Revista Viajero Nro. 124 - Enero de 2018




Virginia
"… quería escribir sobre todo, sobre la vida que tenemos 
y las vidas que hubiéramos podido tener. Quería escribir 
sobre todas las formas posibles de morir ...”

Una mañana fría y luminosa, la del 28 de marzo, el de 1941,  ella decide rendir tributo a la vida. ¿O a la muerte?
Tiene cincuenta y nueve años. Es liviana, tenue, como a la espera de que una brisa la alcance y la borre. Es liviana, pero carga piedras en los bolsillos de su abrigo.

Virginia Woolf nació en Londres, Inglaterra, el 25 de enero de 1882.
Fue novelista, ensayista, editora, y escritora de cuentos, considerada una de las más distintivas figuras del modernismo literario del siglo XX.
En 1917 fundó con Leonard Woolf, su esposo, la editorial The Hogarth Press y fue miembro activo del grupo de Bloomsbury.
Sus obras más famosas son: “Fin de viaje”, 1915; “Noche y día” , 1919; “El cuarto de Jacob”, 1922; “La señora Dalloway”, 1925; “Al faro”, 1927; “Orlando”, 1928; “Las olas”, 1931; “Los años”, 1937; “Entre actos”, 1941.
Por su extenso ensayo “Una habitación propia”, 1929, del que trascendió la famosa sentencia “una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción”, fue redescubierta durante la década de 1970.  Este texto fue citado por el movimiento feminista, ya que expone las dificultades de género para consagrarse a la escritura en una época dominada por hombres,   refleja su propia lucha por reivindicar el papel de la mujer en la literatura. 
La imagen, la obra, la manera poética de mutar lo efímero por una concepción espiritual y artística, es su mejor herencia. La escritura. Uno infiere que le sirvió a la hora de construir un particular modo de entender la literatura como práctica, como experiencia sensible y como forma de pensamiento.
A veces, las palabras curan el paso del tiempo. Las palabras de Virginia, son un medio de acceso por excelencia a su mundo, y a aquello que parece velado. 

“ … el sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. 
Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías …"
de “las olas”

Una mañana fría y luminosa, la del 28 de marzo, el de 1941, Virginia Woolf camina hasta el río Ouse, cerca de su casa, en Sussex.
Son las once y media. Su bastón, y una angustia con lengua de espinas, la sostienen.
Tiene cincuenta y nueve años. Es liviana, tenue, pero carga piedras en los bolsillos de su abrigo. Decide rendir tributo a la vida. ¿O la muerte? No lo sabe. ¿O sí?
Tiembla su voz con un temblor de agua. Lo que queda, es luz y límpido resplandor.

Liliana Souza
ls.lilianasouza@gmail.com







Palabras, espejan el alma



Es imposible identificarme poeta ..
Si hay tantos grandes!!!
Solo son mis palabras...
trasladadas al papel,
las que dejan leerme el alma.
El que sólo es mío,
y es casualidad que a otros..
les haga sentir en el suyo.
Serán mis experiencias..
tan parecidas a las de ellos,
las que me dan ese momento..
tan hermoso en sus ojos.
Será quizás la poca timidez..
para seguir guardando los versos..
en un cajón que se llenará de polvo,
lo que hace que lleguen estas líneas...
a lugares que jamás hubiera imaginado.
Es por mis sentimientos,
que espero nunca sean malos...
que puedo decir que es hermoso,
lo que escriben mis manos.
Quizás mis pensamientos sean...
esclavos de este hábito,
que no me falte el impulso !!!!
de tener que escribirlos !!!!
Porque es en este lugar solitario,
donde la tinta le da forma...
a mi mundo abstracto.

Marina Aguirre
anira90@hotmail.com







El hombre de teatro

Sale a escena el hombre de teatro.
Sale al lóbrego sitio
que lo acuna como un vientre.
Lleva en su cuerpo todas las luces,
y un remolino de aplausos
le quema en los oídos.
Ondula luego el silencio,
penetrante,
sigiloso.
El tiempo se detiene sólo un instante,
queda suspendido en el aire.
Mas los astros no detienen su curso.
Pierde su mirada en un punto oscuro
y comienza a dibujar sentimientos en el aire,
con sus manos,
con su cuerpo,
con su voz,
y cada trazo es una herida
en el pecho de cada uno de los que miran inmóviles.
En esa atmósfera aplastante,
aterradora,
sólo los ojos devoran al hombre de teatro
que danza y danza
al compás de una luna inexistente.

Adriana Sylvia Narvaja
adrinarvaja@gmail.com







El síndrome de escritor


Viajó a Madrid con varios poemas en el bolsillo, vagó por callejas, durmió en altillos, limpió en bares y hoteles, conoció a personajes exóticos, los ayudó, empezó a llamarse Escritor, tomó copas, escribió en plazas, umbrales, terrazas, lunas, persuadió a mujeres fuertes que en realidad eran débiles, les dedicó poemas, les vació el monedero, les prometió apariciones en cuentos, escribió cuentos, luego novelas, intentó una obra de teatro, pero consideró que el teatro era el mundo y él era un personaje exótico, se dejó ayudar, esquivó el amor crónico, se tapó los ojos y los oídos y la nariz cuando se acercaban los hijos del prójimo, huyó por los países, se emborrachó varias veces más, pregonó, arengó, publicó. Murió. Nos dejó su obra. De baja calidad.

Gastón







La chica de ojos café

No cuentes tus secretos al mundo
Ellos los usarán para corromper a tu alma
Corre de las calumnias que llegan a tu puerta, ellos quieren tu pellejo, tu corazón se quedará contigo. No pensaré en ti, mi pecho ya no arde al pensar en ti, ignoraré todo pensamiento relacionado, no recordaré tu sonrisa con aquella distancia de tus dientes vanguardistas, los finos labios, la suave piel, tus ojos color café, tu cabellera castaña, el paisaje reflejada en los centros de tus ojos al sonreír, tus rabietas, mi estado al verte pasar, la epifanía a lo inusual, la victoria contra el alba, las medidas hechas a mano de tus extremidades, desearía sentir el calor de tu cuerpo otra vez, desearía amarte como la primera vez. Me despido, no llores por mí, yo ya he llorado mucho por los dos.

Juan Ignacio Taborda
Juanignaciotaborda18@hotmail.com







Tardecitas Entrerrianas

Que lindas son las callecitas entrerrianas.
Subo y bajo las cuchillas.  
Voy andando sin parar,
contemplando tus paisajes.
Voy llegando a Villaguay
debajo de una arbolada yo te veo Benteveo
como si hablaras a gritos, vas repitiendo conmigo
bichofeo, bichofeo.

Pajaritos de los montes
yo te brindo este homenaje, alegría del hornero
que anda de rama en rama
mientras lleva a su nidal
barro y paja, paja y barro.
En mi guitarra te nombro tardecitas entrerrianas
la Calandria me hace dúo
con su trino enamorado.
Tardecitas entrerrianas te canta el
yovi, yovi, pajarito entrerriano
llevame a tu nidal
endulzame con tu canto, que ahí
Me quiero quedar.

Baby

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