiertos.
Robles en las batallas contra las fieras
tormentas.
Son los dioses de mi interior,
son mis sueños los luceros en la oscuridad.
Y si no los tengo no duermo,
y tampoco vale mi vigilia.
Guías del impulso de todos mis días.
Por los anhelos despierto,
y camino mi vida.
Son mis alas,
son mis vías.
Son mil sueños mis guaridas.
Fantasmas
La soledad de la calle era dramática, sobre
la acera se presentían los aires
fantasmales, con ganas de lanzarme al primer camión urbano. Todo era raro la obscuridad
de la noche era inusual, caminaba por la avenida cuando me entro un escalofrió terrible
y decidí internarme en la calle de Belén, ahí en la misma calle del camposanto,
no sé porque hice esta locura de caminar por fuera del camposanto, fue como si
algo me atrajera como si de mi jalaran
de un hilito hacia aquel tenebroso
lugar. De pronto el aire comenzó a golpear de una manera tranquila a los
arboles y las palmeras que por ahí
habitan el ruido que hacían las ramas con el aire era avasallador y mi
corazón poco apoco se exalto, la razón
la ignoro, esa noche no había más que la luz de la luna.
Tranquilo amigo, fifí solo le ladra a los
muertos, y usted está más vivo que yo…
Era un sujeto pálido y delgado como un
cadáver sus dientes amarillos y su suéter estaba roído, fifí era un
Rottweiler negro como la noche pero sus dientes blancos como la nieve,
vaya nombre para un perro endemoniado, no entendí porque decía que yo
estaba más vivo que el, pero
ciertamente, comencé a sudar de las manos y mis rodillas temblaban mis pies quedaron sujetos al piso y
mi boca no podía abrirse.
El pálido hombre se retiro llevándose a
fifí pero no sin antes decir.
Tranquilo joven la vida deberás llevarla
tranquila o te arrepentirás, y el perro ladro cual si fuera una bestia.
Se desapareció en las tinieblas de la noche
ahí por la callecita de la vecindad, camine
sin voltear hacia atrás, camine mas a prisa pero sin correr y cuando me
acerque a la puerta del camposanto,
claramente escuche que mencionaron mi nombre, no quise caminar hacia ese lugar
donde descansan los muertos pero ahí me encontraba en un abrir y cerrar de
ojos, sobre la tumba de un tal Windsor Scott, pirata de
hacia 2 siglos, sobre mi mano había 3 monedas de oro y ya después en
cuanto pude corrí y corrí hacia la salida del panteón pero no sin antes
escuchar lamentos y murmullos y una voz que me dijo…
Pepe, Pepe reza por nosotros, reza por
nosotros….
Y por eso vengo todos los días en la noche
al panteón y en punto de las 12 de la noche espero a que salgan los espíritus para que me den más monedas….
Pepe Cabrera Martinez
Guadalajara Jalisco, Mexico
Nos inventamos
Nos inventamos
paraísos de
luciérnagas
atardeceres madres
de un amor ficticio
Nos inventamos
amalgamas de sueños
sórdidos mecheros
en candiles
apagados
Nos inventamos
-no lo dudes-
fértiles campiñas
para no enlutar el
recuerdo
©Elisabet Cincotta
del Poemario
Descubierta/Ed. Muestrario/2008
Acero inexorable
Soy el abismo que me engulle según la ley de presión
atmosférica de turno.
Ahora soy de goma, verde.
No por esperanza, sino porque me estiro por la maleza hasta su cara y lo acaricio igual
Aunque no esté, aunque no sepa, aunque se haya olvidado…
Soy el anhelo perpetuo de aquella moneda caída en el hueco inaccesible de la alcantarilla del azar,
el sentido pésame de lo que no fue y quise que sea.
Trastabillo con poco y siempre por lo mismo. Con la misma piedra que pega en la misma rodilla,
en la misma parte de la misma rodilla, pero que duele distinto.
Vuelvo como roldada a seguir girando sobre aquellos rieles fuertes, perdidos, abismados.
Mientras, el tiempo se mide en ceniceros colapsados, en cantidad de canas
y en ciclos aparentemente cumplidos,
pero es que nunca ha pasado.
Vuelve al anhelo de lo que debió ser como una constante que llama a eso y solo a eso.
Desde el silencio rotundo y la soledad más íntima.
Soy esa que dejó de ser ahí, parada en la impotencia.Niña llorando por su juguete roto,
que en vez de llorar hasta que no queden lágrimas
se disfraza de obligaciones para seguir como si todo fuese superable.
Pero que adentro algo se le destroza inexorable
que hasta que no muera seguirá vivo,
llamando, engulléndome en el abismo,
que hasta que no muera seguirá vivo,
llamando, engulléndome en el abismo,
que hoy es maleza, lejana, que me hace impertinencia de goma
para acariciar su cara con una caricia de manos y piel inventada
que dirijo hacia él
como símbolo de añoranza
de lo mío más bello que no fue.
Anirak
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