Reflexiones
Muchas veces me interrogué sobre la felicidad
Qué es, cómo y a dónde se la encuentra
Pensé que la mía se alojaba en tus labios,
En tu nombre, en tus presagios
Imaginé que sólo habitaba en la bella morada
del amor
Hasta que esa policromática flor se marchitó
De tanto perfumar a hombres sin compasión,
De tanto amar sin retroalimentación
Desconozco si alcanzaré esa sortija algún día
En la loca calesita de la vida
Si verdaderamente tiene un nombre o un cuerpo,
Un espacio o una acción decidida
Si la descubriré en las pequeñas cosas
O entre las grandes ostentosidades,
Pero sí reconozco que no se esconde
Detrás de las necesidades.
Todavía no puedo definirla,
No se cómo llamarla o cómo describirla,
Quizás la encuentre sin buscarla
O la
perciba sin pensarla,
Habrá que darle tiempo al tiempo
Para saber lo que las estrellas me
deparan
Emilia Vega Hünicken
emivegahunicken@hotmail.com
Misteriosa vida que me enseña en cada paso,
que en tiempos de siembra
llena de semillas mis brazos
y retrasa la luna.
Hablas en cada imagen,
en cada instante.
Me cuentas las brechas de los caminos,
los incontables destinos.
Maestra es la vida
y aprendo sus grises,
sus laberintos y horizontes de luz.
Sus planes me asombran e intimidan,
me calman y agitan.
Testigos somos de su inmensa intensidad.
Discípulos de la vida,
como las hojas de los vientos.
Noelia S. Bozzo
noeliabozzo@hotmail.com
Ensayo sobre la soltería
Si hubiese tenido que hablar del tema por lo
menos 1 año atrás, no coincidiría ni en la mitad de los conceptos. Y digo mitad
por ser generosa y menos contradictoria.
Hoy por hoy, la soltería me resulta un
beneficio indescriptible. Un privilegio casi supremo. Y no por huraña, aunque
algo de eso tengo; no por falta de ganas de compatibilizar con el otro ( lo
cuál tampoco se aleja tanto de la realidad), sino porque he aprendido a tener
un plan B, hay cosas con las que no puedo lidiar, no me salen, no sirvo;
simplemente elijo mal. Siempre termino encontrándome con príncipes azules que
se destiñen y me manchan, y para ser sincera ya no da. O por lo menos ya no me
da a mí. Mi plan B ante la incapacidad de congeniar con alguien, es la soltería.
Elijo cada día mejor mi soledad.
Bah llamarlo soledad sería peyorativo. No
estoy sola, estoy conmigo, con todo mi mundo interior y con todo lo que tomo
del exterior.
Ayer casualmente mi peluquero, al conversar de
este tema, me preguntó: “qué vas a hacer cuando tengas 50 años?” y respondí: “
lo mismo que ahora, leer mis libros, compartir tiempo con mi familia, hija,
amigas, amigos, algunos con derecho a roce otros no.”
Lo que rotundamente no quiero es llegar a los
50 años y decir “ qué hago acá? Por qué me aguanté a este pelotudo tanto
tiempo?”
Eso si que no, no y no. Aprendí a fuerza de
prueba y error que hay personas que te consumen la energía, te apagan, te
desgastan, te maltratan incluso cuando dicen “te amo”.
Qué voy a hacer si por miedo a estar sola a
los 50 años, tengo una garrapata al lado? Me voy a querer matar.
Prefiero cien veces estar conmigo, que no es
lo mismo que estar sola, que tener que negociar con el absurdo de conformarme
con alguien que no llena ni la mitad de mis expectativas y peor aún que no satisface
ninguna de mis necesidades, que a decir verdad no son demasiadas.
No quiero caer en lo machista vs. feminista (y
lo soy hasta la médula) creo que el amor no entiende de género, no distingue
los sexos, te toca o no te toca, todo lo demás: el enamoramiento, la
idealización, la proyección en el otro de lo que uno desea que sea, no es amor,
sino una mera aproximación. La realidad de dos personas que se cruzaron con
algún fin.
El otro siempre está ahí para enseñarnos algo
de nosotros mismos, cuando logramos aprender, sigue su camino. El amor a mí
entender, y no es que entienda demasiado, es otra cosa: Es un privilegio de
pocos pero no me parece el fin único de mi existencia. Creo que todos somos
compañeros de viaje, con algunos coincidimos hasta el final del recorrido, con
otros, simplemente un par de estaciones.
Tal vez y solo tal vez, no tenga destinado un
compañero para todo el recorrido y no me hace mal, no me molesta ni me
incomoda.
Sinceramente prefiero eso a la eterna compañía
de un freak, de alguien que se diga príncipe o compañero ideal y no haga otra
cosa mas que complicarme los sesos, el viaje y hasta la vida.
No quiero tener ganas de saltar por la
ventanilla o pedirle a dios con énfasis que lo haga caer o simplemente
desaparecer.
Quiero ser feliz, sola o acompañada. Y se
fehacientemente que cualquiera sea la circunstancia, ninguna va a impedir el
fin último. El principal. El más importante. El ser feliz.
Y claro está que el amor es parte de la
felicidad, pero hay tantas clases de amores.
De tantas formas y colores que si uno no los
toma de la manera en que se presentan, está perdiendo el objetivo; está
haciendo foco en otro horizonte.
A mí, la soltería me sienta bien.
María Eugenia Nebbia
Llorando la lluvia
Un gato negro maúlla,cuando esta consumiéndose de fiebre.
Un
perro extraviado aúlla,cuando esta solo en
la noche,
Una
mujer enloquece,cuando piensa en lo que recibirá.
Pero,un
hombre comienza a llorar,cuando esta enfermo y cansado de vivir.
Sigo
soñando el mañana,y siento que desperdicio mi tiempo encendiendo velas donde
sopla el viento.
Siempre
hice lo que pude por un futuro mejor,pero un corazón dolorido da
color a un tapiz solitario.
El
sol esta brillando,pero esta lloviendo en mi corazón.
nadie
comprende la angustia,nadie siente el dolor,
porque
nadie jamas ve las lagrimas,cuando estas llorando en la lluvia.
Nunca
podre negar las cosas hermosas que he probado,y aunque me han maltratado,sigo
pensando por mas.
Se
hacia donde voy,no espero que me perdonen,no puedo separar los buenos tiempos
de los malos.
El
sol esta brillando pero esta lloviendo en mi corazón.
Nadie
comprende la angustia,nadie siente el dolor,
porque nadie
jamas ve las lagrimas,cuando estas llorando en la lluvia.
Nunca te olvidé.
Anónimo
Leco
Un leco
invadió hasta lo más profundo de sus tímpanos, obligándolo a permanecer inmóvil
con la respiración acelerada. Aún cuando el sonido se enredó entre unas ráfagas
de viento que azotaban el ventanal, diluyéndose, tampoco acertó a moverse. La
transpiración es densa y helada, los pensamientos disparan hacia zonas
inhóspitas queriendo escapar al hermetismo opresor. Lo único claro es que
debe deshacerse de él. Mueve los pies para comprobar que siguen allí, se
incorpora y prende la luz. Estira la mano con gesto mecánico y alcanza un
manojo de hojas amarillentas y un lápiz que habían quedado olvidados en el
segundo cajón de su escritorio.
Deja caer la
cabeza sobre la almohada, vuelve a escucharlo. Otra vez presa del sonido
incomprensible, del alarido que penetra en su sien como un hierro hirviendo,
intenta correr pero sus pasos se ven jaqueados por el espesor de una noche
donde el aire supo adquirir una densidad inimaginable. Aniquilarlo es la opción
única, inequívoca. Con la firmeza incorruptible presente sólo al segregar
cantidades exageradas de cortisol, toma el lápiz y empieza a escribir, inseguro
del éxito que pueda lograr esa jugada iniciada casi por azar. Redacta segundo a
segundo los horrorosos hechos de aquella oscura tarde, poniendo énfasis en los
detalles, revisando una y otra vez cada escena en su memoria para que nada
quedase incompleto. Escribió por horas, días, semanas; quién sabe, el tiempo
parecía haberse evaporado entre trazo y trazo.
Lo distrae el rumor
de las hojas, siente al viento arremeter con fuerza contra las copas de los
árboles, de repente el panorama se transforma en quietud sepulcral y muda. Ya
no teme, sabe el procedimiento: hojas y lápiz en mano, se lanza a plasmar
aquello que creía terminado. Con una caligrafía apretada y fina, escribe lo que
la conciencia le impone, sin respetar el orden cronológico de los hechos ni
vacilando ante oraciones que se unen sin lograr tener cohesión.
Ella. Ella
estaba ahí, pero estaba ajena. Es decir, casi no estaba, porque nunca estuvo.
Yo intentaba alcanzarla, rozar su piel con la yema de mis dedos, retenerla
aunque no sea por más de unos minutos. Sacudirla y empujarla de la quimera, que
pueda verlo todo. Pero sólo era egoísmo y orgullo, deseaba verlo yo, entender
el por qué de sus pausas eternas, cómo se fue forjando ese muro de cemento que
la reviste. Ella se dejaba hacer sin oponerse, y era su indiferencia traducida
a docilidad aquello que tanto me irritaba. Muñequita delicada, azotarte es mi
manera de traerte aquí, de que sientas. Fuente libidinosa de mis mayores
alegrías y desgracias, de este mismo manantial no distingo si lo que brota es
tu sangre o mis lágrimas.
El sonido se pierde en la oscuridad al mismo tiempo que él cae rendido
ante un profundo sueño. De ahí en más, los encuentros con el leco fueron cada
vez más frecuentes y voraces, mantuvo su rutina de manera sistemática como
quien se persigna ante una iglesia más por hábito que por convicción. Los
papeles comenzaron a invadir la habitación que ya no solía abandonar, hojas
desparramadas bloqueaban puertas y ventanas, la luz del sol era un recuerdo
difuso.
Una tormenta que
persistió días enteros dio batalla al cielo atravesándolo de norte a sur hasta
partirlo en pedazos. El viento impulsa una rama que impacta contra el ventanal.
El agua entra indiscreta, se adueña de cada centímetro, el papel mojado
cede dando lugar a una pasta vegetal pegajosa que lo invade todo: primero, la
sala de estar, luego la cocina, los baños, los tres dormitorios que nunca
habían sido habitados y finalmente el suyo. Con los pies hace a un lado los
zapatos ya que jamás sube a la cama calzado. No intenta huir.
Ella regresó el
jueves siguiente, como siempre. Para ese entonces la pasta de papel se había
condensado dando lugar a una masa relativamente firme y pegajosa que lo
abarcaba todo. Él seguía recostado con los ojos en blanco, las manos cubriendo
sus oídos, y una expresión lasciva en su rostro, un esbozo de sonrisa.
Agustina
Es mío tu Amor?
Siento alegría en el alma y dulzura en mi
corazón.
Siento tantas cosas que a veces pierdo la
razón.
Cuando me duermo,
pienso en la dulzura de tu mirada.
Me despierto contento, pero a mi lado
no hay nada, solo tengo la ilusión
de que esté la mujer Amada.
No puedo frenar el tiempo
como tampoco a este Amor,
no deseo que seas mía,
pero sí compartir mi vida con vos.
La noche me iluminó con su extraña belleza,
como iluminado me siento yo
cuando estoy con mi princesa.
No deseo que seas mía
pero sí que sea mío tu corazón.
El cuerpo no tiene dueño
pero si tiene dueño el Amor.
Héctor Carpio
Senectud
Cierto día de noviembre, me encontraba sentado en la silla del comedor y leí a Stefan Swing, la misma monotonía de todos los sábados por la tarde, la calle era vacía, pero esa monotonía se interrumpió con unos estruendos y sollozos y mi lectura fue perturbada.
Acudí a la ventana que daba hacia el exterior de la casa y lo miré ahí sentado bajo el gran Ikus, era un viejo como de unas 8 décadas de vida, su cara engañosa porque no aparentaba su edad, rostro joven pero abatido por las glorias y los pesares que da la vida, su pelo blanco como la nieve contrastaba con su morena piel, en fin que la vida no pasa en vano.
El viejo arrastraba el carrito destartalado del mandado, dentro había pocos objetos, entre ellos apio y unas cuantas frutas y verduras, poco puede comer un viejo y más cuando sus recursos no son lo bastante suficiente para comprar carne y demás lujos comestibles. Lloraba y lloraba cual niño le han quitado su juguete su mirada entre cortada y sus labios susurraban el nombre de alguna musa o mujer del pasado, su amor perdido de la vida, porque llorar de tal manera solo se hace ante una pérdida de tal magnitud, pero así es la vida ese es el juego, jamás será la felicidad para siempre.
Aquellas piernas ya no podían soportar la fatiga de juventud que caminaba kilómetros y kilómetros sin un destino fijo, esos débiles brazos ayer soportaron al mundo entero, y tus ojos ayer miraban la lejanía de los cerros hoy se quieren cerrar para siempre, ese corazón está abatido por tanto golpe ya no quiere seguir sonando, hoy desdichado te encuentras no por el cansancio si no por los ayeres idos y el amor perdido, solo debes recordar y sentir, porque el juego es así.
Pepe Cabrera Martinez
Guadalajara Jalisco, Mexico